Caer en el orgullo significa traicionar los propios instintos. El instinto protege —nosotros tenemos una protección instintiva contra el orgullo—. A menudo hemos experimentado el estar demasiado hinchados de orgullo y sabemos que produce una sensación molesta. Aun antes de caer por las escaleras, tenemos la sensación de que hoy nos va a tocar, porque de algún modo tenemos algún tipo de mala conciencia o malestar, no sabemos por qué y luego ¡purrjba!, el castigo por el orgullo suele llegar rápido; chocas mientras andas contra un coche o tiene lugar una situación semejante.
Por lo tanto, podemos decir que esas personas que en la actualidad no aprecian razonablemente el cálculo de probabilidad y la estadística como una herramienta útil y razonable de la mente humana, pero que creen secretamente que podemos dominar la naturaleza y descubrir la verdad acerca de todas las cosas, han caído en dicho orgullo, en una identificación secreta con el Dios Sol. Por consiguiente, son castigadas por su orgullo. Lo que es peor, el orgullo siempre implica esterilidad mental, puesto que si se está henchido de orgullo se es estéril y estúpido, y ésa, en gran medida, es la situación de la ciencia moderna natural. No quiero decir que todos sean así. Hay muchos científicos destacados con quienes se puede hablar de estos hechos, y que son plenamente conscientes de que a través de las estadísticas y del cálculo de probabilidad sólo podemos reconstruir en nuestra mente un modelo abstracto de la naturaleza y que éste no abarca toda la realidad, es decir, sólo tenemos un conocimiento parcial útil y sabemos que todavía existen una serie infinita de secretos y un interminable número de posibilidades con las que explorar la realidad.
Marie-Louise von Franz
Sobre adivinación y sincronicidad, página 37
Todos podríamos ser médiums, todos poseemos conocimiento absoluto, si la luminosa luz de nuestro yo consciente no lo oscureciera.
Marie-Louise von Franz
Sobre adivinación y sincronicidad, página 44
La ética es una cuestión de sentimiento, no de intelecto.
Marie-Louise von Franz
Sobre adivinación y sincronicidad, página 98
CONFERENCIA V
En su ensayo sobre sincronicidad Jung enfatiza sobre el punto de que puesto que el ámbito físico y psíquico coinciden dentro del acontecimiento sincrónico, de algún modo ha de haber una realidad unitaria —una realidad de los planos físico y psíquico a la que él denominó con la expresión latina unus mundus, el mundo único, concepto que ya existía en las mentes de algunos filósofos medievales. Jung dice: «No podemos visualizar este mundo, ya que trasciende por completo a nuestra comprensión consciente». Sólo podemos llegar a la conclusión o suponer que en algún lugar se encuentra dicha realidad, una realidad psicofísica, como la podríamos llamar, que se manifiesta esporádicamente en el acontecimiento sincrónico. Posteriormente, en Mysteerium Coniunctionis, dice que el mandala es el equivalente psíquico interno del unus mundus. Esto significaría, como saben, que el mandala representa una unidad última de la realidad interna y externa. Apunta hacia un contenido psicológico trascendental que tan sólo podemos captar indirectamente a través de los símbolos. Las múltiples formas del mandala parecen señalar esa unidad, los acontecimientos sincrónicos son el equivalente parapsicologico del unus mundus y también apuntan a esta misma unidad del universo psíquico y físico. Por lo tanto, no es de extrañar que hallemos combinaciones de esos dos motivos en la historia, concretamente de las estructuras del mandala y de los intentos del pasado en adivinación para captar la sincronicidad. Yo llamo a estos mandalas, mandalas de adivinación. Existen muchas técnicas de adivinación en las que el instrumento es un mandala; el más conocido es el horóscopo y el horóscopo de tránsito.
Marie-Louise von Franz
Sobre adivinación y sincronicidad, página 113
Todavía hay otro lugar en este planeta donde la geomancia se ha desarrollado a nivel filosófico hasta un punto que, a mi entender, posee un valor equivalente al I Ching, es el trabajo que han realizado los curanderos del oeste de Nigeria. Aprendieron el arte de la geomancia a través de los musulmanes del norte. La geomancia se practicaba en la India y en toda la civilización islámica, y de allí se introdujo en Europa entre los siglos X u XI, al mismo tiempo que la alquimia y todas las otras ciencias naturales. Sin embargo, también emigró hacia el sur y llegó a manos de ciertos curanderos nigerianos de la zona oeste. Este maravilloso material se encuentra en el libro de Bernard Maupoil titulado La Géomancie a l’ancienne Cote des Esclaves (París, 1943). Este libro ofrece una explicación completa sobre la técnica de la geomancia, especialmente tal como la practican estos curanderos africanos; del mismo modo que la practicaba el islam en el norte de África. Estos curanderos poseen una interesante creencia que forma parte de la tradición de su arte adivinatorio: el oráculo geomántico dio una respuesta verdadera gracias a un dios llamado Fa y no por los mecanismos de la técnica de adivinación. Este dios Fa es adorado por diferentes tribus, los mina, los fon, los yoruba, etc. Estas poblaciones tienen una religión politeísta y muchos demonios benevolentes y maléficos distintos para los que existen cultos colectivos que en este país se denominan vudú, pero el dios Fa, el padre del oráculo, no es un vudú y no pertenece al panteón de estas tribus por la siguiente razón: un vudú siempre puede producir un trance o una posesión y puede actuar para bien o para mal. Entre los nativos de Haití todavía existen reminiscencias de estos cultos con algunas variaciones, donde todavía entran en trance o son poseídos por ciertos vudús y pueden expresar lo que éstos hacen. Fa, el dios de este oráculo, a diferencia de un vudú, nunca hace magia negra. Sólo le dice la verdad a una persona y sólo el individuo a quien le dice la verdad puede saber que ésa es cierta y conocer lo que es. Fa no tiene poder colectivo —el dios, cuando se manifiesta lo hace sólo a personas escogidas y les dice algo que es exclusivamente cierto de esa persona y que no puede aplicarse a nadie más—. Por lo tanto, no hay culto, ni sacerdotes, nada, porque él es simplemente el poder de la verdad. Existe una cierta similitud con la idea de Mo Dsi, de que hay un poder de verdad interior, que es creativo y que funciona en estas cosas. El dios Fa procedía de un país denominado Ifé, el país del que surgió la humanidad y al que se regresa al morir. Como saben, el mundo al que he denominado unus mundus es, en todas las mitologías primitivas, la tierra de los muertos; los muertos viven en el unus mundus, o en ese mundo trascendental, en ese más allá, esa es la tierra Ifé. Fa procede de allí y por lo tanto, puesto que es el dios de la verdad, los nigerianos dicen que sólo se descubre el secreto de la vida al morir. Mientras vives en este mundo temporal nunca conoces el patrón de tu vida, vives al minuto tratando de descubrirlo; pero al morir puedes verlo al completo, lo ves desde el otro mundo. Así que sólo al morir se descubre el secreto de la vida. Dios creó el mundo y no sólo hizo cosas buenas, también creó el mal. Fa es el único poder que no quiere el mal, por lo tanto, es diferente de Dios. Dios desea el bien y el mal y crea a ambos. Fa sólo es benevolente con el ser humano, siempre es sincero y sólo crea el bien. Todo ser humano viviente posee un alma invisible, que los fon llaman Ye, el principio de la vida o alma, pero el ser humano no comprende el significado de Ye. Quienquiera que busque el secreto de su vida ha de acudir a Fa, que recibe este nombre porque él mismo es el único Ye (principio del alma) que puede revelar la verdad de la grandeza de la vida. La palabra Fa procede del frescor del agua y el aire. Hemos de recordar que en la calurosa África el agua y el aire frescos suponen una experiencia increíblemente positiva, puesto que, si alguien ha estado expuesto al calor, llega a un oasis con palmeras y encuentra una fuente, es como hallar la vida. Fa es el frescor del agua. Por cierto, nosotros en la Iglesia católica tenemos una representación similar, puesto que uno de los nombres para el Paraíso es refrigerium, el lugar para refrescarse, y en el lenguaje católico eso simboliza la paz interior. Estas tribus nigerianas dicen que cada dificultad, aunque sea caliente, puede llegar a convertirse en fresca y tranquila gracias a la conexión con Fa: entonces es fácil de sobrellevar. Todos sabemos por propia experiencia que los más neuróticos sufrimientos provienen de estar confusos con nosotros mismos y por nuestros complejos, y que, si somos lo bastante sinceros en el sentido de Mo Dsi para ver la verdad, hasta los peores complejos se vuelven tolerables, puesto que entonces vemos el significado y podemos empezar a salir de la confusión. Del mismo modo, Fa ilumina a todos los seres humanos. Nunca oculta nada. Extiende su mano abiertamente a todo el mundo. Un sabio y anciano curandero dio casi toda la información a Maupoil y le dijo literalmente, con mucha amabilidad: «Todos los hechiceros tratan de describir a Fa con gran pompa, pero, aunque yo mismo soy un bokono [un hechicero] nunca me atrevería a definir a Fa. Sólo la obra milagrosa de la naturaleza que ha creado a Fa puede hablar de ello con conocimiento». Al final de su vida dijo, en efecto: «No sé lo que es Fa, salvo que es este principio de la verdad». Fa tiene muchos títulos. Al igual que todos los grandes poderes en las representaciones africanas, no se le suele llamar por su nombre, circunscriben sus poderes con muchos nombres, que a veces suponen una frase u oración entera, como «Duro como una piedra». Otros nombres son: «Busca y encontrarás», «El que revela lo que todos tenemos en nuestro corazón», «El maestro de la vida», «El que transmite los mensajes de la muerte»: quizás uno de los más hermosos sea «El sol sale y las paredes se vuelven rojas». En éste el bokono añadió una explicación: «Como ves, cuando se ve la verdad todo se vuelve claro como el amanecer». Luego, en último término, esto es interesante: «El agujero que nos llama a la eternidad». Aquí una vez más aparece la fenestra aeternitatis, la ventana hacia la eternidad que los africanos llaman literalmente Fa, el agujero que nos llama a lo eterno. Él sabe el número de todos aquellos que han nacido, sabe el número de las personas que mueren; él lo tiene todo, por así decirlo, pero sólo es amistoso con el ser humano. Éste es un paralelismo arquetípico de la idea medieval de la sabiduría de Dios, representando el aspecto benevolente y verdadero de Jehová. El aspecto oscuro de la realidad no es esta imagen de Fa y nos preguntamos si no tendrá una sombra, puesto que todas las figuras arquetípicas la tienen. Entonces nos enteramos de que Fa tiene una esposa, o a veces un compañero masculino, y este compañero o esposa se llama Gba’adu. Gba’adu es un vudú terrible. No es algo individual, sino colectivo y terrible. La mayor parte de los curanderos africanos, dicen que no quieren tener nada que ver con Gba’adu, y no quieren su fetiche en su casa porque Gba’adu mata y puede hacerlo en cualquier momento. Si tienes su fetiche es tan terrorífico que si lo utilizas para la magia puedes matar personas con él, y si lo empleas mal tú mismo puedes morir en cualquier momento. Es de tal responsabilidad que es mejor no manejarlo y por lo tanto hay muy pocos iniciados de Gba’adu. Gba’adu quiere sangre; él o ella crean la vida y también se la llevan. Es el vudú más fuerte de Fa y ahora escuchen cómo lo definen ellos. Gba’adu representa el mayor conocimiento posible de uno mismo que el ser humano puede alcanzar. De modo que es la introspección más profunda del sí-mismo (como diríamos nosotros), que es un secreto tan terrible y peligroso que uno no puede acercarse a él. Sólo Gba’adu posee el secreto de la muerte y sólo en la muerte se puede alcanzar la más alta realización de uno mismo. Gba’adu es el secreto que hay detrás de Fa. Fa es el dios de la verdad, que puede acompañar a un individuo a lo largo de su vida sobre la tierra, pero en el momento de la muerte se llega a un estadio más cercano del autoconocimiento supremo, que está representado por Gba’adu. ¿Qué es el fetiche de Gba’adu? Los pocos curanderos que lo poseen en la cámara secreta de su casa y que sólo se acercan a ella con grandes precauciones, dicen que consiste en dos calabazas, dos boles uno encima del otro. Ésa es una imagen del mito de la creación de esas tribus que creen que en los comienzos del mundo el dios-padre y dios-madre yacían uno encima de otro al igual que dos calabazas y procrearon muchos hijos y entonces no tenían sitio. Así que tenemos el extendido mito de la separación de los padres primigenios, que tuvieron que ser separados de su eterna copulación para que entre estos dioses se pudiera crear el mundo y el ser humano. Este tipo de núcleo creativo del principio del mundo está representado por dos calabazas y ése es el secreto de Gba’adu. Cuando descubrí esto me quedé totalmente perpleja porque de pronto aparece en el problema de la sincronicidad la idea de una conjuctio cósmica, que yo no esperaba.
Marie-Louise von Franz
Sobre adivinación y sincronicidad, página 130
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