CLAUDE M. STEINER
LOS GUIONES QUE VIVIMOS
(Análisis Transacciona1)
Los seres humanos están profundamente influidos por, y sometidos a la voluntad de las divinidades específicas del hogar -los padres- cuyos mandatos siguen ciegamente toda la vida, que a veces les conducen a la autodestrucción y contra los cuales se sienten impotentes.
Pág. 87
La banalidad de la vida cotidiana es tan común que pasa desapercibida. En realidad, hay personas que gastan mucha energía en hacer que los estilos de vida poco satisfactorios se materialicen en algo 'normal" o deseable. Muchos de nosotros nos sentimos orgullosos de tener una "buena" vida, "buena" en el sentido que otros la entienden, y a quienes respetamos y admirarnos por habernos dicho lo que la buena vida significa. Antes de nacer ya estarnos predestinados a casarnos, a ser un hombre de negocios triunfante, un buen padre, una buena ama de casa, un comerciante, un líder cívico, un hombre "auténtico" o una mujer "auténtica" se nos concede una "libertad" ficticia para escoger esos diversos modos de vida. Una vez hemos escogido, estamos obligados a mantener las directrices de esa vida particular, a menos que queramos ser unos "fracasados" El hecho de que los proyectos para nuestras vidas banales cotidianas sean, en el mejor de los casos, muy poco satisfactorios, es algo que la gente descubre solamente después de haber pasado toda una vida intentando vivir de acuerdo con las normas; ¡demasiado tarde! No obstante, cuando nos preguntamos, tras haber seguido las normas, por qué nuestras vidas parecen no tener sentido, acostumbramos a echarnos la culpa en lugar de pensar en lo que otros nos dijeron que hiciéramos.
Pág. 142
Desde que los niños nacen, los padres enseñan a sus hijos, deliberadamente o no, cómo comportarse, pensar, sentir y percibir. Liberarse de estas influencias no es fácil... En realidad, la liberación sólo se logra si el individuo parte de un estado autónomo, es decir, si es capaz de ser consciente, espontáneo, tener intimidad y ser prudente en cuanto a las enseñanzas parentales que piensa aceptar.
Eric Berne
Hay padres a quienes les desagrada que sus hijos estén tristes, a otros les desagrada que estén contentos y a otros les desagrada que estén enojados o que sean afectuosos. Cuando los niños expresan estas emociones, algunos padres suelen ignorarlos, lo cual es la causa de que los niños sean retraídos e inútiles. En algunos hogares se descuenta el enfado y en otros el miedo, etc. Por otro lado, en todo momento se estimulan y aplican otros sentimientos que corresponden al "chantaje sentimental" de la familia. La consecuencia de esta clase de descuento de sentimientos es la de despojar, una vez más, al niño de una fuente importante de información y comprensión.
Pág. 175
La mentira por omisión es la moneda de cambio del sistema educativo, la cual se basa en una mezcla de indoctrinación perfeccionada y formas avanzadas de mentir.
Claude M. Steiner, pág. 185
La forma de conseguir que alguien haga lo que uno quiere, es dar una orden. Conseguir que alguien sea lo que uno quiere que sea, o supone que es, o teme ser (tanto si esto es lo que uno desea como si no), es decir, conseguir que alguien materialice lo que uno proyecta, es otra cuestión. En un contexto hipnótico (o similar), uno no le dice lo que tiene que ser, sino que le dice lo que es. Muchas veces, dentro del contexto, estas atribuciones son más poderosas que las órdenes (u otras formas de coacción o persuasión) una instrucción no necesita ser definida corno tal instrucción. Tengo la impresión de que recibimos las instrucciones más tempranas y duraderas en forma de atribuciones. Nos dicen que el caso es tal y tal. Nos dicen, por ejemplo, que somos un buen niño o una buena niña, no se limitan a ordenarnos que seamos un buen niño o una buena niña. Es posible que uno esté sujeto a ambos, pero si somos (esto o aquello), no es necesario que nos digan que seamos lo que ya se nos ha "dado a entender" que somos. Probablemente, el medio para una comunicación de este tipo no es el lenguaje verbal. Cuando las atribuciones ejercen la función de instrucciones o imposiciones, esta función puede ser denegada, dando lugar a un tipo de mitificación semejante o idéntica a la sugestión hipnótica...
Es posible que uno le diga a alguien que sienta algo y no recuerde que se lo han dicho. Sencillamente, dile que lo siente. Mejor aún, di a una tercera persona, delante de é1, que él lo siente.
Bajo el efecto de la hipnosis, lo siente; y no sabe que ha sido hipnotizado para sentirlo. ¿Cuánto, de lo que corrientemente sentimos, corresponde a lo que todos hemos sido hipnotizados para sentir? ¿Cuánto de lo que somos corresponde a lo que hemos sido hipnotizados para ser?
Tu palabra es una orden para mí. Es posible que la relación existente entre una y otra tenga tal poder que llegues a ser lo que considero que eres en mi mirada, en mi tacto, en mi tos. No necesito decir nada. Una atribución, en la forma en que estoy usando el término, puede ser cinética, táctil, olfatoria, visual. Tal atribución equivale a una orden que debe ser obedecida "implícitamente".
Por lo tanto, si yo te hipnotizo, no digo: "Te ordeno que sientas frío". Indico que hace frío. Inmediatamente, tú sientes frío. Creo que muchos niños empiezan en un estado parecido.
Nosotros les indicamos cómo es: ellos establecen sus posiciones en el espacio que definimos. Es posible que ellos escojan convertirse en un fragmento de ese fragmento de sus posibilidades que nosotros indicamos que son.
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