El bien es lo que fue o será, pero lo que nunca es. Parásito del recuerdo o del presentimiento, periclitado o posible, no podría ser actual ni subsistir por sí mismo: en tanto que es, la conciencia le ignora y no lo capta más que cuando desaparece. Todo prueba su insustancialidad; es una gran fuerza irreal, es el principio que ha abortado desde un comienzo: desfallecimiento, quiebra inmemorial, cuyos efectos se acusan a medida que la historia transcurre. En los comienzos, en esa promiscuidad en que se opera el deslizamiento hacia la vida, algo innombrable debió pasar, que se prolonga en nuestros malestares, si no en nuestros razonamientos. Que la existencia haya sido viciada en su origen, ella y los elementos mismos, es algo que no se puede impedir uno suponer. Quien no haya sido llevado a afrontar esta hipótesis al menos una vez por día habrá vivido como un sonámbulo.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 6


El dios malo es el dios más útil que jamás hubo. Si no lo tuviésemos a mano, ¿a dónde se encaminaría nuestra bilis? Toda forma de odio se dirige en última instancia contra él. Como todos creemos que nuestros méritos son desconocidos o pisoteados, ¿cómo admitir que una iniquidad tan general sea obra del hombre tan sólo? Debe remontarse más arriba y confundirse con algún tejemaneje antiguo, con el acto mismo de la creación. Sabemos, pues, con quién tenérnoslas, a quién vilipendiar: nada nos halaga y nos sostiene tanto como poder situar la fuente de nuestra indignidad lo más lejos posible de nosotros.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo


Dios es el luto de la ironía.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo



La voluptuosidad es el desastre del placer.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 14


Lo que hay en nosotros de más anclado y de menos perceptible es el sentimiento de una quiebra esencial, secreto de todos, dioses incluidos. Y lo que es notable es que la mayoría está lejos de adivinar que experimenta ese sentimiento: Estamos por lo demás, merced a un favor especial de la naturaleza, destinados a no darnos cuenta de ello: la fuerza de un ser reside en su incapacidad de saber hasta qué punto está solo.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 15


No fuimos felices más que en las épocas en que, ávidos de ocultamiento, aceptábamos nuestra nada con entusiasmo. El sentimiento religioso no emana de la constatación, sino del deseo de nuestra insignificancia, de la necesidad de revolcarnos en ella. Esta necesidad, inherente a nuestra naturaleza, ¿cómo podrá satisfacerse ahora que ya no podemos vivir a remolque de los dioses? En otros tiempos eran ellos los que nos abandonaban; hoy somos nosotros los que los abandonamos.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 16


No se destruye una civilización más que cuando se destruyen sus dioses.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 26





Hay noches en las que el porvenir queda abolido, en las que de todos sus instantes sólo subsiste aquel que elegiremos para dejar de ser.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 46


¿No será la nostalgia un signo de envejecimiento precoz? Si esto es cierto, yo soy senil de nacimiento.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 59


La única manera de apartar a alguien del suicidio es empujarlo a él.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo

La dicha no está en el deseo, sino en la ausencia de deseo, más exactamente en el entusiasmo por esa ausencia, en la cual quisiera uno revolcarse, abismarse, desaparecer, exclamar…

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 67

Concebir un pensamiento, un solo y único pensamiento, pero que hiciese pedazos el universo.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 78

Nada podrá quitarme del espíritu que este mundo es el fruto de un dios tenebroso cuya sombra prolongo, y que me corresponde agotar las consecuencias de la maldición suspendida sobre él y su obra.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 79


El psicoanálisis llegará a estar un día completamente desacreditado, de eso no cabe duda. Pero eso no impide que haya destruido nuestros últimos restos de ingenuidad. Después de él nunca se podrá volver a ser inocente.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 79


Hay frases que son la clave de un país, porque nos entregan el secreto de sus límites.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 80


El ansioso construye sus terrores y después se instala en ellos: es un comodón del vértigo.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 82


Vivir es una imposibilidad de la que no he dejado de tomar conciencia.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 83


Condenados, a medida que se multiplican, a amontonarse unos sobre otros, los hombres se detestarán mucho más que antes, incluso inventarán formas insólitas de odio, se despedazarán entre sí como nunca lo hicieron y estallará una guerra civil universal, no motivada por reivindicaciones, sino por la imposibilidad en que se encontrará la humanidad de seguir asistiendo al espectáculo que se ofrece a sí misma. Ya desde ahora, si, durante un instante, vislumbrase todo el futuro, no iría más allá de ese instante.

E. M. Cioran
El aciago demiurgo, página 104



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