El corazón es una cosa. El sexo es otra diferente. Ciertos objetos turban al primero, otros despiertan al segundo, sin la intervención del intelecto.

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 1


Siempre me gustó el sexo fuerte, que me parece legítimo llamar el sexo bello. Mis desdichas se han debido a una sociedad que condena lo raro como un crimen y nos obliga a reformar nuestras inclinaciones.

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 19


Son inmensos los privilegios de la belleza. Actúa incluso sobre aquellos a los que parece no importarles nada.

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 25


Comprendí que me había equivocado de ruta. Me juré que no volvería a perderme, que seguiría en lo sucesivo mi recto camino en vez de extraviarme en el de los demás y que escucharía más las órdenes de mis sentidos que los consejos de la moral.

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 30


El sol apresura el desarrollo de los sentimientos. Quemamos las etapas y, gracias a numerosos encuentros en plena naturaleza, lejos de los objetos que distraen al corazón, terminamos por amarnos sin haber nunca hablado de amor.

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 41


Aquella certeza me clavaba en el pecho una garra de fiera.

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 43


Le pedí que eligiera entre las mujeres y yo. Creía que iba a responder que me elegía y que haría un esfuerzo por renunciar a ellas. Estaba equivocado. «Corro el riesgo —respondió— de prometer y de faltar a mi palabra. Más vale romper. Sufrirías. No quiero que sufras. Una ruptura te hará menos daño que una falsa promesa y que una mentira».

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 43


Las experiencias peligrosas el mundo las acepta en el campo del arte, porque no toma el arte en serio, pero las condena en la vida.

Jean Cocteau
El libro blanco, pág. 52