"En una playa desierta la mar comienza acariciar mis pies desnudos, he salido de la ciudad muy temprano dejando atrás el tráfico y los ruidos molestos de la gran urbe, los gritos de los vendedores ambulantes, los malos piropos de los “solos de la noche”, la bebida y la música de los bares, la guerra de los vendedores de drogas por acotar su mercado. He metido los tacones en la bolsa de mano, y estoy sola, libre y soberana en esta pequeña isla. Un homenaje a mí misma, unas horas sin prejuicios, sin insultos, sin miradas desaprobantes, sin explicaciones, ni golpes ni estigmas."

Jessica O’Neill

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