Entiendo por «mente» todo lo relacionado con la experiencia sentida subjetivamente de estar vivos, desde los sentimientos a los pensamientos, desde las ideas intelectuales a las inmersiones sensoriales interiores antes de las palabras y por debajo de ellas, hasta las conexiones que sentimos con otras personas y con nuestro planeta. Y la palabra «mente» también se refiere a nuestra conciencia, a la experiencia que tenemos de ser conscientes de esta sensación sentida de la vida, a la experiencia de conocer dentro de la conciencia. La mente es la esencia de nuestra naturaleza fundamental, la sensación más profunda de estar vivos aquí, ahora mismo, en este momento.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 7
Procesos tan familiares y básicos como los pensamientos o el pensar siguen sin entenderse con claridad.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 10
El objetivo de nuestro viaje es, en efecto, encontrar una definición más completa de la mente.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 21
Resumidamente: decir que «la mente es actividad cerebral» no parece que sea toda la verdad. Debemos tener una actitud abierta en relación con lo que es la mente en toda su complejidad. La subjetividad no es sinónima de actividad cerebral, como tampoco lo es la conciencia ni la vida mental profundamente relacional. La realidad de la conciencia, su textura subjetiva interior y la naturaleza interpersonal de la mente, como mínimo, nos invitan a pensar que el runrún de la actividad neural que tiene lugar dentro del cráneo no es la totalidad de lo que la mente es.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 22
La mente existe dentro de nosotros —dentro de todo el cuerpo— y entre nosotros. Está en las conexiones con los demás e incluso con el entorno más amplio, con el planeta. La pregunta de qué puede ser la esencia de la vida mental está abierta a la exploración. Desde un punto de vista científico, la naturaleza de la mente sigue siendo una cuestión abierta.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 23
Aunque la mente dependa por completo de la actividad del cerebro, ello no implica que las dos cosas sean lo mismo.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 25
La mente recuerda mejor la información presentada en forma de relatos y las sensaciones que suscita la inmersión en esos relatos es lo que parece consolidar las experiencias.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 29
Las relaciones son el crisol en el que se despliegan nuestras vidas conformando nuestra historia, moldeando nuestra identidad, dando lugar a la experiencia de quienes somos y liberando —o limitando— quiénes podemos llegar a ser.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 41
¿Podría ser que la mente, de algún modo, estuviera «al mismo tiempo» dentro de nosotros y entre nosotros?
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 46
… en el ámbito de la neurociencia nadie sabe cómo puede dar lugar una activación neural a la experiencia sentida subjetivamente de un pensamiento, un recuerdo o una emoción. No lo sabemos.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 47
La noción de que algo está a la vez dentro de nosotros y entre nosotros, en dos lugares a la vez, puede parecer extraña, ilógica y hasta puede que errónea. Cuando en el otoño del año 1992 me disponía a presentar esta idea al grupo de cuarenta investigadores, estaba nervioso ante la posibilidad de que pudiera parecer extraña e infundada. Pero exploremos algunas implicaciones de estas ideas y veamos a dónde nos llevan. Si este sistema corpóreo y relacional de flujo de energía y de información es el origen de la mente, ¿qué podría ser la mente dentro de ese sistema? Sí, estamos proponiendo que el sistema está hecho de energía y de información y que las dos cambian en el tiempo, en el espacio, en la distribución de probabilidad o en algún otro aspecto fundamental. Este cambio se llama «flujo». Y estamos proponiendo que este flujo se produce al mismo tiempo dentro de nosotros y entre nosotros; es decir, que es al mismo tiempo intra e inter.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 49
Algunas personas oyen la palabra «complejo» y se ponen nerviosas. Quieren más simplicidad en su vida y es comprensible, pero complejo no equivale a complicado. En muchos sentidos, la complejidad es de una elegante simplicidad.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 50
Para que quede totalmente claro: esta definición de trabajo de la mente como proceso autoorganizado, corpóreo y relacional no hace suposiciones sobre los orígenes de la realidad subjetiva, la conciencia o el procesamiento de información. Pero lo que sí hace es ofrecer un espacio de trabajo claro desde el que sumergirnos en otros aspectos importantes de la mente. Propone que esta faceta autoorganizada de la mente surge de manera natural del flujo de energía y de información dentro de nosotros y entre nosotros y que también lo regula. Esta noción no solo clarifica el «qué», sino también el «dónde» de este aspecto de la mente. En las relaciones compartimos energía e información. Los términos «cerebro» o «cerebro corpóreo» se refieren al mecanismo corpóreo del flujo de energía y de información. Esta propuesta plantea que al menos una faceta de la mente es el proceso emergente autoorganizado, corpóreo y relacional que surge del flujo de energía y de información y que lo regula. En otras palabras, el flujo de energía y de información es corpóreo (cerebro corpóreo o, simplemente, cerebro), compartido (relaciones) y regulado (mente).
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 54
Cerebro, relaciones y mente son tres aspectos de una sola realidad: el flujo de energía y de información. Esta perspectiva se puede representar como un triángulo de la experiencia humana. Y, además, es una perspectiva que reconoce la naturaleza interconectada de la realidad y no la divide en partes independientes y separadas. Las relaciones, el cerebro corpóreo y la mente son tres aspectos de una sola realidad, al igual que una moneda tiene dos caras y un canto. La mente es una parte de un sistema complejo que tiene como elemento fundamental el flujo de energía y de información. La realidad de este único sistema es un flujo de energía y de información compartido, corpóreo y regulado. El triángulo de la experiencia humana: flujo de energía y de información Esta definición también aclara algunas de las nociones fundamentales del quién, el qué, el dónde, el cómo y el porqué de la mente. El flujo de energía y de información conforma quienes somos. Somos el compartir, la corporeidad y la regulación de ese flujo. Estamos a la vez en el cuerpo en el que nacemos y en las relaciones que conectan este cuerpo con otras personas y otros lugares, con otras entidades más allá del cuerpo mismo.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 55
He aquí lo que propongo que el lector y yo consideremos: la mente no es solo lo que hace el cerebro, ni siquiera el cerebro social. La mente puede ser algo que surja de un plano más elevado de funcionamiento de un sistema que no se limite a lo que ocurre dentro del cráneo. El elemento básico de este sistema es el flujo de energía y de información, y este flujo se da dentro de nosotros y entre nosotros, los demás y el mundo.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 65
Invito al lector a imaginar momentos en los que su mente parezca «tener mente propia». Por ejemplo, si se revela que actividades mentales de procesamiento de información como los pensamientos o las emociones en realidad forman parte del aspecto autoorganizado de la mente, entonces, como procesos emergentes, puede parecer que surgen por sí solos, sin un director ni nada semejante a un «yo» que esté al mando. ¿Le resulta familiar? Así es la sensación de un proceso emergente: simplemente sucede sin que haya un director al mando. En otras palabras, no hay una causalidad lineal. La faceta autoorganizada de la mente surge de sí misma y se regula a sí misma. Esta es la propiedad recursiva que «autorrefuerza» su llegar a ser. Ese es el aspecto autoorganizado de la mente. Se puede describir y sentir como la experiencia de observar el despliegue de la vida dentro de nosotros y en nuestras relaciones, sin tener que ser los directores de la orquesta ni los programadores del ordenador. Así funciona la autoorganización. Podemos sentirla, observarla, percibirla y reconocerla, aunque no intentemos controlarla. Simplemente nos quitamos de en medio y las cosas se organizan solas de manera natural.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 74
La mente puede tener las probabilidades cuánticas como modo dominante en lugar de las reglas newtonianas.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 79
El apego no termina cuando nos vamos de casa; en nuestra vida necesitamos figuras importantes y cercanas a las que acudir en busca de guía y consuelo.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 87
La ciencia de la mente exige que incluyamos la reflexión interior sobre la realidad subjetiva experimentada personalmente. Entender, crear significado, reflexionar sobre la memoria y la conciencia de uno mismo, regular las emociones y tener una mentalidad abierta son experiencias mentales subjetivas de los padres que fomentan el desarrollo de resiliencia en el niño. Desde un punto de vista práctico, todas estas capacidades se pueden enseñar y pueden determinar cómo se desarrollan los hijos. La ciencia de la mente indica, por tanto, que nuestras relaciones, al igual que el cuerpo y el cerebro, conforman quienes somos y quienes podemos llegar a ser. Podemos considerar que este es el aspecto autoorganizado de la mente que es totalmente corpóreo y relacional. Las relaciones con los demás conforman la dirección y la naturaleza del flujo de energía y de información entre nosotros y dentro de nosotros. Estas relaciones nos conforman durante toda la vida.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 93
La mente es más que lo que la conciencia pone a nuestro alcance.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 153
la epigenética se refiere a las moléculas reguladoras que no son de ADN y que regulan la expresión de los genes. Cuando los genes se activan dan lugar a la producción de proteínas y conforman la función y la estructura de las células. En el caso del cerebro, sabemos que las experiencias pueden conformar nuestros controles epigenéticos y que la actividad y la estructura del cerebro cambian para adaptarse a experiencias previas. De hecho, investigaciones recientes han revelado que, si el momento de una experiencia es oportuno, podemos transmitir estos cambios a la generación siguiente por medio de nuestros óvulos y espermatozoides (Yehuda y otros, 2014; Youngson y Whitelaw, 2012; Meaney, 2010). Por ejemplo, si el feto de una niña está en el útero cuando su madre experimenta un suceso estresante como una hambruna, la niña adquirirá los cambios epigenéticos debidos a la escasez de comida que su madre haya tenido que soportar y pasará a sus hijos por medio de sus óvulos —que estaban madurando cuando estaba en el útero— unas adaptaciones que los hagan metabolizar alimentos como si hubiera escasez; sin embargo, si la comida es abundante, su cuerpo hará uso de todas estas calorías y será más propenso que otro niño a desarrollar obesidad y diabetes.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 241
Con independencia de que una persona sufra un trastorno debido a la experiencia, como el estrés postraumático, o que no se deba a la experiencia, como el trastorno bipolar o la esquizofrenia, el mecanismo cerebral básico parece ser el mismo: una deficiencia de la integración. Para la evaluación, lo importante no era clasificar a una persona en una categoría del DSM que limitara la comprensión de quién era y, por lo tanto, de quién podría llegar a ser, sino ver que el caos o la rigidez que surgían en su vida se debía a una integración deficiente. Los momentos de armonía llenos de flexibilidad, adaptación, coherencia, energía y estabilidad eran momentos de integración. Lo primero era no «patologizar» ni categorizar. Si había siete mil millones de personas en el planeta, habría siete mil millones de maneras de ser. Además, todos nosotros, con independencia de nuestra cultura o nuestra historia, somos seres humanos. Como seres humanos, nuestras mentes surgen como flujos de energía y de información dentro de nosotros y entre nosotros. El objetivo de la evaluación era percibir si ese flujo era caótico o rígido o si estaba en armonía con la integración; en definitiva, era obtener una imagen abierta de lo que sucedía en la vida de una persona.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 249
La base de la psicoterapia basada en el mindsight es que todos tendemos de una manera natural a la integración, a una autoorganización óptima. Como sistemas complejos que somos, la autoorganización es una propiedad emergente de quienes somos: es una faceta fundamental de nuestra mente. Pero a veces hay «cosas» que interfieren. Para algunos de nosotros, estas «cosas» que hacen peligrar el bienestar surgen a causa de una experiencia subóptima con las personas que nos han cuidado en las primeras etapas de nuestra vida. Para otros, los genes, unos factores epigenéticos, las infecciones, los sucesos aleatorios o la exposición a productos químicos tóxicos pueden influir negativamente en la integración del sistema nervioso al principio de la vida o durante el período formativo de la adolescencia. Sea cual sea la causa, la intervención ante la rigidez o el caos que surgen de impedimentos a la integración aún se basa en el poder de las relaciones para inspirarnos a cambiar las conexiones de nuestro cerebro hacia la integración.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 250
Después de años de estudiar y explorar, de enseñar y practicar, de reflexionar y vivir, ha surgido una idea de las pautas que he observado que parece apuntar a esta afirmación directa, atrevida y sorprendentemente simple: la integración puede ser el porqué de la mente.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 252
La experiencia subjetiva puede surgir de este flujo, pero es una característica de él, no es lo mismo que él. Y a veces, quizás incluso con frecuencia, este flujo de energía y de información se produce sin conciencia. La vida mental, incluyendo sus pensamientos y sentimientos, puede depender del flujo de energía, pero no siempre se da en la conciencia.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 253
Cuando hemos dado el paso siguiente y hemos propuesto que la mente es posiblemente algo más que flujo de energía y de información dentro del cuerpo, que se plasma en algo más que en nuestro paisaje mental, hemos considerado que la mente se da en las relaciones con otras personas y en la interconexión con otros aspectos del mundo ajenos a los cuerpos en los que vivimos. Hemos visto que tenemos una esfera mental igualmente importante. El denominador común que vincula nuestras experiencias corporales interiores con nuestras experiencias «interrelacionales» es el flujo de energía y de información. Eso es lo que comparten el paisaje mental y la esfera mental. Cuando vemos que dicho flujo tiene lugar como una parte fundamental de un sistema que no está limitado ni por el cráneo ni por la piel, aceptamos la noción de que la mente es corpórea y relacional. Cuando vemos que este sistema de la mente tiene las tres cualidades de ser abierto, caótico y no lineal, nos damos cuenta de que la mente forma parte de un sistema complejo. Este sistema complejo, también llamado dinámico, tiene propiedades emergentes y una de las que estamos proponiendo es la realidad subjetiva de la vida vivida. Esto también podría suponer, como veremos en los capítulos siguientes, que la conciencia que da lugar a la experiencia subjetiva puede ser una propiedad emergente de nuestros sistemas mentales complejos. Otra característica emergente que hemos propuesto, posiblemente relacionada con la anterior, es la autoorganización. Hemos visto que este proceso autoorganizado emergente surge del flujo de energía y de información y luego vuelve atrás y lo regula. Es la propiedad recursiva de la autoorganización: surge y luego regula aquello de lo que sigue surgiendo. Es una retroalimentación recursiva. Y nos permite afirmar que «la mente suele tener una mente —una voluntad— propia». También hemos visto que de manera natural, sin programador ni programa, la autoorganización maximiza la complejidad de un sistema. El término «complejidad» se suele considerar negativo, sobre todo en una época en la que queremos simplicidad en un mundo cada vez más complicado. Pero este impulso natural a maximizar la complejidad en el fondo es simple, no complicado, porque se crea diferenciando y conectando elementos del sistema. Cuando hacemos esto, ¿cuál es el resultado? Armonía. Igual que un coro diferencia sus voces individuales pero las une en intervalos armónicos, la autoorganización nos proporciona una sensación profunda y poderosa de vitalidad. La autoorganización tiende de manera natural a la armonía. Un sistema autoorganizado que conecta partes diferenciadas, que se integra, presenta flexibilidad, adaptabilidad, coherencia (una unión dinámica en el tiempo, resiliencia), energía y estabilidad. Y un flujo integrado se caracteriza por estar conectado y por ser abierto, armonioso, emergente, receptivo, comprometido, noético (sensación de conocer la verdad), compasivo y empático. La tendencia innata a la integración de la mente como el aspecto autoorganizado de la vida corpórea y relacional, de la energía y la información que fluyen intra e inter, podría ser el porqué de la mente. En la vida mental interna y personal de nuestro paisaje mental, o en la esfera mental que nos conecta con los demás, es posible que la integración sea una de las razones o «propósitos» fundamentales de existir.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 253
Cuando exponía diversos aspectos de la integración a una serie de grupos, una y otra vez sucedía algo sorprendente. Un caso clínico que solía presentar (y que describí en el primer capítulo de Mindsight) revela que las áreas mediales de la parte superior del cerebro, la corteza prefrontal, permiten que surjan estas nueve funciones: 1) regulación corporal (equilibrar los frenos y el acelerador del cuerpo); 2) sintonía en la comunicación con uno mismo y con los demás (centrar la atención en la vida mental interior); 3) equilibrio emocional (vivir con una vida interior rica en sentimientos); 4) flexibilidad de las respuestas (ser capaz de hacer una pausa antes de responder); 5) aplacar el miedo (calmar reacciones de miedo); 6) comprensión profunda (conectar pasado, presente y futuro con la comprensión de uno mismo); 7) empatía (captar la vida mental interior de otra persona); 8) moralidad (pensar y actuar como parte de un todo más grande, más amplio, que un yo corporal personal); y 9) intuición (conciencia de la sabiduría procedente del cuerpo).
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 255
Las distinciones intragrupo y extragrupo están en nuestro ADN porque, tiempo atrás, los miembros de otras tribus nos podían causar daño. Nosotros, los de la caverna A, éramos estupendos; los de la caverna B eran viles y malvados. Necesitamos un grupo al que pertenecer para sentirnos seguros y saber en quién confiar y de quién recelar para sobrevivir.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 258
«Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestro poder de elegir la respuesta. En esa respuesta residen el crecimiento y la felicidad». Hace poco hablé con el nieto de Victor Frankl, Alex Verely, quien me aclaró que su abuelo nunca dijo estas palabras. Steven Covey ha revelado que, en realidad, esta cita que él popularizó en sus libros la leyó primero en un libro sin identificar que no era del doctor Frankl, pero que refleja el enfoque de Frankl al objetivo de hallar significado y libertad
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 260
Para que una frase contenga verdades profundas no hace falta que haya sido expresada por algún personaje conocido.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 262
Cuando aceptamos la integración como motivación esencial de nuestra vida, cultivamos el significado y la conexión, la felicidad y la salud. Encontrar una manera de diferenciarnos de los demás y de conectar con ellos ayudándolos a mantener su bienestar, nos beneficia a todos, porque de ese modo fomentamos no solo un cuidado compasivo, sino también una alegría empática, la experiencia interpersonal de disfrutar de los éxitos de los demás en la vida.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 263
Crear un espacio mental para hacer una pausa y reflexionar sobre el río de nuestra vida puede hacer que nos demos cuenta de lo que hace falta cambiar en nuestra experiencia, ayudarnos a encontrar la necesidad de diferenciar más, de conectar más, y hallar así el camino hacia la armonía intra e inter. El potencial abierto de la integración quiere decir que nunca se acaba. Siempre estamos en un viaje de descubrimiento, encontrando maneras de diferenciar y conectar, de crear más integración en nuestra vida. Con independencia de que sean maneras pequeñas y personales, o grandes y relacionales, crear en nuestra vida el espacio para acercarnos a la integración nos puede proporcionar una sensación de poder y llenarnos de conexión y significado. Al reflexionar sobre el fluir de la vida podemos encontrar elementos de nuestra experiencia que necesitan puesta a punto y sintonización. Cuidar de nosotros mismos, estar seguros de que tenemos espacio mental para usar nuestra conciencia con el fin de diferenciar y conectar, de acercarnos a una manera de ser más coherente, puede ser profundamente empoderador. Ser amables con nosotros mismos puede suponer aceptar que todos somos seres emergentes que, en este flujo serpenteante de la vida, a veces se acercan al caos y a veces se acercan a la rigidez. El viaje de la integración nunca se acaba; la integración es una oportunidad y un proceso, no es un destino final o un producto fijo. Darnos cuenta de que debemos ser el cambio que deseamos ver nos invita a acoger la integración de dentro afuera. Aceptar que ser un ser humano es un viaje de descubrimiento, que es un verbo y no un sustantivo, nos permite aceptar la integración como un principio, no como una prisión. Podemos fijarnos la intención de ir hacia la integración sin comprometernos con ningún resultado concreto. De este modo, nuestra vida se convierte en una expedición de exploración que acepta aprendizajes nuevos a cada instante. Podemos descubrir que este viaje de la vida no solo está lleno de momentos de confusión y desafío, sino también de momentos de sorpresa y humor, de placer y deleite, mientras cultivamos una sensación profunda de conexión y satisfacción, y quizás incluso de significado y propósito a lo largo del camino. La integración surge a lo largo de nuestra vida en el despliegue de cada momento vivido.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 264
La mente es el corazón de ser humano.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 253
Ser humano es más que ser un cerebro al timón de un barco aislado perdido en el mar. Estamos totalmente insertos en nuestro mundo social y somos plenamente corpóreos más allá de nuestro cráneo individual. Esta realidad inserta y corpórea significa que, en el fondo, somos sistemas abiertos. No hay ningún límite dentro del cual podamos sentir que estamos totalmente al mando. No hay ningún programador al que acudir en busca de consuelo y que nos diga que todo irá bien. Aunque aceptemos plenamente la más rigurosa de las creencias científicas o la más estimada de las creencias religiosas, esta visión nos insta a aceptar nuestra humanidad llenos de humildad.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 324
… si imaginamos que la energía es la esencia fundamental del universo, que incluso la materia es energía condensada, entonces la esencia de la realidad son pautas de energía. Si imaginamos que la energía se manifiesta en forma de potenciales que recorren una gama que va de la posibilidad abierta a la probabilidad y a la realidad, y a la inversa, podemos empezar a sentir cómo somos capaces de experimentar nuestra vida mental. Si consideramos que un sistema abierto tiene la tendencia natural a conectar partes diferenciadas, esta integración puede ser una fuerza invisible que dirige nuestra mente autoorganizada.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 342
¿Podría surgir la conciencia sin un cerebro? ¿La conciencia utiliza el cerebro para crearse a sí misma? ¿Tiene la conciencia influencias más allá del cerebro? Si las interpretaciones cuánticas ortodoxas del papel fundamental que desempeña la observación consciente al colapsar la función de onda de un fotón en una propiedad de partícula son ciertas, entonces la transformación de un abanico de posibilidades en una realidad concreta en este momento está influenciada por la conciencia. Si como dan a entender los datos empíricos esto es cierto, entonces podríamos proponer que sí, que la conciencia parece tener influencias más allá del cráneo y de la piel del observador. Pero tener influencias que vayan más allá del cráneo y más allá de la piel, maneras de tener un impacto en el mundo más allá del cuerpo, no quiere decir necesariamente que la conciencia pueda existir sin un cuerpo. Esta cuestión es objeto de un intenso debate que no vamos a resolver aquí. Para quienes no se sienten cómodos con la noción de que la conciencia se extiende más allá del cerebro o de que no necesita un cerebro, podríamos proponer la siguiente línea de razonamiento que al menos puede abrir nuestra mente a las preguntas que nos ocupan. La integración de una gama de regiones neurales parece estar asociada a la conciencia —son los llamados correlatos neurales de la conciencia—, pero en el fondo se desconoce cómo puede dar lugar a la conciencia esta integración neural, aunque sea en parte. Pese a que se hagan afirmaciones intrigantes relacionadas con microtúbulos, con pautas amplias de activación neural, con procesos representacionales relacionados con nuestro cerebro social y con una complejidad neural integradora, lo cierto es que no sabemos cómo la experiencia subjetiva de ser conscientes podría estar causada por pautas de actividad neuronal. Así pues, de maneras todavía —o quizá para siempre— desconocidas, de maneras que por ahora son misteriosas y mágicas —lo que significa que no las entendemos y que quizá nunca lo hagamos—, deberemos conformarnos con una sensación de intriga ante lo asombroso que es todo esto. Es asombroso que estemos aquí. Es asombroso que seamos conscientes de ser conscientes de que estamos aquí. Insisto: el nombre de nuestra especie no es Homo sapiens, «el que sabe», sino que en realidad es Homo sapiens sapiens, «el que sabe que sabe». Este es un aspecto «primo» de ser humanos, y es fabuloso y maravilloso.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 345
La conciencia abierta, la «atención consciente» o plena, el estado receptivo de presencia, ofrece la posibilidad de aceptar la realidad del ahora, de aceptar que el ahora es todo lo que hay. A partir de ese estado, si nos hemos quedado atascados en el caos o en la rigidez, podemos alterar pautas automáticas de una manera deliberada, lo cual sugiere que el papel de la conciencia en nuestra vida es este: la conciencia cataliza la elección y el cambio. Más que ser una puerta importante a la experiencia subjetiva, el hecho de ser conscientes con una actitud receptiva nos permite elegir un camino diferente. Con ese estado de presencia, con esa «presencia mental», llegamos a esta sorprendente revelación, que es una posible visión de la verdadera naturaleza de la mente y de la realidad.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 351
La bondad podría describirse como actuar por el bien de alguien sin esperar nada a cambio. Por lo tanto, es indudable que un acto compasivo puede ser un acto de bondad.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 389
Como ha expresado maravillosamente el investigador Paul Gilbert, compasión es sentir el sufrimiento ajeno, entender ese sufrimiento, imaginar cómo podemos ayudar y llevar a la práctica la intención de ayudar a reducirlo (Gilbert, 2009; 2015). En cambio, la empatía sería sentir o entender las experiencias ajenas sin que exista necesariamente el impulso de ayudar. No obstante, podemos sentir una preocupación empática que puede ser una precursora de la compasión, y para algunas personas quizás hasta un sinónimo de ella: una empatía cognitiva que es intelectual y una empatía emocional por la que sentimos lo que siente la otra persona. Por todo ello, la empatía puede ser una puerta importante a la compasión.
Daniel J. Siegel
Viaje al centro de la mente, página 389
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