Éstos son los recuerdos del que ataca en la oscuridad, del que vaga por el borde de la Tierra, del que recorre los más extraños confines del mundo.

John Gardner
Grendel, pág. 3



— ¡Abismos oscuros —grito desde el filo del acantilado—, atrapadme! ¡Atrapadme en vuestras oscuras entrañas y machacad mis huesos!

John Gardner
Grendel, pág. 6


Podía sentir a mi alrededor aquella presencia invisible, gélida como el primer contacto de la muerte, como la mirada oscura, sin parpadeo, de un millar de serpientes. No se oía ni el menor ruido, lo que el carnoso rizo de una vid y, horrorizado, di un brinco, pero no era más que una vid. Y seguía sin oírse nada, sin que hubiera ningún movimiento. Encorvado y bizqueando deshice el camino a través del bosque, de regreso hacia el poblado. Aquello, fuera lo que fuera, me siguió. Yo estaba tan seguro como no lo había estado de ninguna otra cosa en mi vida. Y entonces, en un instante, como si todo hubiera sido fruto de mi imaginación, desapareció.

John Gardner
Grendel, pág. 37


—Me parece que mientes —dije, confuso de nuevo, mareado por sus palabras. —Me doy cuenta. Nunca podrás saberlo. Debe de ser muy frustrante estar encerrado en una mente limitada, como un grillo en una jaula.

John Gardner
Grendel, pág. 36



—¡Ah, Grendel! —dijo. Por un instante pareció capaz de mostrar piedad—. Tú les permites mejorar, mi niño. ¿No te das cuenta? ¡Los estimulas! Les haces pensar, trazar planes. Los conduces a la poesía, a la ciencia, a la religión, a todo lo que los convierte en lo que son. Tú eres, por expresarlo de algún modo, la bestia con la que se comparan para definirse a sí mismos. El exilio, el cautiverio y la muerte, ante los que se encogen de miedo, las verdades desnudas de su mortalidad y su soledad, ¡tú haces que las valoren en su justa medida! Tú eres parte de la humanidad, o de la condición humana; inseparable de ella como el escalador lo es de la montaña. Si te retiras, serás sustituido de inmediato. Bestias, como bien sabes, las hay a docenas.

John Gardner
Grendel, pág. 57


¡Grendel, el que desvela verdades, el que pone a prueba las ilusiones!

John Gardner
Grendel, pág. 87


— ¡Vamos ahora con lo esencial! ¿Cuál es el propósito de un reino? ¡Proteger los valores de la comunidad (reglamentar el compromiso), mejorar las condiciones de bienestar! En otras palabras, salvaguardar el poder de las personas a cargo del poder y mantener a los demás en su sitio, por debajo de ellos. Mediante consenso popular, por supuesto. Así es como la ficción consigue funcionar. Y ellos lo hacen muy bien.

John Gardner
Grendel, pág. 94


¿Qué es el estado en un periodo de crisis doméstica o exterior? ¿Qué es el estado a la hora de la verdad? ¡La respuesta es obvia y sencilla! Cuando un puñado de hombres deja de acudir al trabajo, la policía entra en juego. Si las fronteras se ven amenazadas, se moviliza el ejército. Las fuerzas públicas son la esencia de todo estado; no sólo el ejército y la policía, sino también las prisiones, los magistrados, los recaudadores de impuestos, toda forma concebible de coerción. El estado es una organización violenta, un monopolio orgulloso de emplear lo que denomina legítima violencia. La Revolución, mi querido príncipe, no es la sustitución de lo inmoral por lo moral, ni de la violencia ilegítima por la legítima; es simplemente la lucha del poder contra el poder, donde el objetivo es la libertad para los vencedores y la esclavitud para el resto.

John Gardner
Grendel, pág. 94


El tedio es el peor de los sufrimientos.

John Gardner
Grendel, pág. 109


A menudo el destino perdona a un hombre si éste demuestra coraje suficiente.

John Gardner
Grendel, pág. 128