… hasta para el progreso espiritual es preciso tener una buena imagen de sí mismo.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Comprobé que quedarse en silencio con uno mismo es mucho más difícil de lo que, antes de intentarlo, había sospechado. No tardé en extraer de aquí una nueva conclusión: para mí resultaba casi insoportable estar conmigo mismo, motivo por el que escapaba permanentemente de mí. Este dictamen me llevó a la certeza de que, por amplios y rigurosos que hubieran sido los análisis que yo había hecho de mi conciencia durante mi década de formación universitaria, esa conciencia mía seguía siendo, después de todo, un territorio poco frecuentado.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio



La verdadera vida está detrás de lo que nosotros llamamos vida.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


El mejor síntoma de que hacía mis sentadas cada vez mejor fue para mí que siempre quería hacer más sentadas. Porque cuanto más te sientas a meditar, más te quieres sentar. A veces he llegado incluso a pensar que, para el hombre, lo más natural es precisamente hacer meditación. Cierto que al principio todo me parecía más importante que meditar; pero ha llegado el momento en que sentarme y no hacer otra cosa que estar en contacto conmigo mismo, presente a mi presente, me parece lo más importante de todo. Porque normalmente vivimos dispersos, es decir, fuera de nosotros. La meditación nos concentra, nos devuelve a casa, nos enseña a convivir con nuestro ser. Sin esa convivencia con uno mismo, sin ese estar centrado en lo que realmente somos, veo muy difícil, por no decir imposible, una vida que pueda calificarse de humana y digna.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio



… mucho me temo que cuando buscamos es que solemos rechazar lo que tenemos.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


… toda búsqueda auténtica acaba por remitirnos adonde estábamos. El dedo que señala termina por darse la vuelta y apuntarnos.


Pablo d’Ors
Biografía del silencio

La clave de casi todo está en la magnanimidad del desprendimiento. El amor, el arte y la meditación, al menos esas tres cosas, funcionan así. Cuando digo que conviene estar sueltos o desprendidos me refiero a la importancia de confiar. Cuanta más confianza tenga un ser humano en otro, mejor podrá amarle; cuanto más se entregue el creador a su obra, esta más le corresponderá. El amor —como el arte o la meditación— es pura y llanamente confianza. Y práctica, claro, porque también la confianza se ejercita. La meditación es una disciplina para acrecentar la confianza. Uno se sienta y ¿qué hace? Confía. La meditación es una práctica de la espera. Pero ¿qué se espera realmente? Nada y todo. Si se esperara algo concreto, esa espera no tendría valor, pues estaría alentada por el deseo de algo de lo que se carece. Por ser no utilitaria o gratuita, esa espera o confianza se convierte en algo neta y genuinamente espiritual.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


En realidad, tanto más crecemos como personas cuanto más nos dejemos asombrar por lo que sucede, es decir, cuanto más niños somos.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Es absurdo condenar la ignorancia pasada desde la sabiduría presente.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Lo que realmente mata al hombre es la rutina; lo que le salva es la creatividad, es decir, la capacidad para vislumbrar y rescatar la novedad.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


No aspiro a contemplar, sino a ser contemplativo, que es tanto como ser sin anhelar.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


A los seres humanos nos caracteriza un desmedido afán por poseer cosas, ideas, personas… ¡Somos insaciables! Cuanto menos somos, más queremos tener. La meditación enseña, en cambio, que cuando no se tiene nada, se dan más oportunidades al ser. Es en la nada donde el ser brilla en todo su esplendor. Por eso, conviene dejar de una vez por todas de desear cosas y de acumularlas; conviene comenzar a abrir los regalos que la vida nos hace para, acto seguido, simplemente disfrutarlos. La meditación apacigua la máquina del deseo y estimula a gozar de lo que se tiene. Porque todo, cualquier cosa, está ahí para nuestro crecimiento y regocijo. Tanto más deseemos y acumulemos, tanto más nos alejamos de la fuente de la dicha. ¡Párate! ¡Mira!, eso es lo que escucho en la meditación. Y si secundo estos imperativos y, efectivamente, me paro y miro, ¡ah!, entonces surge el milagro. Casi nunca nos damos cuenta de que el problema que nos preocupa no suele ser nuestro problema real. Tras el problema aparente está siempre el problema auténtico, palpitante, intacto. Las soluciones que damos a los problemas aparentes son siempre completamente inútiles, puesto que son también aparentes. Es así como vamos de falsos problemas en falsos problemas, y de falsas soluciones en falsas soluciones. Destruimos la punta del iceberg y creemos que nos hemos liberado del iceberg entero. ¿Quieres conocer tu iceberg?, esa es la pregunta más interesante. No es difícil: basta dejar de revolverse entre las olas y ponerse a bucear. Basta tomar aire y meter la cabeza bajo el agua. Una vez ahí, basta abrir los ojos y mirar. Por grande que sea nuestro iceberg, cualquier iceberg, es solo agua. Basta una fuente de calor lo suficientemente potente para que se vaya deshaciendo. El hielo siempre se deshace al calor. Tardará mucho tiempo si el iceberg es voluminoso, pero se deshará si mantenemos activa y cercana esa fuente de calor. Lo único que hace falta es cierta curiosidad por conocer el propio iceberg. Cuanto más se observa uno a sí mismo, más se desmorona lo que creemos ser y menos sabemos quiénes somos. Hay que mantenerse en esa ignorancia, soportarla, hacerse amigo de ella, aceptar que estamos perdidos y que hemos estado vagando sin rumbo. Posiblemente hemos perdido el tiempo, la vida incluso, pero esas pérdidas nos han conducido hasta donde ahora estamos, a punto de sentarnos a meditar. Hacer meditación es colocarse justamente en ese preciso instante: has sido un vagabundo, pero puedes convertirte en un peregrino. ¿Quieres?

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Despertar es descubrir que estamos en una cárcel. Pero despertar es también descubrir que esa cárcel no tiene barrotes y que, en rigor, no es propiamente una cárcel.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio



Despertar es descubrir que estamos en una cárcel. Pero despertar es también descubrir que esa cárcel no tiene barrotes y que, en rigor, no es propiamente una cárcel. ¿Por qué he vivido encerrado en una cárcel que no es tal?, comenzamos entonces a preguntarnos. Y vamos a la puerta. Y salimos. Hacer meditación es ese momento en el que salimos. Es descubrir que la puerta nunca ha estado cerrada, que eres tú quien la ha cerrado con doble vuelta de llave. Esa puerta no es tal, te la has inventado. «La puerta sin puerta» es una expresión típicamente zen que me hace pensar en que buena parte de lo que vivimos es puramente ilusorio: el amor sin amor, la amistad sin amistad, el arte sin arte, la religión sin religión… De modo que deja ya de mirar esa puerta que has creado, levántate y ábrela. Mejor aún: levántate y date cuenta de que ahí nunca ha habido puerta alguna. En buena medida podemos hacer lo que queremos y, si no lo hacemos, es precisamente porque no entendemos o no queremos entender algo tan elemental.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Para vivir en la realidad, debemos demoler los sueños que nos han encarcelado. Nuestros sueños no son por lo general verdaderamente nuestros: los tomamos prestados, los fabricamos con un material poco fiable. Investiguemos o no en nuestras vidas, casi todos los sueños terminarán por desmoronarse precisamente porque no son nuestros.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Lamentablemente, todos solemos estar demasiado enamorados del drama. En cuanto nos percibimos como seres no dramáticos, ¡nos aburrimos de nosotros mismos! Nos inventamos los problemas y las dificultades para sazonar nuestra biografía, que sin esas trabas nos parece plana y gris. Descubrir que uno no puede realizar determinada tarea, por ejemplo, no tiene por qué ser un problema; puede ser una liberación. La convalecencia que comporta una enfermedad bien puede ser vivida como una merecida temporada de vacación. La ruptura de un matrimonio puede ser el primer paso para un matrimonio mejor. Dicho más sencillamente: la amargura o dulzura de la que hagamos gala no depende de la realidad —el matrimonio, la tarea o la enfermedad—, sino de nosotros, solo de nosotros. Gracias a la meditación he descubierto que ninguna carga es mía si no me la echo a los hombros.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Meditar es, fundamentalmente, sentarse en silencio, y sentarse en silencio es, fundamentalmente, observar los movimientos de la propia mente. Observar la mente es el camino. ¿Por qué? Porque mientras se observa, la mente no piensa. Así que fortalecer al observador es el modo para acabar con la tiranía de la mente, que es la que marca la distancia entre el mundo y yo.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


La observación, la contemplación, es efectiva. Mirar algo no lo cambia, pero nos cambia a nosotros. El cambio es, por tanto, el mejor baremo de la vitalidad de una vida. Pero el cambio, y esto es lo capital, puede vivirse de forma no dramática.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Cuando uno se busca a sí mismo adecuadamente, lo que acaba encontrando es el mundo.

Pablo d’Ors
Biografía del silencio


Vivimos vidas que no son las nuestras; respondemos a interrogantes que nadie nos ha formulado; nos quejamos de enfermedades que no padecemos; aspiramos a ideales ajenos y soñamos los sueños de otros. No hay exageración, es así: casi todos nuestros proyectos de felicidad son quiméricos. Las ideas que decimos acariciar no son nuestras; nuestras aspiraciones son las de nuestros padres, y hasta nos enamoramos de personas que en verdad no nos gustan. ¿Qué nos ha pasado para sucumbir a semejante impostura? Persigo algo que en el fondo no deseo. Lucho por algo que me es indiferente. Tengo una casa intercambiable con la de mi vecino. Hago un viaje y no veo nada. Me voy de vacaciones y no descanso. Leo un libro y no me entero. Escucho una frase y soy incapaz de repetirla. ¿Cómo es posible que no me conmueva ante un necesitado, que no responda cuando me preguntan, que siempre mire hacia otra parte y que no esté donde de hecho estoy?

Pablo d’Ors
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