La compasión es la base de la persona que se ha elevado desde el abismo de la Maldición.
Philip K. Dick
Laberinto de muerte, página 48
—Creo que estamos condenados —dijo él. —Siempre estamos condenados. Es la esencia de la vida.
Philip K. Dick
Laberinto de muerte
Un millón de estrellas estallaron formando ruedas de luz, una luz cegadora y fría que la vació. Venía desde atrás, y la aplastaba con su gran peso. —Tony —dijo Susie, y cayó en el vacío que la esperaba: No pensaba nada; no sentía nada. Sólo veía el vacío que la absorbía, esperando allá abajo a muchos kilómetros. Murió apoyada en las manos y las rodillas. Sola en el porche. Aun aferrando algo que no existía.
Philip K. Dick
Laberinto de muerte, página 105
La muerte, pensó. No puedo pensar en otra cosa. Y es fácil entender por qué. La muerte ha tapado todo lo demás; en menos de veinticuatro horas, se ha convertido en eje de nuestra vida.
Philip K. Dick
Laberinto de muerte
Voló hacia la luz nítida y blanca, siempre pronunciando cada tanto piadosas frases latinas. El dolor del pecho se había ido del todo y no sentía peso; su cuerpo había dejado de consumir tiempo y espacio. Vaya, pensó. Esto es maravilloso.
Philip K. Dick
Laberinto de muerte
—Vivirás y dormirás mil años —dijo el Intercesor, y lo guio hacia las estrellas.
Philip K. Dick
Laberinto de muerte, página 213
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