Conviertete en lo que eres


La vida existe sólo en este preciso momento, y es en este momento cuando es infinita y eterna. Ya que el momento presente es infinitamente pequeño, antes de que podamos medirlo ha desaparecido, y sin embargo persiste para siempre. Este movimiento y este cambio ha sido llamado Tao por los chinos... Un sabio dijo que si pretendemos vivir en armonía con el Tao, debemos alejarnos de él. Pero no acaba de estar en lo cierto. Ya que lo curioso del caso es que no podemos alejarnos de él aunque queramos; aunque tus pensamientos huyan hacia el pasado o corran hacia el futuro, no pueden escapar del momento presente.

Alan Watts


En la esfera más íntima de la vida personal, el problema es el dolor de intentar evitar el sufrimiento y el temor de tratar de no tener miedo.

Alan Watts, pág 60
Conviértete en lo que eres, Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 1998


Consideramos la vida como una rueda que gira colocada verticalmente, con la persona andando sobre su neumático. A medida que avanza, la rueda gira bajo sus pies hacia él, y si no quiere irse hacia atrás y caer al suelo, debe andar a la misma velocidad que gira la rueda. Si la sobrepasa, se caerá hacia delante y se dará de bruces en la rueda. Pues vivimos en todo momento como si estuviéramos sobre una rueda; en el instante en que intentamos aferrarnos a ese momento, a ese punto concreto de la rueda, ya no se haya en la parte superior y hemos perdido el equilibrio. Así que, al no intentar aferrarnos al momento, lo conservamos, ya que en el preciso instante en que cesemos de andar, no podremos mantenernos quietos en equilibrio. Sin embargo, esta imagen implica una verdad más profunda todavía. Desde el punto de vista de la eternidad, nunca podemos abandonar, ni abandonamos, la parte superior de la rueda, ya que un círculo situado en el espacio infinito no tiene parte superior ni inferior. Dondequiera que tú estés es la parte superior, y la rueda sólo gira porque la impulsas con tus propios pies.

Pág. 92

BUENAS INTENCIONES


Hay un antiguo refrán que dice que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. A los que crean que la motivación es el factor más importante en la toma de cualquier decisión, les extrañará este dicho. Porque ¿no es tener la Correcta Motivación el primer paso hacia el camino de Buda? ¿Y no se insiste una y otra vez en que cada paso está lleno de peligro si no se da con una pura motivación? Pero, cuidado con las buenas motivaciones. Hay buenas intenciones y buenas intenciones, y las cosas no siempre son lo que parecen. No hay nada más fácil que renunciar al mundo por incompetencia en los asuntos mundanos. No hay ninguna sabiduría en desdeñar las riquezas simplemente porque uno es incapaz de obtenerlas, ni de despreciar los placeres de los sentidos porque se carece de medios para gozarlos. Si existe el deseo por tales cosas, y si dicho deseo es frustrado por las circunstancias, añadir el autoengaño a la frustración es cambiar un infierno menor por otro mayor. No hay peor infierno que el que uno vive sin saberlo.
El deseo que se desprecia por la única razón de no poder satisfacerlo es uno de los mayores enemigos del hombre. Quizá se pueda pretender que no existe, que uno lo ha vencido, pero se debe responder con sinceridad a la pregunta: “¿Si pudiera satisfacer ese deseo, lo haría?”. Si no se ha contestado a esta pregunta, presumir de renunciar al mundo, optar por una vida ascética no porque se desee, sino por ocultar la cara al enemigo y convertirse en doblemente vulnerable. Por lo tanto, el primer paso en el Camino es saber qué quieres, no qué deberías querer. Sólo así puede empezar el peregrino su viaje plenamente preparado. De otro modo sería como un general que, dirigiendo una campaña en u territorio desconocido, en lugar de determinar su propia fuerza y la fuerza y posición de su enemigo, se preocupase solamente de lo que imagina que deberían ser. Y por muy bueno que sea lo que imagine, conducirá, sin ninguna duda, el ejército hacia un infierno.

Pág. 123-124


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