LAS SIETE LEYES DEL CAOS
La creatividad no es sólo lo que se manifiesta en los campos creativos reconocidos tradicionalmente; es también lo que sucede en nuestros pequeños o grandes momentos de empatía y transformación, los momentos en los que entramos en contacto con nuestra auténtica experiencia individual, y por lo tanto universal, de la verdad.
Pág. 38
Medido contra las grandes fuerzas que actúan en el mundo, el batir de las alas de una mariposa no parece tener mucho poder. Pero un viejo proverbio chino dice que el poder de las alas de una mariposa puede percibirse en el otro lado del mundo.
Pág. 43
En el acto de darnos cuenta auténticamente de la realidad del momento reside nuestra habilidad para influir, si bien con humildad, incluso en los sistemas más rígidos, construidos en función del automatismo y de las frases vacías.
Pág. 59-60
La competencia es una idea reduccionista y limitada que no puede apreciar la profunda creatividad que opera en la naturaleza.
Cuando la sociedad que hemos creado nos aparta del verdadero significado del tiempo, nos roba nuestra conexión con los ritmos propios de la vida.
John Briges/F. David Peat
Una vida creativa requiere prestar atención a las cosas de un modo que permita que cada esfuerzo crezca a su propia manera desde el contexto nutritivo de todas las otras "empresas" creativas que se desarrollan en esa vida.
Pág. 189
Suponer que las nuevas generaciones serán capaces de desarrollar la tecnología necesaria para paliar los daños que estamos provocando ahora es una ilusión peligrosa.
John Briges/F. David Peat
Los procesos naturales de la Tierra son indivisibles, y constituyen un holismo que debe ser alimentado y mantenido. Si se empuja al sistema demasiado lejos, puede romperse.
Pág. 211
Experimentar la solidaridad con todo el universo tiene mucho que ver con el hecho de liberarnos a nosotros mismos del hábito crónico de pensar que somos meros fragmentos inconexos. Tiene que ver con dejar de poner el énfasis en el yo aislado y en la conciencia de que nosotros sólo podemos conocer individualmente, para pasar a considerar que somos capaces de pensar de manera conjunta. Tiene que ver, también, con la necesidad de cambiar la perspectiva de una lucha heroica e individual, y sustituirla por otra en la que predomine la colaboración y el codesarrollo. Tiene que ver, asimismo, con la necesidad de dejar de ver la naturaleza como un conjunto de objetos aislados y experimentar que somos un aspecto esencial de la organización de la naturaleza. Tiene que ver con el hecho de darse cuenta de que el observador siempre es parte de lo que observa. Tiene que ver con la exigencia de sustituir la atención exclusiva que le dedicamos a la lógica, el análisis y la objetividad, por una aptitud para razonar estéticamente de tal manera que se incluya el análisis, pero reconociendo sus límites. También tiene que ver con abandonar esa obsesión por el control y la predicción, y sustituirla por una sensibilidad hacia el cambio y lo emergente. Tiene que ver, por supuesto, con una nueva comprensión del tiempo y de nuestro camino a través de él. Finalmente, tiene que ver con la utilización de la influencia sutil para convertirnos en participantes del planeta azul, antes que en sus gerentes.
Pág. 218
GRIJALBO Mondadori, S. A. 1999