Muchísimos, en nuestro tiempo, se parecen en realidad a Gog. Pero Gog es, a mi juicio, un ejemplo particularmente instructivo y revelador, por dos razones. Primera, porque su riqueza le ha permitido realizar impunemente muchas extravagancias, idiotas o criminales, que sus semejantes deben contentarse con imaginar en sueños. Segunda, porque su sinceridad de primitivo le lleva a confesar sin rubor sus caprichos más repulsivos, es decir, aquello que los otros esconden y no se atreven a decir ni de sí mismos.
Giovanni Papini
Gog, pág. 5
Estoy construyendo en Detroit una nueva fábrica que llevará por nombre “La Solitaria”. Una verdadera alhaja, un sueño, un milagro: la fábrica donde no habrá nadie.
Giovanni Papini
Gog, pág. 13
Pero los vivos, señor Gog, existen. Su realidad no puede ser puesta en duda. Y viven sobre la tierra. Y nosotros podemos entrar en relación con ellos aunque se hallen muy distantes. Mis postulados no son, por tanto, misteriosos, sino sólidos. Mi arte —o mejor dicho, mi don— consiste en "evocar a los vivos". Fantasmas, si usted quiere, pero fantasmas de seres que en otra parte de la tierra existen verdaderamente. Mi poder de médium se halla al servicio de los que están separados, de los amigos, de los amantes, de los curiosos.
Giovanni Papini
Gog, pág. 36
Mi poder de médium es un bálsamo portentoso para el dolor de la separación.
Giovanni Papini
Gog, pág. 39
La máscara, según mi opinión, debería ser una parte facultativa del vestido, como los guantes. ¿Por qué aceptar un rostro que, al mismo tiempo que es una humillación para nosotros, es una ofensa para los demás? Cada uno podría escoger para sí la fisonomía que más le gustase, aquella que estuviese más de acuerdo con su estado de ánimo. Cada uno de nosotros podría hacerse fabricar varias y ponerse ésta o aquélla según el humor del día y la naturaleza de las ocupaciones. Todos deberían tener en su guardarropa, junto con los sombreros, la máscara triste para las visitas de pésame y los funerales, la máscara patética y amorosa para los flirteos y los casamientos, la máscara riente para ir a la comedia o a las cenas con los amigos, y así por el estilo.
Giovanni Papini
Gog, pág. 39
… los hombres se destruyen con el hierro y se compran con el oro.
Giovanni Papini
Gog, pág. 59
La confesión es liberación, esto es, curación.
Giovanni Papini
Gog, pág. 77
El mayor problema del hombre, como de las naciones, es la independencia. ¿Se puede resolver? Lo que poseo parece ser mío, pero soy poseído siempre por aquello que tengo. La única propiedad incontestable debería ser el Yo, y, sin embargo, aquilatando bien, ¿dónde está el residuo absoluto, aislado, que no depende de nadie? Los demás participan, ausentes o presentes, en nuestra vida interior y externa. No hay manera de salvarse. Aun en la soledad perfecta me siento, con espanto, átomo de un monte, célula de una colonia, gota de un mar. En mi espíritu y en mi carne hay la herencia de los muertos; mi pensamiento es deudor de los difuntos y de los vivientes; mi conducta está guiada, aun contra mi voluntad, por seres que no conozco o que desprecio. Todo lo que sé lo he aprendido de los demás. Cualquier cosa que adquiera es obra de otros, y ¿qué tiene que ver que la haya pagado? Sin el operario, sin el artesano, sin el artista, estaría más desnudo que Calibán o que Robinsón. Si quiero moverme tengo necesidad de máquinas no fabricadas por mí y guiadas por manos que no son mías. Me veo obligado a hablar una lengua que no he inventado yo mismo; y los que han venido antes me imponen, sin que me dé cuenta, sus gustos, sus sentimientos y sus prejuicios. Si desmonto el Yo pedazo por pedazo, encuentro siempre trozos y fragmentos que proceden de fuera; a cada uno podría ponerle una etiqueta de origen. Esto es de mi madre, esto de mi primer amigo, esto de Emerson, esto de Rousseau o de Stirner. Si realizo a fondo el inventario de las apropiaciones, el Yo se me convierte en una forma vacía, en una palabra sin contenido propio. Pertenezco a una clase, a un pueblo, a una raza; no consigo nunca evadirme, haga lo que haga, de unos límites que no han sido trazados por mí. Cada idea es un eco, cada acto un plagio. Puedo arrojar a los hombres de mi presencia, pero una gran parte de ellos seguirá viviendo, invisible, en mi soledad. Si tengo criados, debo soportarlos y obedecerles; si tengo amigos, tolerarles y servirles, y los dineros quieren ser guardados, cultivados, protegidos, defendidos. Potencia equivale a esclavitud. Nada en realidad me pertenece. Las pocas alegrías que disfruto las debo a la inspiración y al trabajo de hombres que ya no existen o que nunca he visto. Conozco lo que he recibido, pero ignoro quién me lo ha dado. He conseguido reunir algunos miles de millones. No lo habría podido hacer si millones de hombres no hubiesen tenido necesidad de lo que les podía vender, si millones de hombres no hubiesen inventado las fórmulas, las máquinas, las reglas sobre las cuales se funda la vida económica de la tierra. Abandonado a mí mismo, habría sido un salvaje, un comedor de raíces y de perros muertos. ¿Dónde está, pues, el núcleo profundo y autónomo en el que ningún otro participa, que no ha sido generado por ningún otro y que pueda llamar verdaderamente mío? ¿Seré, en realidad, un coágulo de deudas, la esclava molécula de un cuerpo gigantesco? ¿Y la única cosa que creemos verdaderamente nuestra —el Yo— es, tal vez, como todo lo demás, un simple reflejo, una alucinación del orgullo?
Giovanni Papini
Gog, pág. 94
Sufrir todos los fastidios y la servidumbre de la comedia política es una fatiga bestial; pero ser el titiritero que detrás del telón puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a su movimiento, es una voluptuosidad única. Mi desprecio de los hombres encuentra un sabroso alimento y mil confirmaciones.
Giovanni Papini
Gog, pág. 97
De cuando en cuando, experimento un violento deseo de huir de la ciudad y hasta de los campos demasiado poblados. Haré de anacoreta solitario con todas las comodidades de la civilización. Y no hay mejor placer, en opinión mía, que sentirse en todo y por todo separado de la insoportable raza de los demasiado semejantes, en todo y por todo independiente de ellos y en un refugio bien protegido donde no puedan molestar ni ofender.
Giovanni Papini
Gog, pág. 109
Aquí está el secreto. Si la inteligencia lleva a la duda o a la falsedad es de presumir que la insensatez, por idéntica ley, conduzca a la certidumbre y a la luz. Si el demasiado razonar lleva no a la conquista de la verdad, sino a la locura, está claro que es preciso partir de la locura para llegar a la racionalidad superior que resolverá los enigmas del mundo.
Giovanni Papini
Gog, pág. 133
Yo desearía ser, si no le parezco demasiado soberbio, el cerebro de la unión entre la ciencia de los astros y la ciencia del hombre.
Giovanni Papini
Gog, pág. 136
Usted sabe tal vez que uno de los principios de la antigua ciencia esotérica afirma que el microcosmos es una repetición o reflejo del macrocosmos, esto es, que en el hombre se encuentra la forma y la estructura del Universo. Los hombres de ciencia positivistas se han reído de esta fórmula que parecía fruto de una ingenua extravagancia. Pero los últimos descubrimientos y las teorías astronómicas proporcionan una justificación insospechada del viejo principio hermético. En una palabra: la vida de los astros en el Universo se parece increíblemente a la vida de los hombres sobre la tierra.
Giovanni Papini
Gog, pág. 136
Batir un récord es hoy el ideal de todos; el de los antiguos era la sabiduría, la paz, la renuncia.
Giovanni Papini
Gog, pág. 173
Nadie puede ejercer honrada y valientemente un arte si no lo ama.
Giovanni Papini
Gog, pág. 173
El único fastidio de la vida es la muerte. Lo menos que se necesita para la educación de un hombre es un siglo, y sería preciso al menos concederle otros dos siglos para que pudiese dar fruto.
Giovanni Papini
Gog, pág. 178
Tengo miedo de haberme equivocado de planeta. Aquí estamos demasiado estrechos. No hay bastante sitio para mí. O tal vez me he equivocado de siglo. Mis verdaderos contemporáneos murieron hace miles de años o tienen todavía que nacer. El hecho es que me siento extranjero en todas partes y mortificado. La Tierra es un puñado de estiércol resecado y de orina verde, a la que se da la vuelta hoy en pocas horas, mañana en pocos minutos. Y no hay ocupaciones a propósito y dignas para uno que sienta dentro de sí los apetitos y las fantasías de un titán.
Giovanni Papini
Gog, pág. 235
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