—Nadie sabe si uno lleva o no un escritor dentro hasta que encuentra algo que contar.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 48
Un escritor, querido, es como un caballero del grial. Es capaz de hazañas imperecederas, de crear de la nada cosas fabulosas que asombrarán a los siglos.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 88
Somos hijos de este siglo que se engola citando fuentes antiguas que nunca lee.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 89
—Entonces ésa es, según usted, la primera descripción del grial, ¿no? —Su tono seguía siendo inquisitivo. Había resentimiento en él. —Digamos que ésa es la primera mención literal al grial. A la palabra grial. —Pero grial y copa son lo mismo. ¿O no? —susurré. —¡Claro que no! —exclamó doña Victoria volviéndose hacia mí—. En este momento del relato los lectores de Chrétien no saben aún qué es. El escritor no lo ha descrito. Tan sólo nos dice —leyó de nuevo— que «era como de oro puro» y que en él «había piedras preciosas de diferentes clases, de las más ricas y de las más caras que haya en mar y tierra». —¿Y volverá a mencionarse ese objeto en el texto? —indagó Ches. —Lo encontraremos algunas veces más, sí, pero de pasada. De los nueve mil versos de Li contes, únicamente se nombra el grial en veinticinco. Y la mayoría en este pasaje. Con todo, esa visión fugaz de un objeto (que no se aclara si es vaso, bandeja u otra cosa) terminará dando título a todo el relato. Llamativo, ¿no les parece?
Javier Sierra
El fuego invisible, página 92
En el fondo, buscar el grial se parece mucho a escribir una novela: necesitas partir de una duda formulada con claridad y que puedas ir resolviendo página a página.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 125
—Los buscadores del grial debemos ayudarnos, ¿no les parece? —nos ha dicho. Yo opino exactamente lo mismo, ¿saben? Los buscadores somos, de algún modo, la parte visible del grial. Recuerden que el objetivo de nuestra quête es precisamente dar con aquello que, siendo tangible y físico, nos permita saltar al mundo de lo sublime, de las ideas, del espíritu. Per visibilia ad invisibilia, ¿recuerdan? Ése es el verdadero espíritu de esta búsqueda. Apoyarse en lo visible para saltar a lo que nuestros torpes cinco sentidos no alcanzan.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 267
Es evidente que para quienes levantaron este templo el grial no daba sólo la vida eterna sino también, sobre todo, la posibilidad de hablar directamente con Dios. Si lo piensa, ambos privilegios se parecen bastante. Quien logra dirigirse a Dios se pone por un momento a su altura. Consigue penetrar en el tiempo y el espacio infinitos en los que Él habita. Se hace eterno. Inmortal. Y ése es el principal don que garantiza el grial, ¿no le parece?
Javier Sierra
El fuego invisible, página 347
De eso también se habla en las notas que sacó del libro de Lodge. Están al final. Mira, aquí: «La inspiración, las ideas geniales sobrevenidas, surgen cuando el cerebro se convierte en receptor» —leyó—. «Y éste funciona siempre mejor en contacto con lugares especiales que favorecen el tránsito entre mundos.»
Javier Sierra
El fuego invisible, página 357
—Quien os persigue no mata con violencia visible. Se limita a arrebatarte la vida. Ven. Te lo explicaré. Es una energía tenebrosa que cambia de forma continuamente, que posee a los hombres que necesita para cumplir sus propósitos, y cuya única obsesión es apartar a las personas sensibles y creativas como tú del camino de la luz. Mientras me tomaba del brazo sin darme opción a réplica, me pidió que la acompañase cuesta abajo al tiempo que parloteaba sobre su certeza de que los humanos tenemos en verdad cuatro ojos. Dijo exactamente eso. Y añadió que en África, entre los nganga de Camerún, se trataba de algo sabido. —Dos los abrimos al nacer, mientras que los otros dos sólo se abren cuando morimos —añadió. Pero dijo además que algunas personas vienen al mundo por accidente con los cuatro ojos abiertos y que, cuando eso sucede, son capaces de ver a los muertos y esa clase de «energías» que, según ella, nos estaban acechando.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 379
—Las verdades más codiciadas se sellan siempre tras grandes símbolos.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 385
Usted posee la habilidad de ver la luz de forma natural. Puede conectarse con la fuente de las ideas. Tiene el mismo don que él..., y se dio cuenta. —El cuenco luminoso... La Font Màgica... El grial... Todo eso no son sino metáforas construidas en épocas distintas para referirse a ese don. Es eso, ¿no? —balbució Pau, interrumpiéndonos. De Prada asintió, volviéndose hacia ella sorprendido.
Javier Sierra
El fuego invisible, página 410