“Nuestra capacidad de preguntar es nuestro medio primordial para alcanzar un fin.”
Lou Marinoff
“Todo el mundo tiene un pasado y casi todo el mundo lamente haber hecho o dejado de hacer determinadas cosas, y casi todo el mundo recuerda cosas tanto agradables como desagradables que le han acontecido. Como consejero filosófico, diría que cualquier persona a quien moleste su pasado tiene un malestar, pero no forzosamente un trastorno. Tratar un malestar como si fuese un trastorno constituye un error; tratar un malestar como si fuese un trastorno, también. ¿Cómo establecer la diferencia? No siempre resulta sencillo.
La clave está en que piense por sí mismo y encuentre la clase de ayuda más adecuada a su situación. La mejor asistencia es la asistencia apropiada. Pregunte. Vaya al médico y asegúrese de que goza de buena salud. Acuda a un psiquiatra, a un psicólogo, a un psicoterapeuta, a una asistente social o a un consejero filosófico y pídales su opinión profesional. Visite a su abuela y al gurú de su localidad. Hágase echar las cartas. Pero no olvide esto: del mismo modo que usted debe ser considerado inocente hasta que se demuestre su culpabilidad en asuntos penales, también debería ser considerado estable, funcional y cuerdo hasta que se demuestre que es inestable, disfuncional o demente en asuntos civiles, es decir, en la conducta personal y profesional que rige su vida. Ahora bien, las presunciones tanto de inocencia como de cordura se han visto seriamente socavadas en los últimos años por fuerzas políticas, sociales y comerciales que han hecho lo posible por minar las libertades fundamentales. Esto hace que resulte más complicado conseguir una vista imparcial ante un tribunal de justicia, y también lograr una opinión objetiva acerca de su malestar por parte de los profesionales de la “salud mental”.(...)
De modo que, por favor, piense detenidamente en la diferencia entre malestar y trastorno. Si realmente piensa que padece un trastorno, no dude en buscar la ayuda médica necesaria: reconocimiento, diagnóstico y tratamiento. Ahora bien, si lo que padece es un malestar, es decir, un desasosiego de su conciencia que nada tiene que ver con una disfunción orgánica, busque también la ayuda más apropiada: analice su manera de pensar y su estilo de vida. Descubra el modo de otorgar sentido a la situación que le atañe y aplique los principios que mejor le guíen para superarla. Esto es lo que se llama “filosofía aplicada”. El nombre que propuso Aristóteles para este concepto fue frónesis, prudencia o sabiduría práctica.
Uno no siempre puede cambiar sus circunstancias, pero sí que puede cambiar siempre la manera en que las interpreta. ¡La manera que tiene de interpretar esas circunstancias es precisamente su filosofía de la vida! La pregunta que yo le hago es: ¿su filosofía de la vida actúa a favor de usted, contra usted o simplemente no actúa? Si ya le da buen resultado, magnífico; aunque seguro que le puede sacar aún más provecho. Si actúa contra usted, la cosa cambia; aunque puede conseguir que empiece a actuar a su favor. Si no actúa, es un desperdicio: póngala en marcha a ver qué sucede.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, págs. 19-21
Las personas deberían conocerse a sí mismas desde el punto de vista médico para así ser capaces de conservar su salud física, en la que se incluye el correcto funcionamiento de la química cerebral. Las visitas a los médicos, psiquiatras incluidos, contribuyen a lograr este objetivo. De modo semejante, las personas deberían conocerse a sí mismas psicológicamente para así ser capaces de velar por su bienestar emocional. Comprender las fuerzas que condicionan y ejercen influencia sobre la personalidad, los hábitos, los gustos, las manías, las ambiciones, las aversiones y demás rasgos de carácter es imprescindible para el crecimiento personal. Existen muchas clases de psicólogos para ayudar en este proceso. Ahora bien, ¿qué hacer cuando usted es médicamente estable, emocionalmente equilibrado y sin embargo sigue sintiendo malestar a propósito de una cuestión candente? (...) Reforzar sus puntos de vista puede transformar su malestar en bienestar. Otorgar sentido filosófico a sus circunstancias es como hallar el ojo del huracán, el lugar donde podrá conservar la serenidad por más problemas que se arremolinen a su alrededor.
Esto es un arma de doble filo. Un malestar, si no se alivia, con el tiempo puede convertirse en un trastorno. Resulta mucho más fácil tratar un malestar con buenas ideas antes de que se convierta en un trastorno y precise atención médica. Un estado persistente de malestar puede contaminar o estropear los pensamientos, palabras y obras de un individuo; y también incidirá negativamente en su bienestar físico y emocional. Un dilema moral sin resolver, una injusticia pendiente o un propósito frustrado constituyen fuentes de malestar; si no se examinan filosóficamente, sin duda pueden manifestarse como problemas psicológicos e incluso médicos en un futuro más o menos lejano.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, págs. 23-24
“Las opiniones no son más que creencias prematuras sobre asuntos que reclaman poderosamente nuestra atención inmediata. El examen filosófico de un sistema de creencias conlleva tratar de comprender no sólo lo que las personas creen, sino también cómo han llegado a creer lo que creen, qué razones tienen para creer en lo que creen, cómo afectan sus creencias a su modo de vida y hasta qué punto dichas creencias constituyen la fuente de su bienestar, trastorno o malestar.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, págs. 24-25
Existen muchas maneras de hacerse daño a uno mismo y a los demás, y el daño es malo. Esto es absoluto. También existen muchas maneras de ayudarse a uno mismo y a los demás, y la ayuda es buena. Esto también es absoluto. La forma en que decida ayudarse a sí mismo y a los demás depende de usted. Y esto sí que es relativo.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 27
Su vida es un vehículo. Su cerebro es el motor de ese vehículo. Si el motor funciona correctamente (y todos los demás sistemas también), el vehículo puede moverse. A continuación surgen otras grandes preguntas: ¿hacia dónde se moverá? ¿Con cuánta rapidez o lentitud? ¿Por qué camino? ¿Cuántas paradas hará? ¿Quién más lo acompañará en el viaje? Para que estas preguntas sean significativas, necesitamos un conductor. Ese conductor es su mente. Sin una mente, el vehículo sin conductor de su vida no va a ninguna parte. Ahora bien, si su mente se pone al volante, el vehículo puede llevarle a un viaje maravilloso. Literal y figuradamente, será el viaje de su vida.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 29
“Si conseguimos reducir las conductas moral e inmoral a mera genética, resultará que nadie es responsable de nada.”
Lou Marinoff
“El mundo siempre está lleno de provocaciones. El desafío filosófico que se le plantea consiste en responder, con tanta sabiduría como pueda. Al fin y al cabo, será su respuesta actual la que determine sus circunstancias futuras. Y esto es cierto para cualquier clase de provocación a la que se enfrente en la vida.”
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 62
“Todo ser humano necesita identificarse con ideas auténticas propias y para sí mismo, y desenmascarar y rechazar las ideas hostiles disfrazadas de viejas amigas.”
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 64
Cada cual progresa o retrocede siguiendo su propio camino, y cada camino tiene sus propios recodos y curvas. Cada copo de nieve es único, igual que cada ola del mar. Sin embargo, todos los copos de nieve, igual que todas las olas, están gobernados por las mismas leyes de la naturaleza. Los seres humanos tampoco escapan a esta lógica. Y una de las leyes de la naturaleza humana es que la pasión y la razón compiten sin tregua en el alma humana, tal como lo harían dos aspirantes a conductor disputándose el volante de un coche. Otra ley es que las cosas suelen irnos mejor cuando la pasión alimenta el motor y la razón conduce el vehículo.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 69
... con un poco de orientación, casi todo el mundo es capaz de transformar sus energías pasionales en el arte de vivir razonablemente. De modo que su objetivo no debería ser erradicar sus pasiones, sino utilizar la razón para canalizarlas hacia formas de expresión beneficiosas en lugar de perniciosas.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 72
Las personas que tienden a sentirse víctimas de las circunstancias probablemente se hundan más con ella, hasta que estén preparadas para aceptar que comparten parte de la responsabilidad de lo que les sucede. Si le alcanza un rayo, seguramente usted no será responsable de esa descarga eléctrica de la atmósfera, pero puede que sí lo sea de estar jugando al golf durante una tormenta eléctrica. ¿Lo ve? Todo depende de cómo haga sus apuestas. Puede que las haga bien y aun así no tenga suerte, pero eso no es un pretexto válido para hacerlas mal y luego culpar a la mala suerte.
Se necesita una buena dosis de sabiduría para aceptar la medida justa de responsabilidad que le corresponde en los acontecimientos que chocan con su vida. Si acepta demasiada responsabilidad corre el riesgo de convertirse en un solipsista, es decir, una persona que piensa que está sola en el mundo y que, por lo tanto, es responsable de todo. Ahora bien, si acepta muy poca, quizá le atrape la extendida aunque perniciosa doctrina de la victimología: las personas son meros rehenes de sus circunstancias personales y de la historia colectiva, y no pueden hacer nada por sí mismas para mejorar su suerte en la vida. Su principal misión consiste en buscar compensaciones por lo que les han “hecho”. Este planteamiento tan trágicamente insensato no les permite aceptar el maravilloso don de la vida más que como un tremendo mal que les han hecho y que de un modo u otro debe ser enmendado por los demás.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 81
No tenemos más remedio que heredar los genes de nuestros padres, pero no estamos obligados a heredar sus imperfecciones morales.
Lou Marinoff
Todo ser humano puede experimentar la maravilla de estar vivo, y los episodios felices y tristes no hacen más que aumentar la belleza y la majestuosidad de esta experiencia.
Lou Marinoff
“El primer paso, y el más importante, para comenzar a mitigar el sufrimiento es apropiarse del mismo y dejar de culpar y matar a los demás. Aduéñese del sufrimiento para luego despojarse de él. De lo contrario, el ciclo del sufrimiento no acabará jamás. Cierto, el mundo está repleto de personas dispuestas a oprimirle. Pero no se sume a sus filas oprimiéndose usted mismo.”
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 151
Podemos vivir varias vidas distintas durante la vida, pero sólo una a la vez. Cuando elegimos una vida seguimos su camino. Eso implica que descartamos otras vidas posibles y sus respectivos caminos. Siempre hay senderos, bifurcaciones y cruces, pero elegir uno de ellos en un momento dado supone descartar los otros. Siempre existen alternativas potenciales y, por lo tanto, arrepentimientos potenciales por no haberlas elegido.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 173
¿Qué conflicto interno emerge de mi interior cuando entro en conflicto con los demás?
Lou Marinoff
Permitir que el pasado ocupe el presente y bloquee el futuro es una forma segura de llevarse mal con uno mismo.
Lou Marinoff
Descubrir aquello que los ojos no pueden revelarnos es la mejor manera de formarnos una idea acertada de nuestros compañeros humanos, y la mejor manera de llevarnos bien con ellos. Esta es una lección para toda la aldea global y necesita ser repetida constantemente a la gente de cualquier color.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 200
El reto de cada uno de nosotros es en última instancia poder estar solos, sin miedo y felices de ser exactamente lo que somos. Entonces podríamos identificarnos con la totalidad de la humanidad y vivir juntos en armonía. La cumbre del éxito del ser humano se alcanza cuando uno encuentra su identidad como ser único, y no cuando uno la pierde en una identificación autotrascendente con un grupo. Hay que ser uno mismo y parte de la humanidad. Entonces nadie nos podrá convencer o coaccionar para que nuestros pensamientos y nuestros actos sean violentos hacia los demás, basándonos en meras diferencias en la apariencia o en las creencias. Encontrar la propia humanidad independiente de una identificación con un colectivo permite encontrar la humanidad en los demás, y, al mismo tiempo, ser reconocido.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 209
Muchas veces el deber cae sobre uno sin que lo haya buscado de forma explícita.
Lou Marinoff
Tratar a la mujer como a un ser igual al hombre es deseable, pero tratarla como a un ser idéntico al hombre no lo es (para ninguno de los sexos)”
Lou Marinoff
El poder de la voluntad ha sido muy menospreciado en Occidente, y casi inexplorado en las terapias psicológicas. No obstante, es uno de los mayores logros del ser humano. El deseo y el propósito son dos cosas completamente distintas. Desear algo casi garantiza que no se consiga, porque desear algo de forma pasiva aumenta la distancia entre uno y el objeto deseado. Es necesario que un genio (o un dios, o quien sea) garantice que se cumpla el deseo. En cambio, tener el propósito de algo casi garantiza que uno lo conseguirá, con tiempo, porque la voluntad tiende un puente entre uno y lo que quiere conseguirse. Cuando se tiene el propósito de algo, uno se convierte en su propio genio. Fantasear es una forma elaborada de desear que muchos se permiten para escapar de la realidad. Pero es un círculo vicioso: escapar y luego volver nunca mejora la realidad. Sólo hace más necesaria la próxima escapada. Por otro lado, aprender a utilizar la fuerza de voluntad para mejorar la propia realidad no hace necesario escapar. Rompe el círculo.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 234
El camino espiritual no conduce nunca a la destrucción de uno mismo ni de los demás en conflagraciones violentas, fútiles y dañinas de odio y animadversión suicida.
Lou Marinoff
Las mejores guías para las complejidades de la vida son las más sencillas. La vida espiritual dirige la música del alma para que sea oída. Permanecer encallado sólo en el intelecto o en las emociones, concentrado en el materialismo o el hedonismo, o cegado por prejuicios dogmáticos suprime o distorsiona la música del alma y hace que suene estridente, desafinada y disonante. Pero si apreciamos los mejores aspectos de la naturaleza y vivimos en armonía con ellos, aprendemos también a apreciar los mejores aspectos de nuestra humanidad, y aprendemos a vivir también en armonía con ellos.
Lou Marinoff
Pregúntale a Platón, pág. 286
Las circunstancias son a veces más sabias que quienes se ven atrapados en ellas.
Lou Marinoff