—Pero tú no lo entiendes, mamá. Debemos ser separados, no estar encadenados el uno al otro. Eso es lo que significa llegar a ser una persona. De eso exactamente escribo yo en estos libros. Así es como quiero que sean mis hijos, los hijos de todos. Desencadenados.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 15


Más que a la muerte, se teme la total soledad que la acompaña. Todos tratamos de ir por la vida de a dos, pero debemos morir solos: nadie puede morir nuestra muerte con nosotros ni por nosotros. Los vivos evitan a los moribundos, y eso prefigura el absoluto abandono final.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 23


Paula me enseñó que el proceso de aislamiento de los moribundos funciona de dos maneras. El paciente se separa de los vivos, pues no quiere arrastrar a su familia o sus amigos a su horror revelándoles sus temores o sus pensamientos macabros. Y los amigos se apartan porque se sienten impotentes y torpes, no saben qué decir ni qué hacer, y no quieren acercarse demasiado para tener una visión preliminar de su propia muerte.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 23


El miedo engendra la fe.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 27




Había una vez un coyote que se sentía abrumado por las presiones en su vida. No veía nada más que demasiados cachorros hambrientos, demasiados cazadores, demasiadas trampas. Así que un día huyó, para poder estar solo. De repente oyó las notas de una dulce melodía, una melodía que infundía bienestar y paz. Siguiendo la música hasta un claro del bosque, se encontró con una cigarra grande que tomaba el sol en el hueco de un árbol y cantaba. «Enséñame tu canción», le pidió el coyote a la cigarra. No obtuvo respuesta. Repitió su pedido, pero la cigarra permaneció en silencio. Por fin el coyote amenazó con devorarla, de modo que la cigarra aceptó y cantó su dulce canción una y otra vez hasta que el coyote la memorizó. Tarareando su nueva canción, el coyote emprendió el regreso a su familia. De pronto una bandada de gansos levantó vuelo y lo distrajo. Cuando se recobró de su sorpresa, abrió la boca para volver a cantar pero descubrió que se había olvidado de la canción. De modo que volvió al soleado claro en el bosque. Pero ahora la cigarra había mudado, volándose a la rama de un árbol y dejando la funda ninfal vacía en el mismo hueco del árbol anterior. El coyote no perdió tiempo y de un bocado se tragó la funda de la cigarra, pensando que el insecto aún estaba dentro Echando a andar hacia su casa, volvió a descubrir que no sabía la canción. Se dio cuenta de que no había podido aprenderla al ingerir la cigarra. Debía dejarla salir de su estómago y obligarla a que le enseñara la canción. Tomando un cuchillo, se hizo un corte en el abdomen para dejar salir a la cigarra. El corte resultó ser tan hondo, que el coyote murió. 

—Y así, Irv —dijo Paula con su bella y beatífica sonrisa, tomándome de la mano y luego susurrando en mi oído—, debes encontrar tu propia canción para cantar.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 47-49



Si uno encuentra la llave adecuada, siempre es posible abrir una puerta hacia el sufrimiento del otro.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 88


…no existe un paciente —ni un grupo— aburrido o vacío. Dentro de cada paciente, y en toda situación clínica subyace, en forma de crisálida, un intenso drama humano. El arte de la psicoterapia consiste en activar ese drama.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 88


…para poder superar el duelo hay que separarse gradualmente de la persona muerta y redirigir la energía hacia otros.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 109


En mis propias investigaciones, completadas inmediatamente antes de ocuparme del caso de Irene, todos los viudos y viudas que estudié fueron separándose poco a poco del cónyuge muerto y luego fueron dirigiendo su interés hacia otra persona o cosa. Esto se aplicaba a las personas cuyos matrimonios habían estado colmados de amor. De hecho, encontramos fuerte evidencia de que muchas de las viudas con las mejores relaciones matrimoniales superaron el duelo y el proceso de desprendimiento con mayor facilidad que quienes tenían una relación conflictiva. (La explicación de esta paradoja residía —según me parecía a mí— en el arrepentimiento. Para los que estuvieron casados con la persona equivocada el duelo era más complicado porque también sufrían por ellos mismos, por todos los años desperdiciados).

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 109


La muerte del otro nos confronta con nuestra propia muerte. ¿Es esto bueno? La psicoterapia del dolor ¿debería alentar esta confrontación? Pregunta: ¿Por qué rascarse donde no pica? ¿Por qué avivar la llama de la angustia por la muerte en personas sufrientes y ya de por sí agobiadas por la pérdida? Respuesta: Porque la confrontación de la propia muerte puede generar un cambio personal positivo.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 148


Ningún terapeuta con experiencia puede dudar de la existencia de la empatía inconsciente.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 198


Las personas se quieren si ven una imagen positiva de sí mismas reflejada en los ojos de alguien a quien aprecian.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 223


Sí, puede ser verdad que vivir en la dimensión del sueño te confiera inmortalidad, pero tu vida me parece empapada de tedio. Cuando hace un momento te pedí que describieras tu vida, me respondiste con una sola palabra: «Espero». ¿Es eso vida? Esperar ¿es vivir?

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 277


—He aprendido en mi trabajo —dijo Ernest, extendiendo la mano y dando unas palmaditas a la gran zarpa de Merges— que los que temen más a la muerte son los que llegan a ella con demasiada vida sin vivir dentro de ellos. Lo mejor es usar toda la vida. No dejarle a la muerte nada, excepto simples vestigios, sólo un castillo quemado hasta los cimientos.

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 278

...yo visualizo la vida como una brillante chispa entre dos vastas e idénticas extensiones de oscuridad: la oscuridad existente antes de mi nacimiento y la oscuridad siguiente a mi muerte (...) — ¿Y no te sorprende, Merges, cuánto tememos la segunda oscuridad y lo indiferentes que somos a la primera?

Irvin D. Yalom
Mamá y el sentido de la vida, página 279







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