"Pleroma" es un antiguo término gnóstico -recuperado por Jung- que simboliza el potencial de la naturaleza física (prakriti en el hinduismo). "Uroboros", por su parte, es el símbolo mi tico primordial de la serpiente que se muerde la cola, y significa autocontenido, encerrado en sí mismo pero también narcisista, "paradisíaco" y reptiliano (encastrado en formas de vida inferiores).

Ken Wilber, pág. 44-45



... Becker afirmó que "las sociedades son sistemas estandarizados de negación de la muerte" porque "cada cultura es una mentira que nos habla de la posibilidad de vencer a la muerte."


Los hombres quieren lo que todos los organismos: perdurar, perpetuarse como seres vivos (Eros). Pero también hemos visto que el hombre es consciente de que su vida llegará a un fin... y así tiene que idear otra forma de autoperpetuarse, una forma de (pretender) trascender el mundo perecedero de carne y hueso. Para ello trata de establecer un mundo no perecedero diseñando un "proyecto invisible" que garantice su inmortalidad...
Esta forma de considerar la actividad humana nos proporciona una llave maestra para poder comprender la historia. En cualquier época que consideremos, los seres humanos han buscado la forma de trascender su destino físico, de garantizar su supervivencia infinita y la cultura les ha proporcionado los símbolos y las ideologías de inmortalidad necesarios para ello. Desde esta perspectiva podemos considerar que las sociedades son estructuras que potencian la inmortalidad.


Según Zilboorg, "el gasto continuo de energía psicológica en el esfuerzo por conservar la vida no seria posible si el temor a la muerte no fuera también continuo. El mismo término "autoconservación" supone una lucha contra algún tipo de desintegración (thanatos), cuyo aspecto afectivo es el miedo, el miedo a la muerte".



La transformación (Plutón) es un tipo de cambio -e incluso diríamos de mutación- vertical de las estructuras de conciencia, mientras que la traslación (Saturno) constituye un simple movimiento horizontal dentro de una determinada estructura.

Ken Wilber, pág. 114


Según Rank: "Todos los problemas humanos, con su intolerable carga de sufrimiento, brotan del continuo intento de transformar al mundo material en una realidad hecha a medida del hombre... del intento de lograr en la tierra una "perfección" que sólo puede encontrarse en el más allá... confundiendo, por tanto, irremediablemente, los valores de ambas esferas".


El objetivo real de Thanatos apunta hacia la trascendencia. Thanatos no es una fuerza que intente convertir a la vida en materia orgánica, ni una repetición compulsiva, ni un principio homeostático, ni tampoco un deseo suicida, Thanatos es el poder de sunyata, el poder y el impulso que impele a trascender las fronteras ilusorias. Pero ese impulso se presenta, ante el self que no quiere renunciar a sus fronteras, como una amenaza de muerte que pone en peligro su misma integridad.
Así pues, todo aquello que es ajeno al self actúa como una fuente de Thanatos, porque todo lo que intenta disolver las fronteras del self conlleva también la "muerte" de la sensación de identidad separada. Pero no debemos olvidar que todo lo ajeno es una mera proyección de nuestra propia naturaleza profunda, la Totalidad última. En este sentido -y sólo en este sentido- podríamos decir que Thanatos es un "deseo de muerte" que se deriva de nuestro propio Ser Total.
En la medida que exista una frontera existirá Thanatos, porque Thanatos no es más que el impulso que trata de eliminar todas las fronteras. Y, puesto que Thanatos aparece instante tras instante y debe ser controlado, no cabe mas que reprimir a Thanatos y a la trascendencia o hacer algo con ese "deseo de muerte", es decir, buscar sacrificios sustitutorios.

Ken Wilber, pág. 223-224



Ser una persona auténtica es asumir la propiedad de uno mismo y la autoridad de sus propias acciones y pasar, de ese modo, desde la esclavitud prepersonal hasta la autonomía personal, un proceso que conduce, en suma, al establecimiento del intercambio egoico libre.

Ken Wilber, pág. 395



La sombra (Saturno) es la forma en la que el individuo oculta información sobre sí mismo, un texto personal cuya autoridad se niega, una voz cuya propiedad se repudia, una fachada ilegal.

Ken Wilber, pág. 395



La humanidad jamás podrá abandonar la agresividad, la guerra, la opresión, la represión, el apego y la explotación asesina hasta que los hombres y las mujeres renuncien a esa propiedad llamada personalidad, es decir, hasta que despierten a lo transpersonal. Hasta ese momento, tiempo, culpa, asesinato, propiedad y persona seguirán siendo sinónimos.

Ken Wilber, pág. 411



No son los instintos humanos los causantes del sufrimiento sino los apetitos psicológicos, y esos apetitos no son un producto de la biología sino de las fronteras. La frontera existente entre el self y los demás es la causa del miedo, la frontera existente entre el pasado y el futuro es la causa de la ansiedad, y la frontera existente entre el sujeto y el objeto es la causa del deseo. Y aunque la biología no pueda ser modificada, las fronteras sí que pueden ser trascendidas.
Así pues, la causa fundamental de la falta de libertad no depende tanto de una actividad concreta que tenga lugar dentro, o entre, esas fronteras como en la misma existencia de las fronteras. En la medida en que el alma se separa de la Totalidad experimenta miedo y deseo, Thanatos y Eros, terror e insatisfacción. La frontera existente entre el self y los demás es el miedo a vivir y la frontera existente entre ser y no ser es el miedo a morir. Y, en la medida en que los hombres y las mujeres son esclavos de sus fronteras están expuestos a la lucha porque, como confirmará cualquier estratega militar, dondequiera que exista una frontera existirá la posibilidad de una guerra (es decir, del samsara).

Ken Wilber, pág. 481-482


El empirismo exclusivo constituye una forma violenta de reduccionismo radical, ya que la búsqueda de una "demostración empírica" es realmente un intento de desvirtuar los niveles superiores del ser, de descargarlos de todo su significado y de todo su valor y de mostrar tan sólo aquellos aspectos que pueden reducirse a dimensiones univalentes, objetivas y sensoriales carentes de todo valor.

Ken Wilber, pág. 60