Todo empezó, dijo el viejo Ammi, con el meteorito. Antes no se habían oído leyendas de ninguna clase, e incluso en la remota época de las brujas aquellos bosques occidentales no fueron ni la mitad de temidos que la pequeña isla del Miskatonic, donde el diablo concedía audiencias al lado de un extraño altar de piedra, más antiguo que los indios. Aquellos no eran bosques hechizados, y su fantástica oscuridad no fue nunca terrible hasta los extraños días. Luego había llegado aquella blanca nube meridional, se había producido aquella cadena de explosiones en el aire, y aquella columna de humo en el valle. Y, por la noche, todo Arkham se había enterado de que una gran piedra había caído del cielo y se había incrustado en la tierra, junto al pozo de la casa de Nahum Gardner. La casa que se había alzado en el lugar que ahora ocupaba el erial maldito.

H. P. Lovecraft
El color surgido del espacio, página 7


«Nada… nada…; el color… quema…; frío y húmedo, pero quema…; vive en el pozo… lo he visto… una especie de humo… igual que las flores de la pasada primavera…; el pozo brilla por la noche… Se llevó a Thad, y a Merwin, y a Zenas… todas las cosas vivas…; sorbe la vida de todas las cosas…; en aquella piedra tuvo que llegar en aquella piedra…; la aplastaron…; era el mismo color… el mismo, como las flores y las plantas…; tiene que haber más…; crecieron… lo he visto esta semana…; tuvo que darle fuerte a Zenas…; era un chico fuerte, lleno de vida…; le golpea a uno la mente y luego se apodera de él…; quema mucho…; en el agua del pozo…; no pueden sacarle de allí… ahogarle… Se ha llevado también a Zenas…; tenías razón…; el agua está embrujada… ¿Cómo está Nabby, Ammi?… Mi cabeza no funciona…; no sé cuánto hace que no le he subido comida…; la cosa la atacó también a ella…; el color…; su rostro tiene el mismo color por las noches… y el color quema y sorbe; procede de algún lugar donde las cosas no son como aquí…; uno de los profesores lo dijo…; tenía razón mira, Ammi, está sorbiendo más… sorbiendo la vida…»

H. P. Lovecraft
El color surgido del espacio, página 24


… «procede de algún lugar donde las cosas no son como aquí… uno de los profesores lo dijo…»

H. P. Lovecraft
El color surgido del espacio, página 28


Algo terrible llegó a las colinas y valles con aquel meteoro, y algo terrible —aunque ignoro en qué medida— sigue estando allí.

H. P. Lovecraft
El color surgido del espacio, página 36


A mi parecer, no hay nada más misericordioso en el mundo que la incapacidad del cerebro humano de correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue concebido que debiéramos llegar muy lejos. Hasta el momento las ciencias, cada una orientada en su propia dirección, nos han causado poco daño; pero algún día, la reconstrucción de conocimientos dispersos nos dará a conocer tan terribles panorámicas de la realidad, y lo terrorífico del lugar que ocupamos en ella, que sólo podremos enloquecer como consecuencia de tal revelación, o huir de la mortífera luz hacia la paz y seguridad de una nueva era de tinieblas.

H. P. Lovecraft
La llamada de Cthulhu, página 47


Fue entonces cuando pensé con un escalofrío en lo que el viejo Castro le había dicho a Legrasse acerca de los Primigenios: “Ellos vinieron de las estrellas, y trajeron sus imágenes consigo…”.

H. P. Lovecraft
La llamada de Cthulhu, página 79



¿Quién sabe lo que sucederá al final? Lo que ha emergido puede hundirse, y lo que se ha hundido puede emerger de nuevo. La mayor de las blasfemias aguarda y sueña en las profundidades, y la decadencia se abre paso entre las tambaleantes ciudades de los hombres. El día llegará.

H. P. Lovecraft
La llamada de Cthulhu, página 87


Por lo que se refiere a la naturaleza de aquellos seres, las posibles explicaciones diferían sobremanera. Por lo general se les designaba con el nombre de «aquellos» o «los antiguos», aunque otras denominaciones tuvieron un uso local y transitorio.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 103


Los seres proceden de otro planeta, y pueden vivir en el espacio interestelar y volar en él gracias a unas toscas y potentes alas resistentes al éter pero que resultan demasiado ingobernables para pensar en utilizarlas cuando están en la Tierra. Le hablaré de ello más adelante, si es que no me toma por loco. Vienen aquí para extraer metales de unas minas que hay en las entrañas de los montes, y creo que sé de dónde vienen.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 111


Algo concreto que estábamos a punto de desentrañar era el desciframiento de los jeroglíficos de aquella ignominiosa piedra negra: algo que muy bien podría hacernos entrar en posesión de secretos más arcanos y más asombrosos que cualesquiera otros hasta entonces conocidos por el hombre.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 120


Todo indicaba que los espantosos seres que aparecieron sobre la tierra procedían del misterioso planeta Yuggoth, en los confines del sistema solar, pero no eran sino la vanguardia de una espantosa raza extraterrestre cuyo origen último debe radicar incluso mucho más allá del continuo espacio-tiempo einsteniano o mayor cosmos conocido.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 126


Lo único que los Exteriores desean del hombre es paz, no sufrir molestias y unas relaciones a nivel intelectual cada vez mayores.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 141


Dispóngase a pasar aquí una larga temporada, y prepárese a oír hablar durante largas veladas de cosas que escapan a toda conjetura humana.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 141




Los Exteriores son quizá los seres orgánicos más maravillosos que existen en o allende el espacio y el tiempo; integrantes de una raza cósmica de la que el resto de las formas con vida no son sino meras variantes degradadas. Son más vegetales que animales, si es que tales términos pueden aplicarse a la materia de que están formados, y tienen un aspecto un tanto fungiforme, aunque la presencia de una sustancia semejante a la clorofila y un sistema nutritivo muy peculiar les distingue de los auténticos hongos cormofíticos. En realidad, están formados de una materia totalmente ajena al sector del espacio en que habitamos, con electrones que cuentan con un número de vibraciones absolutamente distinto. De ahí que estos seres no puedan fotografiarse con los films y placas ordinarios del universo conocido, aun cuando puedan verlos nuestros ojos. No obstante, cualquier buen profesional de la química que tuviera los conocimientos requeridos podría hacer una emulsión fotográfica que reprodujera sus imágenes.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 142


Cuando me marché de Brattleboro me prometí no volver más a Vermont, y estaba completamente seguro de que cumpliría mi palabra. Aquellas desoladas montañas eran sin duda el puesto de observación de una espantosa raza cósmica… y mis dudas perdieron consistencia al leer que se había localizado un noveno planeta más allá de Neptuno, tal como aquellos seres habían adelantado. Los astrónomos, con una implacable propiedad que estaban lejos de sospechar, lo denominaron «Plutón». Yo estoy convencido de que se trata nada menos que del nocturnal Yuggoth… y un escalofrío se apodera de mí cuando trato de imaginarme el verdadero motivo por el que sus monstruosos habitantes deseaban que se les conociera por tal nombre en aquellos momentos. En vano trato de convencerme de que estas diabólicas criaturas no están planeando poco a poco realizar actos contra la seguridad de la tierra y de sus habitantes humanos.

H. P. Lovecraft
El que susurraba en las tinieblas, página 175


Los miembros de la Gran Raza eran como enormes conos rugosos de unos cuatro metros de altura y tenían la cabeza y los demás órganos situados en el extremo de unos tentáculos retráctiles que les nacían en el mismo vértice del cono. Se comunicaban entre sí por medio de castañeteos y roces ejecutados con las garras o pinzas en que terminaban dos de sus cuatro miembros tentaculares, y avanzaban dilatando y contrayendo una capa muscular viscosa situada en la parte inferior de sus bases, de unos tres metros de diámetro.

H. P. Lovecraft
La sombra surgida del tiempo, página 211


… Pero la mayor parte de esas leyendas y esas visiones se refería a una raza relativamente tardía, de constitución extraña y complicada, distinta de cualquier forma de vida conocida por la ciencia actual, que se había extinguido tan sólo cincuenta millones de años antes de la aparición del hombre. Según los mitos había sido la raza más poderosa de todas, porque únicamente ella había conquistado el secreto del tiempo. Esta raza conocía la ciencia de todas las civilizaciones pasadas y futuras de la Tierra, ya que sus espíritus más poderosos poseían la facultad de proyectarse en el pasado y en el futuro, salvando incluso abismos de millones de años, con objeto de estudiar el saber de cada época. De las conquistas de esta raza derivaban todas las leyendas de profetas, incluidas las pertenecientes a ciclos mitológicos humanos. Sus inmensas bibliotecas conservaban innumerables textos y grabados que resumían toda la historia de la Tierra. En ellos se describía cada una de las especies que existieron o llegarían a existir, con especial referencia a sus artes, sus realizaciones, sus lenguas y su psicología.

H. P. Lovecraft
La sombra surgida del tiempo, página 210


Podría escribir libros enteros sobre los animales que poblaban aquel mundo. Todos eran salvajes, puesto que el elevado nivel técnico de la Gran Raza había suprimido los animales domésticos y permitía una alimentación enteramente vegetal o sintética.

H. P. Lovecraft
La sombra surgida del tiempo, página 226



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