"A la mayor parte de las madres de este mundo les es dado gozar de la proximidad de sus criaturas, mientras yo, Dhuoda, me veo tan lejos de ti, hijo mío Guillermo, y por ello llena de ansiedad y de deseo de serte útil; por ello te envío esta obrita escrita con mi nombre, para que la leas y te formes; me alegraré si, aunque yo esté corporalmente ausente, precisamente este librito te hace pensar, cuando lo leas, en lo que, por amor de mí, debes hacer.
[...]

A muchos les son evidentes muchas cosas que a mí se me esconden; de mis semejantas, de percepción turbada, que carecen de inteligencia, si digo de ellas que están escasas, más todavía yo. Pero está siempre presente el que abre la boca de los mudos y hace elocuentes las lenguas de las niñas y de los niños (Sb. 10, 21). Yo, Dhuoda, aunque de delicado sentido, viviendo indigna entre mujeres dignas, soy, no obstante, tu madre, hijo mío Guillermo, y a ti te dirijo ahora las palabras de mi manual, para que, como el juego de los dados les resulta por cierto tiempo a los jóvenes el más conveniente y adecuado entre todas las artes mundanas, o, también, como algunas mujeres tienen por costumbre examinarse el rostro en el espejo para eliminar las imperfecciones, sacando a relucir su nitidez, pues se esmeran en agradar a sus maridos en el mundo, así yo te pido que, cuando estés apesadumbrado por hordas de actividades mundanas y temporales, leas con frecuencia este librito que yo te dirijo, y, en memoria de mí, como si fuera cosa de espejos y de juegos de dados, no lo descuides.

Aunque tengas cada vez más libros, date el gusto de leer a menudo esta obrita mía, y sé capaz, con la ayuda de Dios omnipotente, de entenderlo para tu propio provecho. Encontrarás en él, en breve, todo lo que desearás conocer; encontrarás también un espejo en el que podrás contemplar sin vacilación el estado de salud de tu alma, de manera que no solo le gustes al mundo sino que puedas gustarle en todo a quien te ha formado del polvo de la tierra (Gn. 1,7): porque es del todo necesario para ti, hijo mío Guillermo, que en los dos negocios te muestres de manera que puedas ser útil en el mundo y tengas el valor de agradarle siempre a Dios en todo.
Lo que más me preocupa, oh hijo Guillermo, es dirigirte palabras de salvación, entre las que mi corazón ardiente y atento se alza en llamas para que tú tengas, en este librito en códice, por deseo mío, testimonio de tu nacimiento, con ayuda de Dios, como está más útilmente ordenado en lo que sigue."

Duoda o Dhuoda de Gascuña o de Septimania





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