A la muerte

"Cuando el dolor al corazón maltrata
y el alma triste en su amargura espira,
tan solo en ti la salvación se mira
y la esperanza nuestro ser dilata.

Tu sueño, el nudo del pesar desata
del infeliz que sin la fe suspira,
y su existencia que sin rumbo gira
tu duro fallo con placer acata. 

No quiero del martirio la corona;
acude presurosa a la llamada
que mi alma lastimada entona. 

Estoy de sufrimientos ya cansada
y quiero adormecerme en esa zona
que tienen los mortales olvidada."

Rosario de Acuña


Casualidad


"Soñé, y en la dormida inteligencia
Vi al humano, con ansia desmedida,
Buscando los principios de la vida
Y dudando a la vez de su existencia;

Vi al ocio revestido de prudencia,
Vi la igualdad tornarse fraticida,
Vi la diosa Razón entumecida
Y en el caos a Dios y a la conciencia.

Vi una raza luchando con la muerte,
A Europa envuelta en sangre y desgarrada,
Más lejos, sin girar, la tierra inerte;

Y aún de mi sueño aquel horrorizada,
Me despertó, con peregrina suerte,
De un loco que pasó la carcajada."



Rosario de Acuña



"Habiéndome separado de la religión católica por una larga serie de razonamientos derivados de múltiples estudios y observaciones, quiero que conste así, después de mi muerte, en la única forma posible de hacerlo constar, que es no consintiendo que mi cadáver sea entregado a la jurisdicción eclesiástica testificando de este modo, hasta después de muerta, lo que afirmé en vida con palabras y obras, que es mi desprecio completo y profundo del dogma infantil y sanguinario, cruel y ridículo, que sirve de mayor rémora para la racionalización de la especie humana."

Rosario de Acuña
Testamento


"Hay que engendrar la pareja humana, de tal modo, que vuelva a prevalecer el símbolo del olmo y la vid, que tal debe ser el hombre y la mujer, los dos subiendo al infinito de la inteligencia, del sentimiento de la sabiduría, del trabajo, de la gloria y de la inmortalidad; los dos juntos, sufriendo, con intensidad, los dolores; gozando, en el mismo grado, de los placeres; entrelazados, siempre, en estrecho abrazo […]"

Rosario de Acuña



La conciencia

  Mirada hacia los hondos pensamientos
que arroja, en nuestra vida, la memoria:
buril de hierro que nos traza historia
del hecho, entre la risa y los lamentos. 

   La sombra del ayer: rotos fragmentos
de la propia existencia, expiatoria
condena del error, que tiene a gloria
purificar el alma en sus tormentos. 

   Existe, alienta, se la ve y se duda
de su poder, al contemplar impune
la infamia ruin y la vileza ruda. 

   ¿Triunfará el que la niega y la desune,
o es la conciencia un algo que no muda
y eterna como Dios, con Dios nos une?

 Rosario de Acuña



La libertad


¡Oh ¡ libertad, fantasma de la vida,
Astro de amor a la ambición humana,
El hombre en su delirio te engalana,
Pero nunca te encuentra agradecida.

¡Despierta alguna vez! Siempre dormida
cruzas la tierra, como sombra vana:
Se te busca en el hoy para el mañana,
Viene el mañana y se te ve perdida.

Cámbiase el niño en el mancebo fuerte
Y piensa que te ve ¡triste quimera!
Con la esperanza de llegar a verte.

Ruedan los años sobre la ancha esfera
Y en el último trance de la muerte
Aún nos dice tu voz: ¡espera! ¡espera!

 Rosario de Acuña



Más allá de la muerte


Cuando la muerte tienda sus alas
sobre las sienes de mi cabeza,
y con sus duros labios de esfinge
bese mi frente pálida y yerta. 

Cuando en sus brazos llegue a enlazarme,
y mis oídos oír no puedan,
y mis palabras no hallen sonidos,
y mis pupilas  se queden ciegas.

Cuando ya nada del mundo pase
por los umbrales de mi conciencia,
recostada junto al abismo,
espere solo la paz eterna.

En ese instante supremo, el alma
mandará al cielo su luz postrera,
la última ráfaga de sentimiento,
la última chispa de inteligencia.

 Con esa chispa, con esa ráfaga,
como fatídica visión horrenda,
irá el recuerdo, vivo y perenne,
de la católica romana iglesia...

 y por encima de mi sepulcro
surgirá entonces mi anatema,
grito del alma que, eternamente,
irá diciendo -¡maldita sea!-



 Rosario de Acuña


"Nací en Madrid hace 66 años; viví ciega, con cortos intervalos de luz, más de 20 (desde los 3 hasta los 25). En todo ese tiempo aprendí Historia de España e Historia Universal, no en compendios, sino en obras amplísimas y documentadas. Mi padre me las leía con método y mesura; yo las oía atenta, y, en mis largas horas de obscuridad y dolor las grababa en mi inteligencia. ¡Desde tan lejos viene mi amor a España y a la humanidad!

Después quise pagarle a mi padre, con un átomo de amor consciente, el amor inmenso que, durante tantos años me dio, y, cuando mi salud se hizo normal, busqué ávidamente mayor cultura, y volé a los estadios de la literatura, largo tiempo vedados para las mujeres españolas y, en los cuales apenas cosecha, la que se atreve a desafiar el ridículo y la desestimación otra cosa que la pobreza, el desamor y la soledad...

Escribí versos, poemas, himnos, cantos, dramas, comedias, cuentos y una labor continua, como trama de todo esto, en artículos para la prensa patria y extranjera ¡Juegos todos casi infantiles para lo que la mente y el corazón humanos pueden dar de sí! pero que era lo único que yo ¡pobrecita mujer española! sin voz ni voto para nada que no sea el trabajo doméstico, podía darle a mi padre por aquella labor que, para ilustrar a su hija semiciega, hizo durante tanto tiempo..."

Rosario de Acuña y Villanueva


"¡Para ser madre de hombres o mujeres no humanos mejor es entregar al pudridero de la tierra el raudal de nuestras fecundidades!"

Rosario de Acuña


Sombra y luz

  Al entrar en la noche de la muerte
aún habrá luz para una noble vida,
porque no puede ser labor perdida
la de una vida dadivosa y fuerte.

  Y si ofrece la muerte luz que advierte
y deja a la conciencia esclarecida,
¿por qué ha de ser la muerte tan temida
si es, acaso, morir la mejor suerte?

  No es el «ser o no ser» lo más temible,
sino la sombra en el sendero andado,
y si es la luz de amor inextinguible,

  a morir o vivir predestinado,
quien hallara la oscuridad terrible
¡será el que viva sin haber amado

Rosario de Acuña







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