En el reino de tu amor


"En el reino de tu amor subsisto,
aún cuando nadie me socorra.
Contempla Tú este vagabundo,
¡Oh Rey de gloria y majestad!
¿Qué pecado fue mío que al fin,

del misterio de Tu amor fui expulsado?
Por mi crimen, a cada instante
nueva calamidad soporto.
No obstante que la paciencia del amor es signo ¿cuánto tiempo debo, exilado, desfallecer?

Cual sonoras cañas, éstas mis cadenas,
de mi miseria la historia relatan.
Mentes nada son ante Tu esencia,
muerto ha toda alma al pensar en Ti,
el camino nadie halla, aunque todos buscan
el sendero de tu sublimidad.

De Oriente soplan brisas con noticias
de suspiros de amantes Tuyos,
de rostros pálidos y demacrados ojos.
¿No les mostrarás clemencia?
¿En la alborada, hacia mi lecho, qué amorosos pasos guías?

Sobre alas de constancia, con anhelo a Tu lado vuelo.
Si del tiempo y lugar arrancar quisieras,
pon tan sólo a este mundo Tu faz.
¿Qué es la vida en este bajo orbe,
cuando Tú obsequias la eternidad?"

Tahirih Qurratu'l-Ayn 



“Hoy ha venido una gran Luz que lo cambia todo. Esta es la Hora de la Resurrección. Llenemos las almas de los hombres con la palabra revelada. Emancipemos a nuestras mujeres y reformemos nuestra sociedad. Levantémonos de nuestras sepulturas de superstición y egoísmo y declaremos que el Día del Juicio está cerca; entonces todo el mundo responderá a la libertad de conciencia y a una nueva vida. ¡El toque de trompeta de la Resurrección, eso soy yo!”

Tahirih Qurratu'l-Ayn 



"Me mataréis, pero no frenaréis la emancipación de la mujer."

Tahirih Qurratu'l-Ayn 


Si solo una vez

"Y si sólo una vez mis ojos
Contemplasen, al amanecer o al ocaso,
Tu rostro todo acongojado
Y acosado por el temor,
Mis lágrimas con gusto mostrarían
Un amor que ni hombres ni ángeles conocen.

Y de la soledad de mi corazón,
Cuando a ti y a mí la eternidad nos separe,
Mi llanto como sangre correría.

O como oscuro torrente que se hunde en mi alma,
O cristalino manantial que borbotea
De una cueva en la montaña,
O río que se precipita a su meta,
El silencioso océano, a cuyas olas todo río corre,
Las aguas de mi vida fluirían.

Y yo, ansiando contemplar Tu faz,
Sobre las brisas muníficas vendría,
Hálito de espíritu que me lleva presto
A buscarte en cada hogar,
En cada puerta, en cada cuarto,
En calle estrecha y en mercado.

Ansío degustar con lengua almibarada,
El almizcle y ámbar de Tu boca perfumada,
Besar la fragancia de Tus labios aromados
Que, como capullo de rosas que se abre,
Mirra e incienso distribuyen,
Para sepultar invierno y verano despertar,
Trayendo cálidos céfiros del suave sur.

Tus ojos como halcones reales cayeron,
Sobre el gorrión de mi trémulo corazón,
Y el infierno y el paraíso desgajados fueron,
Mientras tierra y cielo en mi alma batallaron.

¿Quién esa repentina, infinita caída evitaría?
¿Qué alas el arte de volar recordar podrían?
¿Qué ojo, en ese instante, el día de la noche,
Distinguir podrían?
¿O relatar pudiera, como la tierra y el firmamento,
El cielo y el infierno,
Al yo caer, se unían
Como la vida y la muerte, en un solo hálito,
 En las entrañas moran?

Ven. Téjeme suavemente en Tu telar dorado,
Con suaves, suaves rayos de luz alborada.
Hilos de oro y plata trae,
Y rayos de luna tejidos con el manto de la noche,
Para ligar las desgarradas y rotas hebras
Que mi corazón, otrora, con dedos sangrantes tejió
Sobre el bastidor del sufrimiento,
Entre la urdimbre y la trama del amor.

Aún con dorada y bella verba
Escrita sobre las páginas de mi corazón,
Loe Tus almibarados labios y fragante pelo,
No obstante, mi arte todo, jamás desgarrar podría
Los enceguecedores velos de la prolación.

Aún cuando con maravilloso canto entone
Alabanzas de ese amante Amigo,
Éstas páginas verso alguno mío llevan
Y ver podrás. Si sólo lo miraís,
Nada que no sea huella de
Su evanescente Pluma."

Táhirih o Qurratu'l-`Ayn







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