II
Sólo a nueve kilómetros de aquí
queman almiares, prados, casas,
aquí, sentados, los aldeanos fuman
sus pipas, mudos, alarmados.
Aquí, aún se riza el agua si entra al lago
la pastora, con su pie desnudo
y al inclinarse, bebe nubes el rebaño.
(Cservenka, octubre 6, 1944)

III
Los belfos de los bueyes manan baba sangrienta,
todos los hombres, todos, sudan y orinan sangre,
la tropa se amontona en charcos pestilentes.
Sobre nosotros sopla, fiera, la muerte.
(Mohács, octubre 24, 1944)

Miklós Radnóti
Tarjetas postales 


Entre falsos rumores y parásitos, aquí viven franceses, polacos, italianos ruidosos, servios separatistas, judíos melancólicos. Cuerpos febriles y rotos que, a pesar de todo, viven una vida, esperan buenas nuevas, palabras femeninas, un libre destino humano, y, mientras llega el fin, envueltos en la espesa penumbra, milagros.

Estoy tendido en la tabla, entre insectos, animal cautivo.

El asedio de las pulgas se reanuda, pero el enjambre de las moscas se ha calmado. Ya es de noche. ¿Ves?, el cautiverio es un día más corto y la vida también es un día más corta. El campo duerme. El paisaje se baña en la luna y los alambres se tensan de nuevo en su luz, a través de la ventana, las sombras de los guardias armados marchan proyectadas en el muro entre los rumores de la noche.
(Lager Heidenau, en las montañas, cerca de Zagubica) 

Miklós Radnóti



Lunes al atardecer

"Ya ves, ahora el miedo roza a menudo tu corazón,
y el mundo a veces parece una noticia distante;
los árboles protegen la infancia para ti
como un recuerdo cada vez más remoto.

Entre inciertas mañanas y noches sospechosas,
la mitad de tu vida la has vivido entre guerras,  
y ahora, una vez más, frente a ti el orden resplandece  
sobre las puntas levantadas de las bayonetas.

A veces, en sueños, el paisaje todavía se yergue ante ti, 
el hogar de tus versos, donde el perfume de la libertad
danza sobre la hierba y, en la mañana, al despertar,
a tu lado continúa su fragancia.

En raras ocasiones, cuando estás trabajando, te sientas, asustado,  
junto a tu escritorio. Y es como si vivieras sobre un lodazal; 
la mano, decorada con una pluma, se agita pesada
y cada vez más llena de cansancio.

El mundo se está convirtiendo en otra guerra —una nube hambrienta
devora el suave azul del cielo y, cuando oscurece, 
tu joven esposa te rodea con los brazos
y llora."

Miklós Radnóti
Traducción de Carlos Morales



 No puedo saber...


No puedo saber qué es para otro esta región,
para mí, mi patria, pequeño país
abrazado por las llamas, el mundo de mi infancia que se mece a lo lejos
crecí de él, como la débil rama del tronco de un árbol,
y espero que mi cuerpo se hunda también en la tierra alguna vez.

Estoy en casa. Y si a veces se inclina a mis pies
un arbusto, conozco su nombre, sus flores,
sé por dónde van y quiénes por el camino,
y sé lo que significa en la madrugada estival
el dolor enrojecido que brota de las paredes de las casas.

Para el que la sobrevuela en avión, esta región es solo un mapa,
no sabe dónde vivió Mihály Vörösmárty,
¿qué esconde para él esta región? Fábricas y áridos cuarteles,
para mí, en cambio, un saltamontes, un buey, la torre, la granja apacible,
verá con los prismáticos fábricas y campos de labor,

pero yo veo a los trabajadores, que tiemblan por lo que es suyo,
al bosque, a los temporeros mientras silban, las uvas, las tumbas,
y entre las tumbas, madres llorando en silencio,
y lo que desde arriba es el ferrocarril a destruir o la instalación industrial,
es el guardaagujas con el ferroviario delante, informando,

con su bandera roja en las manos y tantos niños en derredor,
y en los patios de las fábricas un perro ovejero revolcándose;
y allí en el parque, la huella de antiguos amores,
el sabor de los besos en mi boca, a miel, a arándanos,

y que yendo a la escuela, para no responder al día siguiente
piso una piedra, al borde de la acera,
esa piedra de allí, pero no se ve desde lo alto,
no hay instrumento con el que se pueda observar.

Y somos nosotros culpables, como los demás pueblos,
y sabemos en qué hemos pecado, cuándo, dónde y cómo,
pero viven también aquí trabajadores y poetas sin culpa,
y niños de pecho en los que crecerá la razón,
los ilumina y protege ocultándolos en sótanos oscuros,
hasta que el dedo de la paz no haga a nuestra patria una señal,
y responderán con frescas palabras algún día a nuestras palabras ahogadas.

Cúbrenos con tus grandes alas, nube de la mañana.

Miklós Radnóti


Raíz

Lager Heidenau.
Montes de Žagubica.
8 de agosto de 1944.

Con fuerza se desliza la raíz, 
bebe de la lluvia, vive bajo tierra,
sus sueños son limpios como la nieve.

De la tierra brota y rompe el suelo,
a escondidas se arrastra la astuta raíz
levantando sus brazos, como una soga.

En el brazo de la raíz un gusano se acuesta,
y un gusano se sienta a los pies de la raíz,
el suyo es un mundo podrido de gusanos.

Mas la raíz resiste en la hondura del suelo,
alejada de todo
salvo de la rama asceta que aún luce verdor.

Esto es lo que nutre, esto es lo que ama,
el perfume que sopla hacia  la altura,
los fragancias maduras que alimentan el cielo.

Yo soy raíz ahora,
y vivo entre gusanos.
Este poema es de allí.

Yo era una flor. Ahora soy raíz.
Oscura, la tierra me cubre por entero,
Mi destino se ha cumplido.
Sobre mi cabeza, una sierra llora.

Miklós Radnóti
Traducción de Carlos Morales


Viví sobre esta Tierra
   
Campo de Bor, 15 de septiembre 1944


"Viví sobre esta tierra en un tiempo en que el hombre cayó 
tan bajo que mataba por placer, sin que nadie lo ordenara. 
Locas obsesiones tejían su vida, adoraba falsos dioses
sin ninguna ilusión, manadero de espuma era su boca. 
Viví en esta tierra en una edad 
en la que traicionar era un gesto honorable, 
y eran héroes el traidor y los ladrones,  
y quien guardaba silencio y no podía regocijarse 
fue odiado como un hijo de la peste. 
Yo viví en esta tierra en una época 
en la que el hombre debía ocultar su voz
y morderse los puños con vergüenza;
borracha de sangre y escoria, enloqueció la nación  
y sonreía ante su horrible destino. 
Yo viví sobre esta tierra en una edad 
en la que un hijo era la maldición de su madre
y una madre era feliz cuando abortaba,
y un vaso de denso veneno espumeaba en las mesas, 
y los vivos envidiaban el silencio podrido de los muertos. 
Viví sobre esta tierra, sí, en una época 
en la que los poetas se acostumbraron a callar 
y esperaban que Isaías, el sabio de terribles palabras, 
cantara de nuevo, pues nadie sino él sabía entonar
la justa maldición, la maldición ardiente de los justos."

Miklós Radnóti
Versión de Carlos Morales








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