"La primera meditación me quedó grabada en la memoria para siempre. Al cabo de unos minutos, empezaron los primeros dolores. Me empezaron a temblar los muslos como cuerdas de violín. Los costados de los pies se transformaron en pedazos de madera. Mí espalda, mantenida derecha con dificultad, pareció chirriar y agitarse involuntariamente. El tiempo pasaba tan lento que parecía inconcebible. No hubo ninguna concentración. No se me había dado nada en que concentrarme, entonces simplemente me quedé allí sentado y esperé a que sonara la campana, la campana que pondría punto final a este periodo de dolor intenso..."

Jan Willem Lincoln "Janwillem" van de Wetering
El espejo vacío. Experiencias en un monasterio zen,  Editorial Kairos- Barcelona-1975

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