PRAGMATISMO
El núcleo de la doctrina de James (...) no fue exactamente la religión, sino la conexión entre individuo y el universo.
Prólogo, pág. 27
Ramón del Castillo
Tenemos que confesar que oír hablar de cosas profundas produce una verdadera fascinación, aunque no sean comprendidas ni por nosotros, ni por quienes las discuten. Llegamos a estremecernos de asombro, sentimos la presencia de algo desbordante. Si en cualquier sala de fumadores se entabla una discusión sobre la libre voluntad, la omnisciencia de Dios, o sobre el bien y el mal, se verá cómo todo el mundo arrima la oreja. Las conclusiones de la filosofía nos conciernen vitalmente a todos, y hasta sus más extraños razonamientos halagan nuestro sentido de la sutileza y del ingenio (...)
La filosofía constituye, al mismo tiempo, la más sublime y la más trivial de las indagaciones humanas. Ahonda en los más pequeños resquicios, pero también abre las perspectivas más amplias. “No da de comer”, se suele decir, pero puede inspirar valor a nuestras almas. Y aunque sus modos de expresión, sus dudas y cuestionamientos, sus sutilezas y su dialéctica, repugnen tan a menudo a la gente común, ninguno de nosotros podríamos apañárnoslas sin los lejanos e intermitentes destellos de luz que arroja sobre los horizontes del mundo. Estos alumbramientos, al menos, y los efectos de contraste entre oscuridad y misterio que les acompañan, dotan a cuanto dice la filosofía de un interés mucho más que profesional.
En gran medida, la historia de la filosofía es un choque entre temperamentos humanos.
Pág. 56-57
Las cosas absolutas, las cosas últimas, las cosas que se superponen con todo, son las verdaderas preocupaciones filosóficas; todo espíritu elevado se las toma seriamente y todo espíritu con miras a corto plazo es, simplemente, un espíritu superficial.
Pág. 116
Somos como peces que nadan en el mar de los sentidos, limitados desde arriba por un elemento superior, pero incapaces de respirarlo puro o de penetrar en él. Sin embargo, obtenemos de él nuestro oxígeno, estamos en contacto incesante con él, ahora aquí y luego allá; y cada vez que entramos en contacto con él, somos devueltos al agua con nueva determinación y más energía en nuestro rumbo vital. Las ideas abstractas de las que está compuesto el aire son indispensables para la vida, pero resultan irrespirables por sí mismas y sólo son activas en su función de redirección.
Pág. 128
La filosofía ha sido definida muy a menudo como la búsqueda o la visión de la unidad del mundo.
Pág. 129
Los esfuerzos humanos diariamente van unificando más y más el mundo según formas sistemáticas y definidas. Tenemos sistemas coloniales, postales, consulares, comerciales, todas cuyas partes obedecen a influencias definidas que se propagan dentro del sistema, pero no a hechos que están fuera de él. El resultado de ello son innumerables y pequeñas interconexiones de las partes del mundo que se inscriben dentro de otras mayores; pequeños mundos, no sólo de discurso, sino de operación, dentro de un universo más amplio. Cada sistema ejemplifica un tipo o grado de unión, en el que las partes están adheridas con un tipo peculiar de relación, de tal manera que una misma parte puede figurar en muchos otros sistemas diferentes, igual que un hombre puede desempeñar distintos oficios y pertenecer a distintos clubes. Desde este punto de vista “sistemático”, el valor pragmático de la unidad del mundo consiste en que todas esas redes definidas existen real y pragmáticamente. Algunas abarcan más y son más extensas que otras; se superponen unas a otras; y entre todas ellas no dejan escapar ninguna parte elemental e individual del universo. Aunque la cantidad de desconexión entre las cosas es enorme (pues esas influencias y conjunciones sistemáticas siguen vías rígidamente exclusivas), todo cuanto existe se halla influido de algún modo por alguna otra cosa, siempre que tan sólo se pueda seleccionar la vía correcta. Plateándolo de una forma más laxa y general, podríamos decir que todas las cosas se vinculan y adhieren entre sí de alguna forma, y que en la práctica el universo existe en formas reticuladas o concatenadas que hacen de él un algo continuo o “integrado”. Cualquier género de influencia contribuye a hacer del mundo uno, mientras sea posible seguirla a través de partes colindantes. Cabe afirmar, entonces, que “el mundo es Uno”, queriendo decir, claro, que lo es con arreglo a este o aquel respecto, o sea, en la medida misma en que se pueda lograr de una de esas maneras. Pero no será uno de forma terminante, justamente en la medida en que no logre producirse de esas maneras; pues no hay conexión que no pueda fallar si, en vez de escoger buenos conductores, se eligen malos conductores. Esto les haría detenerse al primer paso y les obligaría a considerar al mundo como una pura multiplicidad desde ese particular punto de vista (...)
El punto principal que conviene advertir es que la unidad y la multiplicidad se hallan absolutamente coordinadas. Ninguna de las dos es primordial, más esencial o más excelsa que la otra. Lo mismo que con el espacio, cuya separación de las cosas parece ir exactamente a la par con la unificación que les da, aunque a veces nos percatamos de una de esas funciones y otras veces de la otra, así ocurre con nuestras relaciones generales con el mundo de las influencias: unas veces necesitamos conductores y otras no conductores, y en eso radica precisamente la sabiduría: en saber cuál es cuál en el momento apropiado.
Pág. 132-133-134
Lo “absolutamente” verdadero, comprendido como lo que ninguna experiencia posterior alterará nunca, es ese punto de fuga ideal hacia el cual imaginamos que algún día convergerán todas nuestras verdades temporales. Equivale íntegramente al hombre perfectamente sabio y a la experiencia absolutamente completa; y si estos ideales se realizan algún día, lo harán todos a la vez. Entretanto tenemos que vivir al día de hoy con arreglo a la verdad que podemos obtener al día de hoy, y estar dispuestos a llamarla falsedad al día de mañana.
Pág. 184-185
En la medida que la realidad significa realidad experimentable, tanto ella como las verdades que el hombre obtiene sobre ella, están en un proceso de incesante mutación; mutación hacia una meta definida –quizás-, pero aún así mutación.
Pág. 186
Una sensación es como un cliente que ha puesto su caso en manos de un abogado y que, entonces, tiene que escuchar pasivamente en la sala del juzgado cuantas explicaciones de sus asuntos, agradables o desagradables, el abogado estime más conveniente dar.
Pág. 199
Por mi parte, no doy crédito, no creo en modo alguno, que nuestra experiencia humana sea la forma más alta de experiencia que existe en el universo. Creo, más bien, que nuestra relación con el total del universo es bastante parecida a la de nuestros perros y gatos con respecto al total de la vida humana. Ellos andan por nuestros salones y bibliotecas. Toman parte en escenas cuyo significado se les escapa. Sólo son tangentes a las curvas de una historia, cuyos comienzos, fines y desarrollos caen fuera de su comprensión. De igual modo, nosotros también somos tangentes con respecto a la vida, al desarrollo más amplio de las cosas. Pero, igual que muchos de los ideales del perro y del gato coinciden con nuestros ideales, y diariamente ellos, perros y gatos, poseen una prueba viva de ese hecho, nosotros también podemos creer, según las pruebas que nos brinda la experiencia religiosa, que existen poderes superiores y que esos poderes actúan para salvar al mundo con arreglo a líneas ideales similares a las nuestras.
Pág. 231
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