“Ahora estoy regresando... regresando a la Totalidad a la que pertenezco... ¡Que alegría retornar!... Sí, ahora sé lo que soy, lo que he sido desde el principio, lo que siempre seré... una parte del Todo, la parte incansable que desea retornar, pero que vive para buscar la expresión en el hacer, crear, construir, dar, crecer, dar más de lo que toma y, sobre todos los deseos, devolver dones de amor al Todo... la paradoja de la unidad total y de la continuidad de la parte. Conozco el Todo... soy el Todo... e incluso como parte soy la totalidad.”
Robert Allan Monroe
The Ultimate Journey
"El Escenario I es el más creíble. Lo componen las personas y lugares que existen verdaderamente en el mundo material y conocido en el mismo momento del experimento. Es el mundo representado para nosotros por nuestros sentidos físicos, el que la mayoría de nosotros estamos seguros de que existe. Las visitas al Escenario I, mientras se está en el Segundo Cuerpo, no deben contener seres, hechos o lugares extraños. Insólitos quizás, pero no extraños ni desconocidos. Si se da este último caso la percepción queda distorsionada."
(…) el Escenario II es un medio no material con leyes de movimiento y materia relacionadas sólo remotamente con las del mundo físico. Es una inmensidad con unos límites desconocidos (para este experimentador) y una profundidad y dimensión incomprensibles para la mente finita y consciente. En esta inmensidad están todos los aspectos que atribuimos al cielo y al infierno (…), que no son sino parte del Escenario II. Está habitado, si puede decirse así, por entidades con diversos grados de inteligencia con los cuales es posible la comunicación.
Robert Allan Monroe
"El loosh es la moneda etérica."
Robert Monroe
"Entonces comprendí que cada rayo de luz era una parte de mí, una de mis personalidades de mi Yo-Allí con su propia y exclusiva experiencia vital. Mi Yo-Allí albergaba el correspondiente modelo vital de cada personalidad con todos sus pormenores. Admito que esta descripción no es demasiado precisa, puesto que cada una de ellas representa a un ser consciente y sensible con percepción, mente y memoria propias. ¡La comunicación era fluida porque hablaba conmigo mismo!"
"La producción de Loosh se mantuvo a un nivel constante a través de la supervisión de los Recolectores [¿quizá los Grises?]. Las únicas alteraciones fueron ordenadas por los mismos Sembradores [las entidades de consciencia superior de orientación egótica o los Arcontes del Destino]. Bajo sus instrucciones, los Recolectores periódicamente cosechaban segmentos específicos del Sembradío. Esto se hacía con el fin de adecuar los químicos, la radiación y otros nutrientes para las unidades venideras [las que reemplazarán a la actual Humanidad]. Pero también se efectuaba para recolectar Loosh adicional en tal cosecha.
Para optimizar la recolección, los Recolectores generaban turbulencia y caos en la envoltura gaseosa y en el núcleo que forma la base del Jardín. Estas hecatombes tienen el efecto de culminar con la vida de multitudes de sembradíos, dado que son aplastados por los movimientos telúricos, el fuego emanado de los terremotos o el agua que ha sido agitada."
Robert Monroe
Far Journeys"La supervivencia del yo más allá de la existencia física es un proceso natural y automático. Nos preguntamos en qué momento nos volvimos tan limitados en nuestra forma de pensar para afirmar lo contrario. El viaje definitivo."
Robert Monroe
Tomada del libro de Enrique Ramos Más allá del más allá
"Muchos notables tiranos, conquistadores, supinos líderes religiosos, magos negros, y criminales se han convertido en Teócratas después de la muerte, pero también lo han hecho algunas personas que la historia llama santos o genios. El poder corrompe, y la perspectiva de alcanzar la inmortalidad corrompe aún más. Muchas personas con almas altamente desarrolladas, cuyas vidas terrenales fueron vividas con bastante ética optaron por convertirse en Teócratas después de la muerte.
Esto ha sido especialmente cierto en las personas que eran devotos religiosos, pero que luego se enteraron de la horrible verdad acerca de sus dioses después de la muerte. Cuando fueron demasiado poderosos para que los Teócratas los esclavizaran o devoraran, algunos se convirtieron en miembros del Colegio Invisible y lucharon contra la teocracia; pero otros se convirtieron ellos mismos en Teócratas. La tentación es muy fuerte, debido a que los Teócratas, como clase dirigente, han gobernado el plano físico de la Tierra y su plano astral durante la mayor parte de la historia humana. Por ejemplo, la mayoría de los Papas medievales y otros líderes religiosos notorios por ser cínicos y hambrientos de poder son ahora Teócratas."
Robert Monroe
"Otras salidas del cuerpo ocasionales ocurren durante lo que se considera periodos de inconsciencia ocasionados por un accidente o herida. La mayoría de estos se categorizan como sucesos anómalos y son escondidos en la memoria como aberraciones, o como algo que en realidad «no ha ocurrido». Nuestros sistemas de creencias no permiten que sea de otra manera. Algunas de las salidas del cuerpo espontáneas más impactantes son ahora identificadas como «experiencias cercanas a la muerte». Repito que estas ocurren con frecuencia, generalmente durante la cirugía con anestesia."
Tomada del libro de Enrique Ramos Más allá del más allá
Este es el plano astral inferior, un triste pozo negro de los muertos, habitado por aquellos que han vivido vidas deshonestas, ignorantes o egoístas. Afligidos por el ansia de toda clase de placeres terrestres, su existencia decadente se enriquece gracias a su apego a ingenuos y necesitados individuos terrestres. Y así, se disfrazan de guías o maestros provocando el apego emocional en los seres humanos y reciclando la erudición disponible a todos los que habitan el universo inmaterial. Sus procesos mentales son tan rápidos como maquiavélicos; sus ansias vampíricas de energía humana no tienen límites.
Estos espíritus descarnados o, en términos Tibetano-Budistas, los "pretas" o "fantasmas hambrientos," son individuos cuyas mentes, en el momento de la muerte física, han sido incapaces de desembarazarse del deseo. Esclavizados de esta forma, la personalidad queda atrapada en los planos inferiores aunque retiene, por un tiempo, su memoria y su individualidad. He aquí el término alma perdida, una entidad residual que no es más que un cuerpo astral en espera; se condena a sí mismo a morir; ha elegido "una segunda muerte."
Robert Monroe
The Siren Call of Hungry Ghosts (El Canto de Sirena de los Fantasmas Hambrientos, cap. XIX)
"¡Un experimento productivo tras un largo paréntesis! R. W., empresaria a quien conozco bastante bien por haber trabajado mucho tiempo con ella, y un amigo íntimo al tanto de mis «actividades» (con cierto escepticismo, pese a haber participado también un poco a regañadientes) se han ido esta semana de vacaciones a la costa de Nueva Jersey. No sé exactamente adónde. Tampoco la he informado de que planeara ningún experimento, sencillamente porque no se me había ocurrido hasta hoy (sábado).
Esta tarde, me he acostado para reanudar los experimentos y he decidido esforzarme seriamente en «visitar» a R. W., dondequiera que esté. (En mi caso, la regla básica ha sido siempre que tengo más éxito yendo hacia alguien que conozco bien, oportunidad que no se presenta tan a menudo). Me acuesto hacia las tres de la tarde, me relajo, noto el calor (vibraciones potentes) y pienso seriamente en el deseo de «ir» adonde está R. W.
Luego, vino la consabida sensación de movimiento por una zona borrosa de color azul claro, y a continuación me encontraba en lo que parecía ser una cocina. R. W. estaba sentada en una silla a la derecha. Tenía un vaso en la mano. Estaba mirando a la izquierda, donde había dos chicas (una morena y otra rubia, ambas de diecisiete o dieciocho años) también sentadas, con sendos vasos en la mano y bebiendo algo. Las tres estaban charlando, pero no pude oír lo que decían.
Primero, me acerqué a las dos chicas y me puse delante de ellas, aunque no conseguí llamarles la atención. Entonces me volví a R. W. y le pregunté si sabía que estaba allí.
«Oh, sí, sé que estás aquí», contestó (mentalmente o mediante comunicación supramental, porque seguía charlando con las dos chicas).
Le pregunté si estaba segura de que iba a acordarse de que yo había estado allí.
«Oh, seguro que me acordaré», fue su respuesta.
Le dije que esta vez iba a procurar que se acordara.
«Me acordaré, seguro que sí», dijo R. W., simultáneamente a su conversación oral.
Insistí en que no estaba seguro de que se acordara y en que iba a pellizcarla.
«Oh, no va a hacer falta, me acordaré», se apresuró a decir R. W.
Le dije que tenía que estar seguro, de manera que me acerqué e intenté pellizcarla, suavemente, creo. La pellizqué en el costado, justo encima de las caderas y debajo de la caja torácica. Ella dejó escapar un fuerte «¡ay!» y yo retrocedí algo sorprendido. La verdad es que no esperaba poder pellizcarla de verdad. Satisfecho por haber causado al menos cierta impresión, di media vuelta y me marché; pensé en lo físico y regresé prácticamente al instante. Me levanté y me dirigí a la máquina de escribir donde estoy ahora. R. W. no volverá hasta el lunes, y entonces podré determinar si establecí contacto o si fue otro fallo inidentificable. Hora de regreso, las cuatro menos veinticinco.
Secuela reseñable: hoy es martes, ya han pasado tres días del experimento. R. W. se reincorporó al trabajo ayer y le pregunté qué había estado haciendo el sábado por la tarde entre las tres y las cuatro. Sabedora de por qué se lo preguntaba, dijo que tendría que pensarlo y que me lo diría el martes (hoy). Esto es lo que me ha contado hoy: el sábado, entre las tres y las cuatro, fue el único momento en que no hubo mucha gente en la casa de la playa. Estuvo a solas por primera vez con su sobrina (morena, unos dieciocho años) y una amiga de esta (rubia, de la misma edad). Estuvieron en la cocina-comedor de la casa desde las tres y cuarto hasta las cuatro; ella se había tomado un trago, las chicas bebieron Coca-Cola. No habían hecho más que estar sentadas charlando.
Pregunté a R. W. si se acordaba de algo más y me dijo que no. Concreté más la pregunta, pero no fue capaz de recordar nada. Hasta que me impacienté y le pregunté si recordaba el pellizco. Puso los ojos como dos platos.
«¿Fuiste tú?». Se quedó mirándome un momento, después entró en mi despacho, se volvió y levantó un poco el borde del chaleco por encima de la falda, a la altura de la cadera izquierda. Había dos manchas pardoazuladas en el mismo sitio donde yo la había pellizcado.
«Estaba allí, sentada hablando con las chicas —dijo R. W.—, cuando de repente sentí un pellizco terrible. Debí pegar un salto. Creí que había vuelto mi cuñado y se había acercado por detrás sin que le viera. Me volví, pero no había nadie. ¡No tenía ni idea de que hubieras sido tú! ¡Qué daño!».
Le pedí perdón por haberla pellizcado tan fuerte y tuve que prometerle que, si volvía a intentar una cosa semejante, haría otra cosa que no fuera pellizcarla.
Coincidencia entre mis notas y los hechos registrados
› Situación (dentro, no fuera de la casa).
› Número de personas presentes.
› Descripción de las chicas.
› Acciones de las personas presentes.
› Reconocimiento del pellizco.
› Huellas físicas del pellizco.
Posibilidad de preconocimiento inconsciente mediante observación previa de lo anterior
› Negativo, el preconocimiento apuntaba más a actividades al aire libre en la playa que dentro de la casa.
› Negativo, el preconocimiento apuntaba a un grupo de adultos, ya que R. W. había ido a visitar a su hermana y su cuñado.
› Negativo indeterminado, posibilidad de preconocimiento de la sobrina y su color de pelo a través de R. W.; negativo en cuanto a la amiga de la sobrina, su color de pelo y edad.
› Negativo, no hay preconocimiento de hábitos inexistentes en ese momento del día.
› Negativo, R. W. no tenía preconocimiento de que yo iba a intentar un experimento, puesto que este en concreto no lo había hecho nunca ni jamás había pellizcado a R. W. No lo había hecho antes.
› Negativo, imposible que R. W. pudiera haber sabido dónde estaban las marcas del pellizco si no hubiera sucedido lo que he contado más arriba.
Robert Monroe
Diario de Robert Monroe
15 de agosto de 1963. Tarde
Tomada del libro La prueba de Mado Martínez, página 175
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