"Alaska... Fue una de las mejores escaladas de mi vida. La montaña estaba en condiciones muy difíciles, requería usar diversas técnicas en cada tramo. La cosa es que ya había intentado hacer la misma vía en invierno, esperando nieve más uniforme, pero la segunda mitad estaba realmente impracticable. Y, la verdad, tuvimos mucha suerte de no poder ni acercarnos, porque nos podíamos haber embarcado bien allí... Por eso volvimos en el 2001. La primera mitad es de roca, muy técnica y desplomada. El problema es que la nieve venteada se había pegado a la pared, lo que hizo la progresión muy lenta. Llegó un momento en que metimos el último seguro, nos dimos cuenta de que, con el desplome, no sabíamos donde terminaba la zona de mixto. Habría unos 20 cm. de nieve sobre la roca, muy inestable, porque se había humedecido. Cada paso pensabas ¿Aguantará la nieve? ¿Servirán de algo los seguros? ¿Cuánto voy a caer, si algo falla? En total, escalamos sesenta metros sin protección. Al llegar al corredor, lo único que pudimos usar para asegurar era una pala de nieve que se acoplaba al regatón del piolet.
Luego venía una chimenea cubierta de hielo que se salvaba con técnica de mixto. O eso creíamos, porque el hielo era horrible, haciendo grupos y muy frágil. La protección, al principio, era mala; luego, inexistente, durante 90 metros. Y la dificultad, pues, acabamos haciendo A5. Llegó un momento en que no podíamos seguir más que hacia arriba. Finalmente llegamos arriba y, lo único que pudimos hacer, fue dejar en doble una de nuestras cuerdas de noventa metros y, a esta, enlazar la segunda cuerda para rapelar. Y aún quedaba destrepar un largo muy complicado de mixto, antes de llegar a la nieve.
Por supuesto, no puedes contar con un rescate. Tuvo gracia porque en un momento, en el que yo destrepaba, la reunión era tan frágil que mi compañero se percató de que, si yo me caía, el también se iría conmigo. En ese momento se desenganchó de la reunión, quedó sujeto sólo a la pared. Luego se lo pensó mejor y se volvió a encordar. Había caído en la cuenta de que sería mejor una muerte rápida que quedarse pegao a la pared congelándose lentamente."

Jim Bridwell 


“Desde mi perspectiva de “pájaro” en lo alto de la pared, cualquier cosa se me antojaba posible. Cualquier vía que pudiera imaginar, también podría escalarla. Escalar se había transformado en una razón para vivir. Un modo de comprobar la libertad de mi mente.”

Jim Bridwell 



"¿El Everest? Bah. Yo he estado allí, y te diré una cosa. Si el Everest no fuera el más alto, nadie subiría, porque es una montaña fea y la roca que tiene es una basura. Yo le llamo 'Neverest'."

Jim Bridwell 

“Los tres estábamos explorando los límites de nuestra percepción, y las normas de la escalada en big wall. Desde el comienzo de la vía nos propusimos una especie de competición, por ver si éramos capaces de poner menos de 40 bolts en toda la vía. Salieron nueve largos de A5. Moviéndome por las mínimas debilidades de la pared, mientras ésta parecía ondularse bajo mis pies y mezclarse con los espejismos del calor, tuve que controlar mi miedo y no probar demasiado los sutiles seguros, que con aguantar mi peso ya tenían bastante. Trataba de oír la roca y los pitones con detalle, y usaba sobre todo este sentido, más que el de la vista. De ese modo desarrollé un ritmo medio ciego: me subía al “seguro”, mirando para abajo; luego miraba la pieza para ver como se comportaba, entonces subía por los estribos, colocaba otra pieza, y así una y otra vez…navegando por las olas del sonido, el movimiento, y la concentración hasta la cumbre.”

Jim Bridwell 


“Me gustan las vías en desplome, y la lujuria del misterio que conllevan. Por otra parte, es posible que una caída larga sea fatal.”

Jim Bridwell 


"Mis mejores vacaciones son tu peor pesadilla."

Jim Bridwell 


“Nuestra pequeña comunidad estaba completamente unida durante la escalada. Abajo, en el valle, Yosemite estaba cambiando. Acabada la vía, llegamos a la base de la pared para buscar uno de nuestros petates,… pero lo habían robado. Abandoné el valle con tan solo 20 dólares en el bolsillo, sin saber cuando podría regresar. La hermandad y el compañerismo de los 60 y los 70 había acabado.”

Jim Bridwell 


“Poder hilvanar la ruta fue una conjetura, porque, en algunas partes, el posible trazado era invisible. Recuerdo haber bajado, después de la escalada, y, tras mirar el trazado desde abajo, pensar: ¿Por donde coño hemos ido?”

Jim Bridwell 
















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