"En el instituto me uní al grupo de teatro, en parte por mi hermana mayor, pero sobre todo porque el almacén de encima del escenario, entre las pasarelas, estaba lleno de disfraces. Me enamoré de aquel almacén, tanto como de la intimidad con olor a polvo donde me podía sentar y leer, como por los estantes de vestidos y las interminables filas de zapatos. Recuerdo llevar puesto un día un precioso vestido brocado con corsé, cuando de repente oí a la jefa de escenario llamándome. Justo antes de que abriera la puerta, me sumergí desesperadamente entre los pliegues de los vestidos colgados, con el corazón martilleándome como el de un ratón, escuchándola llamarme por mi nombre una y otra vez, rezando que de alguna manera pudiera permanecer invisible. Mientras crecía, un intenso e inquieto aislamiento, junto con un insomnio constante comenzaron a inculcar una inevitable depresión. Nunca he dormido mucho pero durante mi segundo año en el instituto mientras veía como a muchos de mis amigos les salía vello facial, yo guardé esta extraña e implacable vigilia enfrente del espejo durante horas, temerosa de lo que podría ver algún día.
Allí, en la ausencia de palabras para defenderme, sin ejemplo, sin modelo, empecé a creer a las voces en mi cabeza que decían que era un monstruo, que yo, ehm, estaba rota, que había algo mal en mi que nunca sería amada. Después del colegio, voy a un Burger King cercano y escribo una nota de suicidio. Acaba teniendo cuatro páginas.
Soy un poco habladora. Pero estaba dirigida a mis padres y realmente quería convencerles de que no era su culpa, simplemente yo no pertenecía a aquel lugar. Lloro un montón mientras escribo esta nota, pero los trabajadores del Burger King han visto ya de todo. Y parecen inmunes.
Estaba acostumbrada a viajar a casa muy tarde por el teatro, se que el andén del tren estará vacío por la noche porque siempre lo está. Dejo que el tren B pase porque sé que el tren A es el siguiente y no se detiene. Cuando veo las luces, me quito la mochila y la pongo en el banco, tiene la nota enfrente. Intento no pensar en nada, sólo en saltar, mientras el tren se acerca. Justo cuando el andén empieza a temblar de pronto veo a alguien bajando la rampa. Es un hombre mayor flacucho, llevando unas grandes gafas setenteras cuadradas que me recuerdan a las que usa mi abuela. Me mira del modo que un animal, me mira del modo en el que los animales se miran unos a otros. No sé porque él no miró para otro lado. Sólo sé que porque él no lo hizo, yo sigo aquí.
Años después encontré el valor para admitir que soy transexual. Y que esto no significa que yo sea incapaz de ser amada. Conocí a una mujer, la primera persona que me ha hecho comprender que me quieren no a pesar de mi diferencia, sino por ella. Ella es la primera persona que me ha visto como un ser completo. Y cada mañana que despierto a su lado no puedo deciros lo agradecida que estoy por tener esos dos ojos azules en mi vida En Sydney, Australia, finalmente salí del armario para mi familia. Cuando le conté a mi madre que iba a hacerlo
ella cogió un avión de inmediato. Hubo un gran bautismo empapado en lágrimas. Y ella confesó que tenía miedo de llegar y lamentar la pérdida de su hijo Pero cuando llegó, ella descubrió que no era como una muerte, era el descubrimiento de que existía esta otra parte de mí, una parte nunca vista, y ella sintió que era un regalo porque ahora ella podía conocer esa parte de mi.
Fuimos a cenar, me vestí todo lo femenina que pude, queriendo ser vista por desconocidos como Lana esperando que los camareros no me llamaran “señor” o “él”. Como si estas personas de repente tuvieran el poder de confirmar o negar mi existencia. Mi madre también es un poco habladora. Ella siempre se presenta a los camareros Y ella dice “Hola, soy Lynne. Esta es mi hija, Lana” Y la camarera sonríe y dice “wow, ella se parece mucho a ti”. Cuando mi padre llegó, él le quitó importancia. Era más fácil que aceptar que su mujer y su hija una vez votaron a Jane Byrne en lugar de a Harold Washington. Una elección que aún hoy en día le duele Él dijo “Mira, si mi hija quiere sentarse y hablar conmigo, soy un hombre afortunado Lo que importa es que estás viva, pareces feliz, y que puedo rodearte con mis brazos y darte un beso”.
Tener buenos padres es como la lotería tú estás como “Oh Dios mío, he ganado la lotería. Cómo… yo no hice nada”. Recuerdo estar pensando las palabras de mi padre, como me aceptó, cuando mi mujer y yo leímos por primera vez sobre Gwen Arujo. Parecía imposible que algo como aquello pudiese ocurrir tan cerca de esta ciudad Y que todavía aquí hubiese una persona asesinada por la ignorancia, por los prejuicios, asesinada por la intolerancia. Parecía en inversamente proporcional al tipo de aceptación de mi familia Asesinada por la clase de miedo que busca arrasar con cualquier evidencia que pudiese probar que el mundo es diferente del modo en el que ellos quieren verlo, del modo en el que ellos quieren creer que es."

Lana Wachowski



"La invisibilidad es inseparable de la visibilidad. Para los transexuales este no es un simple acertijo filosófico. Puedes ser la diferencia entre la vida y la muerte. Hace pocas semanas, después de mi revelación pública, nosotros tres, Tom, Andy y yo estábamos siendo entrevistados, uno de los periodistas se salió del tema de la película para hablar de mi género.
Imaginaos, un reportero. Mi hermano dio un paso rápidamente “Mira, sólo para aclararnos” dijo “si alguien pregunta algo o dice algo sobre mi hermana que no me guste, comprenda que le voy a romper una botella en la cabeza.” Pocas palabras expresan amor más claramente que estas."

Lana Wachowski




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