"En el año 1926 llegó a las librerías una obra destinada a vender cientos de miles de ejemplares en todo el mundo. Era Mu, el continente perdido, escrita por un coronel de setenta y cinco años llamado James Churchward. Durante años, el viejo militar vivió en India, por aquellas fechas una de las colonias más exóticas del vasto Imperio británico. Allí Churchward entró en contacto con un monje que habitaba en un templo hindú y que durante años había custodiado unas pequeñas y enigmáticas tablillas de barro que aparecían cubiertas de escritura. A partir de aquel día, y con la obsesión propia del que se adivina detrás de un gran descubrimiento, el coronel continuó recopilando datos, convenciéndose a cada jornada que en un pasado muy remoto —que estimaba en 25 000 años— existió una tierra habitada por gentes cuyo nivel de evolución sobrepasaba lo entendible, más aún si atendemos a textos milenarios, como el manuscrito Troano, un códex maya conservado en el Museo Británico londinense en el que se puede atisbar la presencia de una civilización que sucumbió a un gran cataclismo —otra vez—, y que, como imaginarán, Churchward asoció rápidamente con su «mundo perdido». Decía así: «Después de haber sido levantado dos veces, el país de Mu fue engullido durante la noche, después de haber sido minado por debajo de manera ininterrumpida por volcanes subterráneos. El continente subió y bajó varias veces. Por último, el globo cedió y diez naciones quedaron arrasadas y aniquiladas. Se hundieron con sus sesenta y cuatro millones de habitantes». Y es que tal y como ya hemos podido ver, se llame diluvio, Atlántida, Mu, Lemuria o Mahabalipuram; se vista como castigo de dioses o se deba a catástrofes naturales de dimensiones apocalípticas, lo cierto es que tradiciones, leyendas y algunos manuscritos nos hablan de un pasado en el que floreció una cultura de la que deviene todo lo que hoy en día existe. Pues bien, de esta misma historia narraban épicas y epopeyas las tablillas que comenzaron a surgir como por arte de magia, a las que se llamó Naacal, y que fueron descubiertas en India pero también en México, estableciendo así una conexión difícil de explicar en la actualidad."
James M. Churchward
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 51
"Hubo una vez un floreciente continente en medio del Océano Pacífico llamado Mu ... La tragedia más grande de la humanidad ocurrió cuando Mu se hundió, arrastrando con sus 63,000,000 de personas y una civilización de aproximadamente 200,000 años de antigüedad.
Esta civilización estaba en su apogeo antes de que se alzaran las montañas, cuando, según Charles Darwin, el hombre todavía estaba estrechamente relacionado con el mono ... Sudamérica en ese momento tenía un mar interior comparable al del Mediterráneo actual. Los incas y los mayas de los tiempos prehistóricos fueron las ascuas moribundas de una civilización anterior.
Los registros más antiguos de la humanidad están aquí, en nuestro propio país, que fue una de las primeras colonias de Mu ... Los registros en el Tíbet de más de 70,000 años muestran la comunicación con Sudamérica, así como con China.
Egipto, India y África ... El hombre no "evolucionó" después del Período Glacial porque no había una Edad de Hielo. Cuando Mu se hundió y las montañas se alzaron, el hombre degeneró en el salvajismo del que surgió nuestra propia civilización."
James M. Churchward
The Lost Continent of Mu
"Las civilizaciones han nacido y han fenecido y después han sido olvidadas una tras otra. No hay nada nuevo bajo el sol. Lo que es, ha sido. Todo lo que aprendemos y descubrimos ha existido antes; nuestros inventos y descubrimientos no son más que reinvenciones y redescubrimientos."
James M. Churchward
Tomada del libro Hijos de matrix de David Icke
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