Cielo de carne
Cuando el mundo se detiene
oigo una carcajada
que sale de la boca de un muerto
y los hilos son únicamente
ligamentos de sangre
que nos impiden
tocar las nubes que nos aguardan.
Cuando el mundo se deshace
nuestras manos no consiguen tocarse
y si lo hacen son puro aire
pura introducción al hueco
que nuestros cuerpos dibujan
contra la nada.
Cuando el mundo se cierra
oigo tres golondrinas a lo lejos
que intentan restaurar la órbita con su canto.
Recojo tu cuerpo y el mío
de la gran hecatombe de la memoria
para que no se lastimen
para que no se duelan.
Porque todas estas cosas
mi amor
se han colado hoy por la puerta
y me han mostrado
un cielo de carne
que aún tiembla entre mis dedos.
María Lorente Becerra
El desgarro
De día,
de noche.
De noche
y de día.
Cuando todas las bestias
se asoman por las ventanas
y la urbe es un desgarro.
Algo así
como aquella primera mano
incauta
que se atrevió a abrir
el tríptico del Bosco.
Pienso con tu voz,
ella ladra en mis paredes,
tus vocales se hunden
en el agua de mi suelo,
en el cielo de mi techo.
Robo todas las letras
del abecedario
por las noches,
y me las trago
cuando ceno.
Saben a piedras duras
y a la vez,
…ah…
a la vez,
al hueco en el aire
que deja el ave
al declinar su vuelo.
Esa mano
no fue paciente
pero descubrió
que tras la madera
se escondía un mundo
infinito
en todos sus detalles.
Alguien corrió la persiana
y los espectadores sufrieron
un ataque de pánico
y volvieron a cerrarla.
Pero hay aún noches
en las que otra mano
curiosa
consigue descorrer el velo
y fuera se oye
algún trueno
para el que esté atento.
También los camiones
de la basura
y algún chirriar póstumo
de un perro.
Los amantes
hacen el amor
mientras descorren
las cortinas.
Ellos mismos
abren su cuerpo
a ese otro desgarro
de la urbe,
del cielo.
Incluso
se abren
al desgarro de Dios.
María Lorente Becerra
Es magia
Es magia lo que ve,
lo que toca,
lo que piensa.
Cuando las yemas
de sus dedos
se apagan
y se desploma
como un pájaro
cansado
la aurora
bajo sus párpados.
Una burbuja
de colores
estalla
en el centro de la plaza,
dejando atrás
una ausencia
tras otra.
Sus dedos
consiguen habitar
esa figura de aire
por un instante.
La palpan.
La sienten.
Está allí…
ya repleta de carcajadas,
de alguna lágrima indecisa,
conversaciones a deshoras,
gritos de niños
jugando a lo que sí existe.
Y ese habitar
se cierra de nuevo para ella.
Superficie dividida,
espacio múltiple.
Cercado
para siempre
por el simulacro
del tiempo.
María Lorente Becerra
He pensado en ti
He pensado en ti
Y aún lo sigo haciendo
Y seguiré haciéndolo
Aun cuando sea de noche
Y vuelvan a ser
Las 8 de la mañana
Y pueda volver a verte.
Porque pensarte
Es inventarte
Es crear sobre ti
Un país de sombras
Que lentamente
Se entretejen
Hasta llegar
A ser tú.
Te pensaré
Para concebirte
Cada vez nueva
Diferente.
Y habrá un día
En el que finalmente
De tanto pensarte
Será en mi
en quién piense.
Y desfigurada
Ya
Por los espejismos
Del tiempo
Me transformaré
Sin saberlo
En algo que pensé
De ti.
De mi.
María Lorente Becerra
Lo que yo te he dado
"Lo que yo te he dado a ti
Es un amor funesto
Es un amor de catedrales
Es un amor de piedra
Que se incendia
En el centro de la garganta
Lo que yo te he dado a ti
Es la imposibilidad
De decirme que me amas."
María Lorente Becerra
"Me gustaría saber qué se esconde detrás. Detrás de lo que no existe y constantemente nos reclama."
María Lorente Becerra
"¿Podemos forzar a la luz para que permanezca cerca nuestro?
¿O precisamente, será el no quererla el que nos aproxime a ella?"
Me hago llamar Mitra Lipovetsky aunque el nombre que me dieron mis padres es el de María Lorente Becerra
Una mirada
Tú me pides la entraña
La sangre desnuda
Yo te envío pájaros
No sé más
Para que tú
En su devenir
Adivines mi vuelo.
María Lorente Becerra
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