"La meditación con mantras no sólo convierte a las personas en baterías para los dioses, sino que los convierten en una extensión de ellos y su voluntad. Bajo el pretexto de entregarse a una conciencia más elevada, los gurúes consiguen que su rebaño se rinda a las deidades bajo la invocación de sus mantras. Aquel que medita, en lugar de convertirse en una forma de realización del Infinito, termina poseído por una entidad a cuyo nombre rinde su mente durante varias horas del día. Sus ojos se vuelven ventanas cósmicas; su carisma irresistible; se transforma así en un recipiente de aquello a lo que se ha brindado a sí mismo. Al igual que un diapasón que entra en resonancia, "el iluminado" arrastra la voluntad de las entidades a las que se ha postrado. A través de ellos, la voluntad "divina" fluye al mundo, sin trabas de los pensamientos, deseos o voluntad del meditador, ya que hace tiempo que han sido sacrificados."

Jessy Hoffman
Gurúes de la Nueva Era

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