La N-dimetiltriptamina, o DMT, es el increíble personaje
principal de este libro. Aunque su estructura química es sencilla, esta
molécula “del espíritu” es la que da acceso a la conciencia a las más
increíbles e inesperadas visiones, pensamientos y sensaciones. Abre de par en
par la puerta a mundos que van más allá de nuestra imaginación. La DMT existe
en el organismo de todos los seres humanos y también está presente en otras
formas de vida de los reinos animal y vegetal. Es parte de la composición normal
de los seres humanos y otros mamíferos, de animales marinos, hierbas y granos,
sapos y ranas, hongos y mohos, cortezas, flores y raíces.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 57
Con el espíritu de “ser el primero”, Szára se administró una
inyección intramuscular de DMT en 1956. En esa ocasión, utilizó aproximadamente
la mitad de lo que hoy sabemos que es una dosis “completa”: En tres o cuatro
minutos empecé a experimentar sensaciones visuales muy similares a lo que había
leído en las descripciones de Hofmann [sobre el LSD] y Huxley [sobre la
mescalina] . . . Esto me entusiasmó muchísimo. Evidentemente, ese era el
secreto. Tras duplicar la dosis en una ocasión posterior, dijo lo siguiente:
Aparecieron síntomas [físicos], como una sensación de cosquilleo, temblores,
náuseas leves [dilatación de las pupilas], elevación de la presión arterial y
aumento del pulso. Al mismo tiempo, aparecieron fenómenos eidéticos [imágenes
residuales o “rastros” de objetos percibidos por la vista], ilusiones ópticas,
pseudoalucinaciones y, luego, alucinaciones reales. Estas consistían en
imágenes con motivos orientales de colores intensos y en movimiento, y luego
escenas maravillosas que se alternaban con mucha rapidez. Los rostros de las
personas parecían máscaras. Mi estado emocional estaba por todo lo alto, a
veces a niveles de euforia. Mi percepción consciente estaba completamente llena
de alucinaciones y mi atención estaba firmemente atada a ellas; por lo que no
podía describir ninguno de los sucesos que ocurrían a mi alrededor. Al cabo de
cuarenta y cinco minutos o una hora, los síntomas desaparecieron y pude
describir lo que había sucedido. Rápidamente, Szára reunió a treinta
voluntarios, en su mayoría colegas húngaros de la profesión médica. Todos recibieron
dosis psicodélicas completas6. Uno de los hombres que participaron narró lo
siguiente: El mundo entero resplandece . . . Toda la habitación está llena de
espíritus. Me hace sentir mareos . . . ¡Es demasiado...! Siento exactamente
como si volara . . . Tengo la sensación de que vuelo por encima de todo, por
encima de la Tierra. Me reconforta saber que estoy de regreso en la Tierra . .
. Todo tiene un matiz espiritual, pero es tan real . . . Siento que he
aterrizado . . . Una de las mujeres dijo: Qué simple es todo . . . Frente a mí
tengo a dos dioses silenciosos, iluminados por el Sol . . . Creo que me dan la
bienvenida a este nuevo mundo. Hay un profundo silencio, como en el desierto .
. . Al fin estoy en casa . . . Es un juego peligroso; sería tan fácil no
regresar. Tengo una vaga idea de que soy doctora, pero eso no es importante;
los lazos familiares, los estudios, los planes y recuerdos me resultan muy
distantes. Solamente este mundo es importante; estoy libre y completamente
sola. El mundo occidental había descubierto la DMT y la DMT había entrado en su
conciencia.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 61
Cuando se trata de comparar la esquizofrenia con la
embriaguez producida por la DMT, la situación es aún más nebulosa. La esquizofrenia
es un síndrome sumamente complejo. Hay varios tipos, como la “paranoide”, la
“desorganizada” y la “indiferenciada”. Tiene muchas fases: “inicial”, “aguda”,
“tardía” y “crónica”. Incluso tiene síntomas “prodrómicos” que se manifiestan
desde antes que la enfermedad sea suficientemente severa como para
diagnosticarla. Además, los síntomas de la esquizofrenia tardan meses y hasta
años en desarrollarse y las personas modifican su comportamiento para hacer
frente a sus experiencias insólitas. A su vez, estas adaptaciones crean nuevos
síntomas y comportamientos. No es razonable esperar que un solo medicamento que
se le administre una vez a una persona normal reproduzca los síntomas de la
esquizofrenia. Nadie en la actualidad afirma que esto sea posible. Más bien,
incluso en aquel entonces existía consenso de que había coincidencias
importantes entre los síndromes de la intoxicación con drogas psicodélicas y
los de la esquizofrenia. Las alucinaciones y otras distorsiones sensoriales,
los procesos cognitivos alterados, los cambios extremos y rápidos de estado de
ánimo, las perturbaciones del sentido de identidad corporal y personal, son
síntomas que pueden ocurrir en algunos casos de esquizofrenia y en estados
psicodélicos. En la psiquiatría, siempre hay similitudes y diferencias entre
las enfermedades que tratamos de entender y los modelos para estudiarlas.
Siempre se buscan mejores modelos, pero utilizamos los que tenemos, sin olvidar
sus deficiencias. La opinión del grupo del Instituto Nacional de la Salud Mental
de que los efectos de la DMT no producían un estado psicótico “válido” no era
compatible con las teorías aceptadas en las investigaciones sobre psiquiatría,
ni tampoco con la práctica o los datos conocidos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 69
La DMT es la más sencilla de las drogas psicodélicas que
contienen triptamina. En comparación con otras moléculas, la de DMT es bastante
pequeña. Su peso es de 188 “unidades moleculares”, lo que significa que no es
mucho más grande que la de glucosa, el azúcar más sencilla presente en nuestro
organismo, que pesa 180 unidades moleculares y es solamente diez veces más
pesada que una molécula de agua, que pesa 18 unidades. En comparación, el LSD
pesa 323, y la mescalina pesa 211 unidades. La DMT está estrechamente
relacionada con la serotonina, el neurotransmisor sobre el que tanto influyen
las drogas psicodélicas. La farmacología de la DMT es similar a la de otras
drogas psicodélicas conocidas. Afecta a los puntos receptores de serotonina de
la misma manera que lo hacen el LSD, la psilocibina y la mescalina. Estos
receptores de serotonina están distribuidos por todo el cuerpo y pueden
encontrarse en los vasos sanguíneos, los músculos, las glándulas y la piel. Sin
embargo, el cerebro es donde la DMT tiene sus efectos más interesantes. Allí
hay áreas donde abundan esos receptores de sero-tonina sensibles a la DMT y que
influyen en el estado de ánimo, la percepción y el pensamiento. A pesar de que
el cerebro bloquea el acceso de la mayoría de las drogas y sustancias químicas,
la DMT le atrae particularmente. No sería exagerado afirmar que el cerebro
tiene “sed” de esa sustancia.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 70
Hace veinticinco años, científicos japoneses descubrieron
que el cerebro transporta activamente la DMT desde el otro lado de la barrera
hematoencefálica para hacerla llegar a sus tejidos. No tengo conocimiento de
ninguna otra droga psicodélica que este órgano trate con semejante avidez. Esto
es un dato sorprendente que deberíamos tener presente al recordar la facilidad
con que los psiquiatras biológicos desestimaron la idea de que la DMT tuviera
una función decisiva en nuestras vidas. Si esta sustancia no fuera más que un
subproducto insignificante e intrascendente del metabolismo, ¿por qué el
cerebro se esfuerza tanto para atraerla hacia sí?...
De cierto modo, la DMT es un “alimento”, que recibe un trato
similar al que se da a la glucosa, el valioso combustible del cerebro. La DMT
es parte de un sistema de “alta rotación”: entra y se consume con rapidez. El
cerebro la transporta activamente de un lado a otro de su sistema de defensa y,
con la misma rapidez, la descompone. Diríase que fuese necesaria para mantener
el funcionamiento normal de ese órgano. Los sujetos solamente empiezan a tener
experiencias inusuales cuando sus niveles son demasiado elevados para un
funcionamiento “normal”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 72
“¿Qué función tiene la DMT en nuestro organismo?” Más
concretamente, preguntemos: “¿Por qué nuestro organismo produce DMT?” Mi
respuesta sería: “Porque es la molécula del espíritu”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 73
La sustancia que sea la molécula del espíritu deberá
producir, con una fiabilidad razonable, determinados estados psicológicos que
consideramos “espirituales”. Me refiero a los sentimientos extraordinarios de
júbilo e intemporalidad y la certidumbre de que lo que estamos experimentando
es “más real que lo que consideramos real”. Una sustancia así podría llevarnos
a aceptar la coexistencia de conceptos opuestos, como la vida y la muerte, y el
bien y el mal; el conocimiento de que la conciencia continúa después de la
muerte; la comprensión profunda de que todos los fenómenos comparten una armonía
básica, y la sensación de que la sabiduría o el amor están presentes en toda la
existencia. La molécula del espíritu también nos conduce a los reinos
espirituales. Estos mundos suelen ser invisibles para nuestros sentidos e
instrumentos y no son accesibles en nuestro estado de conciencia normal. Sin
embargo, aunque haya una teoría de que estos mundos “solo existen en la mente”,
es igualmente probable que, en realidad, se encuentren “fuera” de nosotros y
tengan autonomía propia. Si simple-mente modificamos la capacidad de recepción
del cerebro, podremos aprehender estos mundos e interactuar con ellos. Además,
tengamos en cuenta que la molécula del espíritu no es espiritual por sí misma.
Es una herramienta, o un vehículo. Imaginémosla como un remolcador, una
carroza, un explorador montado a caballo, algún objeto al que podamos enlazar
nuestra conciencia. Nos empuja hacia mundos que solo ella conoce. Tenemos que
aguantarnos firmemente y debemos estar preparados, pues los reinos espirituales
incluyen elementos del cielo y del infierno, de fantasía y pesadilla. Aunque la
función de la molécula del espíritu nos parezca angelical, nada nos garantiza
que no se torne demoníaca.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 73
Es igual de importante señalar que la DMT se produce
naturalmente en nuestro organismo. El cerebro la busca, la transporta hacia sí
y la digiere sin demora. Por ser una sustancia psicodélica producida de modo
endógeno, la DMT tal vez tenga que ver con los estados psicodélicos que ocurren
naturalmente, sin relación con el consumo de drogas, pero que presentan
sorprendentes similitudes con las condiciones inducidas por ellas. Si bien está
claro que entre estos estados puede encontrarse la psicosis, también debemos
incluir en nuestro debate algunos males que se distinguen de la enfermedad
mental. Tal vez sea sobre las alas de la DMT endógena que experimentamos otros
estados mentales que nos cambian la vida, vinculados con el nacimiento, el
fallecimiento y la experiencia cercana a la muerte, las experiencias de
contactos con entidades o con extraterrestres y la conciencia mística o
espiritual.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 74
La glándula pineal llama la atención por su singularidad y
aislamiento dentro del cerebro. Todos los demás puntos cerebrales vienen en
pares, lo que significa que existen por igual a la izquierda y a la derecha;
por ejemplo, hay un lóbulo frontal izquierdo y otro derecho, y lo mismo ocurre
con los lóbulos temporales. Al ser el único órgano del que no existe un par en
la profundidad del cerebro, la glándula pineal siguió siendo una curiosidad
anatómica durante casi dos mil años. En occidente nadie tenía la menor idea de
cuál sería su función.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 78
La glándula pineal de los animales más antiguos en la escala
evolutiva, como los lagartos y los anfibios, recibe también el nombre de
“tercer” ojo. Al igual que los otros dos ojos, este posee lente, córnea y
retina. Es sensible a la luz y ayuda a regular la temperatura del cuerpo y la
coloración de la piel, dos funciones básicas para la supervivencia que están
íntimamente relacionadas con la luz ambiental. La melatonina, la hormona pineal
principal, está presente en las glándulas pineales primitivas.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 80
La hipótesis más general es que la glándula pineal produce
cantidades de DMT capaces de causar efectos psicodélicos en momentos
extraordinarios de nuestras vidas. La producción de esa sustancia por la
glándula pineal es la representación física de procesos no materiales, o
energéticos. Nos proporciona el vehículo necesario para experimentar
conscientemente el movimiento de nuestra fuerza vital en sus manifestaciones
más extremas. Este fenómeno tiene ejemplos específicos. Cuando nuestra fuerza
vital individual entra en el feto, en el momento en que nos volvemos
verdaderamente humanos, pasa por la glándula pineal y activa la primera emisión
de DMT. Posteriormente, en el momento del nacimiento, la glándula pineal libera
una mayor cantidad de DMT. En algunos de nosotros, esta sustancia interviene en
las experiencias decisivas de la meditación profunda, la psicosis y las
experiencias cercanas a la muerte. Al morir, la fuerza vital abandona el cuerpo
a través de la glándula pineal y, en ese momento, vuelve a emitir en grandes
cantidades esta molécula psicodélica del espíritu.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 90
Las horas en que es más probable que soñemos son
precisamente cuando los niveles de melatonina son más elevados, o sea,
alrededor de las 3 a.m. Como la propia melatonina tiene efectos psicológicos
tan moderados, esto da a entender la posible participación de otro compuesto
pineal cuya fluctuación sea paralela a la de la melatonina. Si buscáramos una
sustancia así, la DMT sería una buena candidata. Sin embargo, nadie ha
estudiado los ritmos circadianos de la DMT en voluntarios normales para
intentar establecer una relación entre los niveles de DMT y la intensidad o
frecuencia de los sueños.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 97
El Dr. Jace Callaway ha planteado la hipótesis de que las
betacarbolinas derivadas de la glándula pineal pueden estar relacionadas con
los sueños. Si bien los efectos psicológicos indefinidos de estas sustancias
ponen esta hipótesis en duda hasta cierto punto, está claro que las
betacarbolinas pineales, debido a sus efectos de estimulación de la DMT,
promueven indirectamente la producción de sueños6. La meditación o las
oraciones también pueden suscitar estados de conciencia profundamente alterados.
La producción de DMT por la glándula pineal podría ser la base de estas
experiencias místicas o espirituales. En todas las disciplinas espirituales se
presentan descripciones bastante psicodélicas de las experiencias
transformativas que se bus-can mediante su práctica. Una luz blanca cegadora,
encuentros con entidades demoníacas o angelicales, sentimientos de éxtasis,
intemporalidad, ecos celestiales, sensaciones de haber muerto y renacido,
contactos con una presencia poderosa y amorosa que subyace en toda la realidad:
son experiencias que afectan a personas de todas las tendencias. También son
características de una experiencia plenamente psicodélica con la DMT. ¿De qué
manera la meditación podría evocar la respuesta de DMT de la glándula pineal?
Varias disciplinas de meditación permiten sintonizar con exactitud la atención
y la conciencia; por ejemplo, la concentración exclusiva en la respiración.
Esta sincronización de la actividad cerebral se ve reflejada en los patrones
eléctricos que detectan los electroencefalogramas. En muchos estudios se ha
indicado que los sujetos con experiencia en la meditación producen patrones de
ondas cerebrales más lentos y mejor organizados que los que se encuentran en la
conciencia cotidiana. Mientras más “profunda” sea la meditación, más lentas y
fuertes serán las ondas. Hay otras técnicas que complementan estas prácticas
con métodos como los cánticos. Gracias al uso de vocablos de idiomas antiguos
que supuestamente poseen propiedades espirituales especiales, los cánticos pueden
producir efectos psicológicos profundos. Las prácticas de visualización, en las
que uno va creando imágenes cada vez más complejas y dinámicas en su visión
subjetiva, también pueden dar lugar a estados mentales de dicha y sublimidad.
En estas condiciones, la experiencia adquiere una cualidad al mismo tiempo
dinámica e inmóvil, como una ola estacionaria en un río. Da la impresión de que
la ola no se mueve en absoluto mientras el agua sigue corriendo a todo su
alrededor. De hecho, el agua que corre es la que produce la ola y esta, a su
vez, crea una nota o sonido singular. Estos fenómenos relacionados con las
olas, al producir una nota o sonido en particular vinculado con su frecuencia,
establecen campos de influencia amplios y difusos. Los objetos presentes dentro
de esos campos vibran en sintonía, o sea, con la misma frecuencia, lo que
recibe el nombre de resonancia. Un ejemplo de los potentes efectos de la
resonancia es cuando una nota musical en particular rompe una copa, aunque el
sonido no sea particularmente alto. Lo que sucede es que el cristal vibra en
sintonía, o entra en resonancia, con la misma frecuencia que el sonido que lo
rodea. Algunas notas pueden crear un estrés intolerable dentro de la singular
estructura del vidrio hasta que lo hacen reventar. De modo similar, las
técnicas de meditación con el uso de sonidos, imágenes o ideas pueden generar
patrones de onda particulares cuyos campos inducen resonancia en el cerebro.
Los procesos de prueba y error practicados por los seres humanos durante
milenios han permitido determinar que existen palabras, imágenes y ejercicios
mentales de carácter “sagrado” que surten efectos muy singulares y deseados,
debido a los campos específicos que generan dentro del cerebro. Estos campos
hacen que múltiples sistemas vibren y palpiten a determinadas frecuencias. Con
esos ejercicios espirituales podemos sentir cómo nuestras mentes y cuerpos
entran en resonancia. Por supuesto, la glándula pineal también vibra a esas
frecuencias. En la glándula pineal puede ocurrir un proceso de resonancia
similar al del vidrio que se quiebra, aunque no tan destructivo. La glándula
pineal empieza a “liberar” frecuencias que debilitan sus múltiples barreras
frente a la formación de la DMT: el escudo celular, los niveles de enzimas y
las cantidades presentes en la glándula pineal del compuesto que destruye la
DMT. El resultado final es una oleada psicodélica de la molécula del espíritu,
lo que crea los estados subjetivos de la conciencia mística.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 57
Los tejidos pineales en las personas moribundas, o los que
han muerto recientemente, pueden producir DMT durante unas horas, quizás más, y
podrían afectar lo que queda de la conciencia. Aunque la lectura
encefalográfica de un fallecido indique que sus ondas cerebrales son nulas,
¿quién sabe cuál es su estado mental interior en ese momento?
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 101
… la DMT es la más potente entre las distintas drogas
psicodélicas que estimulan la producción de melatonina por la glándula pineal.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 102
La liberación de DMT por la glándula pineal, estimulada
tanto por la meditación profunda como por la actividad sexual intensa, puede
crear efectos psicodélicos particularmente pronunciados.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 107
Uno de los motivos más importantes de mi fascinación con la
glándula pineal se refiere a su función en la vida del espíritu. Su importancia
y su potencial se me hicieron evidentes cuando estudiaba medicina a mediados de
los años setenta y tuve conocimiento de una sorprendente coincidencia
relacionada con la glándula pineal y las creencias de los budistas acerca de la
reencarnación. No tengo forma de describir la fuerte impresión que me produjo
ese descubrimiento o la manera en que me convenció aún más de continuar la
búsqueda de la función espiritual de la glándula pineal y, a su vez, de la
molécula del espíritu. Sabía que, en la obra más importante del budismo, El
libro tibetano de los muertos, se afirma que las almas de quienes han muerto
recientemente tardan cuarenta y nueve días en “reencarnar”. Es decir,
transcurren siete semanas desde el momento de la muerte de una persona hasta el
“renacimiento” de su fuerza vital en el próximo cuerpo. Recuerdo con claridad
que varios años después sentí un escalofrío que me recorría la espalda cuando,
al leer un libro de texto sobre el desarrollo del feto humano, descubrí que el
mismo intervalo de cuarenta y nueve días marcaba dos sucesos importantes en la
formación del embrión. Los primeros indicios de la glándula pineal humana
tardan cuarenta y nueve días en aparecer después de la concepción. También es a
los cuarenta y nueve días cuando el feto experimenta la diferenciación entre el
género masculino o femenino. Así pues, tanto el renacimiento del alma como la
glándula pineal y los órganos sexuales deben pasar por un proceso de cuarenta y
nueve días antes de manifestarse. Descubrí esta sincronía cuando tenía apenas
veinte años. No sabía exactamente qué sentido darle en aquel momento, y sigo
sin saberlo. De hecho, las conjeturas acerca de fenómenos sin relación entre sí
basadas en sus semejanzas en cuanto al tiempo, podrían ser tan erradas como la
antigua “doctrina de los signos”, que aseguraba que las propiedades de
determinada hierba dependían de su aspecto externo. Si la planta tenía forma de
corazón, debía ser buena contra las dolencias cardíacas. Lo que propongo es
casi una “doctrina del tiempo transcurrido”. Si los textos budistas y la
embriología humana revelan que distintos procesos requieren cuarenta y nueve
días, es posible que haya alguna relación entre ellos. Tal vez esta asociación
se tambalee desde el punto de vista de la lógica, pero, al mismo tiempo, resulta
atractiva bajo el criterio de la intuición. ¿Cómo es posible que el surgimiento
anatómico de la glándula pineal y los órganos reproductivos cuarenta y nueve
días después de la concepción tengan que ver con la fuerza espiritual o vital?
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 108
En el caso de los humanos, las tendencias sin metabolizar,
los asuntos sin terminar, solo pueden entrar en el feto cuando se encuentra
“listo”. Quizás este proceso también tome cuarenta y nueve días y requiera una
glándula pineal capaz de sintetizar DMT. Es posible que esta glándula funcione
como antena o pararrayos del alma. Y la diferenciación sexual en masculino o
femenino, que ocurre exactamente en el mismo momento, proporciona el marco
biológico a través del que se afirma la fuerza vital. El movimiento del pasado
al presente de esta energía, de la fuerza vital residual, que entra en el feto
a través de la glándula pineal, podría ser la primera descarga de DMT y la más
primordial. Es el albor de la conciencia, de la mente, de la conciencia como
entidad biológica y sexual diferenciada. La luz cegadora de la DMT producida
por la glándula pineal, segregada dentro del cerebro en desarrollo, marca el
paso al otro lado del umbral. Hasta ese punto de inflexión que ocurre al cabo
de cuarenta y nueve días, podría aventurarse que el feto es solamente un ser
físico, no un ser físico-espiritual. Después de esos cuarenta y nueve días,
¿será que podemos considerar verdaderamente al feto como una entidad individual
consciente y, por lo tanto, espiritual?
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 110
La falta de desarrollo de tolerancia a la DMT también es uno
de los factores que hacen que probablemente sea una esquizotoxina de origen
natural. Si los sujetos llegaban a desarrollar tolerancia a la DMT endógena,
los síntomas psicóticos de la esquizofrenia, por ejemplo, durarían solo el
tiempo que tardaran en desarrollar tolerancia. Dado que los síntomas psicóticos
suelen ser crónicos y constantes, con lo que la DMT no podría provocar
tolerancia, esto sería una prueba contundente de que desempeñaría un papel en
estos trastornos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 173
Describir lo que ocurre en los reinos de la DMT es tan
difícil como hallar palabras para narrar experiencias no verbales, pero
increíblemente profundas, como las de escalar una montaña, alcanzar el orgasmo
o bucear en el mar. No obstante, como la mayoría de los mortales nunca
participará en un proyecto de investigación sobre la DMT, trataré de dar una
idea general de lo que sucede después de recibir distintas dosis de DMT
intravenosa1. En nuestros voluntarios, una dosis completa de DMT intravenosa
producía casi instantáneamente intensas visiones psicodélicas y la sensación de
que la mente se separaba del cuerpo, además de emociones abrumadoras. Esos
efectos reemplazaban por completo cualquier asunto que les ocupara la mente
antes de administrarles la droga. En la mayoría de los sujetos, las dosis de
DMT que les producirían efectos psicodélicos eran de 0,2, 0,3 y 0,4 mg/kg. Las
sensaciones comenzaban a sentirse a los pocos segundos de terminar la infusión
de DMT de treinta segundos. Los sujetos se sentían completamente inmersos en
los mundos psicodélicos quince segundos después, cuando yo terminaba de limpiar
el tubo de la venoclisis con solución salina estéril. El nivel de cresta de la
respuesta de DMT ocurría a los dos minutos y los voluntarios sentían que se les
estaban pasando los efectos a los cinco minutos. La mayoría de ellos podía
hablar doce o quince minutos después de la inyección, aunque seguían estando un
tanto embriagados. Casi todos se sentían relativamente normales a los treinta
minutos. Medíamos con frecuencia los niveles de DMT en sangre después de
inyectar la droga y verificábamos que los cambios a lo largo del tiempo de los
efectos psicológicos y los niveles de DMT en sangre coincidieran con exactitud.
Es decir, los niveles de DMT en sangre alcanzaban su nivel de cresta a los dos
minutos y eran casi imposibles de detectar a los treinta minutos. Habida cuenta
de que el cerebro transporta activamente la DMT desde el otro lado de la
barrera hematoencefálica hasta su interior, es razonable pensar que ciertos
niveles de DMT en el cerebro aumentaban con la misma rapidez que los niveles en
sangre. Las dosis más bajas de DMT, de 0,1 y 0,05 mg/kg, no solían tener
efectos psicodélicos, pero sí producían alguna conmoción psicológica. Se
trataba sobre todo de sensaciones emocionales y físicas, aunque algunas
personas particularmente sensibles tenían importantes respuestas psicodélicas y
físicas incluso a esas dosis bajas.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 182
La DMT tiene muchos efectos sobre la conciencia, pero estos
no son infinitos. Si logramos limitar los tipos de experiencia que produce la
DMT, podremos empezar a concentrarnos en un número conciso de hipótesis que nos
ayuden a comprenderlos. La elaboración de conjuntos coherentes y razonables nos
ayuda a dar sentido al sinnúmero de relatos que vamos a escuchar. Otra razón
para dividir estas experiencias en categorías es para dar respaldo a la
hipótesis de que la DMT administrada externamente produce estados alterados de
conciencia similares a los que la gente ha dicho sentir durante las
experiencias psicodélicas espontáneas, o sea, los estados cercanos a la muerte
y los estados místicos, así como el fenómeno que llamamos rapto por
extraterrestres. Si las situaciones inducidas por las drogas y las de origen
natural parecen presentar suficientes coincidencias entre sí, esto da a
entender que la DMT endógena desempeñaría un papel en la producción de estas
experiencias psicodélicas espontáneas. Ello nos abriría una amplia gama de
posibilidades para estudiar, comprender y aplicar esas conclusiones en forma
beneficiosa. Hay tres categorías principales que pueden contener casi todas las
diversas experiencias contenidas en esos informes. Aunque en las sesiones de
drogas reales de la mayoría de las personas se utilizaban como mínimo dos de
esas categorías, generalmente predominaba una en particular1. Las tres
categorías son las de experiencias personales, invisibles o transpersonales.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 193
La mayoría de nuestros voluntarios, a un nivel más o menos
consciente, esperaban tener una experiencia espiritual importante con la ayuda
de la DMT: hallar una solución definitiva sobre cuestiones relacionadas con la
finalidad de haber nacido, o una unión con la divinidad en la que todos los
conflictos terminaran y prevaleciera una certidumbre imperturbable. Sin
embargo, la DMT, como verdadera molécula del espíritu, no proporcionaba a
nuestros voluntarios el “viaje” que querían, sino el que necesitaban.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 195
En cierto sentido, las dosis elevadas de DMT tienen efectos
traumáticos, pues hacen perder el control y destruyen la identidad personal.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 210
¿Qué sucedería con el estudio de los reinos espirituales si
pudiéramos acceder a ellos con facilidad mediante moléculas como la DMT?
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 232
Mientras se recuperaba de los efectos de su segunda dosis, (Chris)se
veía aturdido y trató sin éxito de encontrar palabras adecuadas.
Fue increíble. No había colores. Lo que había era los
ruidos usuales: un sonido agradable, un rugido, una especie de zumbido interno.
Entonces aparecieron tres seres, tres formas físicas. Sus cuerpos despedían
rayos que volvían a reflejarse sobre ellos. Eran reptilianos y humanoides, y
trataban de hacerme entender algo, no con palabras, sino con gestos. Querían
que mirara al interior de sus cuerpos. Así lo hice y comprendí la reproducción,
lo que sucede antes del nacimiento, el paso del espíritu al cuerpo. Cuando pude
entender lo que me comunicaban, no desaparecieron, sino que permanecieron allí
durante largo rato. Su presencia era muy concreta.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 239
A los diez minutos, Jeremiah empezó a hablar: Había cuatro seres bien definidos que me
miraban, como si estuviera sobre la mesa de un quirófano. Abrí los ojos para
ver si eran ustedes, el médico y la enfermera, pero no lo eran. Los seres me habían
hecho algo y ahora observaban los resultados. Su adelanto científico y
tecnológico es enorme. Me miraban justo por encima de la barra de tracción que
tenía frente a mí. Creo que me decían: “Hasta pronto. No te pierdas de por
aquí”. Josette señaló que algunas de las cosas que describió Jeremiah le hacían
recordar sus propios sueños “raros” y nos contó uno de esos sueños. Jeremiah
respondió: Lo que describiste fue un sueño, pero esto es real. Es completamente
inesperado, constante y objetivo. Podría interpretarse que el hecho de que
ustedes me miren las pupilas es lo que me da la sensación de ser observado, y
que los tubos que veo en mi cuerpo son los que tengo aquí delante. Pero esa
interpretación sería una metáfora y esto no tiene nada de metafórico. Es una
realidad independiente y constante. Josette recogió la última muestra de
sangre, se marchó al salón y cerró la puerta a su salida. Jeremiah y yo nos
relajamos y continuamos la labor. La DMT me ha demostrado que hay infinitas
variaciones de la realidad. Verdaderamente es posible que existan dimensiones
adyacentes. Tal vez no es como para decir que hay otros planetas habitados por
extraterrestres que forman su propia sociedad. Eso se parece demasiado a lo que
creemos. No es como ningún tipo de droga. Más bien, se parece a una nueva
tecnología. Uno puede decidir si va a prestar atención o no. Los sucesos
seguirán aconteciendo, aunque uno no atienda. Al volver, no retomamos la
situación en el punto en que la dejamos, sino en el punto al que ha llegado
desde que nos fuimos. No es una alucinación, sino una observación. Cuando estoy
allí, no me siento embriagado. Me siento lúcido y sobrio.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 239
Dmitri no estaba muy seguro de lo que hacíamos, pero decidió
hacer caso omiso. Lo primero que noté fue
un ardor en la nuca, seguido de un fuerte zumbido. Al principio era parecido al
ruido del ventilador, pero distinto. Empezó a envolverme. Me dejé llevar y entonces
. . . ¡ZAS! Sentí como si estuviera en un laboratorio de extraterrestres,
acostado en una cama de hospital como esta, pero en otro lugar. Era una especie
de muelle de aterrizaje o área de recuperación donde había unos seres. Trataba
de hacerme una idea de lo que sucedía mientras me llevaban de un lado a otro en
la cama rodante. El lugar no tenía aspecto extraterrestre, pero su aparente
propósito sí daba la impresión de serlo. Era un espacio tridimensional.
Esperaba ver a criaturas caricaturescas, como si fuese un comercial de LSD,
pero era como para decir: “¡Ay dios mío! ¡Ay dios mío!” No se parecía a ninguna
otra experiencia que haya tenido con la DMT. Tenían un espacio preparado para
mí. No estaban tan sorprendidos como yo. Increíblemente, la experiencia no
tenía ningún viso psicodélico y pude fijarme bien en los detalles. La criatura
principal parecía estar al mando de todo, como un supervisor. Los demás eran
auxiliares. Activaron un circuito sexual y me llené de repente de una increíble
energía orgásmica. Surgió de repente un extraño gráfico, como los rayos X en
los dibujos animados, y una luz amarilla indicó que el correspondiente sistema
o serie de sistemas funcionaban adecuadamente. Los seres verificaban los
instrumentos con que me hacían pruebas. Cuando me empecé a recuperar de los
efectos, no pude evitar que me viniera a la mente la palabra “extraterrestres”.
Me siento muy decepcionado de no haber hablado con ellos por estar confundido e
impresionado. Sabía que me estaban preparando para algo, una suerte de misión.
Tenían cosas que mostrarme, pero prefirieron esperar a que yo me familiarizara
con el entorno, el movimiento y el lenguaje de aquel espacio.
(…)
No fue como ninguno de
los raptos por OVNI de los que he oído hablar. Eran seres amistosos. Sentía una
especie de nexo con uno de ellos. Estábamos a punto de decirnos algo, pero no
llegamos a conectarnos del todo. Era casi un vínculo sexual, pero no como
cuando se hace el amor, sino una comunicación de todo el cuerpo. Estaba lleno
de sentimientos de amor hacia ellos. Definitivamente, su trabajo tenía algo que
ver con mi presencia allí, pero los detalles concretos siguen siendo un
misterio.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 245-247
Hay puntos en común sorprendentes y notables entre los
informes de los voluntarios del contacto con seres inmateriales. El sonido y la
vibración van en aumento hasta que la escena cambia en forma casi explosiva y
se convierte en un paraje “extraterrestre”. Los voluntarios se ven sobre una
cama o en un muelle de aterrizaje, o en un salón de investigaciones o con
equipos de alta tecnología. Los seres altamente inteligentes de ese “otro”
mundo tienen interés en el sujeto, parecen estar listos para recibirlo e,
inmediatamente “ponen manos a la obra”. A veces resulta evidente que uno de
ellos es el jefe y dirige a los demás. Los voluntarios a menudo hacen
comentarios sobre la dimensión emocional de su relación con ellos: amorosa,
afectuosa o distanciada. Al parecer, lo que les interesa es someter al voluntario
a pruebas y sondeos, e incluso modificar su mente y su cuerpo. A veces, hacen
primero las pruebas y, cuando los resultados son satisfactorios, realizan otras
intervenciones. También se comunican con los voluntarios y tratan de
transmitirles información mediante gestos, telepatía o imágenes visuales. El
propósito del contacto no estaba claro, pero algunos sujetos percibieron buenas
intenciones de su parte para mejorarnos como individuos o como raza…
En mi calidad de psiquiatra de investigación clínica, jugué
con la idea de que la regularidad y coherencia de estos informes, y la intensa
sensación subyacente de que todo era real, daban a entender que habría una
explicación biológica. Estábamos activando puntos específicos de los circuitos
cerebrales que nos inducen a percibir mentalmente imágenes y sensaciones. ¿De
qué otra manera explicar que tantas personas tuvieran experiencias similares,
de ver a criaturas con aspecto de insectos o reptiles? Creo que se trataba de
alucinaciones muy complicadas, es decir, el simple producto de la química
cerebral alterada por la presencia de una droga “alucinógena”, parecido a soñar
despierto. Conviene señalar que los ojos de varios voluntarios giraban en sus
órbitas durante las sesiones con dosis elevadas de DMT, lo que me hacía
recordar la fase del movimiento rápido de los ojos, que es cuando uno sueña.
Quizás la DMT inducía una experiencia onírica en estado de vigilia.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 249-250
“Quiero reafirmar que no estoy perdiendo los cabales”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 249-252
Sara parecía exhausta. Tercera dosis: Comprendí que lo que decía Rick era cierto, que la parte más activa de
cada viaje correspondía a la visión de los colores. Esta vez, pasé rápidamente
hacia “el otro lado”. Me hallé en un abismo oscuro. De repente, aparecieron
unos seres. Estaban encapuchados, solo se apreciaban sus siluetas. Se sentían
contentos de verme. Me dijeron que ya habían entablado contacto conmigo
específicamente. Parecían complacidos de que hubiéramos descubierto este
método. Me sentí como una exploradora espiritual que se hubiera alejado de su
rumbo y, en lugar de encontrar el mundo que buscaba, fuera más allá de lo
previsto y se encontrara en otro planeta. Querían saber más sobre nuestros
cuerpos físicos. Me dijeron que los seres humanos existen a diferentes niveles.
Tenía que reconectarme con mi cuerpo a tiempo para la verificación de la
presión arterial y la extracción de muestras de sangre. Era como si ellos, y no
Laura, estuvieran recolectando información y apreciaran mi colaboración. De
algún modo, teníamos algo en común. Me dijeron que “me entregara a la paz”.
Sentí que comenzaba a alejarme de ellos, mientras pasaban los efectos de la
droga. A medida que se me fueron pasando los efectos, pude apreciar cosas
indescriptibles que pertenecían a su mundo. Pensé en los aborígenes del
Pacífico Sur, que solo pudieron ver los pequeños botes del capitán Cook, hasta
que subieron a bordo de los barcos y pudieron tocarlos con sus propias manos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 287
Notas de Sara sobre la cuarta dosis: Fui directamente al espacio profundo. Sabían que regresaría y estaban
preparados para recibirme. Me dijeron que podían compartir muchas cosas con
nosotros cuando aprendiéramos a entablar contactos por períodos más largos. Una
vez más, querían algo de mí, no solo información material. Estaban interesados
en las emociones y sentimientos. Les dije: “Hay algo que les podemos dar: la espiritualidad”.
Supongo que en realidad me refería al amor. Traté de imaginar cómo hacerlo.
Sentí una gran energía, una intensa luz rosada con bordes blancos, que se
formaba a mi izquierda. Sabía que era energía espiritual y amor. Los seres
estaban a mi derecha, por lo que extendí las manos de un lado a otro del
universo y me dispuse a servir como puente. Dejé que la energía que se había
acumulado pasara de mí hacia ellos. Dije algo por el estilo de: “Ven, ya lo
hice. Ahí la tienen”. Se mostraron agradecidos. Ya se me estaban pasando los
efectos de la DMT, y perdía altura. Tenía que regresar. Me sentí un poco
decepcionada de haber invertido todo el tiempo en “dar” cuando lo que yo
buscaba era la iluminación espiritual. ¿Debí empezar por pedir algo que pudiera
llevarme conmigo? Creo que no me sentí a gusto en mi papel de emisaria
espiritual de los terrícolas. Pero hice lo que pude. Siempre supe que no
estábamos solos en el universo, pero pensaba que la única forma de tener un
encuentro así era en medio de luces intensas y platillos voladores en el
espacio sideral. Nunca se me ocurrió que me los encontraría dentro de nuestro
propio espacio interior. Creía que lo único que encontraríamos allí eran los
elementos personales relacionados con los arquetipos y mitologías. Esperaba ver
guías espirituales y ángeles, no toparme con formas de vida extraterrestres.
Las notas de Sara describen su estado mental después de
estas sesiones: “Todo esto es difícil de procesar. ¿En verdad ocurrió?
Definitivamente parecía real, pero eso mismo es lo que sucede con los sueños
cuando uno los experimenta. Pero había algo que lo distinguía de los sueños,
incluso de los sueños lúcidos que a veces tengo. “¿Existen en verdad otras
formas de vida en el universo? ¿Les habré enviado el poder del amor y la
espiritualidad? Lo que es más inquietante, ¿me marcaron o me observan de alguna
manera? Todo esto me hace sentir un poco desquiciada y confundida. Lo peor es
que me siento muy sola en esta vivencia. ¿Cómo puede entenderlo alguien que no
haya estado ahí? Tal vez todo esto me ha dejado trastornada. Lo que sí sé es
que me cambió la vida. ¿Qué voy a hacer con lo que he experimentado? ¿Cómo voy
a mantenerlo dentro de mí?”
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 269-270
Según Mack, la “experiencia de conexión entre uno o más
extrate rrestres y los raptados es un aspecto importantísimo y frecuente de la
experiencia... Es común que los primeros recuerdos... sean de contactos fríos e
indiferentes (sobre todo los que se producen con los seres grises que parecen
reptiles o mantis religiosas) lo que deja a la persona con una sensación de
absoluta indefensión”. Los raptados también sienten como si hubiera un
extraterrestre concreto con quien tienen una relación más especial. Es como si
se tratara del “jefe”.
La relación puede evolucionar después hacia un mayor sentido
de familiaridad, una conexión profunda, e incluso de amor, entre el raptado y
el extraterrestre. Varios de los sujetos de Mack indicaron que, al emerger en
ese entorno, fueron “acogidos” por los extraterrestres que les daban la
bienvenida por telepatía. Algunos relatan toda una vida de encuentros, desde la
infancia.
Los sujetos de la experiencia suelen decir que los seres les
han transmitido con urgencia el mensaje de que la Tierra está en peligro. Su
rapto tiene relación con este mensaje, pues sirve para recolectar material
reproductivo que se destinará a la procreación de seres híbridos o para hacer
llega al público en general el mensaje de la degradación ambiental.
En la medida en que ha avanzado el trabajo de Mack con estos
sujetos, ha observado otro elemento común, quizás hasta básico, de la
experiencia del rapto por extraterrestres. Se trata de la naturaleza
transformadora y espiritual del encuentro, “[e]l desplome de la percepción del
espacio y el tiempo, una sensación de acceder a otras dimensiones de la
realidad, o a otros universos... un sentimiento de conexión con toda la
creación”. El sentido de pertenencia de los raptados en ese reino puede ser tan
marcado que los sujetos pueden llegar a anhelar “no regresar”. Muchos raptados
ya no temen morir, pues tienen la certeza de que su conciencia sobrevivirá a la
muerte del cuerpo. Uno de ellos incluso contempló la posibilidad del suicidio
para poder retornar al estado de dicha que experimentó durante sus raptos. Es
innegable la analogía que existe entre la descripción de Mack sobre los raptos
por extraterrestres y los contactos relatados por nuestros propios voluntarios.
¿Cómo podría alguien dudar, después de leer las reseñas de los dos últimos
capítulos, que la DMT induce encuentros “típicos” con extraterrestres? Si en
los relatos de varios participantes en nuestra investigación se hubieran
suprimido todas las referencias a la DMT, ¿podría alguien distinguirlos de los
de un grupo de raptados?
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 238-239
Dado que una de las teorías que motivaron mi investigación
sobre la DMT era la creencia de que la molécula del espíritu es liberada por la
glándula pineal cuando el organismo muere o está a punto de morir, he prestado
mucha atención a este tipo de experiencia. Si la DMT administrada externamente
reproduce rasgos de la experiencia cercana a la muerte, ello reforzaría mi
hipótesis de que la DMT endógena interviene en estas experiencias cuando
ocurren de forma natural.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 276
Eli (…) nos escribió después de haber experimentado con su
primera dosis elevada de DMT: Me sentí
aturdido, tratando de contenerme. Me relajé y todo a mi alrededor se
transfiguró. Sabía que estaba en el primer “bardo” de la muerte, que ya había
estado allí muchas otras veces y que no pasaba nada. “Es igual que la vez
anterior”, me dije. Aún estaba lo suficientemente despierto y lúcido como para
pensar: “Pero es la primera vez que voy a cruzar al otro lado”. Llegué a la
conclusión de que me había salido del tiempo y el espacio y que estaba
experimentando el proceso “normal” de morir, o que estaba conectado con un
tiempo futuro, cuando volvería a saber “que este era el momento en que me
encontraba en ese entonces, en el presente”. Unos meses después, en otro
estudio, Eli dijo: Ya no temo a la muerte. Se está allí un minuto y luego se
pasa a otro sitio, y nada más. Es así, creo que eso es lo que sucede. Estos
experimentos me han ayudado a entender El libro tibetano de los muertos. Sé lo
que se siente al ser completamente libre.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 278
Joseph tenía treinta y nueve años y era un hombre de
negocios de ascendencia italiana y de indio norteamericano. También destacó lo
mucho que la experiencia con la DMT se parecía a la muerte: Creo que la dosis elevada hace sentir algo
parecido al trance de la muerte. Obliga al alma a salirse del cuerpo. Bajo el
efecto de la DMT, hubiera sido capaz de tolerar la muerte o algún tipo de salto
trascendente fuera del plano físico. Sería una buena droga para los que viven
sus últimos días en una institución y los enfermos terminales.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 278
Willow permaneció casi inmóvil durante los veinticinco
minutos siguientes. Empecé a inquietarme y le pregunté con cautela cómo le iba.
Bien. Es un lugar encantador. Es como si
no quisiera irme. Las transiciones representan el fin de una etapa. Como soy.
Quien soy. Primero vi un túnel o un canal de luz hacia la derecha. Tuve que
hacer un giro para poder entrar. Luego el mismo proceso se repitió hacia el
lado izquierdo. Ocurrió así a propósito. Era como si hubiera una fuente de luz
un poco más allá. Se hacía más grande a medida que avanzaba, en forma de
embudo. La luz era intensa y vibrante. Había un sonido que parecía música
salida de una partitura desconocida para mí, que reforzaba el tono emocional de
los acontecimientos y me atraía. Yo era muy pequeña y el túnel era muy grande.
Había grandes seres, al lado derecho, cerca de mí. Tenía una sensación de gran
velocidad. En comparación con esto nada tenía importancia. Las cosas allí
lanzaban destellos a su paso, como si fueran cambiando de perspectiva. Era
mucho más vívido que la propia existencia. Los túneles que me flanqueaban se
unieron frente a mí. Vi seres maléficos, pequeños, más que nada sus caras.
Tenían alas, colas y demás, pero les presté poca atención. Había seres de mayor
tamaño que me apoyaban y reconfortaban. Estaban en su reino. Era un escenario
en que se apreciaban el bien y el mal: los espíritus maléficos frente a los
seres de gran estatura. Los más altos eran amorosos, sonrientes y sosegados.
Algo me recorrió por dentro y salió de mí. Recuerdo haber pensado en algún
momento: “Ahora vendrá la separación”. Solo sentía mi cuerpo al tragar o
respirar, pero en realidad no era una sensación física sino un modo de
trasmitir ondas a través de lo que veía. Pensé con certeza: “Esto es morir y
está bien”. Yo había oído hablar del túnel de luz intensa, pero no esperaba que
fuera como hoy se me presentaba. Pensé que lo vería frente a mí, pero resultó
ser una bifurcación que luego se reencontraba. Tampoco era tan iluminado como
suponía. Me maravilla la presencia de la DMT en el organismo. Existe por una
razón, para poder morir hoy. Tenía una sensación de agonía, de dejarme ir y de
ruptura, mientras los seres en el túnel me acompañaban en el recorrido.
“¿Cómo te sientes al regresar, al estar de nuevo en tu
cuerpo?”
Estoy bien hasta
ahora.
Su tono era nostálgico.
El otro lado es muy
distinto a esto. No existen palabras, cuerpos ni sonidos que delimiten las
cosas. Lo primero que se me reveló fue el espacio profundo, blanco, estrellado.
Luego presencié el comienzo de una experiencia multidimensional. Era algo
vívido. Lo que escuché fue la vitalidad. Mi organismo trataba de decir:
“Acuérdate del cuerpo”. Pero seguía alejándome hacia ese lugar. No fue un grito
desesperado, sino un intento de mantener la realidad de la experiencia mediante
los sentidos. El cuerpo quería que volviera. Me pareció que al mirar hacia
abajo se veía la luz del mundo. Era como si se hubiera levantado una pequeña
tapa, como una realidad alterna simultánea.
Unos meses más tarde, Willow recibió otra dosis elevada de
DMT en el estudio realizado durante la fase menstrual. Luego de desperezarse,
empezó a hablar:
Es como una broma
cósmica. Si todos supiéramos lo que nos espera, nos suicidaríamos. Pero
permanecemos en esta forma durante mucho tiempo para darnos cuenta de eso. Esa
es también la razón por la que es tan difícil tener presente la inmediatez del
fenómeno. He leído obras sobre experiencias cercanas a la muerte: Salvado por
la Luz y El abrazo de la Luz. Son libros que realmente describen en detalle lo
mismo que se siente bajo los efectos de la DMT. De esa manera es que los
interpreto. Todo el mundo debería probar alguna vez una dosis elevada de DMT.
No puedo discernir si los seres que vi hoy decían “prueba la muerte una vez” o
“prueba la vida una vez”. Es un sitio tan pleno y perfecto que la idea misma en
que se basa es la de tratar de alcanzar la mayor plenitud posible. En
contraste, mi ser físico me resultó muy pesado y enclaustrado cuando regresé.
Además, el tiempo aquí parece muy extraño. Adonde fui, reina la eternidad.
Tenía que ser así.
Aunque no es aconsejable calificar de “clásicas” las
experiencias de nadie con la DMT, no sería demasiado arriesgado utilizar ese
término para describir las experiencias cercanas a la muerte de Willow. La
conciencia se separó del cuerpo y pasó rápidamente por uno o más túneles, hacia
una luz blanca cálida, amorosa, omnisciente. En el camino encontró seres que la
ayudaron y otros que incluso amenazaban con arrastrarla consigo. En las
primeras etapas del viaje la acompañaba una hermosa melodía. El tiempo y el
espacio dejaron de tener sentido. Se sintió tentada de no regresar, pero
comprendió que tenía que compartir con los demás la increíble información que
había recibido. Su unión y entrega a la luz blanca tuvo matices espirituales y
místicos. El hecho de que Willow comenzó a percibir “que al mirar hacia abajo
se veía la luz del mundo”, también nos hace recordar uno de los últimos
“bardos” de El libro tibetano de los muertos. Se trata de la etapa en que el
alma empieza a buscar un nuevo cuerpo para encarnar, atisba las luces del mundo
físico y comienza su descenso. Su acotación acerca de que la gente se
suicidaría si supiera cuán grande es la “vida después de la muerte”, apunta
hacia otra similitud entre sus vivencias y las experiencias cercanas a la
muerte “de origen natural”: quienes han tenido una experiencia así no se lanzan
al suicidio. En su lugar, reconocen que hay “vida después de la muerte” y con
ello la transición deja de ser tan dolorosa. En consecuencia, buscan vivir una
existencia más plena, porque el miedo a la muerte que lleva a muchos a
distraerse es mucho menor.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 280
“A uno de nuestros voluntarios le gusta decir que uno solo
puede ser ateo hasta que recibe la dosis de 0,4”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 288
Las experiencias inducidas por la DMT evolucionan de lo
personal a lo transpersonal. En ellas es posible actuar sobre los propios
problemas psicológicos y psicosomáticos, con la luz y el poder de la molécula
del espíritu. El encuentro cercano a la muerte define lo que pudiera
representar el fin de esas preocupaciones, al simular o confirmar lo que sucede
cuando desaparecen nuestros cuerpos físicos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 290
Con miras a definir la estrecha similitud entre las
experiencias espirituales y las que se producen con la molécula del espíritu,
repasemos primero, de manera concisa, las características de la experiencia
mística. Los tres pilares de la existencia (el ser, el tiempo y el espacio)
sufren una profunda metamorfosis en las experiencias místicas. Deja de haber
distinción entre lo que es el yo y lo que no lo es. La identidad personal y la
propia existencia se manifiestan como una unidad en sí misma. De hecho, la
identidad desaparece porque comprendemos al nivel más básico la unidad
subyacente y la interdependencia de toda la existencia. El pasado, el presente
y el futuro se funden en un instante intemporal, en el presente de la eternidad.
El tiempo se detiene; es decir, deja de “transcurrir”. La realidad existe, pero
no está supeditada al tiempo. El presente, pasado y futuro confluyen en un
mismo punto. A un nivel relativo, en períodos cortos, sucede una gran cantidad
de acontecimientos. A medida en que se desvanecen los límites del ser y el
tiempo, el espacio se vuelve infinito. De igual modo, la presencia del espacio
ya no es fija, sino que está por doquier, sin fronteras. El aquí y el allá son
la misma cosa. La única dimensión es el aquí. En la vastedad del tiempo y el
espacio, sin los límites del yo, podemos examinar todas las contradicciones y
paradojas de la existencia, y desaparecen sus disyuntivas. Se sostiene, absorbe
y acepta todo lo que ocupa nuestra mente: el bien y el mal, el sufrimiento y la
felicidad, lo grande y lo pequeño. Se tiene la certeza de que la conciencia
prevalece luego de la extinción corporal, y que existía desde mucho antes que
el organismo físico en cuestión. Todo el universo se puede apreciar en una brizna
de hierba y podemos saber cómo éramos antes de que nuestros padres se
conocieran. Nuestra percepción consciente es invadida por sentimientos
sumamente fuertes. Alcanzamos el éxtasis, y la intensidad de ese goce es tal
que el cuerpo no puede contenerla; necesitamos alcanzar momentáneamente un
estado incorpóreo. La sensación de exaltación lo abarca todo, pero también hay
una paz y una ecuanimidad que no se ven afectadas siquiera por esa profunda
felicidad. Hay un sentimiento vehemente por lo sagrado y lo santo. Hacemos
contacto con una realidad invariable, sin inicio ni fin, que no fue producto de
la creación. Se trata de un encuentro personal con el Big Bang, Dios o la
conciencia cósmica, la fuente de toda existencia. Comoquiera que le llamemos,
tenemos la convicción de haber dado con el origen esencial de la vida, del que
emanan amor, sabiduría y poder, a una escala inimaginable. Llamamos a esto
“iluminación” porque estamos en presencia de la blanca luz del esplendor de la
creación. Es posible que nos encontremos con guías, ángeles u otros espíritus
incorpóreos, pero no nos desviamos del camino hacia la luz. Nuestros ojos, al
fin, están bien alertas y aprecian las cosas con nitidez, bajo una “nueva luz”.
La significación y magnitud de la experiencia representan un punto culminante
de nuestra historia. Puede servirnos para dedicar lo que nos quede de vida a
actuar en función de las perspectivas obtenidas.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 292
Cuando habían pasado diecinueve minutos de su primera
inyección de la dosis elevada de DMT, comenzó a nevar. Recordé la antigua fobia
de Cleo a los copos de nieve. Laura se levantó y aumentó la temperatura en el
termostato.
Rick, me doy cuenta de por qué te hiciste psiquiatra.
“¿Por qué?”
Para ofrecer esto a las personas.
Le dije que estaba en lo cierto.
Yo creía que iba a abandonar mi cuerpo, pero lo que hice
fue adentrarme en cada célula de mi propio organismo. Fue indescriptible. No se
trataba solamente de mi cuerpo . . . sino del de todos . . . todos . . .
conectados entre sí. Ah, eso fue lo que hice. Está bien.
Cleo se rio de su propia divagación.
Al cabo de treinta minutos, se expresó con mayor claridad:
Percibí cómo la DMT penetraba en mis venas y me producía
una sensación de ardor. Me resultaba difícil respirar. Enseguida tuve las
alucinaciones coloridas. Dije: “Permítanme pasar al otro lado”.
Dejé de ver los colores y de pronto estaba en otro lugar
muy diferente. Creo que en ese momento pasé hacia el universo, donde coexistí
con un sistema estelar, en medio de una danza.
Me pregunté: “¿Por qué hago esto?” Y entonces recibí la
respuesta: Es lo que siempre has anhelado. Es lo que todos ustedes siempre han
buscado”.
Hubo un cambio de tonalidad. Las coloraciones formaban
palabras. Escuché lo que me revelaban. Yo estaba tratando de mirar hacia
afuera, pero me decían: “Adéntrate”. Buscaba a Dios en lo externo. Me dijeron:
“Dios está en cada célula de tu ser”. Así lo experimentaba: me abría a él, cada
vez más, hasta asimilarlo. Los colores seguían hablándome, pero las cosas que
me decían no solo las escuchaba, sino que las veía y sentía en las células de
mi cuerpo. Cuando digo que “sentía”, no era como ningún otro “sentir”, sino el
entendimiento de lo que sucedía en mi interior. Comprendía que Dios estaba en
todo, que todos estamos conectados y que la danza divina se revela en cada
célula viva, que a su vez bulle en dicha danza.
En una carta que Cleo envió varios días después, expuso:
He experimentado un cambio; nunca volveré a ser la misma.
El simple hecho de expresarlo con palabras hace menguar la experiencia. No creo
que alguien que pueda escuchar o leer esto llegue a comprender a plenitud lo
que sentí, a apreciarlo en toda su magnitud. La euforia se perpetúa hasta la
eternidad. Y yo soy parte de esa eternidad.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 296
Varios meses después, en el estudio de respuestas a las
dosis, Elena tuvo la oportunidad de volver a experimentar ese estado con una
dosis elevada en doble ciego. Esta vez se mostró mucho más tranquila antes de
empezar.
Cuando habían pasado veinte minutos, se dispuso a narrar:
Empezó con gran rapidez e intensidad y sentí en la cabeza
una presión increíble que me empujaba hacia atrás. Ascendí al dominio en el que
la energía vital en su estado puro comienza a tomar forma. Cuando todo empezó a
desacelerarse pude ver el proceso de disociación de la conciencia. La
desaceleración da lugar a la forma y al conocimiento, que no existían antes. No
es algo inconsciente pero tampoco consciente. Es real, con su propia
naturaleza, no fragmentario. ¡Es sorprendente lo lento que resulta todo en
nuestro mundo!
Al salir, la desaceleración lleva a la periferia, hacia
sus márgenes, a la forma. Lo que existe es el flujo infinito y espontáneo de la
creación, luego ese inmenso proceso comienza una vez más. Mi fragmento de
energía entra y sale, como cualquier otro. No es posible morir ni desaparecer.
Tampoco añadir ni sustraer. Hay un flujo continuo de inmortalidad. El concepto
del “yo soy” va y viene infinitamente. Eso lo doy por seguro.
Ante mí se exponían muchísimas paradojas. No me sentía
extraviada pero no había sentido de orientación. No sabía dónde estaba ni quién
era, mas no era necesario saberlo. No tenía que cuestionarme qué hacer a
continuación. No había vacíos, todos los espacios estaban llenos.
Aunque Elena describió la esencia de su encuentro como
“amoral”, su alegría y asombro indican que lo que halló estaba lejos de ser
frío o desprovisto de vitalidad. En lugar de ello, encontró “amor” y se sintió
tan feliz que valoró la posibilidad de “no regresar”. Comprendió el ciclo de la
muerte y el renacimiento con la consecuente certidumbre de la inmortalidad.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 300
La DMT reproduce muchos de los rasgos de una experiencia de
iluminación, como lo intemporal, lo indescriptible, la coexistencia de los
opuestos, así como el contacto y la fusión con una presencia suprema, sabia y
amorosa que, a veces, se experimenta como una luz inmaculada. Se revela la
certeza de que la conciencia pervive tras la muerte física y las personas traen
consigo el conocimiento de primera mano de los “hechos” primordiales de la
creación y la conciencia.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 307
Algunas de las sesiones más escalofriantes con DMT
involucraron hechos reales de vida o muerte relacionados con la elevación o la
caída de la presión arterial a niveles peligrosos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 321
A fin de cuentas, lo cierto es que la molécula del espíritu
no siempre nos guía hacia el amor y la luz. También puede abrirnos los ojos a
realidades aterradoras y marcarnos con esas experiencias por largo tiempo, como
mismo sucede con las experiencias beatíficas. La DMT puede ser una droga
peligrosa. Por ese motivo, tenemos que pensarlo muy bien antes de decidir
consumirla o administrarla a otras personas.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 329
Un día, Aaron recibió el placebo durante el estudio del
pindolol y tuvo la oportunidad de reflexionar sobre los efectos de la DMT en su
vida:
“Los efectos a largo plazo son muy interesantes. Me dejan en
un estado diferente. No es exactamente un estado alterado, sino más abierto a
la sincronía, la magia y las oportunidades inesperadas”.
En el seguimiento sobre los efectos a largo plazo, Aaron
dijo: “La DMT sacudió algunas cosas hasta aflojarlas; fue demoledora. Consi
dero que ahora tengo más control sobre mi situación gracias a que me dejo
llevar. Es una paradoja. He descubierto que la experiencia con la DMT
intensificó mi capacidad verbal, visual y musical. En sentido general, me
mostró otro nivel o proceso que necesitaba ver. Nada de lo que pensé o sentí
marcó una diferencia en lo que se refiere a controlar las sesiones. Aprendí a
reconocer las ventajas de perder el control”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 335
Gabe, el médico que tuvo la experiencia de estar en una
especie de guardería y tener contactos con seres, describió algunas
repercusiones positivas sobre sus encuentros con la molécula del espíritu. Esa
conversación tuvo lugar la mañana en que recibió cuatro inyecciones de solución
salina en el estudio de tolerancia. Dijo: “He sentido cierta paz después de
participar en el estudio. Es un terreno totalmente distinto al de otras drogas
psicodélicas con dosis elevadas. Puedo acceder a cosas profundas en la psiquis.
Está ahí, como la pantalla de una película. Con el LSD no es tan así. Durante
dos o tres semanas después del estudio de tolerancia, estuve ayudando muchísimo
más a las personas con las que trabajo”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 337
Lucas, cuya experiencia cercana a la muerte en la vida real
estuvo a punto de terminar con un colapso circulatorio, sintió sin embargo que
sacó algo positivo de la sesión. “Ya no veo el mundo de la misma manera después
de la DMT”, dijo. “Tengo una mente más abierta y estoy más relajado. La
experiencia volvió a confirmar mi camino y en lo que estoy comprometido. En
cuanto a mis creencias y perspectivas espirituales, todo se reafirmó”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 339
Elena, cuya experiencia mística se describe en el capítulo
16, me envió una carta un año después de finalizar el estudio de respuestas a
las dosis: “La mayoría de mis experiencias se disipan con el tiempo. Pero no
las de la DMT. Las imágenes y sufrimientos durante mis sesiones se han hecho
más claros y definidos. Recuerdo ser capaz de encarar el fuego eterno de la
creación sin quemarme, soportar el peso del universo entero sin ser aplastada.
Esto le aporta cierta perspectiva a mi vida mundana y puedo relajarme y
aceptarla con mayor facilidad. Mi exterior no ha cambiado mucho. Por dentro,
tengo el consuelo de saber que mi alma es eterna y mi conciencia, infinita”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 340
¿Por qué nuestros voluntarios no obtuvieron beneficios más
evidentes? Durante las sesiones, no nos dedicamos a ayudar a las personas con
problemas. No eran estudios de tratamiento. Los voluntarios eran personas
relativamente bien adaptadas. Tampoco teníamos la intención de tratar a los
participantes en nuestra investigación. Nos proponíamos, y en la mayor parte lo
hicimos, sentarnos junto a ellos y apoyarlos en vez de dirigirlos o guiarlos en
una dirección en particular. Cuando aplicamos técnicas o principios
psicoterapéuticos, fue por necesidad o por precaución clínica. Evitamos
escrupulosamente trabajar a nivel psicológico con la mayoría de nuestros
voluntarios. De hecho, una de mis preguntas más apremiantes era si un entorno
neutral llevaría a respuestas positivas en aquellos que tuvieran experiencias
intensas con la DMT. Otra respuesta se hizo más clara en la medida en que el
estudio progresaba. Era la profunda e innegable comprensión de que la DMT no
era inherentemente terapéutica. En lugar de ello, tuvimos que volver a
reconocer la importancia crucial del marco y el entorno. Lo que los voluntarios
aportaron a sus sesiones y todo el contexto de sus vidas era tan o más
importante que la propia droga para determinar cómo afrontaban sus propias
experiencias. Sin una infraestructura adecuada (espiritual, psicoterapéutica o
de otro tipo) en la que pudieran procesar sus viajes con la DMT, sus sesiones
se convertían simplemente en una serie más de intensos encuentros psicodélicos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 342
En consecuencia, concluí con las observaciones siguientes:
“Creo que el budismo y la comunidad de usuarios de sustancias psicodélicas
podrían beneficiarse de un intercambio franco y abierto de ideas, prácticas y
principios éticos. Los usuarios de drogas psicodélicas pueden aprender mucho de
la forma ética y disciplinada de estructurar la vida, las experiencias y las
relaciones que se ha desarrollado gracias a miles de años de tradición comunal
budista. Esta tradición bien establecida podría aportar significado y
coherencia a las experiencias psicodélicas aisladas, inconexas y poco
integradas. La sabiduría de la experiencia psicodélica, si no está acompañada
por la compasión y el amor necesarios, cultivados en la práctica diaria, podría
desperdiciarse por un exceso de narcisismo y autocomplacencia. Aunque estos
problemas también pueden darse en el marco de una tradición budista de
meditación, hay menos probabilidades de que ocurran debido a los mecanismos de
compensación que existen dentro una comunidad dinámica de practicantes. “Por
otra parte, las personas dedicadas a la práctica del budismo que no han logrado
obtener grandes resultados en su meditación, pero que sí han avanzado mucho en
cuanto a su desarrollo moral e intelectual, podrían beneficiarse de una sesión
psicodélica cuidadosamente coordinada, preparada, supervisada y observada, para
acelerar su práctica. En todo caso, lo que hacen las drogas psicodélicas es
ofrecer una perspectiva. En el caso de personas que ya tengan esa inclinación,
tal perspectiva podría inspirarles a dedicarse a la ardua y larga tarea que se
requiere para convertirla en una realidad viva”.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 380
Resulta casi inconcebible que una sustancia química tan
sencilla como la DMT fuera capaz de proporcionarnos acceso a un conjunto de
experiencias tan increíblemente variado, desde las menos dramáticas hasta las
más inimaginablemente trascendentales. Desde profundas perspectivas
psicológicas hasta encuentros con extraterrestres. Del terror absoluto a una
dicha casi imposible de soportar. Desde estar al borde de la muerte hasta el
renacer y la iluminación. Y todo esto con una sustancia química de procedencia
natural relacionada con la serotonina, un neurotransmisor del cerebro que tiene
un amplio uso y es esencial. Es igualmente fascinante preguntarse por qué la
Naturaleza, o Dios, crearon la DMT. ¿Cuál era la ventaja biológica o evolutiva
de hacer que diversas plantas y nuestro propio organismo sintetizaran la
molécula del espíritu? Si la DMT realmente se libera en momentos
particularmente estresantes de la vida, ¿es por coincidencia, o es por una
razón específica? De ser así, ¿cuál sería el propósito?
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 383
La molécula del espíritu no es por sí misma beneficiosa ni
perjudicial. Lo que sucede es que el marco y el entorno establecen el contexto
y la calidad de las experiencias a las que nos conduce la DMT. En última
instancia, quiénes somos y lo que aportamos a las sesiones y a nuestras vidas
significa más que la propia experiencia de la droga.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 406
Creo que la mejor manera de utilizar las drogas psicodélicas
en la investigación consiste en buscar tratamientos a trastornos que aquejan
particularmente a las personas y en potenciar las características específicas
que nos hacen humanos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 416
El efecto de la dosis baja fue leve, y Saul volvió al día
siguiente para su sesión con la dosis de 0,4 mg/kg.
Le gustaba escribir y, aunque mis notas son bastante
completas, una carta que me envió posteriormente presenta una descripción mucho
mejor de su experiencia de ese día:
Los espacios vacíos del salón empezaron producir
destellos. Aparecieron grandes prismas cristalinos, un gran espectáculo de
luces que salían despedidas en todas las direcciones. Mi campo visual quedó
cubierto por patrones geométricos complicados y bellos. Me sentí el cuerpo frío
y ligero. ¿Me iba a desmayar? Cerré los ojos, suspiré y pensé: “¡Dios mío!”
No oí absolutamente nada, pero tenía la cabeza llena de
un ruido como la vibración que queda después de hacer sonar una gran campana.
No sabía si estaba respirando. Confié en que todo saldría bien y dejé ir ese
pensamiento antes de ser presa del pánico.
El éxtasis era tan grande que mi cuerpo no podía
contenerlo. Casi por necesidad, sentí que mi conciencia se apresuraba a dejar
atrás su contenedor, el cuerpo físico.
Los seres salieron, o más bien, surgieron, de la colosal
e impetuosa cascada de colores llameantes que se expandían en mi campo visual,
del estrepitoso silencio y del inefable júbilo. Con actitud de bienvenida y
curiosidad, decían casi cantando: “¿Ahora lo ves?” Sentí que su pregunta
llenaba casi todos los rincones posibles de mi conciencia: “¿Ahora lo ves?
¿Ahora lo ves?” Eran voces cantarinas que ejercían una enorme presión en mi
mente.
No había necesidad de responder. Era como si alguien
hubiera preguntado, en una abrasadora tarde sin nubes en pleno verano en el
desierto de Nuevo México: “¿Está resplandeciente? ¿Está resplandeciente?” La
pregunta y la respuesta eran idénticas. Lo que se añadió a mi respuesta de
“¡sí!” fue una contrarrespuesta más profunda de “¡por supuesto!” Por último,
una intensa exclamación: “¡Al fin!”
Miré fijamente con mi ojo interior y nos examinamos
mutuamente. Cuando los seres volvieron a desaparecer en el torrente de colores,
que ahora comenzaba a difuminarse, podía oír algunos sonidos en el salón. Sabía
que se me estaban pasando los efectos. Sentí mi respiración, mi rostro, mis
dedos y tuve una leve conciencia de una oscuridad que me invadía por todas
partes. ¿Lo que veía eran llamas, humo, polvo, soldados en batalla, enorme
sufrimiento? Abrí los ojos.
Rick Strassman
DMT. La molécula del espíritu, página 425-426
No hay comentarios:
Publicar un comentario