“A aquel que goza de este talento, le aconsejo que lo utilice para el honor de Dios y la utilidad del prójimo, para que no aparezca como ingrato a los ojos de Dios que le ha confiado este don precioso, y no se vea condenado en el último día.”

Ireneo Filaleteo
La entrada abierta al palacio cerrado del rey

“Aquel que ha realizado este Arte, primero, si viviera mil años y alimentara cotidianamente a un millón de hombres no le faltaría nunca nada… segundo, podría confeccionar piedras preciosas y gemas… tercero, posee una medicina universal tanto para la prolongación de la vida como para curar todas las enfermedades.”

Ireneo Filaleteo
La entrada abierta al palacio cerrado del rey


"El que llegue a conocer el Régimen, será honrado por los príncipes y por los grandes de la tierra.
No os ocultamos nada, salvo el Régimen. Así, pues, para no atraer sobre nuestra cabeza la maldición de los filósolos, revelando lo que ellos creyeron que habían de dejar en la sombra, nos limitaremos a advertir que el Régimen de la Piedra, es decir, su cocción, contiene otros varios, o, dicho de otro modo, varias repeticiones de una misma manera de operar. Reflexionad, apelad a la analogía y, sobre todo, no os apartéis jamás de la sencillez natural. Pensad que tenéis que comer todos los días, a fin de conservar vuestra vitalidad. que el descanso os es indispensable porque favorece, de una parte, la digestión y la asimilación del alimento, y, de otra, la renovación de las células gastadas por el trabajo cotidiano. ¿Y acaso no debéis expulsar también, con gran frecuencia, ciertos productos heterogéneos, desperdicios o residuos no asimilables? De la misma manera, vuestra piedra necesita alimento para aumentar su fuerza, y este alimento debe ser graduado, es decir, cambiado en cierto momento. Ante todo dadle leche; el régimen a base de carne, más sustancioso, vendrá después. Y no olvidéis separar los excrementos cada digestión, pues vuestra piedra podría infectarse... Seguid pues, el orden de la Naturaleza y obedecedla con la mayor fidelidad que os sea posible. Y comprenderéis de qué manera conviene efectuar la cocción cuando hayáis adquirido un conocimiento perfecto del Régimen. Así captaréis mejor el apóstrofe que Tollius (15) dirige a los alquimistas esclavos de la letra: «Id, marchaos, vosotros que buscáis con extremada aplicación vuestros diversos colores en las redomas de vidrio. Vosotros, que fatigáis mis oídos con vuestro cuervo negro, estáis tan locos como aquel hombre de la antigüedad que tenía la costumbre de aplaudir en el teatro, aunque estuviera solo en él, porque siempre se imaginaba tener ante los ojos algún nuevo espectáculo. Lo mismo hacéis vosotros, cuando vertiendo lágrimas de gozo, os imagináis que veis en vuestras redomas la blanca paloma, el águila amarilla y el faisán rojo. Id, os digo, y alejaos de mí, si buscáis la piedra filosofal en una cosa fija; pues ésta no penetrará los cuerpos metálicos más de lo que podría penetrar el cuerpo humano las más sólidad murallas... sólidas murallas... »Esto es lo que tenía que deciros acerca de los colores, a fin de que en el porvenir dejéis de hacer trabajos inútiles; a lo cual añadiré unas palabras con referencia al olor. »La Tierra es negra, el agua es blanca; el aire se vuelve más amarillento cuando más se acerca al Sol; el éter es completamente rojo. También la muerte, según se dice, es negra; la vida está llena de luz; cuanto más pura es la luz, más se aproxima a la naturaleza angélica, y los ángeles son puros espíritus de fuego. Ahora bien, ¿acaso el olor de muerto o de un cadáver no es fastidioso y desagradable al olfato? De la misma manera, el olor hediondo denota, a los filósofos, la fijación; por el contrario, el olor agradable indica volatilidad, porque se acerca a la vida y al calor."

Ireneo Filaleteo
Tomada del libro El misterio de las catedrales de Fulcanelli, página 100


"Este es el carácter mágico emblemático que Talía me entregó en la invisible Guayana. Su primera parte, o su parte superior, representa las Montañas de la Luna. Comúnmente, los filósofos las llamaban las Montañas de India, en cuyos topes crece su secreta y famosa Lunaria. Esta es una hierba fácil de encontrar, pero [debido al hecho] de que los hombres están ciegos, esta hierba se descubre a sí misma y resplandece, como una perla, después de la noche. La tierra de estas montañas es muy roja y suave más allá de toda expresión. Está llena de rocas cristalinas, que los filósofos llaman su vidrio y su piedra: (dicen) que aves y peces la traen. Hali el Árabe, un autor muy excelente y juicioso, habla sobre estas montañas: “Ve, hijo mío, a las Montañas de India; y a sus canteras o cavernas, y toma de allí nuestras piedras preciosas que se disuelven o se funden en el agua cuando son mezcladas. Ciertamente, se puede hablar mucho en relación a estas montañas, si fuera legal publicar sus misterios, pero no debo dejar de decirte algo. Estos lugares son muy peligrosos después de la noche, porque están frecuentados por fuegos y otras extrañas apariciones, ocasionadas (según me dijeron los Magos) por algunos espíritus que rocían lascivamente el esperma del mundo e imprimen sus imaginaciones en ella, produciendo, en muchas ocasiones, fantásticas y monstruosas generaciones. El acceso y peregrinaje a este lugar, con las dificultades que lo asisten, es fiel y magistralmente descrito por los Hermanos de la R. C.
Carta de los Hermanos de la R. C. acerca de la montaña mágica invisible y de los tesoros que contiene.

Naturalmente, todos los hombres desean una superioridad, poseer tesoros de oro y plata [el intelecto y el alma] y parecer grandes a los ojos del mundo. De hecho, Dios creó todas las cosas para que el hombre las usara, para que las controlara y para que reconociera en ellas Su singular bondad y omnipotencia, le estuviera agradecido por Sus beneficios, Lo honrara y Lo alabara. Sin embargo, nadie se ocupa de estas cosas, salvo para pasar los días sin hacer nada: disfrutan de ellas sin hacer esfuerzos previos ni correr riesgos: tampoco las buscan fuera del lugar en el que Dios las ha atesorado, aunque Él también espera que el hombre las busque allí, y a quien las busque Él se las dará, pero ninguno se esfuerza por un bien que se encuentra en aquel lugar y, por lo tanto, nadie encuentra aquellas riquezas, porque la manera de llegar hasta allí y el lugar en sí han permanecido desconocidos durante mucho tiempo y están ocultos para la mayor parte del mundo. No obstante, por difícil y farragoso que resulte encontrar la manera de llegar y el lugar en SÍ, habría que buscarlos.

Sin embargo, no es la voluntad de Dios ocultar nada a los Suyos y, por consiguiente, en esta última era antes del juicio final, todas estas cosas se manifestarán a quienes las merezcan: como Él mismo ha dicho (aunque de manera confusa, para no revelarla a los indignos) en un lugar determinado: no hay nada encubierto que no se vaya a revelar ni nada oculto que no se vaya a conocer. Por consiguiente, nosotros, impulsados por el Espíritu de Dios, anunciamos al mundo la voluntad de Dios, como también lo hemos hecho y publicado en varias lenguas Sin embargo, la mayoría de las personas injurian o condenan nuestro Manifiesto (el Fama y el Confessio Fraternitatis) o, si no, renunciando al Espíritu de Dios esperan que nosotros les presentemos las propuestas que contiene, suponiendo que de inmediato les vamos a enseñar a fabricar oro con arte o a suministrarles abundantes tesoros, con los cuales puedan vivir pomposamente a la vista del mundo, caminar con arrogancia y entablar guerras, volverse usureros, glotones y borrachos, vivir impúdicamente y mancillar toda su vida con varios pecados más, todo lo cual es contrario a la bendita voluntad de Dios Estos hombres deberían haber aprendido de aquellas diez vírgenes (cinco de las cuales, que eran tontas, pidieron a las cinco prudentes aceite para sus lámparas) que las cosas no son así.

Conviene que cada uno se esfuerce por conseguir este tesoro con la ayuda de Dios y mediante su propia búsqueda y diligencia. Sin embargo, conocemos las retorcidas intenciones de estos hombres a través de sus propios escritos, por la singular gracia y revelación de Dios Nos tapamos las orejas y nos envolvemos —por así decirlo— en nubes para no oír los bramidos ni los alaridos de los que en vano piden oro a gritos y por eso resulta que lanzan contra nosotros infinitas calumnias e injurias que no nos ofenden, porque Dios, llegado el momento, los juzgará por ellas Pero cuando hemos sabido bien (aunque vosotros no lo supierais) y hemos visto también por vuestros escritos con qué diligencia y detenimiento leéis las Sagradas Escrituras y buscáis el verdadero conocimiento de Dios, también hemos pensado que, por encima de muchos miles, sois dignos de recibir alguna respuesta y os queremos decir lo siguiente, por la voluntad de Dios y con la advertencia del Espíritu Santo.

Existe una montaña, en el medio de la tierra o en el centro del mundo, que es a la vez pequeña y grande. Es blanda y también inconmensurablemente dura y pétrea. Queda lejos y al alcance de la mano, pero, por la providencia de Dios es invisible. En ella se esconden los tesoros más abundantes que el mundo no puede valorar. Esta montaña —por envidia del demonio, que siempre se ha opuesto a la gloria de Dios y la felicidad del hombre— está rodeada de bestias muy crueles y otras [sic] aves voraces, que hacen que el camino hasta allí resulte a la vez difícil y peligroso y por eso hasta ahora, porque todavía no ha llegado el momento, el camino hasta allí no se podía buscar ni encontrar. Sin embargo, ahora por fin pueden encontrar el camino los que son dignos y, no obstante, cada uno por su propio esfuerzo y empeño.

A esta montaña iréis una noche determinada (cuando llegue el momento), la más larga y la más oscura, y os habéis de preparar mediante la oración. Insistid en el camino que conduce a la montaña, pero no preguntéis a nadie dónde está el camino: limitaos a seguir a vuestro Guía, que se os ofrecerá y se encontrará con vosotros en el camino, aunque no lo conoceréis Este Guía os conducirá a la montaña a medianoche, cuando todo esté en silencio y a oscuras Es necesario que vayáis armados de valor heroico y firme, para que no tengáis miedo de lo que ocurra y eso no os haga retroceder. No necesitáis espadas ni ninguna otra arma física, sino solo invocar a Dios con sinceridad y de corazón.

Cuando hayáis descubierto la montaña, el primer milagro que veréis es el siguiente: un viento de lo más intenso y fuerte, que sacudirá la montaña y hará añicos las rocas. También tropezaréis con leones y dragones y otras fieras espantosas, pero no debéis temer a ninguna de estas cosas Manteneos firmes, prestad atención y no retrocedáis, porque el Guía que os ha conducido hasta allí no permitirá que os ocurra ningún mal. En cuanto al tesoro, todavía no ha sido descubierto, pero está muy cerca. Después de este viento, vendrá un terremoto que derribará todo lo que el viento ha dejado y lo arrasará todo. Aseguraos de no caer.

Una vez pasado el terremoto, vendrá un incendio que consumirá la basura terrenal y dejará al descubierto el tesoro, aunque todavía no podréis verlo. Después de todas estas cosas y cerca del amanecer, habrá una gran calma y veréis salir la estrella matutina y empezará a despuntar el día y percibiréis un gran tesoro. Lo principal de él y lo más perfecto es cierto tinte exaltado con el cual el mundo (si pluguiese a Dios y el mundo fuese digno de semejantes dones) se teñiría y se convertiría en el oro más puro.

Una vez utilizado este tinte —vuestro Guía os enseñará la manera de hacerlo—, os rejuvenecerá cuando seáis viejos y no percibiréis enfermedad alguna en ninguna parte de vuestro cuerpo. Además, gracias a esta tintura, encontraréis perlas de una excelencia inimaginable. Sin embargo, no os apropiéis de nada para vosotros mismos por vuestro poder actual, sino que habéis de conformaros con lo que os transmita vuestro Guía. Alabad constantemente a Dios por lo que os ha dado y poned mucho cuidado en no usarlo por orgullo mundano, sino en obras contrarias al mundo. Usadlo correctamente y disfrutad de él como si no lo tuvierais. Llevad una vida moderada y no cometáis ningún pecado, para que vuestro Guía no os abandone: así no os veréis privados de esta felicidad. Podéis estar seguros de que es verdad que quienquiera que abuse de esta tintura y no viva de forma ejemplar, pura y piadosa delante de los hombres perderá este beneficio y pocas esperanzas tendrá de recuperado jamás.

Eirenaeus Philalethes también conocido como Eirenaeus Filaleteo, Ireneo Filaleteo o Philaletha Irenaeus
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 704-705
En la página 24 de Lumen de Lumine , descripción de  la Montaña Mágica



La Médula de la Alquimia

"Del Arte Dorado, tan estimado por muchos, 
hemos probado, y enseñado por ejemplos, 
que no era fábula como muchos estimaban, 
sino real; ahora nuestra musa al fin es llevada 
al orden para desvelar su debida práctica, 
por la que pueden conseguirse plata y oro. 
Y como fundamento de lo que pretendemos, 
considera bien, y calibra con buen juicio, 
la razón de nuestro trabajo, o de otro modo 
gastarás tu costo en vano, y tu obra no sufragará 
las inútiles cargas que pueda consumir, 
no cosechando de ellas sino hedor y humo. 
La Piedra que buscas, dijimos y todavía afirmamos, 
es solo oro llevado a una perfección tan alta como es 
posible, el cual, aunque es un cuerpo 
firme y compacto, sin embargo, por la dirección del arte, 
y la operación de la naturaleza, se convierte 
en un espíritu tiñiente que nunca se desvanece. 
Esta piedra no puede ser perfeccionada sólo 
por el ingenio de la naturaleza. Por qué? 
Es seguro que el oro no tiene intención de allegarse tan lejos, 
sino que permanecerá siempre en su constancia, 
Aquél que quiera conseguir esta esencia, debe hacer, 
por el arte, que el oro se convierta en polvo. 
Y que después sea ablandado en agua mineral, 
circulada luego con un fuego debido, 
hasta que la humedad sea agotada por la sequedad, 
y sea después fijado según el deseo de su corazón. 

Embebe éste entonces a menudo, y vuelve a congelar, 
y sella al niño en el útero de su madre. 
Alimenta éste hasta que llegue a la fortaleza, 
capaz de superar a todos los tenaces opositores, 
el cual, fermentado, debe sufrir la sentencia 
de la negrura repetida, que se desarrollará 
mientras que las naturalezas se pudren y mueren, 
las cuales estáte entonces seguro revivificar. 
Sublima, exalta, y después a la tierra 
hazla volver, permitiendo que permanezca en el calor 
hasta que el llanto sea cambiado en regocijo. 
Sitúa entonces al Rey sobre su asiento real, 
que brillando como la llama centelleante 
es esa piedra oculta a la que llamamos nustro Azufre. 
Multiplica ésta hasta que llegues 
al elixir que lo llamamos de los Espíritus, 
que como el juez el día de la sentencia, 
juzga al fuego toda la terrestreidad, 
que se adhiere, en los metales imperfectos, 
a la sustancia perfecta que ahí hay. 
Pero así es nuestro sujeto. Debemos pues encontrar 
un agente que pueda abrir este sujeto, 
el cual, si sabes buscarlo en su propio género, 
no necesitarás emplear mucho capital 
para prepararlo, pues es de materia vil, 
y su asqueroso exterior ensucia mucho. 
  
De éste hablan pocos autores, y los que lo hacen 
obscurecen esta clave, pues mucho en ellos miente. 
Pero yo, amable lector, mostraré tal candor 
que nunca ningún hombre lo concibió mayor. 
Atiende pues primero a este misterio, 
que reside en nuestro agente ígneo. 
Créeme, ésta no es una obra a ser conseguida 
por uno cuya ingenuidad está embotada, ni tampoco 
por aquél que desdeña laborar; 
pues la ociosidad es un impedimento para este arte. 
Pero si tienes una maña dócil, y eres 
industrioso, escúchame entonces. 
La sustancia que tomamos primero 
es un mineral, familiar al mercurio, 
que cuece en la tierra un azufre crudo; 
vil a la vista, pero glorioso interiormente, 
el hijo de Saturno, Qué más necesitas? 

Concíbelo correctamente, pues ésta es nuestra primera puerta. 
Es de color de sable, con venas plateadas 
que aparecen entremezcladas en el cuerpo, 
cuyo matiz centelleante lo mancilla el azufre connato. 
Es del todo volátil y nada fijo, 
pero tomando en su crudeza nativa 
purga toda superfluidad del sol. 
Es venenoso en su naturaleza, y sin embargo 
abusado por muchos de un modo medicinal. 
Si se sueltan sus elementos por el arte, 
el interior es resplandeciente como el día, 
el cual fluye entonces en el fuego como metal, 
del que ningún metalino resulta más quebradizo. 
Este es nuestro dragón del cual el dios de la guerra 
asaltó con armadura del más fuerte acero; 
pero todo en vano, pues una estrella no vista antes 
mostró que Cadmo, cuando sintió esta fuerza, 
no pudo soportar tan gran poder, 
y dividió su alma de su cuerpo. 
Oh, fuerza poderosa!. Los sabios contemplaron esto, 
y viéndolo se asombraron, llamaron a éste 
su León Verde, al que conjuraron con hechizos, 
confiando domar con el tiempo su furia. 
Le dejaron depredar a los asociados de Cadmo, 
y encontraron por su poder que alcanzó el día. 
La riña concluyó. Mirad, una estrella de la mañana 
se vió aparecer de la tierra; 
separadas las carcasas, no fueron lejos, 
pero se le apareció un manantial fluyente. 
Le dieron a beber a la bestia de este mismo manantial, 
y vieron entonces algo que consideraron sumamente extraño. 
  
Pues cuando esta bestia se acercó al manantial, 
como asustadas, las aguas se retiraron; 
la ayuda de Vulcano no valió de nada. 
Entonces aparecieron las Palomas de Diana en aderezo brillante. 
El aire fue calmado con sus alas puras y plateadas, 
en las que el dragón abrazado perdió su picadura. 
Entonces el agua volvió con nubes, 
y se engulló a la bestia, a la que bebió 
hasta que su cuerpo estalló; su piel se volvió 
como carbón, y pronto la fuente hedió 
con el olor impuro que dió nuestro dragón; 
él murió; el agua probó ser una tumba para él. 
Con la ayuda de Vulcano este dragón revivió, 
y del cielo recibió un alma. 
Ambos reconciliados están, para lo que te esforzaste, 
y sus almas unidas abandonan sus cuerpos; 
éste es el verdadero baño de la ninfa, nuestro león verde, 
cuyo semejante nunca antes fue visto. 
Pero para no mantenerte por más tiempo en suspenso, 
te mostraré llanamente esta alegorías, 
desatando los nudos cuyo obscuro sentido 
puede aperplejar al lector; sabe ahora pues, 
que nuestro hijo de Saturno debe ser unido 
a una forma y mercurio metalinos. 

Por qué?. Es el azogue, y sólo él, 
nuestro agente que requiere nuestra obra. 
Pero el azogue común no sirve para nuestra piedra. 
Está muerto, y sin embargo desea 
ser aguzado por la sal de la naturaleza, 
y el azufre verdadero, pues es su único conyuge. 
Se encuentra que la sal del retoño de Saturno 
es pura, y puede penetrar hasta el centro 
de los metales; esta sal abunda en cualidades 
que la hacen adecuada para entrar 
en el cuerpo del sol, dividiendo sus elementos, 
y permaneciendo con él después de que es disuelto. 
Busca este azufre en la Casa de Aries; 
éste es el fuego mágico de los sabios 
para calentar el baño del rey, que prepararás 
en una semana. Este fuego permanece estrechamente cerrado. 
Abrelo, lo que puedes hacer en una hora, 
y lávalo después con una lluvia plateada. 
  
Es extraño ver un metal recio y fijo 
que sabe soportar el golpe atronador de Vulcano, 
y que no se ablandará en el fuego, si se mezclará 
en flujo con metal alguno, que sin embargo 
sea hecho retrogradar por nuestro nuevo arte, 
tanto poder ha tenido este punzante mineral. 
Esta obra de la realeza la sella el Todopoderoso, 
para enseñarle al prudente que aquí nace el niño real, 
al que los justos buscan diligentemente, 
y al que son acertados por la estrella; 
sin embargo los necios buscan nuestro secretos en cosas 
sórdidas, sin su género, lo que les lleva a la ruina. 
Esta sustancia es estelada, y está 
totalmente inclinada a huir del fuego; 
es del todo espiritual, la razón de lo cual, 
si la demandas, (para satisfacer tu mente), 
toma esto: el alma de uno al otro es un imán; 
a esto lo llamamos el beso del viejo Saturno. 
Este es nuestro acero, nuestro hermafrodita; 
ésta es nuestra luna, llamada así por su brillantez; 
éste es nuestro oro inmaduro, pues a la vista 
es un cuerpo quebradizo, domado por Vulcano, 
cuya alma, si puedes mezclarla con mercurio, 
ningún secreto puede permanecer escondido de tí. 
  
No necesito la cita de ningún autor, pues he visto 
y llevado a cabo este misterio con mis manos; 
con la naturaleza he estado a menudo en concilio, 
he vuelto suave el cuerpo más sólido 
y un cuerpo grosero lo he convertido 
en una tierra fija tiñiente, que no se desvanece. 
Pero lo digo esto yo sólo?. No, muchos más 
declaran lo mismo, y sus nudos yo desato yo aquí; 
Artefio lo nombra, pero no llega 
a descubrir otro secreto; Por qué? 
Es, dice él, a ser buscado por Dios, 
a no ser que sea enseñado por un sabio maestro. 
  
Este es un acertijo que ha apreplejado mucho 
a los estudiantes de este arte; pues los autores dicen 
que nuestra piedra es vil, y a continuación preciosa. 
Vileza que es arrojada en el camino abierto 
en los muladares, sí, se encuentra en lugares asquerosos, 
y que debemos tomar por el verdadero fundamento de 
nuestro arte. 
Nadie puede vivir sin ella, y es aplicada 
para usos prohibídos, todas las cuales denotan 
únicamente a Marte, al que coresponde todo esto. 
En los barcos flota sobre el océano, 
y no podemos comerciar sin él; 
sin él no vemos ni barco ni casa alguna. 
Como él aramos nuestra tierra, cosechamos nuestro grano, 
cortamos nuestra carne y nuestros vestidos, con él hervimos. 
Su uso es tan grande que no amontonaré ejemplos; 
a menudo yace condenado sobre el suelo. 
Por él se calzan los caballos, viejos clavos remachados 
cuyo encuentro apenas merece la pena, Qué puede ser 
ser más vil,digo yo?

La Casa de Marte, el fornido Aries es conocido, 
en el que todos los artistas te encargan comenzar 
tu obra, Qué puede ser más llano? No puede haber nadie 
tan botarate que no conceda que hay en 
estas palabras un significado oculto en la letra, 
significado que nunca fue explicado mejor. 
Belus en la Turba ordena juntar 
al luchador con aquél que no se aviene a luchar. 
El Dios de la guerra es Marte; asígnale a él 
en unión a Saturno, el cual se deleita 
en la paz, cuyo reino no necesito relatar, 
tan conocido es por todos (se apellida Dorado). 
  
Observa la segunda figura que está situada 
en el verdadero Rosario de los Filósofos. 
El Rey y la Reina con túnicas agraciadas de modo 
sumamente real. 
sosteniendo entre ellos nuestra verdadera lunaria, 
que tienen ocho flores, pero sin raíz; 
entre ellos un pájaro, y bajo los pies 
el Sol y la Luna. El Rey sostiene una flor, 
la Reina la otra, y una tercera (en el pico) 
la sostiene el pájaro; el pájaro lleva una estrella 
sobre su cola, que habla de nuestros secretos. 
El pájaro alado denota al mercurio, 
unido con la tierra estrellada hasta que ambos vuelan. 
Los viejos sabios mas bien instruyeron al ojo 
por figuras, que al oído por palabras llanas; 
algunas son tan llanas que cualquier tonto puede colegir 
el significado en ellas encubierto, tan claro está. 
Esto, yo , un hijo del arte, lo he dicho, para ayudar, 
completamente, en otra parte, y tan llanamente como un sol. 

A ella remito al lector estudioso, 
y proseguiré en mí pretendido curso 
de enseñar nuestro agua, que tan pocos atinan, 
por la que extraer la semilla del sol tan sagrada. 
Aprende este agua con toda tu diligencia, 
pues ella es el fundamento de nuestra quintaesencia. 
Sabes pues que los metales tienen todos una materia, 
la cual no es sino el mercurio. 
Este fundamento dió al principio una entrada 
a la transmutación, y una posibilidad. 
De aquí concluimos que nuestra agua sumamente secreta, 
tiene la misma materia que el mercurio vulgar. 
Y si el mercurio crudo puede convertirse en oro, 
y todos los cinco metales imperfectos, que 
por razón de su crudeza se queman en el fuego, 
esto ocurre, como enseñan todos los sabios, 
porque todos participan de mercurio, 
y son transmutables por su propia cuenta. 
Y si nuestro mercurio al que llamamos 
nuestra agua viva, no es sino oro inmaduro, 
entonces cualquier cosa que sea convertida en oro, 
por el arte, debe tener tal naturaleza 
que pueda ser convertida por el arte en nuestro azogue, 
para cuya confección se las ingenia el arte. 
  
Así pues, si el plomo, o el estaño, o el cobre fueran 
resueltos en un mercurio real, 
el arte podría hacer que aparecieran esas aguas, 
tan cambiada es su forma, que realmente 
cuaquiera, o cada una de todas las aguas nombradas, 
fueran como nuestro mercurio sófico. 
Pero , Qué necesidad hay de esto cuando la naturaleza 
ha producido un agua sometida a la mano de todo artista, 
en la cual puede ser inducida por la artesanía una forma, 
que puede fácilmente gobernar nuestros secretos? 
Atiende pues qué mercurio requiere 
nuestro más secreto menstruo, pues aseguramos 
que en peso ambos son iguales, también en color, 
ambos igualmente fluídos, ambos metalinos, 
ambos volátiles en el fuego, pero en el nuestro buscamos 
un azufre del que carece el de la mina; 
este azufre purifica la materia 
y la hace ígnea, pero la deja como agua. 

Pues el agua es la matriz que, careciendo de calor, 
es del todo inhábil para la verdadera generación; 
ni será reducido nuestro cuerpo a sudor, 
para emitir su semilla, sino en una estación 
de fuego circulante, comezclado por el arte 
con mercurio( que participa de azufre). 
Este azufre debe ser de fuerza magnética, 
y por tanto de la substancialidad del oro 
(aunque inmadura), sin embargo de un solo orígen 
tanto en cuanto a la materia como en cuanto a la forma; 
una debe ser volátil y fugitiva, 
y la otra fija, desatando la primera a la otra. 
No hay en la tierra sino un solo cuerpo, 
al cual el mercurio está aliado tan de cerca, 
como para prepararlo para nuestra piedra secreta, 
ocultando el cuerpo sólido en su matriz. 
Es, como dije, es el retoño de Saturno, 
conocido de todos los magos, y por mí mostrado. 

Pues todos los metales, aunque algunos puedan ser mezclados 
con el azogue, sin embargo no entran uno en el otro 
más que a la vista, y se van 
uno del otro por el calor, y percibiréis 
que su centro nunca fue penetrado, 
ni encontraréis uno alterado por el otro. 
Si buscáis la razón, tomad esta respuesta: 
que el azufre que reside en los metales 
está sellado(si es perfecto), o participa 
de heces terrenas, y de crudezas 
que aborrece el mercurio, que no se unirá a ellos 
aunque a la vista parezca mezclado. 
Y si separáis primero estas heces 
obtendréis un mercurio fluído, 
y un azufre crudo, el cual endurecía 
la humedad por congelación; 
también encontraréis una sal aluminosa, 
pero todos estos son de género muy remoto al del oro.

Pero nuestro estimadísimo mineral, 
excepto por sus desperdicios crudos, que son todos separables, 
contiene un mercurio puro, el cual 
restaurará la vida a los cuerpos muertos, de modo 
que sean capaces de propagar su propia especie, 
como todas las cosas, generando su semejante. 
Pero no contienen en sí azufre alguno, 
salvo un azufre ardiente por el que es congelado, 
y sin embargo es quebradizo y negro con venas brillantes. 
El azufre no es metalino en modo alguno, y se 
diferencia poco del vulgar, en cuanto al aspecto externo, 
si se separa corrrectamente como muestra el arte. 

Apartadas las heces, aparece un nuez, 
en la forma como un metal (pero que puede ser 
pulverizada a golpes), en la que se encierra 
un alma tierna, que se eleva como humo 
en un fuego pequeño, como el azogue, 
ligeramente congelada, que arrebata así el fuego. 
Esto se lo da la penetración a nuestra agua, 
y hace que su cuerpo entre hasta sus raices, 
reduciéndolos a su verdadera primera materia, 
invirtiendo el todo desde su centro oculto. 
Este requiere que se le una un verdadero azufre, 
que encontramos en la Casa de Aries. 
Solo por este mineral se consigue que Marte, 
por la destreza del artista, y también con la ayuda de Vulcano, 
sea retrogradado a un mineral, 
como ha sido ensayado a menudo por muchos; 
ésta es nuestra verdadera Venus, amada de Marte, 
esposa del cojo vulcano,, pero reprobada por este acto. 
Haz primero , pues, que este mineral abrace a Marte, 
de modo que ambos arrojen sus terrestreidades; 
la sustancia metalina, en poco tiempo, 
brillará como el cielo, y de tu éxito 
encontrarás por cierto como signo esto: 
un sello impreso de tipo estelado. 

Este es el sello real, esta es la marca 
que pone el Todopoderoso sobre sus extraños sujetos. 
Este es el fuego celestial del cual una chispa, 
una vez encendido, causa en los cuerpos tal cambio, 
que la negrura brilla ahora como una gema centelleante, 
y corona a nuestro jóven rey con una diadema. 
Añade Venus a éste en una proporción de vida, 
pues su belleza Marte la admira, y se sabe 
que ella mantiene un gran amor con él, y que está 
pronto inclinada al movimiento, estando aliada al oro, 
y también a Marte, también a Diana brillante, 
conciliando el amor y el verdadero deleite. 
Vulcano crecerá en celos, y extenderá 
su red para capturar a su esposa con Marte en el acto; 
El cojitranco cabrón, dolido de sentir su cabeza 
con cuernos adornada, y confiando en frustrar éste concierto, 
muestra a ambos amantes atrapados dentro de su red, 
en la que ambos son envueltos. 

No parezca esto una fábula. Observa primero 
cómo Cadmo es devorado por nuestra fiera bestia, 
el cual, tras atravesar valientemente, merece 
un nombre de campeón, pues sobrepasada en poder 
esta serpiente, contra un roble, es traspasada 
con una lanza mortal, a la cual todos temían. 
Observa la estrella, que es solar sin duda, 
y esto puede ser aprobado, pues el oro se une 
con el niño de Saturno, purgadas sus heces. 
Todo lo que es perfecto cae al fondo, 
y siendo vertido, tras la fusión, 
muestra, cuando se enfría, una estrella, igual que lo hace Marte. 

Pero Venus da una substancia metalina, 
tan solo despreciable, unida con Marte, 
envueltos como en una red, y es 
bello de contemplar, lo cual misteriosos poetas 
de aguda vista han descripto en guisa oculta, 
y sin embargo más claramente para los sabios. 
Así que cuando el alma de Saturno, y de Marte, 
son mezcladas tan solo por nuestro arte y la ayuda de Vulcano, 
ambas son iguales de vuelo, y sus partes no son divisibles, 
hasta que el alma de Marte es fijada; 
entonces abandona a Saturno, y en los ensayos se encuentra 
un oro perfectísimo, cuya tintura es buena y verdadera. 
Pero esto debe conseguirse con la mediación de Venus, 
o de otro modo no serán separados 
por ninguna maña del hombre; ni los resolverás 
en polvo; no obstante, unidos se reduciran, 
pero solo con la asociación con Venus, 
Diana hace de ellos una separación. 

Algunos usan las palomes de Diana para preparar 
el agua, labor que es tediosa, 
y para atinarla correctamente, un raro artista 
puede errar dos veces de cada una; el otro modo, que es sumamente secreto, 
se lo recomendamos a todos los que intentan ser artistas. 
Que el vapor más sutil que el agua, 
sea circulado tanto y tan a menudo, 
que las almas de ambos (abandonando la materia grosera) 
se unan, y vuelen juntas hasta la colina, 
donde no las dejes permanecer tanto tiempo 
que se congelen, pues entonces trabajas erradamente. 
Del hijo del viejo Saturno sean tomadas dos partes, 
de Cadmo una, y asegúrate de purificar éstos por la ayuda 
de Vulcano tanto tiempo, hasta que, 
libre de heces, la parte metalina sea pura; 
esto se hará en cuatro reiteraciones. 
La estrella te enseñará las operaciones perfectas. 
Haz a Eneas igual a su amante, 
purgándolos artisticamente hasta que la red 
de Vulcano encierre a ambos, la cual toma entonces, 
y mira que con el agua sean bien mojados, 
con calor y humedad,hasta que , perforadas, 
las almas de ambos sean glorificadas. 
Este es el rocío celestial que debe ser nutrido 
tanto y tan a menudo como lo requiera la naturaleza. 

Tres veces al menos, y hasta siete, sea conducido 
a través de ollas y llamas, como requerirá la razón. 
Ten cuidado al menos de no poner en fuga 
la naturaleza tierna; entonces tu fuego será correcto. 
Sabe también por cierto que el mercurio, 
que debe comenzar la obra, debe ser líquido 
y blanco; no seques con un fuego excesivo 
la humedad hasta polvo (rojo a la vista), 
pues así se corrompe tu esperma femenina, 
y perderás tu deseado resultado. 
Ni busques convertir el azogue en una 
goma clara transparente, o en aceite, o en ungüento, 
pues entonces perdida la proporción, no puedes llegar 
a la verdadera disolución, sino que debes encomendar 
tu desesperado trabajo a otra estación tan diferente, 
pues procedes sin una razón verdadera. 
Busca pues tan solo añadir un espíritu 
del que carece el azogue común, y después 
sublima lo grosero hasta el firmamento, 
separando los desperdicios por el arte, y cuando 
hallan pasado siete veces completas, espósalo 
con el oro, de modo que se tengan uno al otro.

Así es preparada la verdadera doncella,por la artesanía 
y la ayuda de la naturaleza, la cual, separada de las heces, 
se convierte en un retoño celestial, que ablanda 
el sólido cuerpo del oro, el cual, separado en átomos 
negros, se pudre y corrompe, 
y después revive y vuela de nuevo. 
Si yo descubriese aquí todos los secretos 
que están contenidos en la fabricación de nuestra agua, 
sería desdeñado de todos los verdaderos artistas; 
pues solo son comunicados a aquellos 
a los que Dios se digna enseñarles; el resto 
debe vagar en una bruma, y anidar en el error. 
Pero aquel que inquiera estudiosamente, 
para encontrar con penas y oraciones esta verdad oculta, 
y a quien la ambición no excite su deseo, 
sino que busque el conocimiento con una mente cándida, 
ése, seguro que alcanzará este misterio, 
pues nadie, nunca, escribió el arte tan llanamente."

Ireneo Filaleteo




"Sabed, hermano mío, que la preparación exacta de las águilas voladoras es el primer grado de la perfección, y, para conocerlo, se precisa un genio industrioso y hábil... Nosotros, para lograrlo, hemos sudado y trabajado mucho. Por consiguiente, vos, que no hacéis más que empezar, estad persuadido de que no triunfaréis en la primera operación sin un gran esfuerzo... «Comprended, pues, hermano mío, lo que dicen los Sabios. al observar que conducen sus águilas para devorar al leon; y, cuanto menos águilas se emplean, más duro es el combate y más dificultades se encuentran para lograr la victoria. Mas, para perfeccionar nuestra Obra, se necesitan al menos siete águilas, e incluso deberían emplearse hasta nueve. Y nuestro Mercurio filosófico es el pájaro de Hermes, al cual se da también el nombre de Oca o de Cisne, y a veces el de Faisán."

Ireneo Filaleteo

Tomada del libro El misterio de las catedrales de Fulcanelli, página 103

"Saturno y Venus: «¡Dichoso aquél que puede saludar ese planeta de marcha lenta (tardambulonem)! Ruega a Dios, hermano, a fin de que seas digno de esta bendición, porque no depende de quien la busca y, con mayor razón, de quien la desea, sino sólo del Padre de la Luz."

Eirenaeus Philalethes también conocido como Eirenaeus Filaleteo, Ireneo Filaleteo, Philaletha Irenaeus o Philaléthe
Tomada del libro Las Moradas Filosofales de Fulcanelli, página 19


"Tomando el oro que está muerto y el agua que está viva, se forma un compuesto en el cual por una breve decocción, la semilla del oro se convierte en viva, mientras que el mercurio vivo es muerto. El espíritu se coagula con el cuerpo, y ambos entran en putrefacción en forma de limo, hasta que los miembros de este compuesto queden reducidos a átomos. Tal es la naturaleza de nuestro Magisterio."



Ireneo Filaleteo
Tomada del libro Las Moradas Filosofales de Fulcanelli, página 193




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