Esencialmente, hacerse fuerte es aprender a controlar lo que
te estás diciendo a ti mismo en cada momento.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 14
Albert Ellis, el padre de la psicología cognitiva,
estableció una clasificación de todas las creencias irracionales que pueden
existir —y puede haber infinitas—. Le salieron 3 grupos: ¡Debo! hacer las cosas
siempre bien. La gente me ¡debe! tratar bien. El mundo ¡debe! funcionar de
forma correcta.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 20
… muchas veces enfermamos más por exigirnos bienes
inmateriales que por dinero o poder.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 25
La vida es muy fácil si tienes la cabeza bien amueblada.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 28
Una de las características de las personas sanas y fuertes
es que le echan pasión a lo que tienen entre manos. Pero lo hacen lúdicamente.
Sin miedo. Disfrutan de su trabajo y de sus aficiones, del cuidado de su salud
y de sus hijos, pero no se preocupan por ello. Viven la vida como un juego. Y
eso es posible porque son muy conscientes, a un nivel filosófico, de que lo
esencial es lo esencial y lo demás, añadiduras sin importancia. Saben muy bien
que lo básico es comer, beber y amar la vida y a los demás. Entonces, son
capaces de emprender negocios, viajes, relaciones y toda clase de proyectos con
la actitud del muchacho que juega un apasionante partido de fútbol con sus
amigos. Si conseguimos determinado resultado, genial. Si no lo hacemos, también
genial. Lo importante es el proceso, la diversión del momento.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 28
Tener deseos está bien, pero hemos de ir con cuidado de no
convertirlos en necesidades absolutas porque el ser humano tiene ese defecto de
fábrica: convierte todo el tiempo simples deseos en necesidades locas. Si nos
acostumbramos a tomar determinada marca de agua todos los días, por ejemplo,
Agua de la Sierra del Marqués, es muy posible que pasemos de decir: «Me encanta
el Agua de la Sierra del Marqués» a gritar: «¡Necesito el Agua de la Sierra del
Marqués! ¡Sin ella, no puedo disfrutar de la comida!». Los seres humanos somos
así. La filosofía budista llama a este fenómeno «apegarse» y nosotros, los
psicólogos cognitivos, «convertir deseos en necesidades absolutas». Sólo tras
aprender a no apegarse a las cosas ni a las personas, empezamos a disfrutar de
verdad de ellas.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 32
¡Donde esté la fuerza del disfrute, que se quite la mediocridad
de la fuerza de voluntad!
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 34
Las personas más fuertes nunca evalúan nada de «terrible» y
en esa evaluación está su fuerza
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 43
Recordemos que las creencias irracionales son siempre
«deberías», «terribilizaciones» y «no-lo-puedo-soportitis». A la hora de
redactarlas en una hoja de papel (solemos pedirles a los pacientes que así lo
hagan), va bien incluir las palabras «terrible», «no lo puedo soportar» o
«debería absolutamente»; así nos daremos cuenta de que el problema está en el
tono estalinista en que nos hablamos a nosotros mismos.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 44
Con frecuencia desperdiciamos la vida corriendo de aquí para
allá, postergando el goce para otro momento, cuando es ahora mismo cuando
tenemos la oportunidad de disfrutar: en el trabajo, preparando la comida,
haciendo deporte, conversando con un familiar. ¡Toma fotos de cada uno de tus
instantes: son momentos preciosos en una vida muy corta!
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 58
Hace pocos días, leía una entrevista al poeta y dramaturgo
español Fernando Arrabal en la que le preguntaban: —Fernando, déjame
preguntarte… ¿por qué llevas dos pares de gafas? —Y es que el poeta llevaba
sobre la nariz sus gafas de miopía y, apoyadas sobre la frente, unas gafas de
sol modernas. —¡Porque estoy deslumbrado por la vida! —respondió con una enorme
sonrisa.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 64
Las personas realmente fuertes y felices no se pelean casi
nunca. No pierden su precioso tiempo ni su magnífica energía en eso. Están
centradas en disfrutar con sus proyectos y su vida. ¡Y lo mejor es que los
improperios y las salidas de tono apenas les molestan! Pero cuando estamos
neuróticos nos sucede todo lo contrario: nos volvemos hipersensibles y
paranoicos, protegiéndonos anticipadamente de quien nos podría ofender. Muchas
veces, el resultado es que acabamos por aislarnos con la idea de que la gente
es un asco.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 83
Si estudiamos qué mecanismos mentales han empleado las
personas que afrontan de forma excepcional las grandes enfermedades —o
cualquier adversidad—, veremos que siguen tres pasos: Aceptación alegre. Sana
competición. Perder el miedo a la muerte. Cuando te veas ante una gran
adversidad —y seguro que lo harás—, síguelos.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 100
El primer paso para superar estos males inventados por la
mente es lo que yo llamo «aceptación alegre».
Consiste en comprender que podemos estar bien incluso con
dolor, cansancio o ansiedad. Este tipo de aceptación es «alegre» en
contraposición con lo que podríamos denominar «aceptación sombría» o resignación.
Si la persona que tiene este malestar psicógeno experimenta que se puede ser
feliz con el síntoma, va a suprimir el miedo y su lucha contra éste. En esto
consiste la aceptación alegre: «ser feliz incluso con el síntoma».
Sabemos que la evitación de lo temido exacerba el temor. Si
el primer día de práctica del esquí, nos caemos, el monitor insistirá en que
volvamos cuanto antes a la pista, no vayamos a cogerle miedo. Y es que para
eliminar un miedo paroxístico —el miedo al propio miedo— tenemos que enfrentarnos
a las sensaciones temidas. No hay más remedio. Cuanto antes lo hagamos, mejor.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 149
Siempre que padezcamos un dolor, una molestia de cualquier
tipo, podemos optar por aceptar el malestar, simplificar nuestra vida y
dedicarnos a algo sencillo pero hermoso. Entonces nos volveremos realmente
virtuosos.
Sólo este tipo de «aceptación positiva», acompañada de un
«sano recogimiento», consigue, paradójicamente, eliminar los malestares de la
mente. Porque le perdemos el miedo al dolor, a la ansiedad, ¡a cualquier
malestar!
El método para eliminar las molestias provocadas por la
mente también implica lo que llamo «dar lo mejor de uno» o «hacer algo hermoso
dentro de nuestras posibilidades». Para perderle el miedo al dolor, a la
ansiedad o a la tristeza, tenemos que darnos cuenta de que podemos ser felices
con ello. Esto quiere decir que podemos hacer mucho pese a las limitaciones.
Quizá más que nunca. O, al menos, actos de un valor enorme.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 151-152
Cada vez que en un páramo, en un desierto del alma, hacemos
algo hermoso, sale una flor. Y esas flores producen los aromas más bellos de la
vida. Eso es «dar lo mejor de uno» o «hacer algo hermoso dentro de nuestras
posibilidades», lo cual podemos practicar siempre y en cada lugar. Esta actitud
nos sitúa automáticamente por encima de cualquier malestar y, si es
psicológico, éste desaparecerá. Esto es perderle el miedo al dolor sin luchar.
Esto es combatir sin pelear.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 153
Unos tememos a la debilidad y otros —como san Juan de Dios—
la meten en su vida como forma de alcanzar la sabiduría y la felicidad:
extraño, ¿no? La solución a este enigma es que la debilidad puede ser la gran
maestra; no hay que temerla, sino todo lo contrario. Y es que cualquier
debilidad —enfermedad corporal o psicológica— no tiene por qué impedirnos ser
felices. Encontraremos demostraciones por todas partes. Si lo comprendemos,
dejaremos de lamentarnos y empezaremos a aprovechar nuestra vida. Por eso la
debilidad puede convertirse en la gran maestra, porque nos puede conducir a
descubrir una vida nueva mucho más intensa y armónica. Eso sí, si la aceptamos
con alegría, nos recogemos con humildad y damos lo mejor de nosotros dentro de
nuestras limitaciones. Cuando estamos fuertes, tendemos a buscar gratificación
en los logros externos. Cuando estamos débiles —y empleamos la debilidad como
maestra— tendemos a concentrarnos en el amor y en el disfrute de las cosas
pequeñas.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 154
Ya no doy el pésame ni me lamento de la muerte porque creo
que, con ello, les hacemos un flaco favor a los demás. Si expresamos tristeza,
transmitimos que lo sucedido es malo, que el fallecido no debería haber muerto
y ése es el mensaje que capta la persona en duelo. Así, tardará más en
superarlo. Y es que toda muerte es lógica: la gente se muere y eso es un
proceso natural del ser humano…
… la muerte no tiene nada de malo: todo lo contrario, es un
proceso natural importantísimo para el correcto funcionamiento del universo. Mi
intervención en los casos de pérdidas es hacer entender a la persona que: No ha
pasado nada extraño ni malo. La vida es muy corta y no hay tiempo para quejas.
Si hay algo que podríamos hacer en honor del difunto es disfrutar de la vida,
pues es eso lo que él o ella desearía.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 161-163
Cuando doy conferencias sobre la hipocondría y la muerte, siempre
hay alguien entre el público que me hace la siguiente observación: —Rafael, lo
que dices está bien, pero lo que no se puede superar es la muerte de un hijo.
Eso no es natural. Y mi réplica siempre es la siguiente: —Amigo mío: no hay
nada más natural que la muerte, incluso la prematura. Además, por otro lado,
abre tu mente: ¡claro que hay gente que lo supera! Ahora, pregúntate: ¿qué tipo
de persona quieres ser tú? ¿De los que finalmente lo hacen o de los que
arruinan su vida entre lamentos?
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 163
Si queremos convertirnos en personas capaces de transformar
a los demás, tendremos que seguir los siguientes dos pasos: «Vender» las
ventajas del cambio. Enseñar la tecnología para lograrlo.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 165
A la hora de educar a un chaval, a un amigo, a un compañero
de trabajo, a tu pareja… hay que tener siempre en cuenta que, cuando una
persona hace algo «malo», siempre actúa en base a lo que él cree que es la
mejor solución para su vida. En ese sentido, hay que respetar su visión del
mundo. En ese momento, con su experiencia y sabiduría, eso es lo mejor que sabe
hacer: ya sea esnifar droga todo el día o robar en un supermercado a punta de
navaja. Sin su «solución», tal y como él ve las cosas en ese momento, estaría
perdido, sería muy infeliz.
Para hacer cambiar a un chaval hay que demostrarle que
existen mejores caminos para llegar a ser felices: mucho más sólidos y
armónicos. Lo creamos o no, estos jóvenes no se han dado cuenta de ello. Creen
hacer lo correcto, dadas sus circunstancias, y esto hay que respetarlo. Ahora
bien, nosotros les podemos «vender» otro camino…
… todo proceso educativo tiene que empezar por la
persuasión. Cualquier cambio no escogido por uno mismo, no es sincero y, por lo
tanto, será mediocre y pasajero, si es que se produce. Cambiar, aprender a
hacer las cosas de otra forma, necesita de empuje, mucha energía y, por tanto,
ilusión. Y esa motivación sólo la obtendremos en una persona que esté poseída
por la visión del cambio. Sin embargo, los padres y educadores, a menudo,
recurren al temor para obtener esa transformación. Esas fuerzas son mediocres,
cuando no completamente inútiles.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 166-167-169
Yo siempre he pensado —incluso cuando ya era un buen
estudiante— que la escuela convencional es una gran pérdida de tiempo. Si me
paro a pensar, la mayor parte de las cosas que sé las he aprendido yo solo,
fuera del colegio. Al margen de las operaciones matemáticas básicas y de leer y
escribir, no recuerdo nada de lo que me enseñaron allí. No recuerdo ni un
maldito río, ni cómo hacer raíces cuadradas, ni las partes de una flor… ¡Once
años seguidos de escolarización! ¡Seis o siete horas diarias de estudio! ¿Para
arrojar ese triste resultado? ¿No es esto uno de los mayores fracasos de la
historia de la humanidad? Estoy seguro de que si ese esfuerzo estuviese bien
invertido, la mayoría de los niños se podrían convertir en genios de la música,
de las matemáticas o del arte. Pensémoslo bien: si pudiésemos estudiar ahora,
de adultos, once años seguidos de algo que de verdad nos interesase: ¿no
alcanzaríamos niveles fantásticos? ¡Pues los niños tienen una capacidad de
aprendizaje mucho mayor! Y es que el problema de nuestras escuelas es que
existe la obligatoriedad de estudiar y eso mata la curiosidad, que es la
verdadera madre del aprendizaje. Los padres y profesores no confían en los
niños, en sus ganas de hacer las cosas bien, de aprender, de hacer cosas bellas
y tienen un temor irracional a que los niños crezcan sin los conocimientos
necesarios para competir en el mundo adulto. Al final, las escuelas son lugares
donde básicamente se enseña a temer a la vida y a los demás. No es de extrañar
que los jóvenes más atrevidos se rebelen y se pongan en contra de esta sociedad
del miedo. Los niños que pasan por el aro, aprenden a mentir, a «competir» en
vez de compartir y a temer a los demás y a la vida. ¡Y todo ello para aprender
las cuatro reglas de la escritura y las mates más básicas! ¡Vaya negocio!
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 172
En un mundo ideal el mayor objetivo de la educación sería
enseñar «calidad humana»: cómo ser mejor persona, cómo entablar relaciones de
amor y colaboración entre los demás. Sin duda, ésa sería la asignatura
principal, a mucha distancia de todas las demás. El segundo objetivo sería
enseñar a los niños a apreciar «el saber» como herramienta para el bien común,
para divertirse, no para competir. Por lo tanto, toda enseñanza debería ser
opcional.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 173
Cualquier cambio, para ser profundo y duradero, debe ser
voluntario, porque en caso de ser forzado, no lo hacemos nuestro, no lo
retenemos.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 174
Los seres humanos incorporamos fácilmente aquellos hábitos
que nos reportan bienestar, que nos hacen sentir bien. Pero se tiene que tratar
de acciones voluntarias que arrojan mérito y nos otorgan orgullo personal.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 175
Toda adquisición duradera y valiosa tiene que ser fruto del
interés, la curiosidad, la diversión y el mérito. Todo lo demás es una enorme
pérdida de tiempo y energía: es mala educación.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 176
Cualquier cosa que no sepamos realizar, que nos llene de
ansiedad, requiere: Confianza en que existe una forma de dominar el tema y
disfrutar con él. Una tecnología maravillosa para lograrlo. No des por sentado
que «deberías» saber hacer las cosas, sé imaginativo a la hora de encontrar
métodos de aprendizaje y ten hermosas expectativas al respecto: dominar las
situaciones produce un enorme placer. La mejor forma de estar en el «cole» —o
en la vida— es sacar todo sobresalientes. Podemos hacerlo en todos los ámbitos
de nuestra vida. Pero eso sí: renunciemos a los castigos y las luchas. Eso es
simplemente absurdo.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 178
Recordemos que para transformarnos, tenemos que plantearnos
otras visiones de la realidad. Si un depresivo acude a mi consulta y estamos
siempre de acuerdo, ¿cambiará en algo su pensamiento? Tener apertura de mente
no significa aceptarlo todo a pie juntillas: eso sería sectarismo, sino dejar
en suspenso el juicio hasta haber entendido bien los conceptos.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 180
Muchos antropólogos y psicólogos pensamos que la
supermonogamia es una extensión del sistema capitalista. Esto es, nació como
justificación moral de la posesión de la mujer por parte del varón.
Tradicionalmente, el hombre siempre ha podido ser promiscuo y a quien se le
exigía fidelidad era a la mujer. Una prueba de ello es que las sociedades no
monógamas como los hawaianos o los mosuo en la remota China son las poblaciones
más pacíficas conocidas. Y allí no existe la propiedad privada, tal y como la
conocemos nosotros. De acuerdo, vivimos en una sociedad determinada y las cosas
son como son y quizá lo mejor sea adaptarse a ello, pero no nos creamos que el
actual sistema de posesión sexual y sentimental es lo mejor del mundo. Podemos
aceptar la monogamia, pero no volvernos acérrimos defensores de ella.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 187
Cuando desarrollamos un temor, nos sucede que le estamos
dando demasiada importancia a algo que no la tiene. Se trata de tareas
interesantes con las que disfrutar, pero si no rindiésemos bien en ellas, no
sería nunca el fin del mundo. ¡En absoluto! Y es que la mayor parte de la vida
es una pachanga al baloncesto entre amigos. Todo lo que emprendemos, todos
nuestros objetivos al margen de la comida y el agua, tienen como objeto la
diversión. Es idiota darle demasiada importancia a todo ello, aunque muchas
veces, neuróticamente, lo hacemos.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 204
No hay nada más hermoso y valioso que saber no hacer nada,
disfrutar de observar los árboles, los colores, de dejar pasar el tiempo y
sentir «el confort de la existencia».
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 209
Cada vez que —por miedo o vergüenza, por tristeza o ira—
rompemos un compromiso personal, estamos echando leña a la hoguera de nuestra
neurosis, nos estamos haciendo más débiles. En concreto, cada vez que damos
marcha atrás a causa de las emociones negativas: a) Aumentamos nuestra
sensibilidad al miedo, la vergüenza o la pereza (y puede llegar a extremos
extraordinarios). b) Nos invade una intensa confusión: ¿qué es lo que quiero?;
¿hacia dónde deseo dirigirme? c) Nos entra la sensación de que la vida es poco
interesante.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 213
Existe una expresión en lengua japonesa, arugamama, que
significa «armonizarse con la naturaleza». Proviene de la antigua sabiduría
zen. Arugamama es entender que en invierno hace frío y en verano, calor. Que
los terremotos son fuerzas que nos superan y que más vale aprender a vivir con
ellos y desarrollar una arquitectura de casas de papel.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 215
La perseverancia es un elemento fundamental del cambio
psicológico.
Y recuerda: ¡tú puedes ser como una roca! Con amor y
persistencia, tú serás tu mejor entrenador emocional.
Rafael Santandreu
Las gafas de la felicidad, página 230
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