"La genética nos dice que los rasgos de las criaturas y sus diferencias respecto de sus progenitores provienen de los genes, no del azar. Los genes determinan las propiedades biológicas de los animales, no la casualidad...
La hipótesis de las “mutaciones naturales” no ayuda realmente a explicar el origen de nuevas especies. De esta manera deducimos que no es posible entender cómo la vida pudo haber evolucionado cuando los mecanismos de la herencia, que garantizan la perpetuidad de las especies, no son renovadores sino, por el contrario, conservadores. No son pocos los que opinan que la genética conspira contra la teoría de Darwin… 
En el famoso best seller de Pauwels y Bergier (La Rebelión de los Brujos) los autores critican con sorna el darwinismo diciendo que “La teoría de los cromosomas de Weisman y las leyes de Mendel destruyeron la tesis sobre las mutaciones que habían venido en apoyo del transformismo. Al afirmar que los caracteres trasmitidos son invariables y que no puede haber trasmisión de los caracteres adquiridos, ya que la herencia actúa, no de organismo a organismo, sino de germen a germen estable, la genética no dice nada en absoluto a favor del evolucionismo”. Esta crítica de autores como Pauwels tiene, para desgracia de los evolucionistas, plena vigencia hasta hoy...
Se puede ver a las claras que no existe concordancia entre lo que opinan los genetistas y lo que dicen los biólogos, ya que las variaciones que reconoce la genética están “restringidas” a la información existente mientras que la que sugieren los darwinistas son “muy amplias” y no obedecen a nada (son azarosas)." 

Daniel Lapazano
De esto no se habla, página 40

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