Albedrío

"Yo soy la vigilia,
Ustedes
Son los hombres castigados,
Los labradores
De gestos oblicuos
Que al engendrar falsos surcos
La semilla huyó despavorida.
Ahora respóndanme
Con una mano enguantada
A flor de corazón.
Cuál es la fecha exacta
Entre Aldebarán y Andrómeda.
El día en que los cuervos
Cosechan lo suyo
Entre la más grande estampida
De todos los tiempos. Amén."

Stella Díaz Varín
Los dones previsibles


Breve historia de mi vida

Comando soldados.
Y les he dicho acerca del peligro
de esconder las armas
bajo las ojeras
Ellos no están de acuerdo.
Y como están todo el tiempo discutiendo
Siempre traen perdida la batalla.
Uno ya no puede valerse de nadie.
Yo no puedo estar en todo;
para eso pago cada gota de sangre
que se derrama en el infierno.

En el invierno, debo dedicarme
A oxidar uno que otro sepulcro.
Y en primavera, construyo diques
Destinados a los naufragios.

Así es, en fin…
Las cuatro estaciones del año
No me contemplan, sino trabajando.

Enhebro agujas
para que las viudas jóvenes
cierren los ojos de sus maridos,
y desperdicio minutos, atisbando
a la entrada de una flor de espliego
de una simple abeja,
para separarla en dos,
y verla desplazarse:
la cabeza hacia el sur
y el abdomen hacia la cordillera.

Así es
como el día de Pascua de Resurrección
me encuentra fatigada ,
y sin la sonrisa habitual
que nos hace tan humanos
al decir de la gente."

Stella Díaz Varín
Tiempo, medida imaginaria




Dos de noviembre

"No quiero 
Que mis muertos descansen en paz 
Tienen la obligación 
De estar presentes 
Vivientes en cada flor que me robo 
A escondidas 
Al filo de la medianoche 
Cuando los vivos al borde del insomnio 
Juegan a los dados 
Y enhebran su amargura.

Los conmino a estar presentes 
En cada pensamiento que desvelo

No quiero que los míos 
Se me olviden bajo tierra 
Los que allí los acostaron 
No resolvieron la eternidad

No quiero 
Que mis muertos me los hundan 
Me los ignoren 
Me los hagan olvidar 
Aquí o allá 
En cualquier hemisferio

Los obligo a mis muertos 
En su día 
Los descubro, los trasplanto 
Los desnudo 
Los llevo a la superficie 
A flor de tierra 
Donde está esperándolos 
El nido de la acústica."

Stella Díaz Varín


La palabra

"Una sola será mi lucha
Y mi triunfo;
Encontrar la palabra escondida
aquella vez de nuestro pacto secreto
a pocos días de terminar la infancia.
Debes recordar
dónde la guardaste
Debiste pronunciarla siquiera una vez...
Ya la habría encontrado
Pero tienes razón ese era el pacto.
Mira cómo está mi casa, desarmada.
Hoja por hoja mi casa, de pies a cabeza.
Y mi huerto, forado permanente
Y mis libros cómo mi huerto,
Hojeado hasta el deshilache
Sin dar con la palabra.
Se termina la búsqueda y el tiempo.
Vencida y condenada
Por no hallar la palabra que escondiste."

Stella Díaz Varín


Profecía

"Las grandes ausencias amenazan
Cuando los sirlos
Esos bellos pájaros
Emigran
Y la lejanía hiere sus alas
El hombre no lo sabe
Porque duerme
Oculto por causa de la luz
Para no prever la muerte.
Entrega el dominio de sus sueños
Y emancipa el caos
Y pierde el poder
sobre su propio río
que lo recorre en longitud.
Los abismos se acercan
Y las múltiples aguas
Devienen creaturas de espanto.
Uncido al gran anillo
Olvidará su trayectoria astral
su fecundidad perecedera.
Ocurrió
Que cerró las pupilas ante la luz
Y no estuvo más allá
De las cosas presentes
Ni creó una analogía superior
a la distancia entre los astros
Ni escuchó el soberano mandamiento
De crear al hombre verdadero.
Olvidado en el tiempo
Aún persistirá en creer
que fue un símil de su conciencia."

Stella Díaz Varín


Ven a la luz, hijo

"Que te ciegue la luz, hijo. 
Ven de la luz; 
Desde donde la pupila sueña 
y vuelve atormentada, 
como un escombro vivo, 
como especie de flor, como pájaro. 
Carbón de víscera terrestre, 
así como víscera de árbol. 

Deja que se ensañe la luz, hijo, 
Desciende como los antiguos ángeles, 
como los malos discípulos, 
ardiendo en su pasión, desheredados. 
Así como las fieras, hijo. 

Incomprendidas del río, intocadas 
absolutas, tristes. 
Ese será el día 
-presentimiento que no quise, 
tú sabes, los conoces- 
que tomaré la forma deseada. 

Ojo de estiércol, húmedo; 
aprisionaré tu llama, 
tu superficie extraceleste 
tu mirada de centro obscuro, 
tu trigal; 
la tibia voluntad de tu piel 
me ayudará y seremos. 

Nunca antes pudimos. 
Yo era como esas pequeñas fuentes secas . 
Desciende, hijo, de la luz; 
avizora el espacio, 
avizora el horizonte. 
La curva que deja el corazón de un muerto, 
la mano que se esconde, 
la mano que nadie quiso acariciar. 

Seremos. 
Tú y yo venidos 
irremisiblemente; 
unidos como dos tallos jóvenes aún; 
Queriendo apenas lo que no se nos dio. 
Amando 
lo que la luz aconseja: 
el vértigo, la hondonada, el silencio. 
el color de las piedras; 
tantas cosas simples y distintas. 
Llegaremos a amar la contextura de Dios 
tan difusa; 
tan perfecta como tus pequeños ídolos. 
La madera de Dios 
tan bella y roja 
como el corazón de los árboles. 
Tan bella y roja 
como el corazón del veneno. 
Que te ciegue la luz, hijo. 
Que te atormente. 
Ven de la luz, inúndate; 
Ten la luz y desmiente la tiniebla. 
Ven, hijo, arrodíllate. 
Cree en los amaneceres. 
En la luz son más bellos los ojos de Dios."

Stella Díaz Varín






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