Ausencia
"Un instrumento de ausencia mide mi soledad.
Sin corazón con la coraza hundida el cuello frío
voy abriendo célibes fisuras.
Un sueño revela lo irrevocable:
y nos amamos con los cuerpos abastecidos
con la completud serena de la muerte.
Despierto con el vientre cargado de lilas
inclinado apenas hacia el sur."
Zulma Beatriz Zubillaga
Canto de la pena
Canto de la pena
sube la tristeza
al palo terminal del rezo:
y un agua ajena o rumia
o
alma tan canora
—que bebe en sí
o para sí—
se desata en roces
de palitos taras humedades
y vaya así la pena larga mía
—digo—
vaya al humo santo de los tristes
O:
Oh mi vientre —pobre cielo de los panes—
si truena o gime en silbos soledades
o cae en ciertas perdiciones sí
ahora que sacudo el aire
y suelto mi batón de flores
o si la pobre carne es una fiesta
de vapores raros de tensiones
y la loba de oro que
amamanta al niño y puja puja hasta la dicha
qué delata en sí o para sí o para la muerte
en mí la pena ¿eh?
y aguante
o flote
o se marchite
envido
entonces
yo mi Dios
cuando la oscura
traiga al mundo
una fragancia
un agua
un niño que desdiga
así nomás
el llanto
y la carita suave los furores
o un ramal del cielo en mí Señor
de lluvia en Vos
para los pobres no sea que esto
y diantre o entre las paredes
llueva tanto pues
que caiga y caiga
el agua
un día entero
y nadie cante más
ahora
digo
Zulma Beatriz Zubillaga
Golondrina del último silencio
Oh fruta de claridad /
golondrina del último silencio /
han cerrado tu libertad en las fronteras /
han quemado tus ojos contra el cilicio /
—ese pobre ligamen del aquí—
han vencido tus alas contra la luz:
los mástiles del viento ondulan y un coyote husmea
la presa del olvido / la aparición temprana del otoño /
la música de los templarios del fuego:
«la patria es una fuga de muertes aquí»
¿quién viene hora?
Oh pena mía / Oh pulpa de colores furiosos /
han sellado tus ojos en dormiciones tempranas /
han fijado el límite cerrado del misterio /
el mojón violado de la luna /
una fruta ulcerada de nubes el beso del adiós
contra el pecho rugoso del mundo
y esta voz en celo
en contención
en continencia
pulsa alguna flecha
un ave
un aura de palitos tristes
o algo así
(el pedernal del sol convida ahora)
mientras una rosa insiste estremecida contra el palco
de oro: /
entonces cae el fasto negro de los buitres /
(alguien canta)
y una joven danza al son de las caballerías del fuego:
«la locura es un puesto de alhelíes rojos / verdes /
crepitantes» /
dicen
mientras la casa del tormento se corona en flejes
cunas antros
camastritos:
un súcubo se inclina al pozo y duda retrocede
y se deshace:
sus manos sus orillas negras muelen el silencio
y un fuego de carencias niños otredades
gesta su pulmón de flores su ganancia:
la gardenia estalla en planos de inminencia
en lotes de humedad que tiembla
«es aquí / es aquí que pronto caen
es contra el ala fresca de colores claros»
«y vayan vayan a calmar las furias» dice
mientras el pobre ciego cae gotea se deshace:
«Ala, vuelo de turgencia
tu silencio inclina el cuerpo y duerme apenas» /
«vamos / vamos que es la noche —calla—
ya es un poco tarde y cae el viento.»
Zulma Beatriz Zubillaga
"Nací en 1959 en Coronel Mom, un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires. Al desarraigo de una infancia nómade —mi padre era ferroviario—le debo el atributo de lo fragmentario de mi historia: pequeños poblados enclavados en la pampa se sucedieron unos a otros como estadios furtivos de mi niñez. Ahora pienso que es posible que mi elección de la poesía como vía expresiva se relacione, quizás, con ese relato trunco que se niega a ser contado, pero que encuentra en la voz, en la musicalidad de la poesía, la perdida unidad, la construcción ilusoria de una nueva memoria."
Zulma Beatriz Zubillaga
Palabra en la penumbra
"de no saber en cuánto polvo o fuego
se desprende el alma
así tendida o desatada en brazos finos
como leve en aleteos
–palabra dividida en la penumbra–
resisto este silencio
de buscar hollar sentir
la carne tan ajena separada
en pozos de algo o alguien que levita
encima de la luz
o bajo de ella
cuando alarga ofrece su perfume
el tiempo
o quiebra el cuello de la muerte
como un rito:
no nací en la mecedora del amor
pero tus ojos tan helados
vientos perfumaron el vientre
que se apaga o muere en agua seca
del nacer apenas en un pujo
porque si camino en
salves de inocencia
o pruebas de la sal en perdigones tristes
en huesos que resisten
a pesar de todo
–oh celo del regazo en oro de lo oscuro–
vaya en contrición
la pena que desnuda
el centro de lo suave
en esta carne invicta rota
en espejismos
echada para el lado de lo oscuro
cerrada para el lado de lo simple
entre ángeles cansados
y poesía."
Zulma Beatriz Zubillaga
Panes de poema
en panes del poema
voy mordiendo suavemente
la palabra
desprendo partituras leves
en el sigma
libo del silencio la polisemia
del grito
canto en predación
los puntos cardinales del amén
acuesto sombras:
«calla calla que ya viene
que despide el aire voladuras tristes
pulsiones de furor antiguo (de silencio)»
—dicen—
y si salgo a despegar el tiempo
con los dedos
o suelto coordenadas pobres
en el canto
¿qué moción de olvido o llanto o dite
calla en sí cansada la palabra
en pujo
en pena
en salve?
Zulma Beatriz Zubillaga
Para siempre
Con voz en ruina
en casa de dolor
—semilla que desprende el sueño—
respiro el polvo de la noche
y pulso el canto en cuerdas de lo triste
—panes que se inclinan a la luz
como drenando claridad de hogaza
en sangre—
entonces digo ya no puedo
detener el tiempo en el olvido
en leve purgación de salves ayes
rezos de lo bajo
cuando subo al rito de tejer
la noche en redes de algo o eje
que sostenga el mundo:
—«... oh ciega lentitud de atar esta madeja
Ariadna si despunta el hilo en esperanza
de morir (morir) un día —oh signo de algo que resuelva
la ecuación temida—: (alguien como roto viene
en vuelo suave que levanta el cielo:
mariposa larga lila que levita al sur de los sauzales
en pujos de rozar tu pecho
hundido en carnes que se fueron pá tan tristemente
en vientos del adiós como magnolias)
... y yo que iba flotando en aires puros o purgaba
algún dolor como pensando
de pronto es la desgracia
o esto no termina acá por qué el suplicio
si tus ojos cierran lunas de agua
o cosas del morir como si ahora desbordara el tiempo
como un muñón de luz en cada espiga
—aquella unción de sol en los trigales—
cuando cae el borde seco de la luz
y rasga
muerde
enciende
el cuerpo de los ángeles:
ahora sí la niña sabe a muerte
es tiempo de beber en vasos de oro
el zumo de la carne
entonces ya sabés yo entono
alguna endecha y ella llega y
me serena en salves puros calla calla dice ahora
cede ya te calmo ya me voy en Él y te silencio
... sin embargo cae en seco
el sonajero roto
el obstinato
de inclinarte un poco para nunca
de ir rotando mudo
para siempre
o de unirte al cielo
en voces nuevas
coros cortes de la luz en el costado frío
—sin tus ojos—
... y ahora duele verte sola atada al mundo
tan temido asilo de los fuertes vos tan blanca
ahora el barro te sostiene vamos que sos libre
y no te importe el tiempo ni la nada —nada que detenga
el pujo de tu sangre...—
porque
sé que duele verme tan
asida a cosas de la tierra el pan la lluvia
el tiempo que no cede
o algo como el sueño corto en este limbo
alguna muerte o sed eterna de mamá que llora
y cae sobre mis sienes cae cansada al tiempo
se recuesta:
... el perfume a lilas en el patio antiguo
el otoño
quemando la alameda (como en pena)
el jardín en ruinas
la bocina hueca del adiós
que mella claridades
el silencio
la fisura de la luz alguna ausencia
o tu mirada papá
como un poema hundido en la memoria
se desprende
de las cosas simples de la tierra
(me libera)
pero si ahora o pronto vas
flotando por el tiempo
en trance de tocar el cielo con los dedos
—en el gozo—
entonces le pedís al ángel
se detenga un poco
sople mi costado sople sople
me refresque el pecho
el cuerpo tan ajado
el nudo
de la sombra en la plegaria
porque voy tan sola
o triste o blanca
como Ofelia en Dite
el día de la ausencia.»—
Zulma Beatriz Zubillaga
Tríptico del agua
I
en sí
desnudo pez
de pan en el silencio
asila la hermosura de la tarde
—el pelaje endurecido del mar—
corta el hilo apresurado
de la luz
ciega en agua
la costumbre de asir
algún abismo
—una piedra seca que devuelva al polvo—
II
o esa unidad sellada en la fisura
carga
tanta pena en sí
agrega
el movimiento fresco
de la noche
insiste en perforar
la carne contristada
—piel de sol en el coral
carne de abismo—
III
o el derrumbe suave
de una página
blanca
escrita en frío
que en umbral sonante
de lo mudo
entre el agua pobre
del poema
y dite
canta
Zulma Beatriz Zubillaga
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