"Debemos abrazar el dolor y quemarlo como gasolina para nuestro viaje."

Kenji Miyazawa


"-El niño lanzó una mirada furtiva hacia la pupila marrón de la mamá del potrillo y, de repente, se abrazó a su padre y se echó a llorar. Entonces, Suriya, en lugar de reprenderle, cobijó la cabeza del pequeño bajo la ancha manga de su kimono para consolarle. Tras alejarse de aquel mercado, fueron a sentarse en la orilla de un río sobre la verde hierba.
Suriya le ofreció unos albaricoques y, con gran dulzura, le preguntó: “¿Por qué has llorado antes?”, a lo que el niño respondió: “!Porque querían llevarse el potrillo a la fuerza, papá”. “Tratándose de caballos es normal. Como ya se ha hecho mayor, debe trabajar solo”, explicó el padre. “!Pero todavía estaba mamando!” replicó el niño. “Si se queda siempre junto a su madre, no aprenderá a defenderse solo”, añadió Suriya, a lo que el pequeño replicó de nuevo: “Pero, papá, tanto a la mamá como a su potrillo les harán transportar pesadas cargas y les llevarán a peligrosas montañas. Después, cuando a sus dueños les falten alimentos, se los comerán”."

Kenji Miyazawa
El pequeño ganso
Traducción de Elena Gallego


Jornada de espejismos

"Cruzando zonas de sequía y pesca estéril
a lo largo de la costa,
cruzando desfiladeros y llanuras de bejucos
he llegado hasta aquí.
Ahora dormito bajo un sol sin fuerza
sobre la arena de una ribera solitaria
y tengo fríos los hombros y la espalda.
¡Ah esta sensación de desamparo!
quizás porque al pasar la última cañada
dejé abierto aquel portón de troncos,
aquella puerta blanca del potrero
por seguir de prisa mi camino.
En mi retina quedó la imagen de los castaños enfermos
y el frío cielo brillante.
Río arriba las nubes se amontonan
y los helados rayos solares forman una jaula;
en la jaula
un ave gigantesca y sin nombre
gorjea débilmente."

Miyazawa Kenji







La mañana de la eterna despedida

"Hermanita mía,
que en la mañana de hoy
te has de marchar lejos.

Está lloviendo aguanieve,
y la faz de la tierra
se ha vuelto extrañamente luminosa.

Aunque llueva copiosamente,
te tienes que marchar,
¿no es cierto?

Desde las nubes
-más lúgubres aún
por su tinte rojizo-
la aguanieve
llueve abundante, y sin pausa.

Aunque llueva copiosamente,
te tienes que marchar,
¿no es cierto?

Para traerte agua-y-nieve,
que va a ser tu comida,
en estos dos tazones 
descascarillados
que ostentan el diseño
de unas azules flores
de “junsai”, me he lanzado
-al punto, como bala
de una escopeta curva-
hacia esas tinieblas
donde cae la aguanieve.

Aunque llueva copiosamente,
te tienes que marchar,
¿no es cierto?

Desde las oscuras nubes
plomizas, la aguanieve
cae copiosa, sin pausa,
para venir a hundirse
luego en el lodo.

Toshiko, hermanita:
Ya que el momento te llega
de partir, me has pedido,
que te traiga un tazón
de esa liviana nieve.

Hermanita mía,
yo me siento agradecido
por tu ejemplar entereza.
pues yo a mi vez,
tampoco voy a desviarme
de mi camino.

Aunque llueva copiosamente,
te tienes que marchar,
¿no es cierto?

Buscando tú una tregua
entre esa fiebre tuya
atroz, fortísima,
y esos jadeos,
me has dirigido a mí 
esta súplica:

Deseas un tazón
de la última nieve
caída desde un cielo
que hoy domina sobre
el llamado “universo”; 
la vía láctea y el sol,
y nuestra atmósfera...

... Es una aguanieve
que se quedó estancada y solitaria
donde se alzan
dos losas de granito.

Y sobre estas líneas me puse
de pie, retando al riesgo,
resuelto a conseguir 
ese último alimento
para mi buena hermana:
ese manjar que viene
de las lustrosas ramas del pino,
repletas a su vez
de unas gélidas gotas 
transparentes,
que en su blancor preservan
la doble índole
de la nieve y el agua.

En tanto que nosotros
crecimos los dos juntos
nos hemos hecho a ver
este par de tazones
con su diseño añil.

Pero incluso de ellos
te habrás de separar
hoy ya.

¿De veras, de verdad,
te tienes que ir tú sola?

Ay, hermanita mía,
que con tanta presencia 
de ánimo, contemplas
cómo te arde de fiebre
tu gentil cuerpo pálido;
aquí enclaustrada
en tu cuarto de enferma,
tras el biombo oscuro,
tras ese mosquitero.

Esta nieve de ahora,
ya elijamos el sitio que elijamos
en torno nuestro...,
por ella todo aquí
luce más blanco.

Cuando vayas a renacer
de nuevo en nuestro mundo
que tú, hermana, esta vez
estrenes una vida
sin tantas cosas malas.

Y yo ahora pronuncio mi plegaria
de todo corazón,
ante la nieve de estos dos tazones
que va a ser tu alimento:

Yo pido muy de veras,
poniendo en ello el alma
que esto se nos transmute
a ti y a mi en manjar
del gran cielo de Buda;
y así nos brinde ahora
su sagrado alimento."

Kenji Miyazawa
Traducción: Fernando Rodríguez-Izquierdo en colaboración con Fumio Aoki


Las agujas del pino

He recogido un poco 
del reciente aguanieve, 
junto con unas ramas de aquel precioso pino.

Y, ¡qué cosa! Tú ahora,
como saltando de improviso
has aplicado ya 
a tu mejilla enfebrecida
este verde ramaje.

Al dejarte pinchar 
la tez salvajemente 
por las verdes agujas
vegetales del pino,
lanzándote además
con toda el ansia tuya... 
¡de qué fuerte manera
nos sorprendiste a todos!

Pues es que, hasta ese punto
deseabas tú irte
hacia el bosque.

Mientras que tú te hallabas
ardiendo en alta fiebre,
sudorosa, angustiada
de dolor,
yo estaba en un lugar
donde el sol brilla, y
allí agradablemente
discurría mi quehacer.
En tanto yo pensaba
en las demás personas,
caminaba sin rumbo
por los inmensos bosques.

“¡Oh, qué genial!”
-pensarás tú sin duda-
¡eso es sentirse nuevo!
¡Es como si yo misma
me internara en los bosques!”

Tal como un pajarillo,
como una ardilla misma...,
de tal manera tú
ansiabas el bosque.
¡Y hasta qué punto
no te daría yo envidia!

Hermana mía,
que en este día de hoy
te me vas a ir lejos:
¿En verdad tú solita
emprenderás la marcha?

Pídeme, te lo ruego,
que te haga compañía
en esa tu partida.
Dímelo así, hablándome
entre lágrima y lágrima.

¡Qué lástima de verte 
esa cara tan lívida!
Pero, aún así, ¡qué hermoso
el día que tenemos!

En tu mosquitero verde
voy a dejar esta rama
toda fresca de pino.

Incluso ahora
seguirá goteando,
Y con eso, un aroma
-vivificante esencia
de trementina-
flotará por el aire.

Kenji Miyazawa
Traducción: Fernando Rodríguez-Izquierdo en colaboración con Fumio Aoki




Lo digo con los ojos

no hay nada que hacer
no para
está brotando a chorros
sin dormir desde anoche sigue saliendo sangre
todo está azul y silencioso
no hay duda enseguida moriré
pero qué aire!
porque ya está cercano abril
como manando con tanta fuerza desde el cielo azul
viene un hermoso viento
en los brotes nuevos del arce y las flores como pelo
levantando olas como hierbas de otoño
la estera de juncos con quemaduras también es azul
no sé si usted vuelve de un congreso de medicina o de dónde
pero si con su levita negra
me atiende tan en serio
aunque muera no puedo quejarme
a pesar de que sangro
si estoy tan tranquilo y no sufro
debe ser porque la mitad del alma ha abandonado ya el cuerpo
solo que a causa de la sangre
no puedo decirlo es terrible
visto por usted
será un panorama catastrófico
pero lo que yo veo
es solo un bello cielo azul
y un aire transparente

Kenji Miyazawa



"Los niños saludaron al maestro, salieron en orden del aula y se pusieron a jugar en pequeños grupos. Durante la segunda hora, todos, desde primero hasta sexto, tuvieron clase de música. Cantaron unas cinco canciones, que el maestro acompañó con la mandolina. Matasaburo las sabía todas, por lo que cantó junto a los demás sin problemas. Antes de que se hubieran podido dar cuenta, ya había finalizado la lección. En la tercera hora, los de tercero y cuarto año aprendieron lengua japonesa; y los de quinto y sexto, cálculo. Igual que lo había hecho anteriormente, el maestro escribió las operaciones en la pizarra. Al cabo de un rato, le tocó a Ichiro salir a resolver las operaciones, ocasión que aprovechó para echar una mirada a Matasaburo, quien las había escrito en grandes números con un pedacito de carbón.
Cuatro de septiembre, domingo.
A la mañana siguiente el cielo estaba muy despejado y el torrente sonaba alegremente en el valle. Ichiro recogió a Kasuke, Sataro y Etsuji, y todos juntos se dirigieron a casa de Matasaburo. Un poco más abajo de la escuela cruzaron el río, y en la orilla cortaron ramas de sauce, las pelaron y se fabricaron látigos que hacían estallar en el aire mientras avanzaban por el camino hacia la pradera alta. Subieron con tanto entusiasmo que pronto se quedaron sin aliento."

Kenji Miyazawa
El tren nocturno de la Vía Láctea



Los pétalos del karma

El viento y la húmeda noche se entremezclan
Sombríamente desolado es el bosque de sauces y pinos
Oscuros pétalos de karma cubren el cielo
Y yo tiemblo violentamente de frío
Por haber anotado los nombres de los dioses

Kenji Miyazawa


No sucumbir a la lluvia

"No sucumbir a la lluvia.
No sucumbir al viento.
No sucumbir a la nieve ni al calor del estío.
Tener un cuerpo firme y sano
sin avidez ni apetencia.
Sonreír siempre tranquilo
sin sucumbir a la ira.
Comer cuatro tazas de arroz entero
y algo de soya y legumbres al día.
Observar, contemplar con atención
y no olvidar cosa alguna.
No involucrarse en nada.
Vivir en el campo
en una choza de cañas
a la sombra de una arboleda.
Si al este hay un niño enfermo
ir a cuidarlo.
Si al oeste hay una madre rendida
ayudarla a cargar sus gavillas de arroz.
Si al sur hay una persona que agoniza
ir a infundirle valor.
Si en el norte hay reproches y pendencias
decirles que una vida así carece de interés.
Si azota una sequía tener lágrimas en los ojos.
Si el verano quema los frutos
caminar perplejo y desolado.
No meterse con nadie.
Ser llamado “estúpido” por la gente
y nunca ser alabado:
un hombre así quiero ser."

Miyazawa Kenji


Noche

"Ya han pasado dos horas
y la sangre aún sale de mi garganta.
La noche de primavera en ciernes...
con sus árboles que respiran en silencio
vacíos de gente.
De todos los lugares aquí 
la lección de la primavera,
donde boddhisattvas han ofrecido cien millones de vidas
y los muchos budas han cruzado al Nirvana.
He resuelto y decidido
que moriré en cualquier momento,
invisible esta noche a cualquier alma
me llevaré a mi mismo de la mano.
Y aún así, cuando la tibia
sangre nueva chorrea
la temo, indistinta... blanca."

Miyazawa Kenji



Poema

"Vivimos juntos todo un año.
Era una mujer tierna y blanca.
Sus ojos siempre soñadores
parecían ver no sé qué.
La mañana de verano en que nos casamos
le compré en veinte sen[1], a una muchacha aldeana,
unas hermosas flores
en el puentecillo de las afueras del pueblo.
Mi mujer puso las flores en una jarra de vidrio
que colocó en nuestra tienda.
Por la tarde, a mi regreso a casa,
mi mujer me miró con una sonrisa extraña:
sobre la mesa había dispuesto flores y platos blancos.
Pregunté de dónde habían venido.
Mi mujer dijo que alguien había comprado
la jarra de vidrio con flores
en dos yen.
-Aquella noche azul
el viento y las estrellas
la cortina de bambú
y las linternas de papel
que se van flotando por el río
en honor de los muertos…
En el invierno murió mi mujer
sin sufrimiento.
Como si se marchitara, como desmororándose,
después de guardar cama sólo un día."

Miyazawa Kenji


Proemio

El fenómeno denominado Yo
es esta provisional lámpara de luz azul
una lámpara orgánica de corriente eléctrica
(todo un sistema de espectros transparentes)
en mi titilan los paisajes y todas las cosas juntas

frenéticamente mientras continúa encendida
esta iluminación azul del karma
(su luz persiste aunque la lámpara se desvanezca)

Y hace veintidós meses
que reúno los instantes contemplados desde el pasado
en papel y tinta
en bosquejos mentales
en escenas trazadas de luz y sombras
hasta llegar
a este preciso momento
(en que centelleo
y todo es simultáneamente
        el sentimiento de todas las cosas)

Humanos y ashuras*, galaxias y erizos de mar
todos comen polvo de estrellas
respiran del aire o del agua salada
mientras piensan en sus nuevas ontologías
y es porque cada uno es después de todo
un corazón particular del paisaje

Como estos paisajes que recuerdo en mí
como las escenas guardadas en mi solitaria naturaleza
que quizá no significan nada
o quizá sea una manera en que la nada significa
al grado común de un compartir total

(En la misma manera que comparto mi ser en todas las cosas
la totalidad del ser de cada una de las cosas se da para mí)

Mientras tanto mis palabras se reflejan
en la brillante y monstruosa acumulación del tiempo
aluvial y Cenozoico
y cambian sus estructuras
y también sus partes
en lo que ahora parece un punto
visto a la luz y sombra
        (o los billones de años del Asura)

Aunque es posible que el impresor y yo
sólo intentamos ensamblar la extrañeza
de la misma forma que nuestros sentidos
nuestros paisajes y personalidades
de la misma forma que la conciencia de nuestros recuerdos
y la historia geológica de la Tierra
o los mil datos diversos
         (en la red causal del karma)
que sólo basamos en nuestra percepción común

Nosotros somos los que no veremos más allá
y es probable que en dos mil años
el surgimiento de una diferente Geología
revelará una a una las evidencias del pasado
de modo que cada hombre pensará que dos mil años antes
pavo reales incoloros poblaban el azul del cielo
mientras nuevos estudiantes excavan fósiles espléndidos
entre los resplandecientes cristales de nitrógeno congelado
en los estratos superiores de la atmósfera
y cuando todo esto se conozca
quizá en algún estrato de arenisca del Cretácico
se descubran las huellas gigantes de una humanidad transparente

Todas estas teorías
son la imaginación y el tiempo de la naturaleza
la cuarta dimensión dentro de la cual nos preguntamos

Miyazawa Kenji


Sin dejarme vencer por la lluvia

Sin dejarme vencer por la lluvia,
Sin dejarme vencer por el viento,
Sin dejarme vencer ni por la nieve ni por el calor del verano,
Con un cuerpo fuerte,
Y sin deseos,
Sin sentir nunca rencor,
Siempre con una sonrisa tranquila,
Cada día comer un poco de miso,
Cuatro bolas de arroz integral y un poco de verdura,
Sin dejar que nada sea
Para mi propio provecho,
Comprender a través de la correcta observación,
Y no olvidarlo,
En el bosquecillo de pinos que hay en el campo
Vivo en una pequeña cabaña con techo de paja
Si en el Este hay un niño enfermo
Voy allí y le cuido,
Si en el Oeste hay una madre cansada
Voy allí y cargo por ella el fardo de arroz,
Si en el Sur hay una persona que parece estar a punto de morir
Voy allí y le digo que no hace falta temer nada,
Si en el Norte hay una pelea o pleito
Les diré que como es algo trivial lo dejen
En tiempos de sequía derramar lagrimas
En el verano frío andar nervioso
Que todos me llamen marioneta inútil
Sin que nadie me halague
Sin que me cause ningún sufrimiento
Es en esto
En lo que me que yo me quiero convertir.

Alabado sea el Bodhisattva de la vía infinita
Alabado sea el Bodhisattva de la vía superior
Alabado sea el Buda Taho de todos los tesoros
Alabado sea el Sutra del Loto
Alabado sea el Buda Shakyamuni
Alabado sea el Bodhisattva de la vía de la pureza
Alabado sea el Bodhisattva de la vía del gozo

Kenji Miyazawa
Traducción: Fernando Rodríguez-Izquierdo en colaboración con Fumio Aoki










No hay comentarios: