Che

Sobrio, tranquilo y tajante,
Así, se levantaba, andaba
latía.
Ni un solo instante se perdió en flojeras,
nimiedades, jactancias, quejas.
Ni una sola vianda
arrimó a su plato
con su propia mano en la cena de todos.

Era la justicia, sonreída y firme.
Así, solo se ha visto.
Así jamas tendrá su noche en la memoria.
Retornará como los huracanes y los rayos,
todo encendido como era
y es, en la justicia,
y abatirá a los cuervos y a las fieras,
sangrientas águilas.

No haya duelo por él, ganó la llamarada
del que se ofrenda entero.
Todos los apaleados del mundo
lo entienden, lo besan, lo sujetan: héroe,
sin esperar más gloria que el futuro
alegre. No haya duelo.
Su victoria es la nuestra; no cejamos:
siglo tras siglo.

 Samuel Feijóo Rodríguez


El paseo

Gemiste al cruzar por la arboleda,
porque la noche negra era un sollozo,
y te miré asomado al rostro hermoso
el amante temblor, de oscura seda.

Te dije: amada, este misterio queda
entre las almas que detiene el gozo:
al artista le dora el son precioso,
luego, al tiempo sin sol,su encaje rueda.

Desoímos las lenguas del lamento:
horas amables fueron, que reías,
en blancaluz de cariñoso viento.

Allí te quise dar las nuevas mías
hallando al corazón,su oscuro acento,
pero en mi pecho el cielo revolvías.

Samuel Feijóo Rodríguez


Epitafio del poeta bobo

Entre millones de libros ¿quién
leerá el tuyo?
Millones de libros,
generación tras generación,
bosques y bosques de versos,
generación tras generación,
montes y montes de páginas…
Generación tras generación…
Y tú escribiendo versitos,
ingenuo,
creyendo que alumbras
con tus lamparitas
el alma solitaria
que tal vez te encontró…
Y millones de libros vendrán
y siempre habrá un bobo
con su versito.

Samuel Feijóo Rodríguez


Estación

Dulce alegría, ven,es el momento
en que dejes abiertas las ventanas
y vuelvas por las únicas mañanas
hacia mi pecho afín, claro y sediento.

Ya por las albas surge tu himno lento:
deja la gasa de oro a tus hermanas,
ondas de luz que vuelan tan lejanas,
y ven a donde nunca canta el viento.

Silba un pájaro nuevo en el celaje
se ve al genio del sol hilando el viaje,
dulce alegría en tu nacido otoño.

Desciende ahora sobre el pecho suave,
herido y fiel, cantora como el ave.
Sé en el soplo de luz blanco retoño.

Samuel Feijóo Rodríguez


"Lo que yo escribo es oro, si no lo encuentran sigue siendo oro."

Samuel Feijóo Rodríguez



Los días


Luego vendrá la voz de son adverso
que ha de fluir en cruentas melodías
donde se apagarán noches y días,
en los fingidos labios, yerto el verso.

Rodará en mar informe y coro inmerso
por la invisible gracia y la ufanía;
con relucientes alas en las vías,
las ya apartadas del otoño terso.

Por un instante dejarálas huellas
en el cristal de los ríos rendidos,
copiando sin cesar alas estrellas.

Pero los cantos claros, distraídos,
retornarán de sus regiones bellas,
las bocas habitando en los vencidos.

Samuel Feijóo Rodríguez


Poética

Millones de pájaros cantan
y nadie señala
un Dante entre ellos.
¡Felices pájaros!
Las bibliotecas del viento
se queman cada mañana,
y otra vez
la cultura matinal del pájaro
llena los bosques de inmensos conciertos.

Samuel Feijóo Rodríguez


Sol de ocaso

Se está durmiendo el sol que enriquecía
la hora matizada por sus sellos
sangrientos; con pacíficos destellos
colma su adiós el moribundo día.

Tardo rojo se cansa por la vía,
y se demora, el cristalino cuello
a la Noche ofreciendo con su bello
resplandor en que espejalaelegía.

Se desvanece como espuma quieta
en las dormidas márgenes del miedo,
leve figura por la onda secreta,

y lento acorta el respirar tan quedo:
vuelo de alguna sombra en la violeta.
Borrarle su candor no sabe el dedo.

Samuel Feijóo Rodríguez






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