Despedida


«María, amada mía,
mi afán, mi dicha, mi ilusión, mi encanto,
su triste adiós el corazón te envía
y en copioso raudal corre mi llanto.
Cuando en tu pueblo estuve el otro día,
inocente, ignoraba
lo que al volver a casa me esperaba.
A mi papá se le ocurrió la idea
de que aquí, en esta aldea,
sólo puedo llegar a ser un tonto,
y me ha dado de pronto
la tremenda noticia
que labra, de seguro, mi desgracia:
¡que me marche a Santiago de Galicia
a seguir la carrera de Farmacia!...
Ya me tiene dispuesto el equipaje.
¡Adiós, amada mía, hasta el verano!
El próximo domingo emprendo el viaje
en el exprés, que sale muy temprano.
Tres días hace ya que no te veo;
quisiera ir a tu lado y repetirte
que tuyo soy y en tus amores creo;
pero ya que no logre mi deseo,
no me quiero marchar sin escribirte.
Cuando el domingo, al despuntar la aurora,
escuches el silbido penetrante
de la locomotora,
levántate al instante,
sube a la alta azotea
y desde allí contémplame amorosa,
que aunque yo no te vea
tan cerca como anhelo,
me servirá de alivio, niña hermosa,
que me digas adiós con el pañuelo.»

Vital Aza Álvarez-Buylla


Haga usted un soneto...

"–Haga usted un soneto a una corista–
dice Francos, autor de «El Señorito»,
y yo en estos renglones me permito
probar que su candor salta a la vista.

A una chica del coro, amable y lista,
y que tenga además un buen palmito,
yo le haría con gusto un papelito,
para halagar su presunción de artista.

Le haría un buen regalo por hermosa,
o una caricia si ella la prefiere;
quieras que no, le haría la forzosa;

le haría hasta el amor..., o lo que fuere;
le haría, ¡en fin!, quien sabe, cualquier cosa.
¿Pero un soneto? ¿Para qué lo quiere?"

Vital Aza


Iba la Belleza un día

"Iba la Belleza un día
con sonrisa placentera
corriendo por la pradera
que el verde césped cubría,

cuando a la sombra tendido
de un árbol muy corpulento,
se encontró con el Talento,
joven gallardo y fornido.

Sintiendo amante rubor,
un instante se miraron,
y en sus ojos expresaron
la intensidad de su amor.

Y cuando ya los sonrojos
del primer rubor cedieron,
con los labios se dijeron
mucho más que con los ojos.

Y cifrando su fortuna
en la pasión que sentían,
ambos al cielo pedían
fundir sus almas en una.

Dios compasivo que oyó
su amoroso pensamiento,
a sus ruegos accedió,
y en ti niña, Dios juntó
la Belleza y el Talento."

Vital Aza


La intención

"El cura, en la confesión,
al avaro don Senén,
le dijo: -«Para obrar bien
basta, a veces, la intención.»

Y el hombre, que no es un zote,
sino un tuno sin conciencia,
sigue con tal obediencia
lo que dijo el sacerdote,

que exclama con alegría
y de mansedumbre lleno:
-«Yo hago intención de ser bueno
todas las horas del día.

No soy un malvado, ¡no!
Y pues la intención me basta,
nadie en limosna se gasta
lo que estoy gastando yo.»

Y es verdad. Como le pida
limosna algún pobrecillo,
se echa la mano al bolsillo
y saca un duro en seguida.

Y luego, sin vacilar,
y casi sin enseñárselo,
hace la intención de dárselo...
¡Y se lo vuelve a guardar!"

Vital Aza


Los jugadores

"Era Vicente hombre rico,
en el juego se envició
y en dos años se quedó
sin un cuarto el pobre chico.

Hoy, mísero y andrajoso,
llora sus faltas Vicente,
y al verle, dice la gente:
–¡Qué perdido! ¡Qué vicioso!

En cambio, el banquero Ponte,
nacido en modesta cuna,
adquirió su gran fortuna
en la ruleta y el monte.

Hoy derrocha y se divierte;
la atención de todos llama,
y al verle, la gente exclama:
–¡Es millonario! ¡Qué suerte!

Con esto el mundo ha probado
que en el juego, siempre odioso,
sólo el que pierde es vicioso,
y el que gana, afortunado."

Vital Aza



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