Ella inclina suavemente la cabeza hacia un lado

"El hombre me pregunta,
¿que le harán a mi esposa?
Entonces súbitamente
su alianza de matrimonio
cobra vida en los pasillos.

Palmas manchadas.
Ella observa su sangre,
horrorizada.
Es la misma sangre
que la había penetrado.
Nunca antes
la había visto desnuda.

No me prestaron atención
cuando les pedí
que subieran la temperatura
del aire acondicionado central.
La fría habitación de metal
una mancha en un edificio creciente.

Cada hora controlan la temperatura.
Cada vez que controlo la temperatura
ha pasado una hora.

El hospital está sitiado por el verde

Los pasillos de piedra
son adecuados para que caminen los
enamorados "Entra el doctor"

Ella inclinó su cabeza levemente hacia un lado
y durmió durante un rato
a la muerte le disgustan
las presas fáciles.

Con su pesadumbre
subo los escalones del portal
hacia la entrada del hospital,
con mi propia pesadumbre desciendo los escalones
hacia la salida del hospital.

La muerte esa actriz profesional
¿Por qué realizará tantos ensayos?"

Fatma Quandil
Traductor: Esteban Moore


Una cuarta faz

"Después de todo esto vuelves a decirme: ¿quieres que sea tuyo? Y yo te respondo: no, no quiero que seas mío. Me hablas de la señora de la montaña cuando señaló a la cumbre nevada y se despojó de sus ropas. Dijiste: estaba desnuda y temblaba, la llevé a su cama y pasé la noche. Te pregunto: ¿cómo pasaste la noche? Respondes: como se pasan todas las noches. Entonces, te hablo de un hombre que permanecía sentado bajo mi cama, yo tenía la fiebre alta y él me iba poniendo bolsas de hielo en la frente. Estaba apesadumbrado y cuando abría los ojos sonreía y me pedía que los cerrase, quería contarle un cuento siempre que me despertaba, quería hablarle de ti, pero se marchó, se marchó cuando convenía que los demás se marchasen. Preguntas: y no te tocó. Respondo: no me tocó.
La vez anterior me cogiste del pelo de repente y dijiste: no quiero del amor más que los principios, la paloma zurce la ropa de este día. Te dije: cuando seas una anciana dejaré a mis esposos y a mis hijos para irme a dormir contigo. Entonces tú también serás un anciano y no quedará pelo sobre tu frente, la piel la tendrás arrugada, la desplegaré con mis labios y pasaré mi cuerpo por encima de ella para que se derrame, dormiré siempre sobre ti para demostrarte que mis arrugas no son más que hojas de árbol. ¿Me amas?
Dices: pero el maneouvering es lo que te transporta de éxtasis a éxtasis, es lo que hace que empieces a agitarte justo después de explotar, yo digo: no creo que duerma contigo cuando tenga esposo, puede que por motivos éticos: igual que no te he traicionado a ti, no le traicionaré a él.

Apagaremos la lámpara para que luzca el rayo.

Pero tú traicionas a Fátima, comparas la vagina de ella con una oquedad y el pene…

y le preguntas a él: cómo pasaste la noche, le odias si duerme con otra mujer y te vengas de él con tu arma cargada de ética: igual que no te he traicionado a ti, no le traicionaría a él.

Decides, escribiré: pene, vagina, vulva… luego lo tachas todo con una X.
Dices: lo escribiré para borrarlo, lo escribiré para que mi cuerpo se convierta en un tejido penetrado por los otros, lo escribiré para traicionarle.
Pero surge el gemido, el grito que busca su significado, el grito opresivo.

Lo esconderé en algún sitio.

Seguirá y seguiré escribiéndolo pero asemejaré el orgasmo, trataré de asemejar el orgasmo con un rascacielos cuyos cristales se rompen de una sola vez.

Escribiré: tu pene era un cincel que me esculpía para convertirme algún día en esa estatua de bronce que se da la vuelta y después torna a su sitio con la suficiente parsimonia como para que puedan contemplarla los únicos asiduos de la sala que saben cuántas noches hubieron de invertirse en dar una vuelta así. Y cuando las luces que la dominan y la hacen brillar se apaguen y sus rasgos se escondan, vendrás a frotar el lugar de sus miradas y vaciar mis oídos de sus delicadas y floridas palabras, escuchando con atención tu jadeo en mis adentros. Puede que encuentres en la superficie unos arañazos, muchos arañazos; pero nosotros, tú y yo los soslayaremos."

Fatma Quandil
Traducción: Esteban Moore


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