Los Propios Dioses



En un artículo que se hizo famoso, publicado en el North American Sunday Tele-Times Weekly, escribió: «No podemos precisar los diversos aspectos en que las leyes del parauniverso difieren de las nuestras, pero podemos suponer con cierta seguridad que la fuerte acción nuclear, que es la mayor fuerza conocida en nuestro universo, es incluso más potente en el parauniverso: quizá unas cien veces más. Esto significa que los protones se mantienen fusionados con más facilidad contra su propia atracción electrostática y que un núcleo requiere menos neutrones para producir estabilidad. El plutonio-186, estable en aquel universo, contiene demasiados protones, o es demasiado pobre en neutrones para ser estable en el nuestro con su acción nuclear menos efectiva. El plutonio-186, situado en nuestro universo, empieza a radiar positrones, emitiendo energía al hacerlo, y por cada positrón irradiado, un protón en el interior de un núcleo se transforma en un neutrón. Eventualmente, veinte protones por núcleo se han transformado en neutrones, y el plutonio-186 se ha convertido en el tungsteno-186, que es estable según las leyes de nuestro propio universo. En este proceso, veinte positrones por núcleo han sido eliminados. Estos se encuentran, se mezclan, y aniquilan veinte electrones, produciendo más energía, de modo que por cada núcleo de plutonio-186 que recibimos, nuestro universo pierde veinte electrones.» En cambio, el tungsteno-186 que se introduce en el parauniverso es inestable allí por la razón opuesta. Según las leyes del parauniverso, tiene demasiados neutrones, o le faltan protones. Los núcleos de tungsteno-186 empiezan a emitir electrones, produciendo energía continua al hacerlo, y por cada electrón emitido, un neutrón se convierte en un protón, hasta que, al final, vuelve a ser plutonio-186. Por cada núcleo de tungsteno-186 introducido en el parauniverso, aparecen veinte electrones más. » El plutonio-tungsteno puede repetir este ciclo indefinidamente entre el universo y el parauniverso, produciendo energía primero en uno y después en otro, y el efecto neto es la transferencia de veinte electrones de nuestro universo al suyo por cada núcleo que completa este ciclo. Ambas partes pueden adquirir energía de lo que es, en efecto, una Bomba de Electrones Interuniversal.»

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 19



—Los símbolos no fueron comprendidos. Nada en ellos...

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 23


—Se puede conseguir que los parahombres cooperen. Se pueden enviar mensajes al parauniverso. No se ha hecho nunca, pero puede hacerse. Podría colocarse un mensaje impreso en una chapa de metal debajo de una bola de tungsteno.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 33


Empezó a ciegas, pero al cabo de un mes experimentó la sensación que todo científico reconoce: el interminable chasquido de las piezas inesperadas que encajan en su sitio, las irritantes anomalías que dejan de ser anómalas... Era la sensación de la Verdad.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 44


—Pero, ¿por qué tienes que desaparecer? —Es preciso, pequeña mediana-querida. Era preciso. Ella lo sabía. Todo el mundo tenía que desaparecer un día u otro. Llegaría un día en que también ella tendría que suspirar y decir: Es preciso

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 82

—Pensáis demasiado —le dijo un Ser Duro cuando Odeen le confió el problema. Pero esto dejó insatisfecho a Odeen; ¿cómo se podía pensar «demasiado.?

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 87


—Has mencionado a menudo la energía. ¿Qué es, exactamente? —Pues lo que comemos. —Entonces, ¿por qué no la llamas comida? —Porque comida y energía no son la misma cosa. Nuestro alimento procede del sol y es una especie de energía, pero hay otras clases de energía que no constituyen alimento. Cuando comemos, tenemos que extendernos y absorber la luz. Eso es más difícil para las Emocionales porque son mucho más transparentes; es decir, que la luz tiende a atravesarlas en lugar de ser absorbida...

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 103


El Ser Duro que le llamó «izquierdo» por primera vez, fue su profesor. Él le enseñó a interpretar las grabaciones de las ondas sonoras, hasta que lo que fuera un código incomprensible se convirtió en palabras, palabras tan claras como las que él formaba con sus propias vibraciones.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 113


Por muchos indicios, Odeen tuvo que llegar a la conclusión de que los Seres Duros desaparecían, de que no eran inmortales (algo que daban por sentado muchos Seres Blandos). Sin embargo, ningún Ser Duro se lo confesó jamás. Odeen y los otros estudiantes-Racionales solían discutirlo, temerosos, vacilantes. Cada uno de ellos aportó una pequeña prueba y todas confirmaban inexorablemente la mortalidad de los Seres Duros, pero ellos seguían dudando, reacios a admitir lo evidente, razón por la cual dejaron la cuestión en suspenso. A los Seres Duros no parecía

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 114


Puesto que quieres saberlo, es fácil decirte que las cavernas deshabitadas están vacías. No contienen más que reliquias insignificantes del pasado. —¿Quién las dejó allí, señor-Duro? Odeen siempre se veía impelido a usar el título honorífico cuando se hallaba ante la neta superioridad intelectual del otro. —Los que ocuparon las cavernas en tiempos pasados. Hace ya miles de ciclos, los Seres Duros se contaban por millares y los Seres Blandos, por millones. Ahora somos muchos menos de los que éramos entonces, Odeen. Ahora no llegamos a trescientos Seres Duros y a diez mil Seres Blandos. —¿Por qué? —inquirió Odeen, asombrado. (Sólo quedaban trescientos Seres Duros. Esto equivalía a admitir abiertamente que los Seres Duros desaparecían, pero no era el momento de pensar en aquello.) —Porque la energía va en disminución. El sol se está enfriando. Con cada ciclo se hace más difícil engendrar y vivir. (¿Aquello no significaba que los Seres Duros también nacían? ¿Y que también se sustentaban del sol y no de las rocas? Odeen registró el nuevo dato y lo archivó para otra ocasión.) —¿Y esta situación continuará? —El sol se irá extinguiendo, Odeen, y un día ya no proporcionará alimento. —¿Significa esto que todos nosotros, los Seres Duros y los Blandos, desapareceremos? —¿Qué otra cosa puede significar? —No podemos desaparecer todos. Si necesitamos energía, y el sol se extingue, tenemos que encontrar otras fuentes. Otras estrellas. —Pero, Odeen, todas las estrellas se están extinguiendo. El universo va hacia su fin. —Si las estrellas se extinguen, ¿no hay alimento en alguna otra parte? ¿Ninguna otra fuente de energía? —No, todas las fuentes de energía del universo se están extinguiendo. Odeen reflexionó sobre ello con rebeldía, y entonces añadió: —Hay otros universos. No podemos darnos por vencidos porque nuestro universo claudica.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 115


—¿Qué es revolucionar? —Cambiarlo todo. Tritt se alarmó inmediatamente. —No está bien cambiarlo todo. —Todo va a ser mejor. Cambiar no siempre significa empeorar.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 129


—Quisiera saber cómo son esos otros seres. ¿Qué aspecto supones que tendrán? —Por las leyes podemos calcular la naturaleza de las estrellas, porque esto es sencillo. Pero, ¿cómo calcular la naturaleza de las criaturas? Nunca la conoceremos. —¿No podrían comunicarnos su aspecto? —Si nosotros comprendiéramos sus mensajes, podríamos deducir algo, pero no los comprendemos.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 160


—He estado pensando, Odeen... Si el otro universo introduce lentamente sus leyes en el nuestro a través de la Bomba de Positrones, ¿no hace lo propio nuestro universo con el suyo?

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 161


—Si las otras leyes debilitan a nuestro sol, y lo enfrían, ¿no aceleran nuestras leyes a sus soles y los calientan? —Exacto, Dua. Un Racional no lo diría mejor.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 162


Odeen no hubiese tenido el valor de arriesgarse a hacerlo. ¿Cómo pudo tenerlo Tritt, el indeciso e ignorante Tritt? ¿O es que también él era diferente? Odeen, el Racional inteligente; Dua, la Emocional excéntrica y Tritt, ¿el Paternal valiente?

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 170


Ya te dije que desaparecer era como nacer de nuevo. Entonces me imaginaba algo que no comprendía, pero ahora lo sé.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 195


—Los estúpidos nunca faltan.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 200


—No hablamos de inventar, doctor —suavizó Gottstein—. Jamás se me ocurriría sugerirlo. No obstante, todos sabemos que al tratar de determinar algo que se halla en la frontera de lo desconocido es necesario hacer suposiciones. Las suposiciones pueden hacerse sobre una vaga área de incertidumbre, y empujarlas en una u otra dirección con perfecta honradez, pero de acuerdo con... con las emociones del momento.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 250


Cuando los científicos trabajan con un problema que escapa a su comprensión, se ponen muy nerviosos.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 266


¡Energía! ¡Todos buscaban la energía! ¡La palabra mágica! ¡La cornucopia! ¡La única llave de la abundancia universal! Y sin embargo, la energía no lo era todo.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 293


¡Selene! —¿Sí, Ben? —¿Cuándo descubriste que eras una intuicionista? —No lo sé con exactitud. —Me imagino que estudiarías física en la universidad. —Sí, claro, y también matemáticas, aunque nunca me gustaron. Ahora que lo pienso, tampoco era muy brillante en física. Solía adivinar las respuestas cuando estaba desesperada; adivinar lo que debía hacer para dar las respuestas correctas. Me salía bien muy a menudo y entonces me pedían que explicara por qué había respondido así, pero aquello ya no lo hacía tan bien. Sospechaban que recurría a alguna trampa, pero nunca pudieron probarlo. —¿No sospecharon que se trataba de intuicionismo?

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 304


El buen nombre de la ciencia es más importante que dar su merecido a Hallam. —Discrepo de esto por principio —protestó Denison con calor—. La ciencia también ha de recibir su merecido.

Isaac Asimov
Los Propios Dioses, página 344












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