La abandonada

"Ah, si hubieseis muerto, dentro del alma atribulada
alzara yo una tumba y allí, en el sagrado retiro,
mis lágrimas correrían una a una, sin recelo.
Cuán hermosa en mí brillara vuestra imagen!
¡Ah, si hubieseis muerto!
Mi corazón tornárase en urna dolorosa
que conservara del pasado la dulce reliquia,
como esos cofres de oro guardadores de perfumes;
mi alma toda sería cual rico santuario
en que ardiese inextinguible la última luz
de mi esperanza fenecida...
¡Ah, si hubieseis muerto! Vuestro perennal silencio,
menos duro que en este día, tendría aún su elocuencia,
pues que no lo causaría tan cruel abandono...
Yo diría: él ha muerto, sí, pero aun así puede oírme,
y quizás al morir no pudo contener
este grito : «¡Perdón!»...
Pero no habéis muerto, ¡oh, dolor sin medida !
¡Congoja que hace brotar la sangre de mi ser!...
Que yo no puedo, no, prescindir de mis recuerdos,
ni aún cuando os mostréis ante mis lágrimas sinceras
seco y frío, sin dar a mis profundos quebrantos
el consuelo de un suspiro...
¡Y aún vivís, ingrato, cuando todo me grita ¡ venganza !
Pero yo no escucho, que, a falta de esperanza,
una sombra de ídolo es mi único refugio : 
ilusión, quimera, vano ensueño de mujer..:
¡Yo os amara tanto, si no fueseis más que un alma...: 
Ah, ¡por qué no habéis muerto!"

Virginie Sampeur
Traducción: Blanca de los Ríos de Lampérez


No hay comentarios: