Adolescente que despierta

Una deliberación del ala y la tormenta es lo que cae cuando
la agria balandronada de los sueños se pega al paladar
y el muchacho despierta en la mañana
penetrando el espejo con un grito. La estridencia que acecha
en la materia de los violoncellos, el enemigo bosque
turgente como una curva embreada, someten bruscamente
su furor y su régimen.
Y el muchacho despierta en el silencio
tatuado por el vuelo de un mosquito
y el terror se evapora con el sol
que empuja levemente al aire perezoso.
No ha crujido la rama ni se ha partido el
trueno
y el burro blanco rumia bajo el sol de noviembre. No habrá noche
esta vez,
ni el sol tirará de sus redes llevándose este suave calor a las
sentinas.
Y el zumbido infinito de la queresa, indica
que el tiempo no transcurre.
(Esta misma mañana podría suceder
toda una historia de gorriones y de bárbaros, un confuso ajedrez
de mil mundos guerreando sobre la palma de una mano, un mismo
verbo
gimiendo y levantándose como un licor amargo
en los zócalos de las ciudades. Aquí
sólo el silencio es música; y las leyes del cielo tiran inasibles
plomadas
de inmensas catedrales. El tiempo avanza y vuelve
a retroceder como una pulsación, y hay algo de paz y levedad en el
conejo,
y ese musgo que crece sobre los yesos apagados y húmedos.)
No habrá más noche ni lloverá de noche,
y toda el agua cabe en una espumadera, y el muchacho
ha de lavar su cuerpo con ese jabón áspero, bajo esa luna
transparente,
comida por el sol, casi
un trapecio de niebla.
Huele a escorzonera y la piel de conejo. Crecen
y caen reyes en las aguas del tiempo detenido.
No volverá a dejarnos
la luz del sol en ese frágil burladero del sueño, que convoca
las furias y las penas.

Rodolfo Hinostroza



"Cierta vez, en Aleppo, sí, fue en Aleppo donde me desgracié con ese turco circunciso: le ceñí con sus propias babas, y su lengua morada escupió las plegarias, y así salvé mi vida. Esta vida que tan poco valía, y que hoy pesa en tus manos como un cofre de ébano, Signorina. Aunque yo caigo tumbado sobre un sueño de paz roto por las matracas de la guerra, nada se habrá perdido si es que no te he perdido. Aunque yo caiga sobre los amargos tablones del recuerdo, y recoja el final de la experiencia, y encuentre que sólo es un ave mojada y el término y sentido de este viaje se extravíen como arras oxidadas de algo que no ocurrió, nada se habrá perdido si he logrado hacerme amar por ti.
¡Moro! ¡Por quién has combatido! ¡Moro! ¡Para qué has combatido!, me gritaron los jinetes ociosos viéndome hablar contigo. Y en verdad, Signorina, después de este feroz ascenso de flecha malherida, he vuelto la cabeza para ver a quién servía, y no he encontrado a nadie. Pero los tuyos escupen a escondidas cuando paso, y los míos me niegan, y ese callado impulso de grandeza que me arrancó de esclavos y galeras ha cesado, y es como si de pronto, en la alta noche el rumor de la mar cesara, despertándonos, y el helado temor y la premonición trepasen la garganta como arañas.
Hacia Chipre, una vez, un insolente rubio me dijo que yo apestaba a rata. No pude sino herirlo y entonces me arrojaron del barco, y quedé solo otra vez, por mi olor, por mi piel, por esta mirada que ahuyenta a los búhos. Y quedé solo después de haber contado una penosa historia de brutalidad y miseria, de espantos y gargajos, y de una avidez de amor arriba de la piel, debajo de la piel tensa como un tatuaje, Signorina."

Rodolfo Hinostroza
Relato de Otelo




“Creo que uno aprende de sí mismo. Uno encuentra un tono, su propio tono. Su voz. Eso se aprende solo. Te dan indicaciones… pero al final estás solo frente a la página en blanco y el único que decide eres tú. Eres el único que puede responder por ti mismo. Hay una profunda soledad en esta chamba de escritor. Porque cada vez que uno escribe es como estar re-inventando la escritura. Uno re-inventa para sí mismo y está recreando, está inventando algo, siempre metiéndose en terreno desconocido, siempre intentando lo imposible.”

Rodolfo Hinostroza


“Cuando yo le dije a mi mamá que quería ser poeta me botó de la casa ¡quieres morirte de hambre como tu padre! ¡fuera de mi casa! me dijo ¡yo no estoy para mantener vagos! Y me fui de mi casa y allí comencé a ser poeta.”

Rodolfo Hinostroza


Diálogo de un preso y un sordo

George:
      No nos alcanza el pájaro campana? Alinea el sueño
muertos y resurrectos sobre unas paredes pegajosas?
                La mujer olía a lino.
Dime escuchas ese rumor? Es como si trajeran a un 
preso, y ese
chirrido de cadenas es lo único que nos separa del mundo
irreal.
    La mujer olía.
    Y voilà que se vienen
unas falsas sandalias caminando, y nos hablan de Europas
que no conoceremos, de pagodas ahora; esos rastros
indican que han pisado tierra roja, y dónde hay esta
    tierra roja, George?
Un desierto, seguramente, algo calcinado por el sol. El
sol.  Recuerdas?
Hay un sol afuera!
            /Él dice que no hay afuera/
                La mujer olía a mujer.
“Clang, clang” tañen las monedas sobre un plato de estaño,
    oyes?
No te duermas! Quieres
más sueño todavía? George? Cualquier cosa, ese clang
    clang idiota
esa imaginación que va extinguiéndose, esas palabras que
    no quieren
salir,
nos acerca a la realidad.
              Realidad, tu nombre escribo.
              La mujer es ese ruido. El
universo es ese ruido, eh, Capitán? Las esferas oxidadas
producen ese ruido, Saturno gira sobre Escorpión y crispa
    los nervios;
hay un mar también, y la lluvia, y a veces se revuelven,
    quiero decir
que llueve sobre el mar, y caen rayos, y da ganas de
    ponerse a aullar
como un loco. Capitán?
    Un cepo guarda unos huesos, los helados corredores
esconden barricadas de amontillado.
                    Realidad?
                             George?
El pájaro paro se para en las ramas del manzano
                    La mujer olía a sándalo.
Has oído ese cuento
del hombre que cae dentro de un barril, y se va hundiendo,
y al principio se aterra y hace intento de salir,
y luego advierte que ha retornado al vientre de su madre?
                    Ese hombre
volvió a ser puro, George.
Los catatónicos vagan por el centro de la ciudad. Una 
multitud de estudiantes y gente de bien arman una pedrea
    Pero los simples siguen, exclamando, rezando:
“Son los santos, son los santos, oyes mamá?”
                     Ella se sacaba el vestido
por la cabeza./ Pero por qué hablas de ella!
            Ella te empujó con ambas manos
para arrojarte dentro del barril.
        Pero olía a sándalo y a sopa de cebollas.
Esa sombra fue un pájaro, una mariposa,
el sueño de este sueño? Despierta, George!
            Adminístrate. La ronda del sol
no se ve desde aquí. Imposible determinar el tiempo. El
tiempo, esa
sucia palabra. Habla, George. Tú sabías de números
alguna vez,
con música: “Dos por uno dos/dos por dos cuatro/dos
    por tres seis”.
Realidad? Hay que robar estacas y clavarlas
sobre una realidad que se deshace?
                        Ella.
/Él dice que no hay afuera/
                 Te mataría, George. Pero no.
Yo también he dormido varios años,
intermitentemente. Tal vez duermo ahora mismo, y tú
    eres el despierto.
Oh! Entonces sí te mataría. Capitán.
    Ningún ruido. El pájaro tilín no suena tilín no suena.
    Los sentidos se pudren, se pudren. Mañana será el tacto,
los bellos ojos de cuarzo. George? Estás allí?
                    Que oiga tu voz,
un sonido vocálico, cualquier cosa
que no calle jamás. 

Rodolfo Hinostroza


Eclipse

Un sol negro semejante
A la premonición del desastre. Un sol muerto
Robando las plegarias de los campesinos ojerosos.
Un sol ajeno a todo lo que habíamos conocido
Hasta entonces
A todo lo que habíamos sufrido hasta entonces.

Este es el sol que ha descendido sobre nuestras ciudades. Ha
Agotado a las doncellas. Ha roto de un hachazo
Las gruesas mesas de madera y los toneles
De vino espeso como sangre de gallo. Ha tensado
Los mares y los ríos. Ha cortado la leche
De las madres primerizas. Ha revelado
A los bachilleres sudorosos
Que hay una espera completamente sobria
De lo inevitable.
Fría como el rodar de las esferas celestes.
Todo está ahora detenido. No obstante
Hay como el ruido de cubiertos en una larga sobremesa. 

Y bufones huidizos, bufones
De orejas puntiagudas
Soportando en sus jorobas las secas maldiciones.

Rodolfo Hinostroza


Imitación de Propercio

I

Oh César, oh demiurgo,
tú que vives inmerso en el Poder, deja
que yo viva inmerso en la palabra.
            Cantaré tu poder? Haré mi SMO?
Proyectaré slides sobre la nuca de mis contemporáneos?
               Pero viene tu adjunto
sosteniendo que debo incorporarme al movimiento
si no, seré abolido por el movimiento.
                No pasaré a la Historia, a tu
Historia, oh César. 80 batallones
quemarán mis poemas, alegando que eran inútiles y brutos.
No hay arreglo con la Historia Oficial.
Pero mis poemas serán leídos por infinitos grupos de clochards
sous le Petit Pont
        y me conducirán a los muslos de Azucena
pues su temporalidad será excesiva
cosa comunicante.
             Sous le Petit Pont
hablando del Tiempo sin implicaciones políticas
corre el Sena, río de cerezas, río limpio,
y hacia las seis de la tarde las cosas se naturalizan
y no conseguirás oh César
que yo me sienta particularmente culpable
por millones de gentes hambrientas. 

II

Los imbéciles han renunciado al Poder: yo
me confieso imbécil.
            Ese juego pragmático y salvaje
por el que bramo y huyo, cosa en la cual
he quemado la mitad de mi juventud
                por aceptar Tu Realidad,
oh, César,
        por decirme mi bocado shakesperiano. Y así
es miserable el tiempo que se pasa sobre la tierra
suponiendo que no hay un infinito
                y además
el mundo de que me sentía mediador
                no existió jamás, y
no lo verán mis días.
            Un puto inútil
según los expedientes de tu estado, Señor del Gran Poder,
un joven lúdico
nonsense.
            Cantaré a la risa
y al ridículo: ésas son cosas ciertamente inmortales,
no tu poder, no tu barbarie, oh César.
            Yo huyo, según tu entendimiento
arrojando latas de cerveza a América
                vagando sous le Petit Pont
donde cantan los jóvenes melenudos
las más bellas romanzas de la época.

III

Oh César, van llegando tus panfletos:
                “Si no te ocupas de política
la política se ocupará de ti”
                puro chantaje.
Qué puede un centurión contra mi sonrisa?
                    Amenazado de muerte?
Y morirán mis reinos interiores, mis poemas, mi nombre
será excluido de las conversaciones?
            Corriente.
                    Creerás que has ganado,
Oh César.
    Eugenio Marchbanks sale, pero ellos nunca sabrán
cuál era su secreto.

IV

La Historia es la incesante búsqueda de un domo cristalino
que hay que mirar como jamás nadie ha mirado
y tus ojos son de esta tierra, Oh César
                el poder corrompió a la Idea
pero la Idea queda
        arbotante y tensión sobre un espacio de aire. 
Tienes quien te haga las canciones heroicas
un puñado de máximas para defenderse de la muerte
y puedes arrasarlo todo
            hombre que duerme
                        /No mandes
a tus terroristas a convencerme que cante tu célebre continuum
    represivo
yo reposaré esta noche entre los muslos de Azucena
y veremos unicornio en las paredes
y nuestros cuerpos se moverán hacia Hércules & Lyra
y la energía que emana de un cabello será bastante magia
para esta noche.

V

Necesitado de armonía
             —ante un grabado de Albers
amarillo sobre amarillo, dos cuadrados/ sabiendo
que aún hay mediadores—
               necesitado de armonía. Oh César
sigo el largo cabello de Azucena
                     la gracia y encarnación
detenida en el arco de St. Severin
                       serruchando una mano
entrando en Shakespeare & Company
                    papel sobre papel
una mano  detenida sobre una página gótica
                    —en algún sitio
está la belleza mortal—
            y haremos el amor sobre el papel
y no la guerra
        y su cuerpo ondulará
y ella estará distanciada de todo
                una gota de sudor resbalando
nítidamente sobre su espalda
                hasta rendir el alma.

VI

Para arrasar el Poder
se precisa el Poder: yo buscaré el Tao & Utopía
                        Oh César
no me sueltes a tus perros de presa
la otra margen quizás no he de alcanzar
                    quizás me turbe
la contemplación de la belleza
y quede detenido otra vez detenido por un cuerpo
sensible a la virtud de un río
            qué fueron sino rocío de los prados
qué fueron sino verdura de las eras
y pasaron miserablemente sus días en la tierra
                    Mi amada me espera
en la Puerta de Lilas
iremos en auto-stop a Salzburgo
                Mozart prende las estrellas
nos revolcaremos sobre campos de avena
una vez más hacer el amor será un milagro
                    entre dos o tres
y las suecas de largas piernas
            el invierno nórdico
                    cantando cosas
lúbricas forever
        descubriendo la dulzura del Oro de Acapulco
nuestra propia dulzura
la naturaleza bienamada
               robando frutas
vendiendo baratijas hechas por nuestras manos
viajando hacia el verano
               o el otoño
los desiertos alquímicos
               bellas palabras en idiomas extraños
y acamparemos bajo las estrellas
                     ritos órficos/sueños
espuma de mares jóvenes y mortales
            donde no lleguen tus gerifaltes
                              Oh César
a intentar que cantemos al Poder.

VII

La cotidianidad puede ser tan hermosa como el heroísmo
sin salir de su casa se puede conocer el mundo
el movimiento del aminoácido y los astros
            atravesado de energía
                        concibiendo
cómo es que el universo ensambla desde arriba
por el cambio incesante
y una manzana otra vez una manzana
            mordida por la belleza rubia
se lleva el paraíso
            goteando
        y la otra margen no habremos de alcanzar
mediadores entre el mundo de la realidad y el mundo
    de los sueños
quietos en la contemplación
        cabras que pastan entre los rododendros
un pueblo de sucias chimeneas abajo
y el roce de una mano puede precipitar el éxtasis
                        avant-garde
de un mundo que entrevemos
                trizados por el Poder
que avanza sobre sí mismo y crece sobre sí mismo
ayer y hoy
        en su naturaleza hay algo de maligno
                        ahora y siempre.

VIII

Oh, Señor de Gran Poder
                mi poesía acabará conmigo
                           animal mortal
hecha por un animal mortal
        pero será leída por jóvenes tan jóvenes
que creerán que es un viejo el que escribe
                             para ellos
no deteriorados por la barbarie del poder
                            nítidos
                            mejores
esperan con enormes grupos el Metro de las 6
                    andróginos y bellos
la noche fue de amor y marihuana
                vienen del Norte y del Este
quién necesita una patria
los insultos no pueden contra ellos
            semejantes al alba
                    Oh César
                ignorando el poder.

IX

No cantaré tu empresa, César:
                               hay un solo cantor para el ascenso
y hay mil para el descenso
            descubre entre tu gente al elegido
y que no sea tarde
            muerto apaleado
                        envejecido mudo
dentro & fuera
        en un cruce de caminos
clavado a una cruz invertida
           ojos que vieron la disputa del Poder
y aceptaron le mélange atroz
                           mientras nosotros los mil
del Este y del Oeste
             un rêve, una visión
de una Historia pulsátil que se cierra y nos echa
                    hora del Poder
nuestra hora es la diáspora
            la Idea marcha sobre la tierra retumba
como un tonel
    pero en lo nuevo vive el germen de lo viejo &
viceversa
    y la empresa final asume formas definidas
                        el cuello de botella
se abre hacia el infinito
        y no cantaremos César poderes temporales
sino el total del diálogo
              o rien du tout.

X

Frente a la Normandía
la marea se retira 13 kilómetros
        brota el camino anegado que conduce
al Monte St. Michel
            un rêve, una visión 
                    Azucena
lava sus largas piernas musitando canciones goliardas
                            espera
incesantemente detenida
               pero el mar se retira y la otra margen
acaso alcanzaremos
    no más la historia del Poder pero de la armonía.
millones de utopistas marchan silenciosamente
                            NSE&O
piedra embebida en sangre que lloramos
                       oh piedras levitadas
por amor
        la otra margen acaso alcanzaremos
            el mar se ha retirado y Azucena
aguarda
    amante incansable y ligera.

XI

Bajo el signo de Scorpio
            ciclo de la verdad y la putrefacción
con la opción del suicidio en el círculo de fuego
para a su vez  podrirse y engendrar.

Rodolfo Hinostroza Clausen




"(La del Perú) es la primera poesía de la lengua española porque es la más rica y diversa, moderna y sin hiatos generacionales.”

Rodolfo Hinostroza



La Habana


"Qué impresionante silencio en la angosta saleta,
en el exacto lugar donde la voz atronadora 
reclamaba cada tarde su café, en fina taza china,
colado y servido con amor de madre. Remedio certero
para aplacar el ritmo entrecortado, entre risotada y risotada,
y recomendar a Góngora, leer cada día a los franceses,
los de la rosa. Adorando a Casal, maldiciendo a Virgilio,
logró ensalzar las sombras ante la oscura ventana,
oh los mayas, Ariosto, la impertérrita herencia española.
La ventana ahora clausurada es un tokonoma del vacío."

Rodolfo Hinostroza


"Las aguas ferrosas que calentaban tu cuerpo tenían colores, de serpiente plana, y la tierra se había descosido en sus espacios, y llevábamos nuestra infancia como un estandarte sin sombras, entre paraísos de yeso, y ángeles larvados y la tía apócrifa. De ella digo, ¿qué digo?, que en sus ojos ardían mis espadas de estaño y que se había fugado cuando las hogueras carcomían la noche de San Juan. Se me había advertido, se me había repetido: Octavio, Octavio, una gran ola salió del río cuando tú nacías. Nos salvamos porque las campanas sonaron a muerto y la familia había cavilado toda esa madrugada. Trepamos a los cerros y durante todo un día vimos morir al pueblo. El Huascarán nos miraba y entonces fue que sentimos esa blancura imperdonable. Nosotros tres habíamos enterrado ceremoniosamente, en un rincón del patio, bajo la gotera, al canario muerto entre las trenzas de mi hermana. Las campanas del ángelus nos doblaban las rodillas y de la muerte sabíamos que era una bella palabra. Sí, porque mirábamos a los púlpitos de arcilla achacosa en donde dormitaban ángeles bonachones, y nosotros sabíamos llevar el domingo en los hombros, como una prenda nueva. No volverás a aquello, ni hallarás ese patio cuadrado con una fecha dibujada en piedras negras. Los países se encogen como esa tía abuela que olía a alcanfor, y los hierros de las capitales inundan esos claros espacios donde tu corazón anclaba, como un canto rodado. No sentirás los pasos de tu padre midiendo las estancias donde los retratos negreaban, como párpados muertos."

Rodolfo Hinostroza
Del infante difunto



Los hijos de Clausen

Mi madre Gloria era
La chica linda del Callejón del Buque,
De Bajoelpuente, en el jirón Trujillo, manyas primo.
Era hija de Clausen, un ingeniero danés chiquito y colorado,
lisuriento, que a veces venía a visitarlos,
A ella y sus dos hermanos,
A Olga, la segunda, y a Rodolfo, el menor.

Eran hijos habidos en Victoria Farfán,
Guapa bajopontina de imponente perfil,
Y de horrible carácter, tal como lo aprendí
A mis expensas luego. Nadie quería entrarle
Aunque era buena hembra, pero con fama de ogro:
Tuvo que ser este gringo despistado, chambero y buenagente,
Pero más lisuriento que un capataz de obras
Se ve que había aprendido su oficio en el barco
Porque instalaba Centrales Hidroeléctricas en provincias
Y se quedaba un año dos,
En Camaná por ejemplo, o en Máncora
Conviviendo en el campamento
Con mujeres del pueblo
A las que les hacía de vez en cuando un hijo.

En consecuencia le hizo
Tres hijos a Victoria
De puro macho que era.

Gloria nació, por ejemplo, en el campamento de Ica,
Y Olga en el de Marcará
Y el muchacho Rodolfo ya de regreso a Lima
Pero hasta ahí nomás llego,
Porque luego de algunas peleas memorables con el Ogro
El hombre se esfumó. Ni cojudo,
Se fue desapareciendo de a poquitos pretextando trabajo
Hasta que no volvió, sino de tarde en tarde
Para ver a sus hijos.

Cada vez que el gringo venía a visitarlos,
La cosa terminaba en unas grotescas,
Gigantescas puteadas de callejón limeño,
Con mentadas de madre y baldes de meados
Contra el valiente danés y sus torpes carajos,
Sus incipientes mierdas, sus amargas derrotas de gringo buenagente
Contra la horrenda familia de mi abuela,
Un matriarcado chicha
De obreros criollazos y grisetas
Que comportaba un tira,
Un par de mechadores famosos
Una puta solapa
Y varios palomillas
Que a veces terminaban en la cana.

O sea que mi madre lo veía muy poco
Pero siempre cargado de regalos, como Santa Claus en su trineo:
Muñecas lloronas, ropa importada de Miami, camioncitos a cuerda,
Y sus visitas eran más inolvidables cuanto más esporádicas,
Y siempre en Navidad
Que para los daneses es sagrada
Y nunca les falló en eso al menos.

Los tres hermanos competían desleal y arduamente
por el breve, pequeñísimo tiempo
Que su padre dedicaba a cada uno de ellos:

“Como te va
En el colegio? Qué quieres estudiar cuando seas grande? (ingeniero)
(maestra) (artista de cine) Te enseñan bien inglés en el colegio?
Saben, yo viví 20 años en los Estados Unidos,
Y tengo la nacionalidad americana, que
Automáticamente se transmite a mis hijos,
Por ley, a toditos mis hijos,
O sea que ustedes también tienen derecho
Al pasaporte americano,
Lo sabían?…”

Se les quedaban las palabras de protesta atoradas en la glotis
Y preferían tomarle de la mano, cálida y cariñosa
Que darle motivo de vergüenza
Con preguntas incómodas.
Y cuando el gringo se iba en su Ford polvoriento,
Sus 3 hijos en unánime paja
Se largaban al techo, a soñar desaforadamente
Con los Estados Unidos de América
La tierra de las oportunidades
Time is Money
América tierra del trabajo y del dólar
De la democracia
Y de la igualdad ante la ley
De los hijos bastardos.

Y el culeado danés un día se murió
Sin dejarles un cobre.

Pero tanto fue que sus hijos soñaron,
Que sus sueños se hicieron realidad
Al filo de los años.

Mi madre, por ejemplo, encontró
A su Príncipe Azul
En Octavio, un poeta venido del Callejón de Huaylas
Hijo de un hacendado en bancarrota,
Que tenía más o menos la edad de su padre.

Cuarentón, romántico y celoso,
Refinado aunque misio,
Con la cabeza llena de sueños
Pues el también soñaba con triunfar en Hollywood
Y acababa de escribir el guión de una película de éxito
“El guapo del pueblo”
Con Jesús Vásquez y Filomeno Ormeño,
Ima Sumac y Moisés Vivanco
Y la Cholita linda del Perú,
Alicia Lizárraga.

Eran tiempos del cine mexicano
Con el charro cantor Jorge Negrete
Y aquí surgía un cine nacional a fines de los ’30
Con enorme ilusión
Por eso comparaban la pareja conformada por ellos
Con la de María Félix y Agustín Lara,
La bella chica y el feo poeta
A causa de la diferencia de edad, o con Chaplin
Y Paulette Goddard. Era un sueño para ella
Estar en ese ambiente
Y no con los zafios de sus primos.

El poeta se casó pues con ella y se la llevó a Huaraz
Tierra de sus mayores y
Tuvo dos hijos en ella (mi hermana Gloria y yo)
Y fuimos felices y comimos perdices desde 1941 hasta el 49
Que todo se rompió, inexplicablemente,
Como una muñeca de porcelana china
Y ellos se divorciaron.

Pero antes de eso fuimos de verdad felices
En esa hermosa casa de la calle San Martín
Con su patio y su poyo y su corral de cuyes
Y las gotas de lluvia cristalina
Que tintineaban sobre los charcos
Y el trino del huanchaco pecho colorado
Y el trueno batiendo atabales lejanos.

Nunca supimos verdaderamente por qué se separaron
Ni tampoco tiene sentido esclarecerlo ahora,
Después de más de medio siglo.
Pero se separaron a capazos neuróticos,
Luego se divorciaron y cambió nuestra vida,
Dio un vuelco espantoso, como un accidente de automóvil
Y fuimos infelices durante largos años.

Entonces regresamos a Lima, a vivir
Con la feroz familia de mi madre
En la Unidad Vecinal número 3
Unas viviendas para familias pobres.
Mejor no lo recuerdo.

Después mi madre se consiguió un amante
Que era también casado como el abuelo Clausen
Y había trabajado también 20 años
In the United States
Y había regresado al Perú para montar
Una cafetería en el jirón de la Unión.

Y el tal Alberto le puso Casa Chica a mi madre
Como el danés se la puso a su madre,
Siguiéndole el ejemplo
Que ya era una tradición en su familia
Porque la bisabuela Hortensia era la barragana
Del tal Farfán (que era también casado)
Y ya eran tres generaciones de mujeres
Salidas de ese callejón bajopontino
Que eran queridas de gordos ricachones
Fatalmente, como en las tragedias griegas.

Y mi madre volvió a ser ilegitima
Después de haber estado legítimamente casada con mi padre
Porque la fatalidad la llevaba a ser la Otra
La amante, el fruto prohibido,
La mujer que se corta las venas
Y acaba en el hospital, a hurtadillas
Para que sus hijos no se enteren.

Y luego vino Demetrio, otro poeta misio y además casado
Pero al menos poeta, aunque completamente
Alcoholizado.
Y luego vino su matrimonio bamba
(en este fui testigo) con un cretino,
que desapareció poco después.
Ya estaba envejecida
Y sin mucho glamour, de modo que un buen día,
Desistió de buscar la Felicidad
Consagrada en la Constitución Americana.

Poco después murió
De un infarto masivo al miocardio,
Mientras que se tomaba su último Cuba Libre.

Su hermana Olga
Esa especie de monstruo que nunca tuvo hijos
Y acechaba mi infancia
Para burlarse de mí, para vejarme,
Para espiarme morbosamente por la ventanita del baño
Para golpearme brutalmente con un palo de escoba
Para arrojarme un cuchillo encima de la mesa
Para destrozar mi juego de ajedrez que no entendía
Esa bestia peluda, en fin,
Decidió, ella también, ir a buscar el Sueño Americano
A los 50 años, bastante maleteada por su amante,
Desde luego casado.

Inmigró a los Estados Unidos, con chamba de doméstica,
Aunque no sabía cocinar ni tampoco comer,
Y regresó casada con un octogenario ingeniero checo
Jubilado, enfermo y malhablado
Igualito a su padre
Trayendo unos inmensos muebles americanos
Para que la envidiase su familia
Pero no tuvo tiempo ni de desempacarlos
Porque murió de un cáncer a los huesos
Dopada por el fósforo, deforme, delirando,
Insultada por su madre aún en su lecho de muerte,
Impotente y vejada.

En cuanto a Rodolfo, el benjamín,
El tío buena gente
Que prefería tener alma de negro pobre
Que no de blanco misio
Nunca se fue a los Estados Unidos
Pero fue el único que realizó El Sueño Americano
Pues se hizo rico de la noche a la mañana.

Yo lo hice rico de la noche a la mañana
Gracias a mi laboratorio de química
Enseñándole a extraer oro de unas sales de cianuro
Acumuladas en años de electrólisis
Pues él no sabía qué hacer con ese polvo gris y denso
Que supe convertir en oro de calidad suprema
99.99 de pureza
Con un catalizador de hierro
Que hizo llover oro en polvo sobre el tío Rodolfo
30 o 40 kilos de oro lloviéndole del cielo.

Y se compró su casa, y puso su negocio
Y no paró hasta hacerse millonario
Pero a mí no me dio, desde luego, un centavo,
Y ni siquiera las gracias.

Y dejó de ser el tío buena gente para ser un señor
Avaro y temeroso de su oro
Con un hijo mongólico
Que ensombreció los días de su vida.

Ahora casi todos han muerto.

Mi madre se ha ido al alto lirio,
A cantar sus endechas
Mi padre, Tía Lucha, Alberto el comerciante, Demetrio el poeta
Todos están juntos en el alto combo.

Mi abuela Victoria se ha reencarnado en una rata,
Y Olga en una repugnante cucaracha
Y se encuentran en las alcantarillas que las vieron nacer
Para seguir peleando.

Y desde luego Clausen, el danés inmigrante,
Se ha ido al Otro Barrio
A montar sus Centrales Hidroeléctricas,
Y pasa piola
Inmerecidamente, desde luego.

Rodolfo Hinostroza




“Me gusta estar escribiendo. Escribo todo tipo de cosas. No me concibo fuera de la palabra.”

Rodolfo Hinostroza


“No es que yo haya retrocedido sino que he ascendido a lo más alto que puede ascender el arte de la palabra, que es la palabra entera, que se ejecuta a través de todos los medios en poesía, cuento, teatro, novela, ensayo, crónica y verbalmente también a través de discursos…porque yo soy un ser de palabra fundamentalmente, me encuentro muy cómodo con la palabra y a través de ella me deslizo.”

Rodolfo Hinostroza

Nudo borromeo

Y ahora remontas rue Vavin subiendo a Montparnasse
Hay un río que duerme otro que murmura
Aquí Clayton hablaba de Loutine
Los dorados temblores de Diana en el patio interior
El cuerpo multiplicado en millares de copias
Y un presagio de tormenta en la escalera
Menos grave que en los años siguientes
Y ahora todo resbala hacia Lo Real
Había sido algo menos que una presencia
Definida con tenacidad
Al alba con las últimas luces de la fiesta
La materia de los dioses extraviada en un recuento precipitado
De tantos viajes tantos libros tantas mujeres
La sombra helada de un libro que te acecha
Mientras haces el amor en el bisel del espejo
Las claves sumergidas en un catálogo de signos
Te requiere por una vibración de encajes y deseos
Como el vaho sobre el cristal del automóvil
Londres un taxi palpitante a la puerta
Una confidencia cubierta por el timbre del teléfono
Forma insuficientemente percibida
A través de las celosías de la casa
Lo gris duerme su rapacidad vela
Modo infinito en infinita parodia
Y ahora tratas de recordar un acto significativo
Que te hubiera matado
Para que hacia él converjan las líneas del poema
O el pavor de un sueño
Donde olvidas tus huellas en las cosas
Como si al crepúsculo tornaras la cabeza
Viendo unas rayas difusas en la perspectiva
Así cuando declina el viento de la noche
Hay tal vez una playa con casetas de vidrio
Y estudias el mecanismo de las olas
Sobre la barrera que planta tu memoria
Un dólar de plata por saberlo
El sentido de la experiencia debe encontrarse allí
Y yo debo entonces perseverar en el poema
El Otro que yo he sido el Otro que estoy siendo
Me debe ser designado en el poema
En una de sus líneas (tal vez en ésta misma)
El insolente sol trepa al solsticio 
Y se me hace saber que mi sombra se gasta
Y una imagen recurre (la de Marianne)
Como si el erotismo fuera capaz de definirme
Como si buscase definición
Deslizándome hacia el centro del poema
Donde hay silencio y quietas placas de hielo
Calles que no llevan nombre
Miedo de tocarlo y no tocarlo y atravesarlo sin tocarlo
Como una sombra de palabras
Y hay líneas que se encurvan sobre el horizonte
Otras sobre el crepúsculo
Y acodado en las estepas mayores
Buscas la conjunción de los sentidos
En una sola epifanía
La memoria como un espejo parabólico
Descoyuntado por infinitos puntos de fuga
Que recompone ahora una imagen de mujer
De actos presenciados en Mallorca
O en un pueblo belga que se llama Malone
Cuyo sentido (si alguno existe) resistiría a la enumeración
De imágenes dispersas
De una noche en busca de rue Giordano Bruno
Al fondo del distrito XIV y bajo la nieve
O la de un lépero cagando sobre un puente en Comayagüela
O de una noche caliente y desolada en Managua
Un Luna-Park en trozos
O caminando contra el viento a la entrada de Cerbère
Buscando un maldito camión
Y todavía
Atravesando un campo de lavanda en el Luberón
Con un vuelo de cuervos en /> Un último sobresalto de Occidente
Antes del encadenamiento de las guerras
Las heladas estrellas se agrupan del lado de La Osa
Ella ha desaparecido
(Quién es Ella dónde está Ella)
No confundas tu soledad y la suya
Cuando tires las tres monedas por seis veces
SUNG
Esta línea muestra al sujeto vacilante frente a la disputa
Vuélvela estudio de los dictados celestes
Abate sus deseos agresivos
Reposa en la firmeza y corrección
Habrá buena fortuna
Abate tus deseos abátelos te digo
Así podrás acceder a la contemplación
Y el mundo rodará sin ti
Por una vez
Y verás gotear las estaciones
En un cielo Ile-de-France
Tendido en un camastro fascinado
Por una constelación de manchas de humedad
Las nubes dibujan carneros castillos
Una majada de fantasmas desciende el Huascarán
Trisca en torno de un ojo de agua
Pisoteando el diván del analista
Repita eso
(Eso?)
La memoria se posa sobre un campo de trigo
Y los caballos trotan en torno de la era
Encerrados en un domo dorado
Tu padre bebe chicha de jora
Y tú aloja fresca
Y más tarde la luna rondará la Casa-Hacienda
Polvo de leche luz
Tus sábanas se prolongan en nevados
Repita eso
El poema graffiti sobre un largo monólogo
El tema del baúl el tema del poeta atormentado
Por la Sombra del Padre
Un calembour dudoso colgado de la manga
(Nunca tocará fondo porque es forma)
La hora de las visiones ha pasado
Quién sabe lo que sabe quien no sabe
Hay una teoría de círculos concéntricos
Puesta para evitar un encuentro frontal
Que ya tuvo lugar
Que apareció como un azahar en el verano
Calmando mis sentidos crispados en la espera
En el sous-bois las armas
Esparciendo un sonido metálico en el aire transparente
Lustros
Y a la mañana siguiente un trapecio de niebla
Sube al Medio del Cielo
El halcón malherido voltijea sobre el techo del mundo
Suspendido del verbo
Que se balancea como un fruto
Demorando en caer
Y te consumes fuera de la palabra
Que tal vez se alimenta a sí misma
En inflorescencia perpetua
Y así entorpeces la demostración
Empantanado en una noche sin fin
O detenido en un mediodía perfecto
Un bocado de viento en las colinas
Una ventana abierta en la plaza del pueblo
Que designa un imposible deseo
Y el tiempo el viento amargo
Huye entre tu camisa
Como un recuerdo agudo y olvidado
Así un día en el embarcadero de Santiago Atitlán
O cierta ven en Uxmal
Indescifrable tu memoria en ruinas
Fuera de tema borracho como un Lord
Contiguo a una galaxia burlona y superior
Más ebria que la noche bamboleante
Ceñida a tu cintura hincándote las uñas
Mientras circulan retazos de ciudades
Ramalazos de luces en el puerto
El esplendor vacante de tu cuerpo
Animal expulsado de la música
Más acá del Edén donde no hay luz ni noche
Sino incredulidad de cada gesto
Como quien sobrevive sin saberlo
Y hay un valle que cierra el horizonte
Un río que la brisa acerca
Y una mujer desnuda en la terraza
Tomando sol
Nada es real salvo Lo Real
Desdeñoso irascible parpadeante y sumiso
Eternamente anclado
Plantado frente al río que murmura
Que tu vida se despliega y se agota
En la incesante perfección de su diferencia
A causa de Entropía
Obedecida y pronto contradicha
Por una dimensión confusa y vegetal
Y el azar te convoca para jugar un rol figurante
En el chalet de abajo
Y en un delirio de provisiones y de ropa limpia
Olorosa a lavanda
Viajas en tus palabras
Y tus palabras viajan.


Rodolfo Hinostroza




No hay comentarios: