Cita final

"Y apareció entonces el Hombre de Músculo, Sir Galahad,
Y con su boca cavernosa me absorbió fuera
De los bosques del intelecto que tanto nos gustaba recorrer
Y trazar sobre el aire.

Por ello debo abandonarte vagando solitario
Entre los otoños desfallecidos del encantamiento
Por cuyas ramas, que yo sé baldías,
sigues abriéndote paso.

Y sigues siendo tan bello, Sir Galahad,
Enredado en tus pensamientos, medio huyendo
Y medio abrazando el vacío que tu imagen cubre,
Con intención de reemplazar, sin duda, la fatiga de ti mismo.

Pero ya sangre de músculo hierve en mis venas
Y carne de músculo gime con su deseo,
Y me siento impotente, Sir Galahad, de asumir
Demanda alguna salvo esta insustancial

Cita final contigo, con la cual asesino
La última quimera del Amor
Para probar la verdad del deseo del músculo."

María Grech Ganado
Traducción: Juan Miguel Zarandona


Morgana

"Es verdad,
¿cómo ibas a comprender mi deriva lenta
ya no más la seductora,
en un mundo como éste,
tan precavido?
Os observo mientras te vas, con tus ojos
austeros, hacia regiones ignotas, lejos de mí, con
los dedos esquivos del sol sobre vuestra espalda
desnuda, y mi pecho hundido de dolor
a la busca, a tientas y sin resuello, del
ritmo acompasado de las armas de tus brazos
temblorosos.
Sí, todavía de blanco,
a pesar de la traición que
algunos creen mi encantamiento, intento
arrastrar a tus hombres, a la mazmorra
de mis deseos.
Sé que te contaban, ¡cómo os lo contaban!,
lo de mis telas de araña, yo
me atrevía a sembrar la duda dentro de
la red brillante que vos mismo diseñasteis,
tan cautivadora, se
empeñaban en seguirte con ojos tan
inocentes como la espada que me
rogasteis tuya, cuando hasta la espuela que
se os clavaba en la carne sólo
podía susurraros premoniciones negras
donde tu sueño eludía concretarse.
Es verdad,
¿cómo ibas a comprender un latido de amor
más impreciso que el abrazo preciso de
vuestro escudo de armas
tentando a los más altos principios a
compartir su caos, abandonándote
casto, traicionado, y todavía atacándome por
lo que aún denominas mis
hechizos taimados.
Ahora me toca urdir un poema en
recuerdo de la abundancia desbordada
que escribiste sobre mi rostro,
sobre una espada devuelta a su vaina,
sobre un lago desmembrando el arma de mi brazo 
arremolinándose una y mil veces,
sobre un ideal yacente
sobre una barcaza al atardecer – deslizándose suave,
dejando atrás las regiones
que lamentan su destrucción."

María Grech Ganado



No hay comentarios: