El desierto
Llegamos a la estación Catorce
después de un concierto de Santana
era el año del dragón y tu sonrisa una enciclopedia
leíamos a Simone de Beauvoir
y los duendes efectivamente eran verdes
Los duendes y la mezcalina no se llevan
dijiste cuando en la estación
encontramos un refugio frío donde pasar la noche:
que calentamos con música y fuego de linternas
No valían las explicaciones, tan sólo las metáforas
de dos chicas contándose historias al oído
Tú utilizabas todas las ingenierías para estropearme
Para que la máquina fuera lo más humana posible
Buscábamos fiestas donde no existían
fantasías pequeñas que nos hacieron cómplices
del amanecer
Eras como una virgen desnuda
y tu llegada un circo
Después del desierto partimos
a veces regresabas para enseñarme las incandescencias
de la aurora
Hoy mamá ha muerto y no entendemos nada
nuestra historia de la estación Catorce
es una nube
que sigue perdida en el armario
Leticia Luna
Hacia tu arena remo
A José Gorostiza
Un mar ondulante y sórdido es llama
de un naufragio.
Tu fotografía instantánea queda atrás
entre el infinito polvo que flota a través
de la ventana.
En el aire una barca rema hacia la arena
de tus versos.
Tu costilla se hace costa y tus ojos se vuelven
pequeños oasis melancólicos.
Leticia Luna
Ondulación del agua
Cómo me gusta
estar en la manigua de tu voz
cantando un viejo jazz
en la axila de un atardecer
que llueve a media calle
cuando mujeres leen poemas
de fuego y ceniza
un aroma de café y tabaco nos envuelve
yo
que fui hecha del humo
del café de los velorios
me gusta la llama que surge de tus ojos
por una veladora en el otoño
Esta ondulación que soy ahora
que emana del vapor marino
es un incendio en el letargo de tu tarde
Leticia Luna
Del poemario "Del resplandor y la estampida"
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