Desde Tinamayor

hasta Cabo de Mar,

el martillo de Tor

golpea sin cesar.

José María Álvarez Posada
Extraído de «Las costas de Tor»



"Español era el viejo y español el joven, pero los dos regían una ciudad francesa. El viejo por la gracia de Bach y de Beethoven, el joven, por el mando que obtuvo en la Proeza.
Buenas tardes, maestro Casals…
Mi comandante Cristino, buenas son.
¿Tomando el sol, don Pablo?
Tomando el sol, Cristino… Carretera adelante, si es que gustas, hay leche caliente en el establo.
Maestro, le acompaño y juntos beberemos; recordaré la leche bendita de mi tierra… Leche espesa, espumosa… Yo soltaba los remos a estas horas en Luanco, antes de nuestra guerra. Y más que sidra buena, bebía mejor leche.
También yo en mi Vendrell… Bueno, ya -al campesino- bríndanos leche tibia de Francia.
Que aproveche, don Pablo, a su salud.
A la tuya, Cristino.
Por su música humana.
Y por tus guerrilleras canciones.
Por España, que volverá a ser libre.
¡Si pudiese mi arco amansar esas fieras!
No, maestro, a las fieras ¡balas de buen calibre!
¿Decidido a partir?
Para la madrugada ya estaré en Cataluña ¡En la de usted, don Pablo! Recuérdeme, si un día la ve ya liberada… Hoy, con usted, maestro, por última vez hablo.
Inclinó la cabeza Casals. Atardecía. Apoyado en el hombro del joven comandante, hacia Prades el viejo su paso dirigía. Nieve en el Canigó fue mortaja sangrante. A casa del Maestro llegaron silenciosos y no encendieron la luz. Con su arco, el artista le arrancó al violoncelo sone maravillosos, los que comprar no puede ningún capitalista. Cristino dijo: Gracias. Dios te bendiga, hijo -sollozó Pau Casals. Unió un abrazo fuerte al artista y al héroe, al pie de un crucifijo. Vi salir a Cristino, de noche, hacia la muerte."

José María Álvarez Posada
Prades o la despedida, incluido en los "Versos del maquis" 


Madre

Más que madre espartana.
Más que madre romana.
Mi madre fue
asturiana.

Bable su arrullo fue,
bable su nana.
Bable me habló
y háblame bable

y, siempre que me hable,
bable me habrá de hablar
su voz anciana. 

José María Álvarez Posada



Te amé, te amo, te amaré por nunca

siempre jamás amén, Llanes, Lybunca,

la Puebla de Aguilar o Villasaro

y mi asperjante amor te lo declaro

con tu propio pudor y mi descaro.

Mojo en tu sidra mi devota mano,

persigno con el índice y el medio

mi faz y voy a bendecir tu predio

marinero, rural, fluvial, urbano,

católico, guasón, astur e indiano.

Mi alma a las remotas eras vuelta,

corrobora su esencia primeriza

hoy que en vuestra compaña profundiza

el gran misterio de su noche celta.

Canta el orbayo y canto la neblina,

santo a Cuera y al Pico Turbina,

señor del trueno y padre de las nieves.

Canto el maíz, el bable, la sardina

y la luna romántica de Tieves.

Extraído de «Diana sin hiel a la Puebla de Aguilar»

Bendita sea la sidra, pues que a la gaita dota

de vibraciones celtas y da al cantor la nota.

bendito el ijujú que a su conjunto brota.

Celso Amieva, seudónimo de José María Álvarez Posada
Extraído de «Soneto de la sidra»

















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