En el ruedo agitado...
               
En el ruedo agitado
de idas y vueltas      contrariada
pesca sin fin milagrosa en el umbral del lago
en la iglesia ortodoxa todos de pie evocan esa humilde 
casa de huérfanos en Iráq
cuántos olores oscilan en el astillero para reconciliarse  
recuerdo la oscuridad mellada por el paso de las botas
famélicos      desorbitados ojos que un cuervo pasea 
en el coro rampante de insectos
para dar paso al corazón 
entre brazos que acomodados distiguen los almendros
de los rostros distendidos en los 
focos de las lámparas      cuando
el tren persigue el albedrío de la nieve
y se estrella en la cabeza de un árbol
nombres sobre todo
los tatuajes de las piedras  
los cartones de lino que son vestidos de sogas
hamacas donde recostar el cuerpo 
Pensar que el camino ha sido largo
ha valido la pena estrellarse contra la pared 
rebuscar en las sombras
la señal de identidad      el rasguño      la crin
sin confesiones ni el embarazo que de a luz el exilio
que no es hacer un recuento del espacio de quién sabe quién
en una celda contando cómo fue tumbándose tras las órdenes
mutilando su sexo      la corteza  el muñón  
aquella noche de Serbia      y su mañana en Lima 
      agonizantes niños de Iráq 
cuya comparación más exacta es el mundo  
que espera abotagado en la banca
con tantos o más dedos que contar  
en los inhabitables edificios de la mente
      volados por innumerables bombas  
violados por innumerables hordas
                    aquella noche montada en un pájaro salvaje.

Roxana Crisólogo Correa



En noches como ésta me acerco...

En noches como ésta me acerco
nudo de sirenas y descoloridos carteles hacia el camino
empapada de polvo
en una pintura formidable
dejando atrás recordando
mi voz arrastra su disonancia y sumerge tu sombra en cada estría
del tapiz de oscuridad fulminante


la respiración tensa es el mar
mi tela floreada e invisible la inmensa fogata donde irrumpes
coronado como un bello sueño de palabras fáciles
y no hallas sino caminos
senderos donde desembocan tus manos caudalosas
saltar puentes oasis febriles lagos de paroxismo poéticamente


la desgracia es como un perfume cíclico
en invierno me obliga a tomar tu mano
la otra a tientas recorre confusamente
ilógica un enjambre de rocas jironadas
y crece en los gritos redondos e infantiles
…el mar
el mar
el mar empapa los abismos fosforescentes donde recoges basura
y separas y
seleccionas
y eres una invitación apacible al infierno
todos tus dedos escurriéndose de sudor desoxigenado
detenidos en el cemento estoico como en una película absorta muda
breve
entonces voy tiritando al borde sin sentido y los niños me jalan
enmarrocados a la fuga inevitable del día receptor
que corre en sus cortinas de moscas nocturnas
la tarde fluye
y no necesito una máscara
de aluminio
mi abrigo carga la lluvia furiosa mientras voy ascendiendo
al piso más alto de Pampas
sin margen y la alfombra afila sus contornos
cenizas latas trozos de algo
siempre vivo desintegrándose y los perros insuflan sus gargantas
enmohecidas y desfallecen en la primera tos
es el mismo paraíso perdido final feliz
que ahogo como monedas y lanzo
donde pausadamente se escinde la noche

se hilvanan todos los ladrillos de la ciudad como un pretexto
indiscutible
el jardín del manicomio
la casita de hule sobre una roca
de estrellas gigantes mi sangre pastosa que merodea
como tu naúsea
necesaria y cristalina tanta sed
árboles bolsas flores muros de cemento
mientras el kerosene es lo único que se expande
a cada paso
la única bella
luz prendida
en los fósforos de electricidad.

Roxana Crisólogo Correa


Pero sé que estos ruidos...
               
Pero sé que estos ruidos
sólo se hacen pedazos en mi cabeza
tic tac borroso de olores pastando en la voluntad 
del cuerpo      reconstrucciones 
que apresuradas regresan con el viento
indiscreto al abrir las ventanas sonoras
                    El mar era la disipación de mis dudas
el adelanto de un sereno retorno en los pies alados
de un niño varado en las mesitas
colocadas en viejos pasajes de anticuario 
que buscan decorar el sol del poniente
Mochileros que hacen cola de polvorienta plazuela 
bajo unos binoculares para atrapar el sol 
sudamericanos      confío en sus deseos
aquel día tope      ingenuos      fanáticos 
                    tocapuertas
quitatiempo
                    Porque también me veo a mí 
aplaudiendo a la Valicha que odio
y clavaría como un  pendiente 
en ese mismísimo sol que no siente 
                                                            pero sonrío  
y el sol catapulta unas miradas 
que se reciclan en aire      papeles      carteles
animando      a los que se aglomeran interesados 
por una vieja cultura    interesados 
por mí      por ti      para hacer de éste    
                                                            camino del inca
una sola fumada.

Roxana Crisólogo Correa




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