“He hablado y sigo hablando pero no porque esté arrepentido. Este término no me ha gustado nunca e, incluso en la actualidad, me resulta irritante. ¿De qué tendría que arrepentirme? Por mi parte, he renegado y abjurado de una institución en la que creí y serví con lealtad y desinterés. Pero no me he arrepentido de nada. Arrepentirse implica una petición de perdón. Y yo no le he pedido perdón a nadie. Tampoco he pedido un perdón general a la sociedad por los perjuicios que mi actividad mafiosa pudo causar. Sólo soy un hombre cansado y atormentado que al alcanzar cierta madurez se dio cuenta en lo que se había convertido la mafia y decidió colaborar con la justicia para desmantelarla. No creo que haya malgastado mi vida. Pienso que mucho de los comportamientos e ideas de la cosa nostra, en los que creí, siguen siendo válidos. Han sido los otros, los corleoneses, los que la han destruido y desnaturalizado.”

Tommaso Buscetta

“La mafia ha ganado. He equivocado mis previsiones y, junto a mí, también las erró Falcone, al que quitaron la vida... ¡Qué error colosal! La mafia ha asumido un papel mucho más grande que aquel que tenía en el pasado. Se ha convertido en un hecho político.”

Tommaso Buscetta



"No es la Cosa Nostra que contacta con el político; sino que es un miembro de la Cosa Nostra quien dice, "este presidente es mío (è cosa mia), y si necesitas un favor, debes dirigirte a mí". En otras palabras, la Cosa Nostra mantiene una especie de monopolio sobre el político. Cada jefe de familia selecciona a un hombre cuyas características le hacen parecer accesible. Olvídese la idea de que se haya llegado a un pacto de antemano. Todo lo contrario, alguien se dirige al candidato y le dice, "Onorevole, puedo hacer esto y esto otro para usted ahora, y esperemos que cuando sea elegido se acuerde de nosotros." El candidato gana y debe devolver el favor. Se le dice, "Necesitamos esto, ¿lo hará o no?" El político entiende de inmediato y actúa siempre."

Tommaso Buscetta

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