Mucho se ha escrito sobre la figura de Jesucristo, quizás demasiado. Los innumerables autores que han abordado su estudio suelen escribir sin mostrar quiebro alguno en sus teorías sin importar lo fantasiosas que puedan llegar éstas a ser. Cuando se aborda su figura con seriedad se sufre un gran desconcierto. Así, sería de origen judío según las fuentes judeocristianas, ario según fuentes de ideología ultraderechista, oriundo de la antigua Galia o incluso extraterrestre. Entre los 13 y los 30 años lo podemos encontrar formándose como carpintero junto a su padre (si bien no fue su padre natural para la ortodoxia católica), en las laderas del mar Muerto como miembro del movimiento esenio, en el Tíbet, en Goa, en Cachemira, en Egipto, en Grecia, en Shingo donde se venera su tumba, de nuevo incluso en una nave espacial. Tras la crucifixión (algunos piensan que fue suplantado en la cruz), podría hallarse en el cielo fundido en uno con el Padre Celestial y con el Espíritu Santo con quien es todo Uno, en los valles pirenaicos del sureste de Francia o Japón formando una familia junto a una fecunda María Magdalena, en la India, en el Tíbet, en Egipto, una vez más en una nave espacial o en un planeta extraterrestre. Otros piensan que ni siquiera existió históricamente.

Rosa Sinespina
Arcano, página 7


La fascinación por el secreto es un motor que mueve al profano a llamar a las puertas del Templo, utilizando jerga masónica. Pero, ¿qué secretos se descubren tras traspasar las dos resilientes columnas que dan nombre a un famoso güisqui? Uno esencial, que no hay secreto revelado. El profundo y milenario simbolismo en el que uno se sumerge actúa de cincel penetrando lentamente y desbastando nuestra lacerante y dura piedra llena de aristas vivas; hacerlo de modo eficiente requiere gran pericia. Si las herramientas se utilizan con perseverancia, la luz nos moja y la curiosidad inicial por el secreto transmuta en ambición por el Misterio.

Rosa Sinespina
Arcano, página 7


La Masonería hereda desde hace siglos un conocimiento Arcano, pero su práctica la puede llevar a envilecer. Un Ego inflacionado supura en masones que pavonean sus Grados y asisten a tenidas con más insignias colgadas en la solapa que un general de artillería en una boda; sin embargo, otros muchos manifiestan una deslumbrante profundidad de ideas y serenidad en su ser. Está de más decir que éstos últimos sólo se adornan con su sobrio mandil, sus blancos guantes y una perenne sonrisa. Los Grados en Masonería son tres y bastan para el verdadero iniciado; la riqueza simbólica en ellos es inabarcable. Los grados superiores se iniciaron en 1740, con la creación del 4º Grado, provocado por la incontrolada popularización que la Masonería sufrió, en un intento de buscar una elite verdaderamente iniciable dentro de lo que empezó a ser no más que un basto reflejo de la sociedad. Del 4º al 33º Grado se puede imaginar el proceso y, para darle un interés esotérico, de nuevo presente el puñetero e infantil secreto como zanahoria para el conejo. Los esfuerzos por darle cierta coherencia no fueron pocos y la ortodoxia de dichos Grados sólo cristalizó en 1871 con la publicación de la superficial, reiterativa y extenuante Morals and Dogma de Pike. Los Grados superiores son como cursos de recuperación para malos estudiantes; los tres primeros Grados encierran en sí el saber Arcano milenario. No hay mayor secreto que descubrir lo que tenemos ante nuestros ojos y no apreciamos. La Masonería no oculta en sus altos Grados secretos transmitidos oralmente a través de los siglos por los discípulos de Jacques de Molay; la Masonería es una llave que abre el camino al estudio del simbolismo hermético y entrena los sentidos para empezar a vislumbrar las hermosas y sensuales curvas de Cibeles. Desgraciadamente, una gran mayoría de sus miembros no es capaz de despegarse de esa fascinación por arrogarse la posesión de un secreto inconfesable y no son más que miembros de una Escuela moderna de Misterios menores. La Masonería invita al libre pensamiento y por ende a la duda; no puede ser jamás una religión para ateos confesos que se vanaglorien de su ignorancia. ¿Cómo puede nadie al que se le hayan realmente abierto las puertas del Templo declarar su convicción de no haber nada trascendente cosmológicamente? Señores, ¡no entienden nada! No importa cuántas horas puedan dedicarle al estudio, cuántos conocimientos enciclopédicos puedan atesorar, les falta el sutil hilo de Ariadna que engarza las hojas sueltas y reúne en un solo y ordenado manuscrito los mensajes que su propia vida continuamente le da. Allí donde hay hermosa poesía cósmica, usted sólo es capaz de percibir palabras sueltas en un idioma de sintaxis desconocida. La piedra no puede trabajarse sin perseverante meditación, pero ésta debe ser un manual de gramática universal. A aquél de nuestros lectores que sea Francmasón le preguntamos: ¿Recuerda usted el acróstico en el gabinete de reflexión? ¿Recuerda usted el vigilante gallo, el azufre, el mercurio, la sal, el reloj de arena y esa vela que le alumbraba en la oscuridad de la mina? ¿Sabe quién deviene alegóricamente usted al entrar vendado en el Templo desnudo de metales? Todas estas cosas apuntan en la misma dirección y en ese fascinante viaje las alforjas no pueden llevar ni prejuicios ni certezas, y menos del calibre de un absurdo ateísmo cuando las puertas del Templo las tiene ante usted. Trate de resonar con el canto del gallo, abra bien los ojos, observe cómo opera la Naturaleza, comience a escucharla, enamore a Minerva y maravíllese de cómo la Virgen le rocía con su leche cósmica. Medite, lea, lea, lea y relea y labore embarcándose, sin el lastre de sus miedos, en el viaje a Ítaca al que Kavafis le invita…

Rosa Sinespina
Arcano, página 37


No hay mayor secreto que descubrir lo que tenemos ante nuestros ojos y no apreciamos.

Rosa Sinespina
Arcano, página 38


La verdadera iniciación no sucede bajo la tenue luz de ninguna Orden secreta, el verdadero Saber no se transmite, se ha de vivir. La atenta observación a lo largo de nuestra vida de los hechos que nos acaecen, podrá quizás hacernos llegar a entender que formamos parte consustancial de un juego cósmico. Ése es el gran Misterio que las distintas órdenes esotéricas tan sólo vislumbran; ése es el Gran Arcano, imposible de desvelar con la sola fuerza de la razón, por muy penetrantemente sutil que ésta sea, si no nos despojamos con coraje de nuestros prejuicios heredados.

Rosa Sinespina
Arcano, página 42


Hubo muchas tradiciones en la antigüedad de las que sólo nos queda apenas el nombre, pero el esoterismo hebraico, la Kabbalah, ha logrado perdurar y evolucionar desde los tiempos de Abraham gracias al arraigo a sus tradiciones del pueblo judío. Consideramos que la Kabbalah, fusión de misticismo hebraico, Pitagorismo, Neoplatonismo, Gnosticismo y Hermetismo, es la más maravillosa y profunda especulación espiritual del ser humano.

Rosa Sinespina
Arcano, página 43


El ser humano padece un egocentrismo indomable: YO, mi gran inteligencia, mi gran belleza, mis grandes senos, mi gran fuerza, mi gran capacidad sexual, mi gran pene, mi hermoso culo, YO… mi gran estupidez deberíamos añadir. Incluso los denodados esfuerzos espirituales por superar dicho egocentrismo caen de nuevo en egocentrismo, algo más sofisticado, pero igualmente deleznable.

Rosa Sinespina
Arcano, página 47



La dinámica con un maestro de la rama Soto, más común en Europa por mediación de Teshimaru, está todavía más alejada del pensamiento occidental; y francamente, el meditar durante horas convirtiéndose la meditación en el objetivo en sí mismo no nos interesa lo más mínimo. Consideramos que no es un modo eficiente de búsqueda espiritual en una mentalidad occidental moderna con sus continuos flujos incontrolables de información isostática. Lograr dejar la mente en blanco, cortar el flujo de pensamientos durante sesiones de meditación continuada ayuda indudablemente a encontrar cierta serenidad, pero no hay una equivalencia entre serenidad y Sabiduría; aquélla sería una característica de ésta. La mente humana es activa y creativa, momentos de vacío mental son saludables, pero exagerar con ellos nos aliena y desvía de nuestra más sólida meta. Hemos hablado de la rama Mahayana y de la Hinayana; se podría decir del Soto-zen que es un híbrido entre las prácticas hinayanas y las más sublimes y alquímicas mahayanas.

Rosa Sinespina
Arcano, página 50


La Iluminación es un estado mental provocado por la comprensión unitaria del Uni-verso que llega brusca e inesperadamente. Cuando se tiene la fortuna de gozarla, no se ve ninguna ráfaga de luz cegadora, pero sí se mira con los ojos de otro entendimiento a partir de dicho momento. No es ver a Dios como lo expresan místicos cristianos, sino que es observar desde la misma esencia del Ser entendiendo que la aparente dualidad del mundo es un espejismo. Atinadas descripciones en el marco del cristianismo de estas indescriptibles experiencias pueden encontrarse en los poemas de San Juan de la Cruz, las obras de Eckart de Hochheim o Hildegarda von Bingen entre muchos otros. Pero estas experiencias no son descritas únicamente en las obras de místicos, las encontramos también en la literatura en autores como Proust o Dostoievski al describir las sensaciones previas a los ataques de epilepsia de Mishkin. Es el resultado del afloramiento de la Sabiduría latente en el ser humano. Sentir la unicidad con todo lo que nos rodea, la irrealidad del aparente mundo dualista en el que vivimos, que cuando sale de las profundidades del Ser produce un estado de bienestar, relativismo y desarraigo indescriptible.

Rosa Sinespina
Arcano, página 50


Las lágrimas que corren por emoción espiritual tienen la siguiente explicación alquímica: se originan toda vez que inicia su vuelo el Águila cuando el Azufre metálico disuelto por nuestro Mercurio es cristalizado por sucesos externos que resuenan inesperadamente con nuestro estado espiritual alterando las condiciones de equilibrio de la lenta pero continua cocción que se lleva a cabo en nuestro Atanor. Lo sutil se eleva como una llama de oro y la escoria precipita al fondo de nuestro Atanor fertilizándolo, más en su caer rasga sutilmente los velos que cubren a Isis que descansa plácidamente en su gruta oscura y oculta provocando nuestras lágrimas al vislumbrar su insoportable luz.

Rosa Sinespina
Arcano, página 54


El Zazen es la herramienta de la que se hace uso en la búsqueda de la Sabiduría, una más entre tantas tradiciones que el ser humano ha forjado, pero no es un fin en sí mismo por profundos que sean los estados de conciencia que se puedan alcanzar con la práctica. Cuando se medita de un modo regular, las intensas experiencias extáticas que se viven pueden hacernos desviar de nuestros objetivos reales y convertir dichas vivencias en la meta, es makyo, pero sofisticado makyo son también los estados de samadhi. No es este el objetivo de la meditación Zen, rama sublime del budismo, pues éste tiene como fin el conseguir el estado de Satori que nada tiene que ver con experiencias extáticas autoinducidas por la práctica, sino con aprender a mirar al mundo que nos rodea con otros ojos, directamente a su misma esencia, rompiendo el aparente dualismo que se manifiesta a nuestros sentidos. Es el estado emocional del Sabio de todas las épocas y culturas de la humanidad. Todas las tradiciones adolecen de gran miopía egocéntrica y se arrogan la Verdad y la mayor profundidad espiritual. El Zen nos habla de aprehender el vacío como camino hacia la pérdida de la noción de individualidad; pero esa visión del vacío es también el mensaje kabbalístico tras la decimosexta letra del alfabeto hebreo (con aún seis letras cargadas de significación esotérica tras ella), o el objeto de la metafísica hinduista Advaita, o el Urgrund de Boehme. Tras el vacío está el Uno que pocos Roshis del movimiento Zen son realmente capaces de transmitir. Por otra parte, la manía etnocentrista y egocéntrica del ser humano está también presente en el Budismo Zen, como no podía ser de otra manera. Todos los Roshis se consideran herederos de un modo u otro del Dharma y su ignorancia de otras tradiciones no les permite ver más allá de su grupo de seguidores, a quien idolatran. La Sabiduría no está en ausentarse de la realidad con estados profundos de meditación, está en este mundo dual de luces y sombras. En las prácticas de Zazen se repite sistemáticamente el Sutra del Corazón a modo de mantra bien en japonés, bien en sánscrito, que de modo insistente niega la realidad y dirige hacia la superación paulatina del pensamiento dual. No otra cosa busca meditar en el Koan Mu (negación en japonés que no significa literalmente no sino indica ausencia de algo) o en su curioso palíndromo Oum como hace el budismo tibetano y el hinduismo.

Rosa Sinespina
Arcano, página 55


Se dice que al volver encontró a cuatro monjes discutiendo sobre el ondear de una bandera. Uno de ellos decía la bandera es un objeto inanimado y es obvio que es el viento el que la hace ondear; otro afirmaba la bandera y el viento son inanimados y el ondear es una ilusión; un tercero decía el ondear es debido a una relación causa-efecto; finalmente un cuarto añadía no hay bandera ondeando, es el viento el que se mueve. Hui-nêng interrumpió su discusión afirmando: no es el viento, ni la bandera… es vuestra mente la que ondea.
En otro momento de su vida, se dice que un monje (que bien podría haberse llamado Sekida) le recitó a Hui-nêng:

Yo, Wo-luan, conozco un recurso
por el que borro todos mis pensamientos.
El mundo objetivo no agita más la mente
y mi Iluminación madura diariamente

A lo que Hui-nêng le respondió:

Yo, Hui-nêng, no conozco recurso;
mis pensamientos no son suprimidos.
El mundo objetivo es siempre agitado por la mente,
¿y de qué sirve la Iluminación que madura?

Rosa Sinespina
Arcano, página 59


En resumen, el Zen es la esencia de la doctrina de Buda despojada de sus velos exegéticos. Muestra un método directo, un camino pavimentado sin rodeos hacia la Iluminación, con un eficaz sistema evaluativo de la profundidad alcanzada en el despertar espiritual estructurado en torno a los Koans de la escuela Rinzai que permiten un diálogo privado con el Roshi que dirige dicho despertar. La experiencia de Satori es inefable, es una vivencia personal intensa e intransferible que indudablemente descorre velos a Isis. La inefabilidad del estado de Satori está en el corazón de toda experiencia mística y es común al fundamento extático de toda religión. Si logramos desvestirlo y lo dejamos desnudo, es la fuente de todas las religiones que devienen tan desagradablemente formales y con caminos llenos de ridículos e infantiles obstáculos para un verdadero desarrollo espiritual. La luz que permite apreciar que lo que vemos y vivimos no es más que un juego de sombras del que hay que despertar, que el espacio y el tiempo están entreverados y no son absolutos, y que nuestra mente disfraza con velos la verdad, no ilumina a todo el mundo, pero, sin duda, ha alumbrado a todas las culturas que en el mundo han sido.

Rosa Sinespina
Arcano, página 62


Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.
Cuando reparas en algo
dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer.

San Juan de la Cruc
Rosa Sinespina
Arcano, página 64


Aplicar la razón con coraje, sin prejuicios heredados es raro en el ser humano; en la comunidad de científicos podríamos incluso afirmar que inexistente. Su fe son los pilares de la ciencia aceptados mayoritaria y coyunturalmente por la comunidad. El ateísmo es un título que se pavonea pretenciosamente como inevitable resultado de la profundidad de pensamiento del que tal juicio emite obviando el insondable enigma que el hombre supone para sí mismo. A los herejes que cuestionan dichos dogmas científicos se les menosprecia, olvidándose que también en su día fueron herejes aquellos que apuntalaron esos pilares. En ciencia todo es coyuntural, siempre hay recorrido más allá de lo consolidado; ningún mortal puede pretender conocer la verdad científica definitiva.

Rosa Sinespina
Arcano, página 72


La Kabbalah enseña que de la infinita luz de Dios emanaron diez dimensiones con las que éste construyó el Universo. El valor numérico en guematría[141] del nombre de Dios es 26; así IHVH, Yaveh o Jehová en pronunciación latinizada tal y como Dios se llama asimismo cuando se aparece en la zarza ardiente a Moisés (yo soy el que soy[142]), suma 26 (Yod=10, He=5, Vav=6, He=5). Yod, la primera letra del nombre de Dios, que se escribe a modo de tilde, de cuerdecilla, se deletrea como Yod - Vav – Daleth[143]. Donde se considera a Vav como el elemento masculino de la realidad y a Daleth (de valor numérico 4) el componente femenino, la matriz. Se enseña que Daleth es lo revelado, mientras que el principio masculino está contenido en el seno de Daleth. Por otra parte, diez son las Sefiroth, las cognoscibles emanaciones de la incognoscible Unidad del Ein-sof (literalemente sin fin, llamada también Unidad indiscernible entre la multitud de metáforas utilizadas por los cabalistas para referirse a Dios) que nos conforman el mundo visible. Sin embargo, la ascensión por el Árbol Sefirótico durante el desarrollo espiritual del hombre no se consigue sin el equilibrio entre las Sefiroth simétricas gracias a Daath, la undécima Sefirah, el Sol negro, el espejo que sirve de puerta oculta impenetrable a Ein Sof. Daath no es considerado de modo ortodoxo como una verdadera Sefirah, un arquetipo de Dios, sin embargo es un elemento esencial, signatura del eje central del Arbol Sefirótico conformado por las diez Sefiroth relacionándolas de modo directo con la raíz de todas las raíces, con la causa de todas las causas de luz infinita velada a nuestros ojos por las Sefiroth.

Rosa Sinespina
Arcano, página 74


Los estudios herméticos se sustentan en tres pilares: Alquimia, Kabbalah y astrología que se hallan entre los padres de la física-química, de las matemáticas y de la astronomía respectivamente.

Rosa Sinespina
Arcano, página 106


Pero, ¿qué es la Alquimia? Es la Ciencia que estudia el proceso transmutatorio de los metales describiendo la evolución espiritual del ser humano. No entraremos en especulaciones sobre su etimología no del todo clara a tenor de las múltiples interpretaciones habidas. Mencionaremos la primera de la que se tiene noticia, debida a Plutarco y recogida en el legado filosófico de su extensa obra que se refiere a ella como la parte más negra de la tierra de Egipto, parecida al negro de la pupila, llamada por ellos Chemia y asemejada al corazón.
(…)
La Alquimia es la solución occidental a la búsqueda milenaria del ser humano por controlar las fuerzas de la naturaleza y comparte el marco con el yoga indio, el Chi-Kung chino, o ciertos movimientos kabbalísticos; si bien se engarza profundamente con la corriente del Budismo mahayánico, descrito tan deliciosamente en el Sutra llamado de Diamante por el propio Buda, por penetrar la sabiduría trascendental seccionando los prejuicios. El alquimista se enfrenta a la materia, ésta es el sujeto de su Obra y lucha por redimirla. El adagio alquimista mens agitat molem es un hecho positivo con evidencias empíricas en el microcosmos cuántico, como hemos visto en el capítulo anterior. Los Bodhisattvas de la tradición budista mahayánica rehúsan entrar en el Nirvana y se encarnan indefinidamente hasta redimir a todo ser que goce del soplo divino; una clara correlación con el callar zoroastriano. La Alquimia se articula en torno a una máxima representada por el Ouroboros (la serpiente que enroscada sobre sí misma se muerde su propia cola), cuya imagen en piedra puede aún encontrarse en nuestros templos románicos, que lanza al observador atento el inequívoco mensaje Omnia ab Uno, et in Unum Omnia. Dos naturalezas opuestas en lucha continua que el Artista ha de armonizar para conseguir la sal de los Sabios. Tres principios representados en Mercurio, Azufre y Sal preñados de infinitos matices; y cuatro elementos, a saber, Tierra, Agua, Aire y Fuego, cuya unión perfecta resulta en la Piedra filosofal representada por la estrella de 6 puntas. El jeroglífico perfecto de la Gran Obra es el laberinto. El primero del que se tiene noticia histórica fue construido en Hawara durante el Imperio Medio egipcio en el siglo XIX antes de nuestra era, en la vecindad de la pirámide construida en honor de Amenemhat III, que ya describiese Estrabón y del que Plinio el Viejo afirma que copió Dédalo su laberinto cretense cuatrocientos años después. En línea con esta afirmación está el origen etimológico de la palabra laberinto, que a su vez proviene fonéticamente de gran puerta en la lengua que se hablaba en el Imperio Medio Egipcio. La Gran Obra Alquímica presenta dos grandes obstáculos: 1) la preparación de la materia, que exige una lucha violenta contra el dragón escamoso, contra el tenebroso morador del umbral al que todo adepto encuentra insoslayablemente en su Camino en algún momento y derrota sin piedad. Está mitológicamente representada, por ejemplo, en la lucha de Teseo con Asterión, hijo de la unión bestial de Pasifae y un toro blanco, para salvar a las siete doncellas y siete jóvenes atenienses que anualmente le eran entregados en sacrificio. Es sabido que Teseo fue ayudado por Ariadna (la de gran pureza) que le cedió un ovillo para encontrar su Camino de vuelta tras derrotar al Minotauro en el centro del laberinto. Una adecuada preparación de la materia es el trabajo más arduo, y conlleva grandes penas, está íntimamente ligada al Gran Arcano de nuestra Obra, cuyo jeroglífico es evidente en la Plancha XLIII de Atalanta Fugiens. La lucha contra el guardián del Fuego Secreto es inmisericorde; cuando la bestia siente el peligro ataca despiadadamente sin previo aviso y, en el mejor de los casos, el osado caballero huye despavorido por siempre. Desafortunadamente, en no pocos casos, el aprendiz es alcanzado y derrotado, enfrentándose a la destrucción psíquica e incluso a la muerte por su imprudencia. Los metales suelen ser demasiado pesados y duros en el ser humano, la paciencia escasa, la fe nula y las motivaciones para iniciar la Obra impuras. Para quien está preparado para emprenderlo, el Camino está trazado en las palabras de Nicolas Valois la paciencia es la escala de los Filósofos, la humildad la puerta de su jardín. Dios premiará con su misericordia a aquél que persevera sin orgullo y sin malas acciones. 2) Aquél, que, como Perseo, logra derrotar a la górgona Medusa, accede al Fuego Secreto que protegen esas tan terroríficas como reales alegorías. Este fuego, no es un fuego común, no quema en manos del Filósofo, es un fuego acuoso, es el fuego que utiliza un Vulcano Lunático en su forja y puede ser terriblemente destructivo en manos inadecuadas. El control de este Fuego Secreto, encontrar el régimen adecuado, sólo puede lograrlo el Artista experimentado, es un fuego que se alimenta con Amor, con un Amor puro y desinteresado. La preparada prima materia tratada bajo el régimen idóneo por Teseo con el robado fuego iluminando el Camino de retorno y guiado por el hilo de Ariadna deviene nuestra Magnesia de donde, según afirma Fulcanelli, se puede extraer la leche de la Virgen que alimentan al batracio, como se aprecia en la Plancha V de la obra mencionada de Maier. Las propiedades de aquélla y la alegoría que ésta representa, describe el Gran Arcano que ha maravillado a todos los que fueron, en el curso de sus vidas, eslabones de la milenaria Catena Aurea que transmite el Misterio de la Gran Obra. A la prima materia sobre la que el Artista ha de trabajar se la llama espejo del Arte. La eliminación de la escoria requiere la depuración de las heridas sufridas en la lucha contra el guardián del Fuego Secreto y el efecto fertilizante de lo putrefacto, cuya alegoría es el caput mortuum, un bucráneo, por medio de la utilización primero del Agua y después del Fuego. El disolvente ha sido denominado de multitud de maneras por distintos Adeptos, nos parece especialmente claro el estudio de Basile Valentin, cuando le llama león verde y dice de él que disuelve y alimenta al verdadero león rojo con su sangre, dado que la sangre fija del león rojo está hecha con sangre volátil del verde, pues ambos tienen la misma naturaleza. En sus palabras se lee el adagio operativo de nuestro Arte solve et coagula. La Plancha XIV del libro de Maier manifiesta que sólo el mercurio basta en nuestra Obra, también lo indica el acróstico inventado por Basile Valentin, VITRIOL, que esconde las palabras conocidas por cualquier profano, pero a su vez hermoso anagrama de l’or y vit y se refuerza más aún con la máxima de la llamada vía seca, a saber, un solo recipiente, una sola materia, un solo horno. Aún insistiremos, por si no hubiésemos sido en lo hasta ahora dicho tan diáfanos para el atento lector como intentamos, con la evidente imagen de las operaciones de nuestra Obra, que Flamel extrae del mitológico Libro de Abraham el Judío, como una vieja encina[ ahuecada en su centro y podrida, con un rosal de hojas doradas y flores blancas y rojas en torno suyo, y a cuyos pies fluye una fuente de agua clara de color plata que unos buscan y otros ignoran; pero que sólo un anciano vestido de harapos es capaz de ver y de ella beber. Esta agua, es el Agua que no moja las manos que dicen los Filósofos antiguos, es el Mercurio filosofal, el agua ardiente, el orujo filosofal que habríamos dicho de haberse perpetuado una tradición alquimista ibérica.

Rosa Sinespina
Arcano, página 108-110


Hablar de Alquimia espiritual es un pleonasmo.

Rosa Sinespina
Arcano, página 120


Hablar de Alquimia espiritual es un pleonasmo. Los intentos de desentrañar los textos alquímicos clásicos con el objetivo de obtener el vil metal a partir de otros metales son tan absurdos como leer textos masónicos cual tratado de arquitectura. Una lectura atenta, y ojos despiertos ante la propia vida, ha de permitir entender los textos clásicos en clave alegórica. Las advertencias de no caer en la tentación de tratar de enriquecerse leyendo con literalidad los textos son frecuentes; sin embargo, muchos son los que se han esforzado, se esfuerzan y se esforzarán en conseguir oro a partir de una aparentemente nunca revelada materia prima y seguir procesos paraquímicos con agua de rocío recogida en plásticos desplegados al alba en primavera, utilizando sales metálicas, cristalizaciones de soluciones de heces y orines de animales, y hornos artesanales calentados por lámpara de gas para lograr una temperatura constante. En la jerga alquímica, a aquellos espagiristas que en vano pierden su tiempo en estas lides se les conoce como sopladores de vasijas traducción del francés souffleurs de vases, en castellano mejor les llamaríamos soplagaitas. No podemos menos que continuar con las advertencias e indicar a estos señores que sus esfuerzos son en vano, y por la naturaleza de sus motivaciones, jamás llegarán a culminar sus infantiles sueños.

Rosa Sinespina
Arcano, página 120


La culminación de la Obra conlleva la armonización completa del Ser con el Universo y el control del Fuego Secreto aleja todo mal del Camino. El Adepto necesariamente calla tras la consecución de la Obra como indicó Zoroastro y utiliza su poder, su conocimiento del régimen que requiere los tratos con un Vulcano Lunático, para regar la Tierra con rocío cósmico y trabajar discretamente en pos de la transmutación de la humanidad entera en oro filosófico, y no vanagloriarse de su poder infantilmente llevándole a un Nigredo mortal.

Rosa Sinespina
Arcano, página 121

Los soplagaitas leen a los autores clásicos en clave química cifrada (escatológicamente pintoresco es su trabajo con el nitro al leer de modo literal las alegorías utilizadas durante la preparación de la materia). Es nuestro deber recordar a todos aquellos que pierden su tiempo y su dinero en estas lides; los metales no sólo tienen una equivalencia planetaria, sino también su equivalencia moral. Las disoluciones de los siete metales son imprescindibles para eliminar las partes impuras y hacer brillar la esencia oculta en el corazón de la materia, descubrir su Azufre metálico, lograr su espiritualización. La búsqueda de la materia prima con la que comenzar la Obra, supuesto Misterio jamás revelado, es innecesaria; de hecho, dónde se oculta es evidente desde los mismos orígenes de la Alquimia leyendo con la luz de Binah las palabras del mismo Hermes la Obra está contigo y reside en ti, de tal modo que, al hallarse en ti mismo, donde está siempre, dispones de ella constantemente, cualquiera fuere el lugar donde te hallares, en la tierra o en el mar.

Rosa Sinespina
Arcano, página 124

La falta de referencias espirituales autóctonas orienta a la sociedad hacia pintorescos movimientos esotéricos liderados por meros aprendices que pavonean su ignorancia con palabras huecas y conceptos mal entendidos.

Rosa Sinespina
Arcano, página 133


El Sabio budista Kamalashila dijo en el siglo VIII el mundo exterior no existe; es nuestro propio espíritu quien se proyecta hacia afuera…

Rosa Sinespina
Arcano, página 138









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