Al poeta

I

La voz del poeta tiene hoy
un oleoso bordón de agua que cae.

Los árboles acercan su escritura
en la nube lejana

La audiencia es una justa de regreso
a las islas de San Juan de la Cruz.

El agua enclaustra en los canales
las íes de unos grillos invisibles.

Ausente de sí mismo,
los lacios cabellos detenidos en la frente,
trazan una señal de avenencia, una geometría autónoma.

El traje indiferente al esfuerzo reiterado del día
es como un signo
de conformidad y aceptación.

Sin saber de qué
nos arrepentimos gota a gota
frente a sus silencios.

¿Qué otra concesión le haces poeta
a ese surgente inoportuno
que aspira al misterio de tu atmósfera?

El poeta parece abandonarse
sobre su corazón.

Parece una nostalgia inmóvil
frente al lejano rostro del cielo.

II

Un aire intermedio de alas y neblinas
gira en la bombilla,
y el aire blanco de la palabra en paz
y la lectura de Dios entre las hojas.

La audiencia recoleta se remonta a países de santos y leyendas.

Llueve y el agua viene a perdonar los ecos.
Apresura un poniente en polvo gris
a plazos disolventes.

El poeta va a guardar en una gruta su voz.
Se ovilla su recuerdo
en el hilo que deja la palabra y parecemos oír:
Es necesario provocar el nexo
como es preciso callar ante el crepúsculo.
No hay nada que intime a voluntades contrarias.
Son tan serias las disposiciones ostensibles.

El poeta de lacios cabellos
de manos como arcilla transparente
permanece después entre nosotros
de perfil y de frente.

Pálmenes Yarza


“Aun recuerdo la primera vez que ví cuadros pictóricos: fue en un museo destinado a cárcel pública para entonces, en la ciudad de Valencia. Atraída por leyendas a título de máximas, héroes y batalla, y escudada en mi bulto de escolar, recorrí impávida el recinto. Otro día, ante el busto de una plaza, conocí al creador de aquellos cuadros. En mi proximidad alguien me informó que el busto representaba al pintor Arturo Michelena, autor de las decoraciones del Museo Páez. Así penetró mi fantasía una nueva voz, un nuevo personaje de sueños: el pintor.”

Pálmenes Yarza


Desnudez

"Raudo junco de aquella fe exaltada
hoy te mezo en mis aires de elegía;
hoy te prendo en la clámide sombría,
de mi tarde más hoja y más expiada.

Mi luna de tu rayo enamorada
te esperó por las fuentes de mi día;
mas allá de mi arena y de mí umbría
en su intacto cristal mi agua salvada.

Y hoy no olvida sus velas en el viento
mi cáliz extrañado del momento.
Ya no inquieta lebrel la corza mía.

Si no piso la tierra de mi aliento,
si no empino la sangre en el lamento,
hoy te alumbro en mis aires de alegría."

Pálmenes Yarza



“Hace su ademán el que entrega la ofrenda finita
y me entrega otro tiempo, otro tiempo.
Una promesa tiene letras borrables.
Una corola tiene breve vida.
Mi vida y mi muerte me dan otro tiempo.”

Pálmenes Yarza


“Miro mi casa: mi mejor parentesco,
en un minúsculo pueblo donde morí hace tiempo
extraña a las ciudades;
coloquio penumbroso
donde ofrecí
aquel vino
saliendo de un suelo sagrado
desde tumbas remotas.”

Pálmenes Yarza



Promesas

He de aprender a hilar mi tela
como la araña, sin telar;
demarcaré en medio de la vida
la armonía de ser!

Cavaré la tierra con mi raíz,
como la planta,
y después
subirá mi fuerza al cielo
y se dará en flor;
génesis de la vida!
la flor es la canción del árbol!

Con mis ojos diáfanos
soliviantaré la calma de la tierra
en las noches largas!

Hablaré conmigo;
y cuando hable con los otros
mi silencio será el lastre
de las palabras suspendidas
en el alma!

Pálmenes Yarza


“Sé para mi constancia
música de río sin término.
Sé en mi soledad, fantasma,
sé penumbra!
No hagas nunca la noche en mi cielo
sin luna y sin estrellas.
Vete sin irte
como la brisa.
Llégame siempre
como una música ausente.”

Pálmenes Yarza










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