Carta
Tu falta de sueño entró en mi sangre
y las noches se volvieron blancas
la primavera no llegó con sueño, aquí
al otro lado del golfo es la vigilia
más desnuda que nada
La redondez atizada de los abedules
La molienda de los pensamientos viaja
en la ancha estría de la calle: te escribo
desde la ciudad de las líneas
la manía despierta, líneas, líneas
borrachera se llaman los coches amarillos
bananos en fila sobre una especie de puestos
junto a la fachada
y las calles parecen ir derecho a las aguas: hay
una belleza silvestre
en los parques, tranquilos cuadrados
en medio de todo
Canales y negrura
azul de Neva así
líneas ebrias sobre el agua
puentes que bostezan
frentes descansan contra el gris celeste
y allí abajo, quizás
un arrecife
que se alarga hasta tu noche
y amarra
toda una ciudad, una
extraña Vineta
de campanilleo, cuerdas, rojas
heridas y una pena
abierta que era como pública
Katarina Frostenson
Traducción: Víctor Rojas
Dónde
Ahora, cuando todo ha brotado
está ahí para cogerlo con la mano
Las montañas no se hunden
lo profundo no sube a la superficie
En la ciudad apagada
alguien me agarra por el brazo
sólo alumbran las estrellas
el terror que no siento
me lleva a casa
la casa, de donde el país ha brotado,
es la mano
Katarina Frostenson
Fuegos verdes
El camino está bordeado de espejos cubiertos
El campo resplandece apagado:
Tres remiendos negros y uno verde
Una huella fresca en mi alma
Paraje de distancia
El deseo es mi pensamiento
El cielo tensa su lienzo gris
Arde un fuego junto a mi rodilla
Se mueven unas liebres entre las espigas
I det gula, 1985.
Katarina Frostenson
Traducción: Francisco J. Úriz.
La ruta de la chatarra
La mano deja la cosa –la mano repite su gesto cada día
llevarse
piensa en el río, piensa la mano
en las manos que reciben
cáscara de queso peine quebrado semillas
cartón crayón pedazo de bizcocho corazón de manzana
y uñas
la mano dará una mano, suelta más de lo que da
cierra la bolsa, va hacia la salida
la detiene una voz, como de la infancia
adónde van
el llamado
en pleno gesto, la sombra de una voz de alguien que sobró
la idea de un resto
que se desborda, en un destino de todos
todo debe ir a parar a algún lugar
Las urracas brincaban sobre el tejado al alba, una mujer con una guirnalda trenzada
sobre la coronilla, como una princesa oscura, revolvía en las bolsas de basura
rajaba el plástico diestra con sus dedos
la mano una estrella de mar en el aire
ella
desapareció, dio vuelta a la esquina
al abrirse una puerta
un hombre tironea de una heladera a través del portón mientras
cabellos de fideo en la pileta
se deslizan mudos
por las cañerías
hojas de té los siguen
junco al mundo
la mano envuelve una cosa ignota, objeto redondo de plástico verde entre
saquitos de té salsa de carne hisopos
cáscara de limón postales en jirones papel de cocina
anturio marchito
adónde van
y todo lo que se deja, piensa la mano
milla tras milla
atrás
o se empuja como una ola de chatarra
que se arrastra, se transporta y se almacena far away
en paisajes de otros
qué horrible y ordinaria acción el
sumergirla – toda la basura que generas
no se puede concebir, comprender, son
masas incomprensibles
un celular ancestral halló el rumbo a la bolsa
no deseo ver
tu caparazón triste, ah has servido, pobre diablo
entre hojas de zanahoria y plástico, salsa de queso
y sobres y los papeles de reuniones, desechos eléctricos
si nos acompañaras
escurrido por las cañerías, revuelto en túneles,
triturado, disuelto, incinerado
arrastrado por ríos
impulsado a hoyos en sembradíos
campos ingenuos allá afuera
hundirse en surcos, penetrar en la mies
tornarse alimento de ganado
ser despreciado todo debe ser aprovechado–
Pan despilfarrado, anaqueles de Brot ante
nuestros ojos
nosotros, abatidos, como suele suceder en la vida, mudos
ante el pan de cada día en bolsas negras prensado
un niño probó poner el pie sobre uno vencido
demasiado viejo, es decir
incomible
“pronto me llevarán”
se aprovechó en masa
para llevar a los animales
para ser pisoteado
molido por quijadas mudas, el nuestro
pan de cada día se partirá con respeto
se aprovechará y nutrirá
hasta el último trozo
el rubor de la vergüenza – las palabras están vencidas
como “de poco sirve”
lamentar lo perdido
todo debe desaparecer
por túneles ruinosos o por muy
tangibles caminos
ser afilado, limado o encallar en prados
y deteriorar lento
– en la mente seguir obsesivo el andar de la cosa de plástico verde
cómo es arrastrada por cañerías y llevada por ríos
arrojada al mar
para quedar bajo una isla en plena tormenta, se puede pensar
en la garganta del animal
cómo se descompone tan lentamente
retornará
se convertirá en algo otro
se transformará cómo
el trol sentado al final cocina al fuego–
Pienso en Ostia, los desechos en la playa donde yacía el poeta amoratado
El llanto de la excavadora, rastro de los caminos, pasto amarillo abrasado y montones de
restos ardientes
¡y hoy el cordero que reina sobre la montaña de basura de Acerra!
no hay circulación, todo debe encallar casi todo
ser recibido por otras manos
quemarse, contaminar
o depositarse en los campos
todo debe pactarse
todo irá a parar a algún lugar
quién espera en el destino final
hirviendo los restos
para la sopa del mar
todo ese plástico en tu conciencia
un barco viene cargado, pronto una armada
a Indialandia donde niños de piernas morenas en busca del fulgor de metal
corren como hurones sobre despeñaderos de maraña, extraen de la chatarra
dan gritos de alegría por un alambre
enroscan el reciclaje
el ser humano es artero
al final es burlado, quemadas sus manos, la estructura
es invulnerable
el horrible orden extiende su lona
una manta
su rumbo a través de los mares
de peces furiosos, hinchados de sustancias, costas donde cuelgan pájaros marinos
de cuerdas de plástico junto a los acantilados
oh nuevo paisaje
de electrodomésticos, montañas de heladeras y congeladores
qué siluetas
glaciares que jamás se derriten
tú nueva permanencia
una suerte de iceberg más
luminoso más duro
enteramente iderretible
a Ghana, del fragor de heladeras que se mecían a través de los mares frotándose
entre sí
el cantar de electrodomésticos
congoja – dónde fue a parar la palabra, arena en la garganta
la calma arrancada de raíz
todo debe ir a parar a algún lugar
ser recibido por manos negras
atravesar sembradíos
ser guardado por alguien otro
las hormigas tiran sus desechos y se entierran
en la ranura
todo lo descomponen juntas, tan inteligente
seamos hormigas
o retornemos como pájaros
volvamos
reciclaje, alitas de la palabra
separación, oh raíces de palabra
ha sido reencontrada,
¿qué?
la playa donde yace el desecho
descansa en un vertedero eterno
hasta que la ola
para la que el trol ha hecho la salsa hierve
despertarás un día en un paisaje que se derrama
te encontrarás en el río
apenas tendrás tiempo de pensar
mirarás tu mano
dirás mano
todo debe ir a parar a algún lugar
y todo debe retornar
no te hundirás
no sucumbirás
la vadearás
pisarás la chatarra
oirás el ruido que raspa, chorrea, sisea
no se calcina
no, arde eternamente
Katarina Frostenson
Traducción de Andrea Castro con la colaboración de Ellinor Broman
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